La Mujer Bendita

Pe. Julio Maria espiritualidad

¡Un verdadero tratado sobre la Virgen María, muy completo!

 LA MUJER BENDITA

ante los ataques protestantes

o

Respuestas irrefutables a las objeciones protestantes contra el culto de Sma. Virgen Maria

piel

P. Julio MARIA

Misionero de Nuestra Señora de Smo. sacramento

 

- 1936—

Tipografía THE FIGHTER

Manhumirim - Minas

 

Al distinguido y celoso obispo diocesano Su Excelencia. Res.

D. José Maria Parreira Lara

Dedico este trabajo como expresión de veneración y amor filial.

EL AUTOR.

 

 

imprimátur

Caratinga, 20 de diciembre de 1935

t + Josefo María

 

 

aprobando carta

de Su Excelencia. Res.

D. José Maria Parreira Lara

DD Obispo de Caratinga

 

Caratinga, 10 de enero de 1936.

Mi querido Padre Julio María,

Leí con inmensa satisfacción tu nuevo libro: Bendita Mujer, frente a los ataques protestantes, y me he edificado mucho con estas hermosas y luminosas páginas que constituyen un verdadero monumento en honor a la Sma. Virgen Maria.

Entre nosotros se sentía la falta de un libro de teología mariana, pero de una teología popular, accesible a todos, sin perder la profundidad y seguridad de la doctrina.

Tu honor produjo este trabajo deseado.

Su libro es admirable, tanto por su trasfondo como por su forma:

La base es una doctrina sólida, clara, bien probada y una argumentación irrefutable.

La forma es alerta, entusiasta, con una expresión comunicativa y un vigor irresistible.

Los dos se combinan para formar una obra de primer valor. Es la refutación completa y fulminante de todo lo que los protestantes objetan al culto de María Sma.

Los temas se tratan de la mano de un maestro, y creo que en Brasil no se ha escrito nada comparable sobre el culto y las prerrogativas de Dios.

Su libro es de esos que nunca mueren, porque se elevan por encima de las vulgaridades, los lugares comunes, y sacan su vida y acierto en elevar la doctrina, en la sublimidad de sus ideas y en la forma viva de presentar las verdades.

De todo coração lhe concedo o imprimatur do novo livro, que vem enriquecer a coleção já grande das obras de seu incansável apostolado, e peço a Deus que este belo livro penetre em todas as famílias, para em toda parte esclarecer e estender o culto da Mãe de Jesus...

Estoy con toda la estima de Vuestro Reverendo.

humilde servidor

+ José María

Obispo de Caratinga

 

Introducción

que es necesario leer

Defender el honor de una madre querida es deber y felicidad para un niño amoroso.

Es la razón de ser de este libro. No necesitaría otra presentación.

Todos los días son atacados por las blasfemias, a veces ignorantes, a veces maliciosas, de las sectas protestantes, la dignidad, la gloria, las prerrogativas, el poder de la Santísima Virgen.

¿Cómo puede un niño permanecer en silencio ante los continuos ataques dirigidos a su Madre?

Es urgente, por tanto, darles una respuesta completa, fulminante, sin respuesta.

Puede haber, sin duda, entre estos protestantes gente de buena fe, debido a la ignorancia religiosa en la que viven, seducidos también, como están, por la libre interpretación de la Biblia; pero por parte de sus pastores, hay mucha traición y mala fe, o bien una ignorancia fenomenal.

Entre estos pastores hay muchos traficantes, muy tristes excavadores de la vida, que hacen de su oficio no un instrumento para hacer amar a Dios, sino un instrumento de odio, calumnia contra la Iglesia Católica, vendiendo almas a cambio del dinero que les va. dando vida a su calumniador.

Es necesario desenmascarar a estos mercaderes de las almas ajenas, y refutar los errores que esparcen, no solo en las almas de sus seguidores, sino en la mente de los católicos incautos.

 

I. La fuente de los errores protestantes

Escondida en la hierba que se arrastra del camino, la serpiente venenosa del error busca morder al transeúnte descuidado, sea quien sea.

Es necesario señalar la presencia de la serpiente, para evitar el contacto con el viajero y evitar ser mordido.

El odio de estos desdichados sectarios, excitados por la serpiente que ya había seducido a nuestros primeros padres, se concentra especialmente en la Santísima Virgen, porque saben que, en palabras de los santos, un verdadero devoto de María no se puede perder.

Satanás, que quiere perder almas, cueste lo que cueste, busca arrebatar esta garantía de salvación de las manos de los cristianos y, por eso, levanta bandas de exploradores que él llama y se llama a sí mismos con el nombre de pastores, pero que no son más que lobos devoradores, como dice el divino Maestro.

Estos pastores, en primer lugar, quieren ganarse la vida, y como no se puede ser un buen protestante sin atacar a la Iglesia católica, aquí están repitiendo la docena de objeciones tontas que aprendieron de los pasquines de la secta, sin querer comprender la respuesta católica.

A la necesidad de ganarse la vida le sigue el fanatismo; al fanatismo le sigue el materialismo burdo, y al materialismo le sigue el ateísmo total.

En una reunión general de pastores en Alemania, los periódicos dicen que de 1000 pastores presentes había 800 que ya no creían en la divinidad de Jesucristo, ni en la inspiración de la Sagrada Escritura.

En tales condiciones, se puede entender el odio que estos hombres votan por la Iglesia Católica, donde todos están unidos en la fe, la moral y el culto.

Este estallido de odio se centra en la Virgen Inmaculada, con el pretexto de que su culto es pagano, idolatría, abuso, exceso, etc.

¡Pobres ciegos! ¡Infelices calumniadores!

 

II. La característica especial de este libro

Por tanto, es absolutamente necesario mostrar a la Madre de Jesús, en el aura de su grandeza, su poder, su amor y su misericordia, y mostrarla no sólo con consideraciones piadosas y entusiastas, sino con pruebas auténticas, extraídas directamente del Santo. Sagrada Escritura.

Es la característica especial de este libro.

Es un libro de doctrina.

Un libro evangélico.

Un libro de exégesis, que muestra los fundamentos del culto a María Sma., Los fundamentos evangélicos de su grandeza y la fragilidad de las objeciones adversas.

No se admitirá en este libro ninguna tesis, ningún principio, ninguna conclusión, ningún título que no tenga su base en la Sagrada Escritura.

Debe ser un libro revelador ... que indique ... iluminante ... y todo esto sólo puede ser hecho por la palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura y en la tradición inquebrantable de las doctrinas apostólicas.

 

III - El dragón de siete cabezas

La serpiente, la misma serpiente del paraíso terrenal, que busca morder y perder almas, se reencarna en el odio protestante.

Es necesario, frente a esta serpiente, mostrar a la Bendita Mujer que, por primera vez, aplastó su cabeza al pie de la cruz, en la cima del Calvario, y que sigue aplastándola por donde se arrastra la serpiente.

La Bendita mujer aplastó la cabeza de la serpiente, como Dios predijo en el paraíso: Ella aplastará tu cabeza (Gen 3:15); pero tal serpiente tiene innumerables otras cabezas; es un dragón de siete cabezas, como vio el Vidente de Patmos. Aquí está el dragón ... que tiene siete cabezas (Apocalipsis 11,3).

Y no solo tiene siete cabezas, sino que cada una de ellas ha proliferado, produciendo cientos de otras cabezas.

Cuando Lutero lanzó su grito de rebelión contra la Iglesia al mundo, era solo un abejorro, pero pronto el calvinismo, anglicanismo, presbiterianismo, metodismo, bautismo, etc ... creció alrededor del luteranismo hasta la cifra de unas 900 sectas (ne: en ¡1936!).

Es el mismo dragón ... pero con una cabeza multiforme, solo hay en común entre estas cabezas: el odio a la Iglesia Católica, las blasfemias contra la Santísima Virgen y las calumnias contra los Sacerdotes.

El odio, la blasfemia y la calumnia son la triple base del protestantismo en general y de cada secta en particular.

 

IV. la mujer bendita

En otros volúmenes ya he respondido al odio sectario de la Iglesia (1), de los sacerdotes (2), de la doctrina católica (3); en el presente quiero responder a las blasfemias lanzadas a la Virgen purísima, la Bendita Mujer entre todas las mujeres.

No inventaré nada ... Recogeré ataques a libros y visiones protestantes, siempre dando preferencia a las obras firmadas por las principales figuras de la secta.

No debe extrañar al lector verme insistir, de manera particular, en el gran privilegio de la Inmaculada Concepción de María, ya que es la preparación a la incomparable dignidad de la Madre de Dios y el resumen de todas sus prerrogativas.

Admitido este primer privilegio, todos los demás deben ser admitidos, pues de aquél brotan, como el fruto brota de una flor.

La maternidad divina de Maria Sma. es el comienzo de toda tu grandeza.

La Inmaculada Concepción es la preparación para esta grandeza.

La Asunción al Cielo es su corolario indispensable.

(1) Cristo, el Papa y la Iglesia.

(2) Luz en la oscuridad, o respuestas irrefutables a las objeciones protestantes.

(3) Ataques protestantes.

 

V. ¿Para quién es este libro?

¿Para quien?

Para todos.

Aquellos que quieran conocer bien a la Madre de Jesús y amarla mucho deben leer este libro.

Estas páginas te abrirán nuevos horizontes en la devoción mariana y te mostrarán una María que quizás no conozcas.

En cuanto a los protestantes infelices ... éstos, sí, deberían leerlo; y leyéndolo, seguro que reconocerían el error en el que laboran ... pero le tienen miedo a la luz, no lo leerán, salvo raras excepciones ... ¡los pastores no lo dejarán leer !. .. ¡Protestantes pobres e infelices! ... oren por ellos ... ¡son tan infelices!

Sobre todo, lea esta legión de Hijos e Hijas de María, flor y esperanza de la Juventud Católica, que hoy constituye la vanguardia de la regeneración de un Brasil futuro, y esta lectura será para ellos un faro y un estandarte.

Sinceros católicos y protestantes lo lean, y verán iluminarse todos los recovecos del error y la ignorancia para mostrarles el bello e incomparable rostro de la Madre de Jesús y Madre de los hombres.

 

P. Julio María

Ne serivam vanum, Due, pia Virgo, manum.

+

 

CAPÍTULO I

El culto de María Santísima

Es bien sabido que el protestantismo concentró su odio en la Santísima Virgen, Madre de Dios.

¿Por qué este odio?

Para que sus adherentes puedan protestar contra la Iglesia Católica.

Es el más grande, y quizás el único motivo.

La Iglesia Católica, en perfecta unidad y en la gran firmeza de su doctrina, atribuye a cada uno el culto que le pertenece.

Él adora a Dios única y exclusivamente, porque solo Él es el Señor Supremo, solo Él es Dios y solo Él tiene derecho al culto supremo de adoración.

Dominus Deus noster, Dominus unus est. (Dt6,4).

Venera a la Virgen María, por ser la Madre de Jesucristo y, como tal, vestida de una dignidad por encima de todas las dignidades, teniendo derecho a un culto por encima del culto atribuido a los santos.

- Super modum, Mater mirabilis (2Mc7,20).

Honra a los santos, por ser amigos de Dios y por gozar, como tales, cerca de Dios, de un poder de intercesión sobre todas las criaturas de este mundo.

Mirabilis Deus in sanctis suis (Sal 67,36).

De esta manera, tenemos un triple culto, esencialmente distintos entre sí, en una gradación armoniosa y lógica.

1. El servicio de adoración (latria) debido a Dios.

2. El culto de la súper veneración (hiper-dulia) debido a Maria Sma.

3. El culto de veneración (dulia) debido a los santos.

Tal es la base del culto católico, y basta comprender estas nociones para comprender la injusticia y el ridículo de las objeciones protestantes, que acusan a los católicos de Mariolatras, de adorar a la Madre de Jesús.

Examinaremos estas objeciones en este primer capítulo, dándoles la respuesta que merecen.

 

I. Mariolatría

No quiero hacer ninguna objeción; Los amigos protestantes están a cargo de la fabricación y la publicidad.

Literalmente eliminaré tales objeciones de sus escritos, para que no puedan acusarme de exageración o mala interpretación.

Aquí está el cargo de mariolatría, como lo transcribo de un periódico protestante.

La adoración de Maria Sma se llama mariolatría.

Dice el columnista:

Podría decirse, y no hay quien se atreva a negarlo, en el catolicismo María ocupa un lugar destacado, es el "fact totum" de la corte celestial. Todas las invocaciones, todas las adoraciones están dirigidas única y exclusivamente a ella. Representa en el catolicismo todo, sustancia y esencia. María recibe sermones y dones, se invita a los fieles a confiar casi exclusivamente en ella y en su poder absoluto.

Toda esta adoración, esta idolatría, creó lo que se llama mariolatría, que no es más que una creación tardía, mucho después de que se pusieran los cimientos del catolicismo.

María empezó a salir del silencio en el que la habían envuelto los escritores del Nuevo Testamento a mediados del siglo IV. Fui obra de una secta, compuesta casi en su totalidad por mujeres, que apareció en Tracia y Alta Scisia, que empezó a difundir la divinidad de María a los cuatro vientos, haciéndola digna de adoración y culto.

Estos sectarios fueron llamados "coliridianos" por ofrecer a la Madre de Jesús unas antorchas llamadas Kohhúga en griego.

En los primeros siglos no encontramos ningún culto a María. Todos están al unísono y están de acuerdo en predicar digno de adoración solo a Dios y a su Hijo unigénito Jesucristo.

Ni Justino Mártir, ni Ireneo, ni Tertuliano, ni Cipriano, ni Laitancio, pueden ser invocados como partidarios y propagadores del culto de la gran "madre de Dios", porque ellos, como San Pedro, San Pablo y San Juan, no aluden a la otra mediación pero la de Dios y Jesucristo.

Volvamos al pasado, es decir, a los primeros siglos, y repasemos con atención.

Siglo I. Clemente Romano, supuesto sucesor de San Pedro, escribe en sus Constituciones Apostólicas: "No es lícito acercarse al Dios Todopoderoso, que por Jesucristo su hijo". (Const. Apost. Libros 2 y 33)

Segundo siglo. Ignacio, discípulo del apóstol Juan, escribe a los Filadelfos desde Roma:

"En tus oraciones debes tener ante tus ojos sólo a Jesucristo y al Padre de Jesucristo".

S éculo III. Orígenes dijo claramente: "No nos hagamos disfrazar de invocar a nadie más, sino al que es Dios sobre todas las cosas, suficiente para todo por medio de nuestro Señor Jesucristo".

siglo IV. Atanasio predicó y escribió: "Somos verdaderamente adoradores de Dios, porque no invocamos ni a las criaturas ni a los hombres; invocamos al Hijo, que por nacimiento procede de Dios, y que es el Dios verdadero, que nació hombre, es cierto, pero sin embargo, es Dios y Salvador ".

Siglo V. João Capistrano se opone a quienes querían introducir mediadores distintos a Cristo.

En estos primeros cinco siglos, no se concibió otra adoración, ninguna veneración más que a Dios y Jesucristo. ¿Cómo, entonces, "el catolicismo puede esponjar el pizarrón del pasado y afirmar en todos los puntos de vista la opinión de la secta de los coliridianos?"

¿Entonces como?

¿Dejando a Jesucristo en segundo plano? ¿Pero por qué? ¿Admiten la inmaculada concepción de María?

 

II. el fact-totum de la corte celestial

Tal es la objeción en toda su brutalidad, ignorancia y desnudez.

En definitiva, acusan a la Iglesia Católica de interpretar a María Sma.

1. El hecho -totum de la corte celestial;

2. Un objeto de adoración ;

3. El objeto de un nuevo culto ;

4. Una novedad desconocida en el Evangelio y en los primeros tiempos del cristianismo.

Tomemos todas las objeciones una a una y démosles una respuesta clara y concisa, que disipe todos los errores y haga brillar la única verdad católica.

Santa María no es, ni puede ser, el "fact totum". Es una herejía, que el significado de los términos mismos refuta.

El hecho totum es Dios; y sólo por eso se debe todo honor y gloria en los siglos y en los siglos, como dice el Apóstol (1Tm 1, 17).

El término adoración expresa la adoración de este honor supremo; y este término está reservado exclusivamente para el culto a Dios.

El término súper veneración expresa el culto que le rendimos a la Madre de Dios; y no tiene nada en común con el culto, de modo que en este culto el exceso es imposible; para que hubiera un exceso, sería necesario que, superando el culto de la super veneración, alguien se deslizara hacia la oración, lo que ningún católico hace ni puede hacer.

Entonces, ¿cuál es exactamente el lugar de Maria Sma? en la jerarquía divina de la religión?

Es simple, es hermoso. Es San Pablo quien nos proporcionará la descripción, en su lenguaje teológico figurativo. Él escribe: Así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros tienen la misma función, así, aunque muchos, somos un cuerpo en Cristo, y cada uno de nosotros miembros los unos de los otros (Rom 12: 4- 5)

Ahora eres el cuerpo de Cristo y los miembros se unen a un miembro (1Cr 12:27).

Y él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, y él es el principio, el primogénito de entre los muertos; de modo que Él tiene la primacía en todas las cosas, porque fue el agrado del Padre, que toda plenitud more en Él, y que por Él todas las cosas se reconcilien consigo mismo. (Capítulos 1, 18-19).

He aquí una espléndida figura de la Iglesia.

La Iglesia es el cuerpo místico de Jesucristo.

Un cuerpo tiene necesariamente tres partes:

La cabeza, el cuello, las extremidades inferiores.

Es una figura empleada a menudo por el Apóstol.

La cabeza es el Cristo.

Los miembros somos nosotros.

¿Y cómo están conectados los miembros de este cuerpo a la cabeza?

A través del cuello.

El cuello es, por tanto, la parte media, que es un miembro del cuerpo, pero con esta particularidad, que es un miembro que toca la cabeza y las extremidades al mismo tiempo.

Y entre los diferentes miembros de este cuerpo, ¿cuál es la criatura que toca a Dios y a las criaturas al mismo tiempo?

Es la Virgen María.

Por su naturaleza, es una simple criatura ; por su dignidad, es la Madre de Dios .

¿Y qué unión más íntima puede existir entre dos criaturas que la unión de Madre e hijo?

Por eso Maria Sma. es llamado por los santos: el cuello del cuerpo místico de Jesucristo.

Esta figura expresa admirablemente el lugar que Maria Sma. ocupa en la Iglesia y en el culto católico.

Ella no es la cabeza; ella es un miembro.

No es un simple miembro, pero entre todos los miembros disfruta del privilegio único e incomunicable de estar directamente unido a la cabeza , mientras que todos los demás miembros lo están por el cuello.

Es así como se derrumba la primera objeción protestante, acusando a la Iglesia de hacer Maria Sma, el totum de la religión.

El fac totum y la cabeza es Jesucristo.

La intermediaria , el miembro de conexión entre Jesucristo y los hombres, es Maria Sma.

Ahora bien, ¿quién es capaz de confundir el cuello con la cabeza?

¿Quién no ve que de ninguna manera y nunca el cuello puede reemplazar a la cabeza, o colocarse encima de la cabeza?

La comparación de São Paulo es, por tanto, típica, profunda, expresiva, e indica para cada parte del cuerpo místico del Salvador su propio lugar.

Jesucristo,

María Sma.,

Los hombres.

 

III. un objeto de culto

Pasemos rápidamente por alto una objeción tan mohosa.

Es triste verse obligado a responder a tales tonterías.

¿Seguirá apareciendo la idolatría en el siglo XX ?

Es decir que en todo el mundo, la gran mayoría de la población, estos miles y miles de hombres educados y educados adoran las imágenes, como vulgares fetichistas, dando vida a un palo, pidiendo favores desde un tronco de madera, pidiendo salud y la vida desde un bloque de cemento ... postrando su frente en el polvo del camino frente a un cartón. ¿No ve el protestante que todo esto es extremadamente ridículo, y que si tal cosa pudo ser practicada anteriormente por un zulú salvaje, nunca podrá penetrar en la mente de un hombre civilizado?

Si le preguntamos a cualquier niño, si tal o cual santo es un santo viviente, que come, bebe y duerme, el niño respondería que no. pero que es solo un retrato , una representación.

¿Qué es el hombre, incluso analfabeto, que ignora que“ no es la imagen o el retrato lo que venera o invoca, sino la persona representada por la imagen?

A nadie le gustan las imágenes; pero siendo la imagen la representación de Jesucristo, se puede adorar a Jesucristo, representado por la imagen.

Nadie adora a la Virgen María, que no es Dios ni Dios, sino una simple criatura, elevada, por la gracia y el favor de Dios, a la más alta dignidad con que se puede revestir una criatura: la maternidad divina ... y como tal merece ser honrada, venerada: - como la Madre de Dios - y no adorada como Dios.

Todo esto es tan claro que solo una ceguera obsesionada puede reproducir tales acusaciones.

Adorar no es besar ni inclinarse ... Los padres besan a sus hijos; los inferiores se inclinan ante sus superiores, sin adorarlos.

La adoración no es solo el acto exterior, sino el espíritu que intenta otorgar honores divinos a cualquiera.

No querer a alguien a quien amar, no amar.

Y ningún católico ha tenido la idea de adorar a nadie más que a Dios.

Y ellos mismos deben saber mejor lo que pretenden hacer que sus detractores.

 

IV. un nuevo culto

El buen protestante nos acusa de haber creado un nuevo culto, al que llama mariolatría.

No creamos nada. Solo Dios puede crear personas y cosas; y los amigos protestantes pueden objetar.

Lutero creó la bibliolatría y la odiolatría, como creó la libertinolatría, adorando la Biblia y despreciando su contenido; adorar el odio, para vilipendiar mejor a la Iglesia; adorando la carne por la vida disoluta y sacrílega.

El columnista dice que el culto a María empezó a surgir del silencio en el que la habían envuelto los escritores del Nuevo Testamento, a mediados del siglo IV.

¡Es mucha ignorancia del Evangelio, mi querido amigo! ... Se necesita mucho ingenio para llegar a tal afirmación.

El culto de Maria Sma. todo está indicado, perfilado y desarrollado en el mismo Evangelio.

Lean el Evangelio, queridos protestantes ... pero léanlo en su totalidad , y no simplemente los pasajes elegidos por ustedes ... que más o menos parecen favorecer sus opiniones erróneas por la libre interpretación de los textos.

El culto de Maria Sma. es esencialmente un culto evangélico , todo evangélico ... ya pesar de todo el homenaje que le rendimos a la Madre de Jesús, nunca llegaremos a igualar el homenaje que le rinde el Evangelio.

Fuera del Evangelio, el culto a la Madre de Jesús sería un culto incompleto, atrofiado, desvencijado ...

En el Evangelio adquiere una expansión divina, y se eleva a alturas que causan vértigo a quien sabe reflexionar.

Decir que el culto a María es una novedad es afirmar la novedad del Evangelio , la novedad de las catacumbas de los primeros siglos, donde a cada paso se encuentra la expresión de la veneración y el amor con que los primeros fieles rodearon a la Inmaculada. Virgen ... sería apagar de un solo golpe los acentos amorosos de los Padres de los primeros siglos, que exaltaron a la Santísima Virgen con un entusiasmo nunca igualado en siglos posteriores.

¡No no! dichos documentos no se destruyen; tales acentos no se amortiguan; tales gritos no se apagan; y mientras el Evangelio es el Evangelio, podemos y debemos decir que el culto a la Madre de Dios es un culto instituido por Dios , transmitido por el Evangelio y practicado a lo largo de los siglos.

Quizás dirán que Jesucristo hizo poco para exaltar a su Madre.

Pero ¿por qué exaltar con palabras a la que se exalta sobre todas las criaturas, por su santidad, por su dignidad, por sus prerrogativas, que hacen de María la Bendita entre todas las mujeres?

¿Por qué repetir continuamente una verdad palpable, indiscutible, aceptada por todos en los primeros siglos?

María es la madre de Jesús.

Jesús y Dios.

María es, por tanto, Madre de Dios .

¿Qué más se puede decir?

¿No agota un título así todos los demás títulos?

¿Todavía hay honores más altos que estos?

¡Es imposible!

María es Madre de Dios; como tal, es necesariamente la más santa y gloriosa de todas las criaturas.

¿Jesucristo habló poco de su Madre?

Perfectamente ... y así debería ser.

Jesús vino, como afirmó, no por los justos, sino por los pecadores. Non veni vocure just, sed peccatores (Lc5,32).

Vino para devolver la salud a los enfermos y no a los que no necesitan un médico: Non egent, qui sani sunt, medico. (Lc5.31).

¿A quién debes irradiar la ternura de tu corazón?

¿No es para los desdichados, para los pecadores?

De Pedro hará cabeza de su Iglesia.

De Matthew, el recaudador de impuestos, hará su evangelista.

De Saulo, el perseguidor, hará el Apóstol de las naciones.

De Magdalena, la pecadora, hará un amante estático.

De un ladrón crucificado hará la primera conquista de su muerte.

De los pescadores pobres hará sus apóstoles.

¿Lo han pensado los queridos protestantes?

¿Podría el Corazón de Jesús, tierno, amoroso y celoso por el honor de su madre, asociar a la Virgen Inmaculada con todos estos pecadores convertidos?

¿Podría colocar la misma corona de alabanza sobre la cabeza de Su Madre?

¡No! ... Eso sería degradar a la Santísima Virgen en lugar de exaltarla.

A Pedro le dijo: Bendito seas (Mt 16,17).

Mateo dijo; Sígueme (Mt 9,9).

A Pablo le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Hch 9,5).

Magdalena dijo: Tus pecados te son perdonados (Lc7,48).

Al ladrón le dijo: Hoy estarás conmigo en el paraíso (Lc 21,43).

A los apóstoles les dijo: Ustedes son mis amigos (Jn 15:15).

Pero a María le dijo: Tú eres mi Madre (Mt 2,11).

¿Qué podría decir más? ...

Jesucristo se quedó sin esta palabra.

 

V. La oscuridad de María

Dice el amigo protestante que los Sagrados Escritores envolvieron a María Santísima en completo silencio.

¡Qué afirmación más extraña!

¡Qué calumnia!

¡Qué ignorante del Evangelio!

Si Jesucristo habló poco de su Santísima Madre, los ángeles hablaron, los evangelistas hablaron, la gente habló, el cielo y la tierra hablaron ...

Incluso Lutero habló ...

¿Será necesario recopilar todo lo que dijeron?

Sería escribir un libro. Así que resumamos.

Dije más arriba que el culto a María es esencialmente un culto evangélico, y probando esto, todo está probado.

Qué servicio más evangélico que el que comienza en el Evangelio con este homenaje del cielo: Ave, gratia plena. Ave María llena eres de gracia; el Señor está contigo; ¡Bendita tú entre las mujeres!

¿Qué más culto evangélico que el que nos muestra a María cooperando, por el libre consentimiento de su fe, su virginidad, su humildad, al misterio inicial del cristianismo, cubierto por la sombra del Altísimo, revestido del Espíritu Santo, y ¡Concibiendo en su seno virginal al mismísimo Hijo de Dios!

Qué más culto evangélico que el que representa a María, Madre de Dios, respirando con Él el mismo aliento, viviendo con Él de la misma sangre, llevándolo en sus entrañas, comunicándolo, a través de su voz, a Juan el Bautista y a Isabel. !

Qué culto más evangélico que el que le rinden Isabel y Juan: el primero aclamándola Madre de su Señor; el segundo exultante en el seno materno, recibiendo la santificación que le transmite la voz de María.

Isabel, llena del Espíritu Santo, exclama en voz alta, repitiendo y completando las palabras del ángel: Bendita tú entre las mujeres; y bendito el fruto de tu vientre.

Y bajo esta impresión del Espíritu Santo, Isabel rinde a la Madre de Dios un servicio de veneración sin igual: ¿De dónde viene este dicho de que la Madre de mi Señor debe venir a mí? Cumplir las cosas que te ha sido dicho por el Señor. (Lc1,43)

Qué más culto evangélico que el que, con ocasión de estas palabras de Izabel, como para aprobarlas y aplicarlas, Dios mismo hace rezumar el alma inspirada de María, diciendo: De ahora en adelante todas las generaciones me llamarán bien, bienaventurada, porque Grandes cosas ha hecho en mí el Todopoderoso (Lc 1,48).

Qué culto más evangélico que el que, después de Isabel, la inspirada, los pastores y magos siguen rindiendo a María, adorando al niño Dios, en los rasgos de María, su Madre (Mt 1,11).

El santo viejo Simeón, en su profecía, asocia a la Virgen Madre con todas las contradicciones a las que estaba sometido su Hijo, y de manera particular con ese gladio de dolor que deberá unirlos en el gran tormento. (Lc2,34)

¡Qué culto más evangélico que este homenaje filial de confianza, ternura y abandono que el niño Dios rindió a su Madre, haciendo de su seno virginal su trono, su refugio, su alimento!

¿Qué puede ser más admirable que este homenaje de sumisión que le rinde Jesús, viviendo hasta los treinta años en la oscuridad de Nazaret, en la intimidad de su Madre ... mostrándose sumiso a ella en todo? (Lc2,51)

¡Qué culto más evangélico que el que nos muestra la atención divina del Hijo de Dios a la petición de su Madre, en las Bodas de Caná, donde, para saciar el vino María Sma., Realizando su primer milagro y confirmando la fe de sus apóstoles! (Jo2,1-11).

Qué servicio más evangélico que el que le prestas a María Sma. aquella mujer del Evangelio, exclamando en el colmo de su entusiasmo por la palabra divina: ¡Bienaventuradas las entrañas que te trajeron y el pecho que te amamantó! (Lc9,28).

Qué más culto evangélico que el que inauguró solemnemente al pie de la cruz, cuando la divina Víctima entrega a María Sma. como madre de toda la humanidad, en la persona del amado apóstol, quien mejor describirá la divinidad de Jesucristo y la ternura de su corazón.

Aquí está el culto de María, fundado en el Evangelio y que fluye del Evangelio como su fuente divina, a lo largo de los siglos.

Aquí está el culto de Maria Sma. no escondido en la oscuridad, ni envuelto en el silencio, sino proclamado divinamente en la faz del universo.

Los siglos escucharán y comprenderán estos ejemplos y estas lecciones evangélicas, y es para responder a ellos que los cristianos de todos los tiempos se postrarán a los pies de María, implorando su ayuda y su intercesión.

Limitémonos a estas citas. Todos son directos, literales, y se dirigen directamente a la Madre de Jesús.

Establecer y probar el culto evangélico de Maria Sma. no es necesario recurrir a aplicaciones místicas y metafóricas de la Sagrada Escritura; basta con recoger los pasajes que narran su unión con Jesús, su acción y las alabanzas que le dirigen los evangelistas.

Esto por sí solo es una verdadera teología mariana ... al igual que es una teología evangélica .

Reflexionen sobre esto, queridos protestantes, y escuchen su sentido común, su corazón y el Evangelio, en lugar de reproducir objeciones mentirosas, inventadas por el rencor y el odio.

Reflexiona y te verás obligado a confesar que, de hecho, el culto a Maria Sma. no es una invención de la Iglesia católica, sino una institución divina , expresada a cada paso de las páginas del Evangelio.

 

VIO. María en la Iglesia primitiva

El columnista antes mencionado también afirma que en los primeros siglos no hubo culto a María.

Disculpe, querido protestante; tal afirmación es completamente falsa, tan falsa como la anterior, invocando el silencio de los evangelistas sobre el mismo culto.

Quiero mostrarte lo contrario aquí.

La evidencia más sólida son, sin duda, los monumentos arqueológicos y estos monumentos abundan y son de expresión irrefutable.

En los dos primeros siglos, las persecuciones ininterrumpidas de los emperadores romanos y el paganismo sacudido por la nueva doctrina obligaron a los cristianos a refugiarse en el corazón de las catacumbas.

Estas catacumbas eran inmensas bajo tierra donde había iglesias, salas de reuniones, cementerios, etc ...

Fue allí, en el seno de la tierra, en la oscuridad de la noche y bajo tierra, donde se desarrolló la vida y actividad de los primeros cristianos.

Fue allí donde se levantaron los monumentos a los muertos, los mártires, los conquistadores del siglo, las pasiones y el diablo.

Fue allí donde perpetuaron en piedra y lienzo, con martillo, cincel y cepillo, su fe luchada pero triunfante.

Y por eso las catacumbas son monumentos imperecederos y expresivos de la fe de los primeros siglos.

Son libros, en los que se puede leer lo que en la época de los Apóstoles y sus primeros sucesores se creía, veneraba e imploraba.

Abramos un momento este libro sublime y leamos en él los sentimientos de los primeros cristianos hacia la Madre de Jesús.

Esto es lo que escribe el padre Marchi en su Monumento al arte cristiano en Roma. Se trata de la cripta de María del Niño Jesús, en la catacumba de Santa Inês.

* * *

Sobre el pequeño altar de esta cripta, escribe, hay una representación de la Virgen en medio cuerpo; sentada con el niño Jesús de rodillas.

La Virgen extiende los brazos en actitud de oración.

El niño no hace este gesto, como para indicar la distancia infinita entre Madre e Hijo.

Esta pintura pertenece al siglo II.

Se puede ver que era costumbre unir a la Virgen Sma. a su divino Hijo, para representarlos e invocarlos juntos.

En la misma catacumba había varios otros cuadros de la Virgen, siempre con los brazos extendidos en actitud de oración. Es la misma fisonomía, la misma expresión virginal, sin sólo el niño Jesús, lo que les hizo llamarlos oraciones.

Tales oraciones son imágenes verdaderas de Maria Sma., Ya que varias de ellas llevan el nombre escrito a continuación: Mara, et al. Maria.

Lo que completa la afirmación es que, en varios lugares, dicha oración está al lado de una imagen de Nuestro Señor, formando la pareja simétrica.

Debajo de uno de ellos está escrito: María Virgo, Minester del templo de Cerosale.

De la comparación de las diferentes pinturas, la ciencia arqueológica concluyó que tales oraciones, que son numerosas en las catacumbas, realmente representan a la Madre de Jesús, alzándose como tantos testigos de la extensión de su culto entre los primeros cristianos.

Esto es lo que escribe otro sabio ilustre (Carlos Lenormant) después de haber visitado las catacumbas de Santa Domitilia:

Al visitar la primera sala de la catacumba, encontré allí una pintura del Buen Pastor, que ciertamente data de finales del siglo primero.

Parecía el mismo diseño y color que las pinturas encontradas en la sala sepulcral de la pirámide de Caius Ceslius, que había visitado poco antes.

Junto al Buen Pastor había otras figuras de Jesucristo y los Apóstoles.

Todos eran de la misma época.

El Sr. de Rossi me llevó a otra habitación, donde estaba la Virgen María con su Hijo de rodillas, recibiendo regalos de los Reyes Magos.

¡Oh dulce y piadosa comparación! Rafael debió haber visto varias pinturas de las catacumbas y se aprovechó de ellas.

Su Adán y Eva, de la bóveda de la Sala della Signatura en el Vaticano, se encuentra casi idéntico en el cementerio de Domitilla.

A su vez, la Virgen de la misma catacumba posee la gracia casta y la forma esbelta de una Virgen de Rafael.

Se exalta la fe del católico, reconociendo con indudable prueba el culto a la Madre de Dios, establecido en los tiempos más remotos de la Iglesia primitiva.

Estas pinturas son venerables y ciertas garantías de la antigüedad apostólica del culto a la Virgen Sma.

Si se tratara de incrédulos, aún podríamos citar, como prueba de este culto en los primeros tiempos, los Evangelios apócrifos, compuestos en los primeros siglos, que se refieren más a María Sma. que al Salvador.

Otra prueba se encuentra en las diversas liturgias que, por todos los expertos, tienen fama de ser de origen apostólico y que dedican parte de sus oraciones y glorificaciones al culto de la Madre de Dios.

Los testigos citados y las catacumbas me parecen suficientes para un corazón sincero, deseoso de conocer la verdad. El culto a la Madre de Dios existió durante la vida de María Sma entre los Apóstoles; y fue transmitido por ellos a sus sucesores y a las iglesias fundadas por ellos, hasta el punto de que en todas partes, donde penetró el culto divino del Salvador, el culto tierno y dulce de la Madre de Jesús penetró con él y junto a él,

 

VII. santos de los primeros siglos

El columnista termina su ataque con citas de los primeros santos que no dicen absolutamente nada o contradicen lo que pretende hacerles decir.

Dice, por ejemplo, que ni Justino el mártir, ni Ireneo, ni Tertuliano, ni Cipriano, etc. no dijeron nada sobre el culto a la Madre de Jesús.

Esta afirmación es absolutamente falsa. Los santos Padres mencionados hablaron mientras hablamos hoy, como lo probaré; pero si no hubieran dicho nada al respecto, ¿probaría eso que tal culto no existía?

Principalmente escribe sobre temas discutidos y no aceptados por todos.

El columnista, por ejemplo, no escribe nada sobre el sol, la luna y los planetas, limitándose a atacar el ulto de María Santísima, ¿probaría esto que el sol y la luna no existen?

No todos los santos escribieron sobre el culto a la Madre de Jesús, por la sencilla razón de que muchos son escritores, o no tienen ocasión de escribir sobre este tema, porque al estar fuera de toda discusión, no necesitaba defensa, ni refutación de errores. opuestos.

Para probar el error del columnista, sin prolongar la discusión, citaré aquí solo algunos pasajes de los santos de la Iglesia primitiva.

que recogí paciente y conscientemente de sus obras.

¡Escuchen bien al amigo y examinen, para ver que entre el lenguaje de los santos de los primeros siglos y el de los tiempos modernos hay alguna discrepancia en la doctrina o en el pensamiento!

Después de los primeros cristianos, la tradición es constante.

Desde el siglo I, San Dionisio el Areopagita declara que habría tomado a María como una divinidad si la fe no le hubiera enseñado que la omnipotencia solo podía formar una imagen tan perfecta de su divinidad.

San Dionisio, mártir, escribe: María se muestra cada vez más enamorada de quienes la aman.

En el siglo II, San Ireneo proclamó a María Sma. nuestra Mediadora , y dice: los lazos con los que Eva se dejó encadenar por su credulidad, María los rompió con su fe.

Tertuliano: Eva creyó al diablo, transformado en serpiente, María creyó la palabra del ángel Gabriel; la culpa que la primera cometió por su credulidad, la segunda borrada por su fe.

Orígenes consagra sus páginas, las más elocuentes de su talento, proclamándola “nuestra abogada ” y María Inmaculada , Madre Inmaculada , dice, del Santo y sin mancha.

Y de nuevo: se le puede decir a María de un cristiano perfecto: ¡Aquí está tu hijo!

En el siglo III, San Cipriano la exaltó como digna y gloriosa Madre de Dios, merecedora del homenaje de todas las criaturas.

- María, dice, como los demás, participó de la naturaleza humana, pero no del pecado original.

En el siglo IV, San Basilio, en su liturgia, ordena al diácono, que precede al Obispo, decir al pueblo en voz alta: ¡Recordemos a la Santísima Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Nuestra Señora Soberana!

María, después de Dios, escribe, es nuestra única esperanza .

Y de nuevo: María supera tanto a todas las demás criaturas, como el sol supera a las demás estrellas; y más allá: Dios nos abrió una casa de salud pública en María.

Y de nuevo: Seguí una invocación de María en todo, porque Dios quiere que ella nos ayude en todo.

Junto a San Basilio hay una legión de apóstoles de la Virgen María, cuya palabra y pluma difundió el amor de la Madre de Jesús por todas partes. Son los santos: Cirilo, Efrem, Epifanio, Atanasio, Gregorio de Nacianceno, Ambrosio, Crisóstomo, Agustín, etc ... etc.

En adelante, ya no es posible enumerar a los Apóstoles de María ... son: una legión , y con una elocuencia cada vez más sublime, todos exaltan a la gloriosa Madre de Jesús.

Dado que no se puede hablar de los siglos siguientes, me limito a citar algunos breves pasajes de los Santos Padres del siglo IV; los demás se pueden encontrar en mi libro: “Porque amo a María”.

SAN CIRILO fue el alma del Concilio de Éfeso, donde exaltó admirablemente a la Madre de Dios.

Esto es lo que dijo en esta ocasión ante la gran asamblea de obispos reunida en Éfeso.

Debemos comportarnos de tal manera que merezcamos la gracia de morir bien. Sobre todo, es necesario saber lo que se necesita para tener una firme esperanza de entrar al cielo.

Todos sabéis que es fácil para aquellos a quienes la reina favorece con su protección entrar en la corte y lograr lo que se desea.

Y lograremos lo que queramos al tener el Sma. Virgo para ayudante , mediador y protector cerca del rey; porque sabemos que ella suplicará por nosotros.

¡Oh, tú que reinas con los bienaventurados en la morada resplandeciente de luz y de toda clase de belleza, escúchanos!

¡Obtén misericordia para los que te conjuran y ábreles las puertas del cielo!

Et nos retique quodcumque volumus obtinemus, sanctissimam Deiparam inhabentes auriliatricem, mediatricem et patronam apud Regem (Or. En V. dom.)

SAN EFREMO dice: —María es la mediadora gloriosa entre Dios y los hombres.

- El Señor no permitirá que quien, como Madre tierna, secó sus lágrimas en su cuna, mendigue por nosotros durante mucho tiempo.

- María es el vaso maravilloso elegido por Dios.

- María es la puerta al cielo , es la escalera que se ofrece a todos para subir allí,

- María es la llave al cielo y al reino de Jesucristo.

- María es la medicina de las almas y una luz brillante que ilumina el mundo.

SAN EPIFANIO dice a su vez: María es como una mesa divina que da vida divina al mundo.

- María es el libro misterioso que dio la ley al mundo, el Verbo divino.

- María está en Cristo y con Cristo.

- ¡ Bendita María, cuando el niño Jesús jugaba con esta tierna Madre!

- María es el templo y trono de la divinidad.

- María busca con toda solicitud la salvación de los hombres.

SAN ATANASIO exclama: - Proclamemos sin cesar a la Santísima Virgen María en todos los sentidos.

" María es esta escalera que Jacob vio subir al cielo".

- María, nueva Eva, es la madre de la vida .

- María, en el cielo, está al lado de su Hijo, como Reina y como Soberana.

SAN GREGÓRIO dice que María es el firme apoyo de los que creen y la victoria de las almas piadosas.

María es la más dulce y la más indulgente de todas las madres.

SANTO AMBROSIO tiene páginas sublimes sobre el culto a María: - María, dice, es espejo y modelo de toda justicia.

" Como la pureza y la gloria, no hay virtud que no brille en ella".

- María era tal, para que su vida nos sirviera de regla a todos.

- María fue esta virgen milagrosa, liberada a la vez del nudo del pecado original y del cascarón del pecado venial.

- María es la abanderada de las Vírgenes, es la Señora de la Virginidad.

San Crisóstomo dice: - Es digno y justo exaltar a María, proclamándola siempre Santísima y sin tacha.

María es un ancla y un refugio seguro para quienes son golpeados por las tormentas.

SAN AGUSTÍN es inagotable al hablar de la Santísima Virgen: - Qué diré en tu alabanza, oh Santísima Virgen, dotado de un Espíritu tan mediocre, porque todo lo que pueda decir de ti estará infinitamente por debajo de tu excelencia y tu mérito.

- ¡ No podemos exaltar lo suficiente a María!

- Roguemos todos la protección de María en la tierra, para que se digne recomendarnos a su Hijo en el cielo con una oración asidua.

- María se apresura a ayudar a los humildes.

- María es la escalera celestial , por la que Dios descendió hasta nosotros.

- María era tan santa que el Espíritu Santo se dignó descender sobre ella.

- María es la reparadora de la humanidad.

- María es la reparadora de la vida y la puerta al paraíso.

Ella es la madre de los vivos… herida por Eva, nosotros hemos sido curados por María.

- Dios le dio el nombre de mar a todas las aguas y María al grupo de gracias .

- Oh María, estás llena de la gracia que encontraste ante el Señor, y mereciste esparcirla por todo el universo.

Ay de nosotros, pobres criaturas, ¿quién podemos decir que es digno de él, aunque todos los miembros de nuestro cuerpo se conviertan en lenguas, porque es más alto que el cielo y desciende más bajo que las profundidades de los abismos? (Orat.35 de Sanctia)

Aquí hay algunas citas breves entre miles de otras.

¡Oh! Dime, querida protestante, comparando estos acentos de amor y confianza hacia la Madre de Jesús con las invocaciones que la Iglesia todavía le dirige hoy, cuál es la diferencia que encuentra la amiga.

¡Ninguno!

Las aclamaciones de los fieles de hoy son solo una repetición de las aclamaciones de los santos de los primeros siglos.

La fe no cambia.

La confianza no cambia.

El culto no cambia.

Por eso Maria Sma. es hoy en la Iglesia Católica lo que siempre ha sido y lo que siempre será: la protectora poderosa y amorosa, la mediadora, la puerta al cielo, la escalera celestial de Jacob.

 

VIII Conclusión

Me parece que ha probado clara y sólidamente la tesis opuesta al columnista protestante, mostrando que los católicos no adoran a Sma. Virgen, rindiéndole un culto que corresponde única y exclusivamente a Dios, pero la honran , alaban e invocan , por ser Madre de Jesucristo, o Madre de Dios , y como tal estar en una jerarquía separada, sobre todo santa y bajo Dios.

Entonces mostré que el culto de veneración es un culto esencialmente evangélico , que tiene en la Escritura Sarada no simplemente su base, sino su manifestación, su irradiación en las almas y en el mundo.

Todo esto es claro e inconfundible.

Al ser un servicio evangélico, debe haberse practicado siempre en la Iglesia.

Y de hecho fue ...

Desde el siglo I hasta la actualidad el culto a Maria Sma. siempre era lo mismo , no en intensidad y extensión, sino en sustancia e incluso en la forma de manifestarlo.

A través de los siglos se pudo seguir, paso a paso, a una multitud de santos que escribieron o predicaron, enseñando la misma doctrina.

Donde reina Jesucristo, reina Sma. Virgen ... y donde se repudia a Jesucristo, se rechaza también a su Madre divina.

El culto de Jesús y María son inseparables, así como el hijo pequeño y la madre son inseparables.

Sus cultos esencialmente distintos se desarrollan uno al lado del otro ... y cuando las almas ascienden a Dios a través de la adoración, son como llevadas por el amor de la Madre de Jesús.

En los pasajes de los santos de la Iglesia primitiva se puede ver claramente que sus expresiones son nuestras expresiones, y que su doctrina es absolutamente la misma que la Iglesia todavía profesa.

ya en los siglos III y IV, los Santos Padres la aclaman como Inmaculada, Abogada, Mediadora, Intercesora, Puerta del Cielo, etc etc ... títulos que la Iglesia todavía aplica a la Santísima Virgen hoy y que tanto exasperan a los pobres e infelices Protestantes.

Y porque encuentran novedosos tales títulos, inventos, cuando justo después de los apóstoles se le dan tales títulos a María Sma. por los primeros predicadores cristianos y los primeros escritores.

¿Y dónde habían recibido estos títulos?

Por supuesto, de los mismos Apóstoles.

Es el culto de Maria Sma. como retrocediendo en línea recta y luminosa a los Apóstoles ..., siendo su primer anuncio y manifestación en el mismo Evangelio .

Queridos protestantes, dejen que su corazón y su sentido común hablen un poco, y en lugar de escuchar el odio que sus reformadores les legaron como un terrible legado, lean el Evangelio, escuchen su conciencia y verán que la verdad, la única la verdad está en la enseñanza del catolicismo,

Sean hijos de Maria Sma. como quiera el Salvador; respetar y amar a quien tanto amó Jesucristo, ya quien nos dejó, en lo alto del Calvario, para ser nuestra Madre.

El odio nunca fue una virtud.

El odio hacia una madre es un crimen.

El odio a la Madre de Jesús es herejía, es blasfemia.

Oh Madre dulce y cariñosa, tú que eres el faro que nos muestra el camino de Jesús, ilumina a los pobres protestantes, muestra que eres su Madre, y haz brillar ante sus ojos la luz de la bondad y el amor que tan salvajemente se esconden de ellos. Error protestante, y que deforma tan horriblemente el prejuicio sectario.

 

CAPITULO DOS

La Inmaculada Concepción

SEGÚN LA TEOLOGÍA

No queriendo admitir el culto de María Sma., Los protestantes naturalmente rechazan cada prerrogativa que Dios adornó el alma de la Madre de Jesús.

Admitir cualquier prerrogativa, cualquier don especial, sería distinguirlo de otras criaturas y exaltarlo por encima de otras dignidades; y esto no lo pueden aceptar, porque toda exaltación en una criatura presupone un derecho, y todo derecho requiere un deber en otra criatura.

El derecho y el deber son correlativos y uno no existe sin el otro.

No queriendo aceptar ningún deber hacia la Madre de Jesús, los protestantes no admiten ningún derecho de su parte.

La conclusión es lógica, aunque el principio es de falsedad tangible.

La Iglesia Católica, basada en la Biblia , en la razón y en la tradición apostólica transmitida a lo largo de los siglos, como creencia universal, declaró que la Madre de Jesús fue concebida libre del pecado original, preservada de la mancha de este pecado por el anticipado méritos del Salvador.

Tal verdad, gloriosa para la Madre de Jesús y la base de su grandeza, no puede agradar a los amigos protestantes, a quienes el culto de María Sma les repugna en extremo.

Examinemos las razones contrarias citadas por ellos, así como las pruebas a favor aducidas por la Iglesia Católica.

 

I. Las objeciones protestantes

Cuáles son las grandes objeciones de los protestantes contra la Inmaculada Concepción de Maria Sma.

La primera (negativa) es: "la Inmaculada Concepción no figura en la Biblia ".

El segundo (positivo) es de San Pablo que dijo: todos los hombres han pecado en uno (Rom 5, 12).

Examinemos el valor de estas dos objeciones.

El columnista dice que tal dogma no figura en la Biblia.

Más adelante mostraré cómo es falso y que aparece allí en varios lugares. no por el nombre , sino por la verdad . No importa que el nombre no se encuentre allí. El nombre de una cosa se hace para manifestar la existencia de esa cosa; y antes de que tenga un nombre, la cosa ya debe existir.

El nombre no importa y se puede cambiar.

La palabra sífilis se adoptó recientemente, y los médicos de hoy ven sífilis en todas partes, aunque no hay más que en el pasado.

Es lo que una vez se llamó "impureza de sangre". En la Biblia no hay enfermedades: oftalmía, clorosis, lumbago, meningitis, coriza, epistaxis, etc., etc. aunque la enfermedad existía en este momento como lo es hoy; la diferencia es que en el pasado tales enfermedades se llamaban: dolor en los ojos, debilidad, dolor en los riñones, fiebre cerebral, resfriado, hemorragia nasal, etc.

Apoyándose en este principio, los protestantes pronuncian su propia sentencia de muerte, ya que ni siquiera el nombre de su secta aparece en Bilia.

¿Dónde encontrar, por ejemplo, luteranos, calvinistas, anglicanos, metodistas, anabautistas, bautistas, hugonotes, husistas, cuáqueros, adventistas, etc.? deteniéndonos aquí para no revisar las 880 sectas protestantes (¡en 1936!), cada una de las cuales afirma ser un representante de la Biblia y la verdad auténtica.

Todo está en la Biblia, dicen, y ni siquiera figuran allí.

La conclusión es que ellos mismos se ven obligados a confesar que hay cosas reales que no figuran en la Biblia.

Sin admitir esto, se ven obligados a admitir que ellos mismos no son algo real, sino simplemente imaginado.

¿Quién sabe si no estarían bien?

En cualquier caso, el argumento negativo pierde todo su valor y no prueba nada.

En cuanto al argumento positivo, echemos un vistazo más de cerca.

San Pablo dice que todos los hombres han pecado en uno (Rom. 5:12).

Estamos totalmente de acuerdo: es pecado original.

Note bien al amigo protestante que es un pecado de transmisión . Solo uno pecó: Adán; y este pecado fue transmitido a todos.

Pero pecar y recibir la transmisión del pecado son dos cosas diferentes.

Maria Sma. pecó en Adán.

Pero el pecado de Adán, que le iba a ser transmitido de acuerdo con la ley, no lo fue por preservación divina.

Maria Sma. es de la sangre de Adán y Eva: como tal pecado en Adán, pero como tal pecado en Adán es transmitido por la sangre, es perfectamente posible para Dios prevenir esta transmisión.

Tal preservación se hace en virtud de anticipar los méritos del Salvador.

De esta manera, María es la primera rescatada y el trofeo de victoria más sublime del Redentor.

Es el milagro que hizo Dios.

La sangre pecadora de Adán y Eva tuvo que llegar a María Sma., Pero antes de participar en su ser, en ese momento casi imperceptible, en el que el alma creada por Dios tuvo que unirse con la sangre formada por los padres, para formar la persona de María Sma., Dios quitó el pecado y la Virgen nació de la sangre regenerada, purificada de Adán y Eva, y ella, María, preservada de todo contacto con el pecado.

Tal es el privilegio de la Inmaculada Concepción.

Mi querido protestante ve que la ley general, redactada por San Pablo, no fue violada de ninguna manera, pero es suficiente saber interpretarla.

Podemos, por tanto, repetir con el Apóstol.

Todos pecaron en Adán.

Pero: no todos recibieron la sangre pecadora de Adán.

Jesucristo no pudo recibirlo, porque era Dios .

Maria Sma. No pude recibirlo, por ser la Madre de Dios .

Cristo estaba exento del pecado original por naturaleza.

Maria Sma. fue por preservación, San Juan Bautista fue por purificación.

Así encaja el argumento positivo contra la Inmaculada Concepción.

De estos dos argumentos, ninguno puede sostenerse sin caer en la contradicción más flagrante.

Por lo tanto, los dos argumentos protestantes, contra la Inmaculada Concepción, no tienen valor y no prueban nada contra la doctrina enseñada por la Iglesia Católica.

 

II. que es el pecado original

Para una comprensión clara de la Inmaculada Concepción, es necesario tener una noción exacta del pecado original.

Teniendo una noción errónea del mal, el mal debe ser también la noción de reparación como la de preservar este mal.

Es la infelicidad de nuestros protestantes contradictorios, que se aferran al texto de la Biblia, limitándose a las palabras, sin penetrar el núcleo de las verdades que las palabras significan.

El pecado original es el pecado cometido por Dar y Eva, desobedeciendo a Dios.

Este pecado, en Adán, fue real y Dios lo eliminó como un fin sobrenatural.

En nosotros es un pecado racial . La humanidad forma un solo cuerpo, cuya cabeza natural es la moral es Adán, por lo que la cabeza pecando, todos los miembros participan de este pecado.

Cuando Dios creó a nuestros primeros padres, los estableció en el estado de inocencia, justicia original y santidad, otorgándoles dones de tres cualidades: natural, sobrenatural y sobrenatural.

Los dones naturales son las propiedades del cuerpo y el alma, requeridas por su naturaleza humana, para alcanzar su fin natural.

Los dones sobrenaturales son: gracia santificante que los hizo hijos adoptivos de Dios y predestinación a la visión beatífica.

Los dones sobrenaturales consisten en sufrir inmunidad, muerte, lujuria e ignorancia.

Así llenos de todo tipo de beneficios, sin ningún derecho a tales bienes, Adán y Eva desobedecieron a Dios, cometieron un pecado mortal, comiendo del fruto del árbol del bien y del mal. (Génesis 2,17)

El pecado, como dice San Pablo, entró en el mundo por un hombre. (Salón 5.12)

Las consecuencias de este pecado fueron desastrosas.

Pronto, Adán y Eva perdieron todos los dones que excedían las demandas de la naturaleza humana.

Como vimos anteriormente, habían recibido tres clases de dones: pronto perdieron los dones sobrenaturales y sobrenaturales, reteniendo únicamente, y aún muy debilitados, los dones naturales, propios de su condición de criaturas racionales.

Privado de obsequios, dice S. Bede, el venerable y pecador Adán, era vulnerable por su propia naturaleza.

Gratuitis spoliatus, vulneratus in naturalibus.

Como se dijo anteriormente, el pecado de Adán fue un pecado personal en él, pero también un pecado de raza , o de naturaleza, mientras él era la cabeza de la humanidad, de modo que todos aquellos que comparten esta naturaleza, o pertenecen a la raza humana, tenían participar de este pecado, provocando en toda la humanidad: La pérdida de los dones sobrenaturales y sobrenaturales y el debilitamiento de los dones naturales.

Los dones sobrenaturales se recuperaron mediante la Encarnación y Redención del Salvador, que requieren nuestra cooperación; pero estamos privados de los dones sobrenaturales, que son el efecto permanente de la caída de nuestros primeros padres.

El hombre está sujeto al sufrimiento, la muerte, la lujuria y la ignorancia.

Contra el sufrimiento y la muerte no hay otro remedio que la conformidad con la voluntad divina; contra la concupiscencia y la ignorancia está la lucha por dominarlas y liberarse de su yugo.

En cuanto a los dones naturales, no se retiran en su constitución intrínseca, sino en su ejercicio, en su uso, porque las pasiones confunden el juicio y debilitan la voluntad.

Tal es el pecado original en su fuente y en sus consecuencias; Una vez que se comprendan estas verdades, será fácil para nosotros comprender las excepciones a esta ley general.

 

III. La concepción de Maria Sma.

El error fundamental de los protestantes es la idea que atribuimos a Maria Sma. una concepción divina, como no haber nacido como otras criaturas.

Es un error atribuir a la doctrina católica lo que no enseña. La Iglesia no enseña esto.

La concepción de Maria Sma. es humano , completamente humano y no tiene nada de divino. Fue concebido por las formas ordinarias de la naturaleza; sólo la concepción de Jesucristo es divina , operada por el poder del Espíritu Santo, sin la participación del hombre.

Maria Sma. tuvo padre y madre: São Joaquim y Sant'Anna. No hubo nada extraordinario, ni milagroso en el acto de su concepción, ni en su nacimiento: es hija del género humano ... participando de la sangre de esta raza, y como tal, a pesar de no tener pecado original. como explicaré más adelante, ella pecó en Adán, según la ley general ya mencionada por San Pablo: Todos los hombres pecaron en uno (Rm5,12)

Hasta aquí todo es natural, aquí se presenta lo sobrenatural: el milagro.

Si la concepción de Maria Sma. no es divino, sin embargo, es milagroso de hecho .

Es el Evangelio mismo el que da fe del milagro.

Como prueba del milagro que se iba a realizar en María Sma., El Arcángel cita un milagro ya realizado en Santa Isabel:

He aquí, Isabel, tu parienta, también concibió un hijo en su vejez. (Lc1,36)

Y no solo concibió en su vejez, que ya es un milagro, sino que concibió, siendo estéril, lo que constituye un segundo milagro: "No tuvieron hijos, porque Isabel era estéril y ambos estaban en una edad avanzada". (Lc1.7)

Sant'Anna concibió, a pesar de su esterilidad y su vejez, y después de haber concebido al más santo de los hijos, volvió a caer en su esterilidad.

La concepción de María es, pues , milagrosa , de hecho, pero no divina.

Si fuera divino, Maria Sma. no necesitaría redención; siendo humana, aunque milagrosa, necesitaba ser rescatada, como cualquier otro descendiente de Adán.

La redención supone una caída, al menos en Adán.

Para ser redimido, uno debe ser, en todo caso, esclavo del pecado.

Maria Sma. ella no era esclava del pecado, como persona , sino como miembro de la raza humana.

Jesucristo es el Salvador de toda la raza humana, según la doctrina tan enfatizada por Pablo; y nada autoriza una excepción, ni siquiera a favor de la Madre de Jesús.

Tal excepción sería inútil en su gloria; porque no sólo la Virgen Madre no es menospreciada o humillada, por ser deudora de su gloria a los méritos del Salvador, sino más exaltada, como el mismo Redentor es más exaltado, al contar a su propia Madre como el primer trofeo de su muerte.

Para probar esta redención, Suárez utiliza el siguiente argumento:

San Pablo dice que si solo uno murió por todos, es porque todos estaban muertos. (2Co5.14)

Ahora, Jesucristo también murió por María, entonces ella estaba muerta en Adán.

Se entiende por: muerta en Adán, el hecho de que María, en virtud de su concepción, estuvo sujeta al pecado original, por derecho, que habría contraído sin la intervención divina, pero no estuvo sujeta al pecado, de hecho debido a un singular la gracia del Redentor lo conservó, alejando la dura necesidad de la mancha original.

 

IV. La preservación de María

La redención es doble: liberadora y preservadora.

La redención liberadora repara las ruinas hechas por el pecado, devolviendo al hombre lo que quitó su pecado, haciéndolo pasar de un estado de pecado a un estado de gracia.

Es la redención común a todos los hombres.

La redención conservadora consiste, no en reparar las ruinas, sino en prevenir esas ruinas. No levanta la naturaleza caída, pero evita que caiga. Ella no limpió a la Madre de Jesús, pero le impidió contraer la mancha original.

En resumen, debemos decir que: Jesucristo, muriendo en la cruz y salvando a la humanidad, por eso también salvó a la Santísima Virgen, como parte de la humanidad.

La cualidad de Redentor, por tanto, se adapta perfectamente a Jesucristo, con respecto a su propia Madre.

Es así como María participó de los méritos de su divino Hijo, no como nosotros, pero de una manera que le es única, preservándola de una mancha que tuvo que contraer y no contraer.

San Francisco de Sales expresa esta verdad de manera tan sencilla, ¡con qué gracia! "El torrente de la iniquidad original (1) vino a lanzar sus ondas impuras sobre la concepción de la Santísima Virgen, con la misma impetuosidad que sobre la concepción de los otros hijos de Adán; pero al llegar allí, no pasaron más, sino que se detuvieron, como antes del Jordán en la época de Josué.

(1) Tratado sobre el amor de Dios.

El torrente paró sus aguas, por respeto al arca de la alianza, y el pecado original retiró sus olas, por respeto al Tabernáculo de la verdadera alianza, que es la Virgen María ".

No puedo dejar de citar un pasaje del ilustre Bossuet que habla tan admirablemente de los grandes misterios y, sobre todo, de la Inmaculada Concepción.

Esta concepción, dice, tiene esto en común con todos los fieles, que Jesús le da su sangre ; pero ella tiene esto en particular, que primero recibió esta sangre de María .

Ella tiene esto en común con nosotros, que esta sangre cae sobre ella, para santificarla; pero en esto en particular, María es su fuente.

De tal manera que podemos decir que la concepción de María es como el primer origen de la sangre de Jesús.

Es a partir de ahí que este hermoso arroyo comienza a esparcir estas oleadas de gracias que circulan por nuestras venas a través de los sacramentos, y que llevan el Espíritu de vida a todo el cuerpo de la Iglesia.

Así que no busque el nombre de María en la sentencia de muerte, que se pronunció contra todos los hombres.

¡Ya no está ahí! ¡Ha sido eliminado!

Y como ?

Por esta sangre que ha sido extraída de su casto seno, debe usar a su favor todo lo que contiene, contra esta desastrosa ley que nos mata desde el principio. (1)

(1) Bossuet: 2 Bermon pour la Conception — 1 punto.

 

V. La transmisión del pecado

ante esta doctrina católica, segura y clara, las objeciones protestantes se disipan, como tinieblas ante el sol de la mañana.

Su gran argumento es querer oponerse al dogma de la Inmaculada Concepción al texto de San Pablo: todos los hombres han pecado en uno.

Una ley así es cierta y, como acabo de demostrar, no encuentra la más mínima contradicción en el hecho de la Inmaculada Concepción.

Los amigos protestantes deben comprender la diferencia esencial entre pecar en Adán y pecar personalmente, entre pertenecer a una raza pecadora y ser pecador.

Y esta distinción es suficiente para comprender la posibilidad de la Inmaculada Concepción.

Nos queda por dilucidar aún un punto que mostrará cómo la Virgen Sma. fue preservado de este pecado.

¿Cómo contraemos el pecado original?

Tal transmisión no se puede realizar a través de la Creación del alma, de lo contrario Dios sería el autor del pecado, lo cual es imposible.

Tampoco es transmitida por los padres, ya que el alma de los hijos no toma el origen del alma de los padres, sino que es creada por Dios.

Está hecho para la generación .

El alma es creada por Dios en perfecta inocencia, pero contrae la mancha, uniéndose a un cuerpo formado a partir de un germen corrompido, como sufriría el alma si se uniera a un cuerpo herido.

Es la opinión de Santo Tomás.

San Agustín dice a propósito: "Los hijos, nacidos de padres bautizados, nacen con el pecado original, como del trigo inmunizado nace una espiga, en la que el grano se mezcla con la paja".

Para comprender plenamente esta doctrina, es necesario distinguir, como hacen San Buenaventura y el Papa Benedicto XV, un doble concepto:

El activo , que no es otra cosa que la procreación del cuerpo.

La pasiva , que tiene lugar cuando Dios une un alma al cuerpo recién generado.

La concepción activa de María no se diferencia en nada de la concepción de otros niños, ya que fue generada por S. Joaquim y Sant'Anna, según las leyes de la naturaleza.

La concepción pasiva, por el contrario, es completamente diferente.

Nuestra alma, en el momento de unirse con el cuerpo que debe revivir, tan pronto entra en contacto con este cuerpo, para formar una persona humana , está contaminada por el pecado original.

El pecado no reside en el alma ni en el cuerpo, sino en la unión sustancial de alma y cuerpo para constituir al hombre.

Es el hombre el que está contaminado por el pecado, el hombre como tal, de modo que en la muerte, el alma separándose del cuerpo, recuperaría, por así decirlo, los privilegios de la inocencia y la justicia original, si, aunque separado, no retuviera el poder. aptitud. y la disposición de un día reencontrarse con este cuerpo, de modo que, incluso separado del cuerpo, el alma sigue siendo siempre alma humana

Fue en este momento casi imperceptible que Dios preservó la persona de Maria Sma. del pecado original.

Él creó su alma, como crea nuestras almas.

Los padres de Maria Sma. ellos formaron su cuerpo, como nuestros padres formaron el nuestro. Hasta ahora todo es natural; el milagro de la conservación se limita al momento en que unió el alma al cuerpo.

Esta unión resultaría en la transmisión del pecado. Dios detuvo el curso de esta transmisión; de modo que la unión se hizo, como se había hecho en la persona de Adán, cuando Dios, después de haber hecho su cuerpo, sopló en él el Espíritu, formando un hombre en la perfección de la inocencia y la justicia original.

María es una segunda Eva ... pero Eva antes de su caída.

Tal es la sublime doctrina de la Iglesia.

 

VIO. La excepción a esta ley

¿Y es posible objetar que Dios no puede derogar las leyes generales, constituidas por Él mismo?

Sería negar la omnipotencia divina, poner límites a Aquel que no tiene límites.

Es una ley general que todos han pecado en uno. Tal ley, de hecho, es universal y no tiene ninguna excepción entre las criaturas.

Es otra ley general, que el pecado se transmite a todos los hijos de Adán.

Esta segunda ley, sin embargo, es menos rigurosa que la primera, por la sencilla razón de que el primer hecho es antecedente mientras que el segundo es consecuente.

Y el pecado original se cometió al principio del mundo, en el origen de la raza humana; mientras que la transmisión no se hizo, sino que solo se decretó, al principio; y tiene lugar en el momento de la unión del alma con el cuerpo.

Por tanto, nada impide que Dios intervenga antes de que se produzca esta unión y suspenda uno de los efectos de esta unión, que es precisamente el pecado original.

La Biblia está llena de estas exenciones.

El movimiento del sol y la luna está matemáticamente fijado por la ley de la naturaleza; sin embargo, Josué no dudó en hacer que se detuviera: el sol te detiene en Gabaón y tú luna en el valle de Hadjalón. Y el sol se detuvo y la luna se detuvo (Jos 10, 13).

- Es una ley que las aguas sigan la corriente de su curso; sin embargo Moisés extendió su mano ... y el mar se secó, y las aguas se dividieron ... como un muro a su derecha ya su izquierda (Ex 14,21-22).

Es una ley que un muerto permanece muerto hasta la resurrección general, sin embargo el mismo Cristo-Dios, ante el cadáver podrido de Lázaro, exclamó: Lázaro, sal ... Y enseguida el que estaba muerto salió vivo (Jn11, 41,43).

¿Cuál es esta prueba, mi querido protestante? Esto prueba que: Nada es imposible para Dios (Lc18,27).

Todos los hombres pecaron en Adán y Eva, y nacen con el pecado original: es la ley general.

Dios puede derogar esta ley, como puede derogar muchas otras, cuando lo considere necesario o conveniente.

* * *

Ahora, era absolutamente necesario que Él derogara esta ley a favor de Su propio Hijo. El Dios de toda pureza no pudo entrar en contacto con el pecado. Estos dos términos son mutuamente excluyentes. Si Jesús estuviera contaminado por el pecado, ya no sería pureza infinita ... y ya no dejaría de ser Dios, porque en Dios todo es infinito.

Escucha, querido protestante ...

Ahora, el Cristo, infinitamente puro, ya no lo sería si tomara un cuerpo formado por carne y sangre manchadas de pecado.

El niño recibe su cuerpo del cuerpo y la sangre de su madre; el niño es una continuación de sus padres.

El cuerpo de Jesucristo es un cuerpo formado por la carne y la sangre de la Santísima Virgen. Es el hijo de María: el que ha de nacer de ti, será llamado hijo de Dios, dice San Lucas (1,35).

Dado que el cuerpo de Jesús está formado por la sangre de María, y este cuerpo debe ser de pureza infinita, porque es el cuerpo de Dios, es absolutamente necesario que la carne y la sangre de María sean de pureza absoluta, es decir, sin pecado original.

* * *

Había dos formas de lograr esta pureza: purificación o exención del pecado original.

¿Cuál de estas dos formas es más conveniente?

La discusión es inútil.

Si Maria Sma. si tan sólo hubiera sido limpiada del pecado, habría sido esclava, al menos por un momento, del diablo, y luego el diablo habría podido lanzar este insulto al rostro del Salvador: "¡Tu madre! mía antes de que ella fuera tuya! ¡La he manchado! "

¡Tal suposición es horrible!

¡Vete, Satanás, lejos de aquí!

¡Nunca ... nunca ... ni por un instante ... dominarás a la Bendita entre todas las mujeres! El Señor estará con ella desde el principio, y donde esté el Señor, no puede haber Satanás.

Estará lleno de gracia ... Y si fuera dominado por el mal, si fuera solo un instante, ya no estaría lleno de gracia; a esta plenitud le faltaría algo ... faltaría la gracia inicial.

Es por eso que la Madre de Jesús no podía simplemente ser limpiada del pecado ... tenía que ser preservada .

 

VII. Conclusión

Es porque no han entendido esta doctrina que los amigos protestantes hacen mil objeciones contra este dogma, proclamándolo en contradicción con la ley general, imposible en su realización.

Queridos protestantes, ¡están equivocados!

Estudie mejor la doctrina católica y verá cómo en todo armoniza con la Biblia, y encuentra en esta Biblia su fundamento y su proclamación.

Veamos ahora exactamente en qué consiste este privilegio: será la conclusión de este capítulo.

El pecado original es esencialmente una privación .

Es la privación de la gracia primordial otorgada a la naturaleza humana en la persona de Adán.

Una comparación, por imperfecta que sea, nos hará comprender esta privación.

En el orden intelectual y moral, la diferencia entre el hombre caído y el hombre creado en estado de naturaleza pura es análoga a la diferencia que existe en el orden físico entre un hombre civilizado despojado de las ropas que usa habitualmente y el salvaje que nunca usó. ropa.

Nuestra alma está privada , en su origen, de la gracia santificante que, en los decretos de la Providencia, debió haber tenido en el momento de su creación.

En los propósitos de Dios, esta gracia era adornar a todo hombre que entraba en la vida y hacer su alma hermosa y agradable a Dios.

Eso ya no pasa.

Dios crea el alma pura y santa, a su propia imagen, pero cuando esta alma se une al cuerpo, que acaba de ser formado por los padres, la persona humana , que resulta de esta unión sustancial, se ve privada de esta gracia santificante que lo hizo en Adán su belleza y su gloria.

En lugar de los magníficos tesoros que debería poseer esta alma humana, es pobre, desnuda, miserable cuando nace.

Esta desnudez es para ella una mancha, como es una mancha para un edificio suntuoso, la destrucción del mármol, la plata, el oro, con que estaba revestido, dejando solo las piedras y los muros en bruto.

Aplicando estas analogías a la Santísima Virgen, tendremos la noción exacta de su Inmaculada Concepción.

Al decir que María es Inmaculada, la Iglesia quiere decir que no conocía esta privación , pero que su alma conservó la inocencia, la justicia que Dios adornó a Adán y Eva en el momento de la Creación.

María es Eva restaurada a su belleza anterior, es la criatura ideal, perfecta, tal como salió de las Manos del Creador, sin que el pecado la cubra con su sombra.

Y la preservación de esta privación se hizo mediante una aplicación anticipada de los méritos del Salvador,

Liberada de la misteriosa solidaridad por la que todos nacemos pecadores e hijos de perdición, María salió de las manos del Creador, tan perfecta y tan rica, tan pura y tan hermosa, que se cumplieron las palabras del Arcángel en el día de la Encarnación. desde entonces: Ave, plena gratia: ¡Dios te salve, María, llena eres de gracia!

Queridos protestantes, ¡reflexionen por un momento sobre esta doctrina de la Iglesia!

¡Ella es divinamente hermosa y armoniosa!

¡Ella es soberanamente digna de Dios!

¡Ella es gloriosamente honorable con María!

¡Ella es humanamente amable con nosotros!

Es una doctrina racional, lógica, y si no hubiera prueba en la Sagrada Escritura, ningún texto que sustente la Inmaculada Concepción de María, aún sería necesario admitirlo, ya que es la única doctrina que está en consonancia con la dignidad de Dios. y Mary Sma., en consonancia con el sentido común y la aspiración universal del mundo cristiano.

Digo: si no hubiera pruebas en la Biblia; pero esas pruebas existen, claras y positivas, como quiero mostrarles en el próximo capítulo.

 

CAPITULO III

A la Inmaculada Concepción

SEGÚN LA SAGRADA ESCRITURA

A las pruebas teológicas, de acuerdo con el sentido común, el razonamiento y la tradición del mundo cristiano, es necesario agregar pruebas bíblicas.

Los protestantes solo creen en la Biblia.

Sin refutar lo irracional de esta afirmación, se puede decir que, según el testimonio de la Biblia misma, no todas las verdades están contenidas en la Biblia.

Es para refutar de antemano a los futuros protestantes que San Juan termina su Evangelio con estas palabras: Hay muchas otras cosas que hizo Jesús, que, si fueran escritas una a una, creo que no todo el mundo podría caber en los libros. eso sería necesario escribir. (San Juan 21,23)

Es solo una hipérbole usada por el evangelista para mostrar que, además de lo que está escrito, Jesús hizo y enseñó muchas cosas.

Y estas cosas no escritas fueron recopiladas y transmitidas por los Apóstoles a sus sucesores, y luego fueron escritas por los primeros Doctores de la Iglesia, en un carácter no inspirado, por iniciativa privada.

Eso es lo que São Paulo llama tradición .

Conserve las tradiciones que aprendió ya sea con nuestras palabras o con nuestra carta (2Tl.2,14).

Tal tradición es unánime al afirmar la Inmaculada Concepción, como mostraré a continuación, limitándome aquí a buscar su fundamento en la Sagrada Escritura, que los amigos protestantes aceptarán más fácilmente que las pruebas teológicas.

 

XI. Pruebas bíblicas

Una verdad se puede revelar en la Biblia de dos maneras: explícita e implícitamente.

Una verdad está explícitamente en la Sagrada Escritura, cuando, sin razonamiento, tal verdad se presenta claramente al Espíritu, por ejemplo: María de quien nació Jesús: - es la revelación explícita de la maternidad divina de la Santísima Virgen.

A primera vista, cualquiera entiende que tal expresión significa que María es la madre de Dios.

Una verdad también puede ser revelada implícitamente , cuando está contenida en otra verdad claramente revelada, y uno puede, razonando, deducirla de esta verdad.

Por ejemplo: María es la Madre de Jesús.

Ahora una Madre es una Mediadora nacida cercana al Hijo.

Por tanto, María es Mediadora entre Jesucristo y los hombres.

La mediación universal de la Virgen Inmaculada es, pues, una verdad implícitamente contenida en el texto citado del Evangelio.

La Inmaculada Concepción no se revela explícitamente, pero sí implícitamente , como consecuencia de verdades reveladas explícitamente.

Son estas verdades las que debemos estudiar aquí y luego completarlas con el testimonio explícito de la tradición de los primeros siglos.

Busquemos una prueba sólida de la Inmaculada Concepción en la obra de la Encarnación misma.

La obra de la Encarnación, en el plan divino, incluye a María e incluye su alma, su persona y por tanto su Concepción.

Maria Sma. ella es la Madre de Jesucristo; y es Virgen Madre .

El ángel Gabriel fue enviado ... a una Virgen (Lc1,26)

He aquí, no conozco a ningún hombre (Ibid. 34).

El Espíritu Santo descenderá sobre ti (ib.35).

La virtud de lo más alto te cubrirá con su sombra.

La maternidad virginal de María es una verdad revelada explícitamente.

Ahora bien, la misma razón que dio a luz a Jesús de una Madre Virgen , debe hacer que nazca de una Madre Inmaculada . La Inmaculada Concepción es, pues, una verdad implícitamente revelada en la revelación explícita de su Maternidad virgen.

Examinemos este argumento de cerca.

¿Por qué Dios quiso nacer de una Madre Virgen?

Para que la santidad que debe adornar su persona provenga de una fuente igualmente pura, de la parte del cuerpo como de la parte del alma.

El alma de Jesucristo fue creada por Dios y unida inseparablemente a la Deidad.

Era un alma santísima, una obra maestra del Dios infinito.

El cuerpo de Jesucristo le fue suministrado de la sangre de María, y este cuerpo estaba unido inseparablemente a la divinidad, como su alma.

Por tanto, este cuerpo debía ser santísimo, a la altura del alma santísima, a la que tenía que estar sustancialmente unido , para constituir la persona divina de Cristo.

El cuerpo debe ser digno del alma y ambos deben ser dignos de la divinidad .

Este cuerpo debe, por tanto, estar formado de una sangre purísima, de una sangre inmaculada en su origen, como en su estado actual.

Por lo tanto, v irgindade María era como la condición de su maternidad .

Vemos en el Evangelio que Dios reservó esta virginidad que María le había consagrado, incluso en los lazos del matrimonio, como morada del Lugar Santísimo.

El ángel Gabriel fue enviado ... a una Virgen ... desposado, sin conocer varón ... Y precisamente por eso el Santo, que debe nacer de ella, será llamado Hijo de Dios (Lc1,35 ).

Desde ese momento, María estaba llena de gracia, fue Bendita entre las mujeres ... y el Señor estaba con ella (Lc 1,28).

Esta virginidad, esta plenitud de gracia, esta bendición fueron condición previa y preparatoria de la Maternidad de María.

Ahora bien, tal precedencia debe remontarse necesariamente a su concepción, para que, de una Virgen sin pecado, nazca sin pecado quien vino a borrar el pecado, como dice admirablemente San Bernardo. (1)

(1) Voluit itaque esse Virginem de qua immaculatus proceedet, omnium maculas purgaturus (S. Missus est, Hom. 2).

De hecho, ¿qué razón habría tenido Dios para reclamar en María esta santidad virginal antes de la Concepción de Jesucristo, que no fue lo suficientemente fuerte como para remontarla a la misma concepción de María?

La santidad del Hijo, motivo de la anterior santidad de María, no podía satisfacerse completamente, sino poseyendo a María en su totalidad desde su origen.

Lo que María era cuando concibió a Jesucristo, debe haberlo sido desde el momento en que fue concebida.

La personalidad del Sma. Virgo se identifica con su virginidad, con su Inmaculada pureza.

Ella está vestida de esta pureza como un sol; y el prodigio, que le permitió conservar esta virginidad en la concepción y el nacimiento de su Hijo, nos garantiza la pureza de su propia concepción.

Como puede verse, la revelación explícita de la maternidad divina de la Santísima Virgen incluye la revelación implícita de su Inmaculada Concepción.

Es una primera prueba bíblica y eso bastaría para convencer a un hombre sin prejuicios y con ganas de conocer la verdad, en lugar de querer defender sus ideas erróneas.

Vamos adelante; encontraremos muchos otros pasajes del mismo valor probatorio.

 

III. El Tabernáculo divino

Un texto de São Paulo arroja una luz suave y contundente sobre el argumento anterior.

El Apóstol escribe: Cristo, viniendo como Pontífice del bien futuro, (pasó por) un Sagrario más excelente y perfecto, no hecho por manos de hombres, es decir, no por esta creación. (Hb9,11)

Analicemos este pasaje y encontremos en él, hermoso y resplandeciente, la revelación implícita de la Inmaculada Concepción.

El Apóstol compara aquí al Pontífice de la antigua ley con el de la nueva ley, mostrando que el primero entraba en el Sagrario, en el Lugar Santísimo una vez al año, para ofrecer la sangre de los holocaustos, mientras que Jesucristo, el Pontífice de la nueva ley, pasa por un primer Sagrario, no hecho por manos de hombres, para presentarse en el segundo, por la efusión de su propia sangre (per proprium sanguinem, intravit semel in sancto).

Tal es la oposición que el Apóstol estableció entre los dos Pontífices.

El Pontífice de la ley antigua era un hombre como cualquier otro; pecador como era, entraba al primer Tabernáculo, donde todos entraban (el santo) y sólo entraban al segundo Tabernáculo una vez al año (sancta sanctorum).

El pasaje de San Pablo se puede traducir de esta manera: Cristo pasó por un Sagrario más excelente y perfecto, no hecho por la mano de los hombres y no por esta creación.

Y este Tabernáculo, adornado con tales cualidades, sólo puede ser el inmaculado seno de María .

Este argumento se refiere directamente a la santa humanidad del Salvador e indirectamente a la santidad original de María.

Si hubo alguna mancha en la formación de María, también la habría en la formación de Jesús, porque el niño está formado por la sangre de la madre.

Pero San Pablo señala que este Tabernáculo, por el cual pasó Cristo, no fue hecho por mano de hombres; Jesucristo lo formó con su propia mano. Dios formó a su propia madre.

Con este título, María es doblemente inmaculada, como obra realizada inmediatamente por Dios, como su madre, de quien él mismo debe recibir su humanidad.

A los protestantes que consideran excesivamente exagerado este privilegio de la Inmaculada Concepción, se les puede responder que quien hace lo mayor debe hacer lo menor, ya que el todo incluye las partes.

Dios la elevó, por maternidad divina, a un honor infinito, (1) muy por encima de los ángeles, mientras que por la Inmaculada Concepción la elevó solo por encima de los hombres pecadores.

(1) Beata Virgo ex hoc, quad est Mater Dei, habet quamdam infiniatem, ex bono infinity quod est Deus (Tom. 7p. Q. 25 a 6).

¿Cuál es, de hecho, el ángel que puede decirle a Dios: Tú eres mi Hijo?

Y elevando así a María por encima de todos los ángeles, ¿cómo no podría Dios elevarla por encima de la naturaleza humana caída?

Si no lo hiciera, sería una contradicción en las obras de Dios. ¿Haría el más grande y rechazaría al menos ... elevaría a una criatura por encima de los ángeles y la arrojaría al mismo tiempo entre la raza pecaminosa de los hombres?

Sería como si un poderoso monarca subiera al trono y eligiera como reina a una pobre hija del pueblo, y al mismo tiempo la tomara como esclava para servir en su mesa.

Sería ridículo ... indigno de un rey; ¡Cuánto más indigno de Dios!

No, no ... ¡es imposible!

Si Dios puede preservar a María del pecado original y quiso preservarla ... ¡lo hizo!

Ahora bien, negar que pueda hacer esto sería tan absurdo como blasfemo contra su poder.

Decir que no quería hacer esto sería herir su bondad y su amor filial.

Finalmente, decir que no pudo ni quiso hacerlo, cuando pudo y quiso hacer infinitamente más, convirtiéndola en su madre, sería excluir de la noción de Dios toda sabiduría, toda razón, así como toda bondad y bondad. todo el poder.

¡La palabra de São Paulo es, por tanto, una revelación implícita del gran dogma de la Inmaculada Concepción!

El mismo Jesucristo hizo su Tabernáculo, y lo hizo más excelente y perfecto, no siendo de esta creación, sino de una creación separada, siendo la única la de un Tabernáculo destinado al mismísimo Hijo de Dios.

Ahora bien, tal Tabernáculo, hecho inmediatamente por la mano de Dios y para Dios, debe tener toda la belleza, toda la pureza que Dios mismo podría otorgar a una criatura.

¡Y esta pureza perfecta e ideal se llama la Inmaculada Concepción!

 

IV. el dogma más antiguo

Los amigos protestantes llaman nuevo al dogma de la Inmaculada Concepción.

Es falta de reflexión.

Es el más antiguo de los dogmas revelados al mundo.

Es más antiguo que la Iglesia; más antiguo que el Evangelio. Estaba con Jesucristo antes que Abraham: de él comienzan las Sagradas Escrituras.

La Inmaculada Concepción de María se revela de nuevo implícitamente en este oráculo de Dios que trae el capítulo III del Génesis, y que dirigió al diablo tras la caída de nuestros primeros padres:

Inimicitias ponam inter te et mulierem, et semen tuum et semen illius: ipsa containet caput tuum (Gn3,15).

La traducción literal es: Pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu simiente y su simiente: ella aplastará tu cabeza.

Pregunto a los protestantes inteligentes: ¿es posible limitar este texto a Eva?

¡Es imposible! Si tal texto se limitara a Eva, Dios debería haber dicho: Pondré enemistades entre ti y Eva; ella aplastará tu cabeza.

Diciendo que es la mujer quien debe aplastar la cabeza de Satanás, y ampliando esta palabra diciendo que ella es su simiente, se ve inmediatamente que Eva es aquí sólo la representación de una mujer.

¿Y qué es esta mujer?

Es la misma persona a la que el Salvador siempre llama en el Evangelio "Mujer" en lugar de: mi madre.

- Mujer, aquí tienes a tu hijo (Jn19,26)

" Mujer, ¿qué nos importa?" (Jo2,4)

Tal es la mujer predicha en el Paraíso y cumpliendo la profecía de su Inmaculada Concepción, aplastando la cabeza de la serpiente.

Aplastar la cabeza de la serpiente es escapar de su dominio, es estar exento de su mordedura y dominarla por santidad.

Ahora bien, todo esto es claramente lo que constituye el privilegio de la Inmaculada Concepción.

Esta profecía no se limita a Eva, los protestantes deben encontrar a cualquier otra mujer que tenga este privilegio, ya que debe existir en cualquier criatura, de lo contrario sería una profecía sin objeto, que no se puede admitir.

¿Y qué es esta mujer que aplasta la cabeza de la serpiente? ¿Serán Raquel, Rebeca, Sara, Débora, Judit, Abigail la Sulamit, Ester, Noemí, Resfa, la madre de los Macabeos, algunas figuras de la Mano de Dios?

¿O, en el Nuevo Testamento, será María Magdalena o cualquier otra de las santas mujeres?

Queridos protestantes, reflexionen un momento y comprenderán que la única mujer , llena de gracia, Bendita entre todas las mujeres, es María, la Santísima Virgen, la Madre de Dios.

Siendo ella la elegida, la mujer profetizada, porque aquella que, siendo de la simiente de la primera mujer Eva, escapó del dominio del diablo, quedando exenta de su mordedura, aplastando la cabeza de la serpiente, en una palabra; ella es Inmaculada en su Concepción.

Te guste o no, a través del texto de la Biblia y del sentido común, tienes que llegar a Maria Sma. y reconocer que esto es lo que fue profetizado en el texto citado.

De esta manera vuelve a ser una revelación implícita de la Inmaculada Concepción.

 

V. La raza de la mujer

No nos detengamos aquí, sino que estudiemos cada frase de este pasaje profético de la gloria de María.

Una vez probado que este texto se aplica a la Madre de Jesús, analicemos sus diferentes aspectos para resaltar mejor su objeto central: la Virgen María .

Pondré enemistad entre tú y la mujer.

Note bien que no es simplemente entre Eva y la serpiente, sino entre la mujer bendita y la simiente de la serpiente.

¡Nada podría ser más formal!

Por el pecado original, Eva, Adán y toda su posteridad están sujetos al diablo.

No hay simplemente guerra, sino el dominio de Satanás sobre la raza humana.

Y he aquí, Dios, anunciando a la mujer, la Virgen María, cuya simiente es el Cristo, dice: Pondré enemistad entre ti y la mujer.

¿Qué significa eso?

Es una forma contundente de decir que Satanás no extenderá su dominio sobre esta mujer ... que entre ellos habrá una oposición radical, una enemistad racial.

Es la razón por la que Dios completa la idea, diciendo: entre tu posteridad y su posteridad (Gen 3:15).

De esta adición se sigue necesariamente que las enemistades que deben existir entre la serpiente y la mujer, María, son las mismas que existirán entre la serpiente y la posteridad de la mujer.

Esta semilla es Jesucristo.

Debe haber, por tanto, entre la serpiente y María, la misma enemistad que existe entre la misma serpiente y Jesucristo.

Ahora, tal enemistad fundamental entre la serpiente y Jesucristo es la ausencia total en Jesús de todo pecado, siendo el pecado la figura y representación de Satanás.

Por lo tanto, esta misma ausencia total de todo pecado debe existir en Maria Sma.

Tendrá que ser concebida en el mismo estado en que concebirá : en la enemistad del mal, o en la Inmaculada Concepción.

Podemos y debemos aplicar a ambos: a la mujer y su posteridad, a María y a Jesús, el fin de la profecía: ella te aplastará la cabeza, y pondrás las traiciones en su talón (Gn 3, 15).

María aplastó la cabeza de la serpiente por su Inmaculada Concepción, como ya se ha dicho, aunque el diablo estaba poniendo traiciones en sus talones.

Tales traiciones son los sufrimientos físicos y morales, las persecuciones, las barbaridades, los crímenes, la aniquilación de Jesús durante su Pasión y muerte, que serían para cualquiera que no sea María tentaciones de desesperación, desconfianza, o al menos miedo, de dudar como lo fueron para el Apóstoles.

De esta manera, el diablo buscó debilitar el coraje, disminuir la confianza, enfriar el amor de la Virgen María, sin lograr nada, ya que la fe de María, su esperanza y su amor estaban muy por encima de las vacilaciones humanas.

El diablo ignoraba el secreto de la Inmaculada Concepción; por eso la intentó, la torturó, bajo el peso de sus persecuciones, pero en vano: sólo pudo alcanzar el talón, es decir, el cuerpo de la Santísima Virgen, continuando su alma elevada en la región de la fe pura y del amor divino.

Él montó traiciones, pero fue aplastado por el peso de este talón virginal, que tenía el peso de la santidad de su divino Hijo.

Aquí está el claro significado de esta hermosa profecía.

No es necesario doblar o adaptar el texto sagrado a la tesis aquí defendida; es su significado evidente, siempre aceptado en la Iglesia y defendido durante todos los siglos.

Hermosa y sublime Revelación implícita de la Inmaculada Concepción.

 

VIO. la gran discusión

La bella profecía, que acabamos de analizar, por su gloriosa extensión en honor a la Madre de Jesús, debe ser necesariamente impugnada y discutida por los protestantes, dándole un significado diferente a la Interpretación Católica.

Qué pasó.

En las diferentes versiones de la Biblia encontraron una variante.

El texto de la Vulgata y tres versiones griegas dicen:

La mujer te aplastará la cabeza ( Ipsa ) auté

Las versiones hebreas dicen:

La simiente de la mujer aplastará tu cabeza ( Ipsum ).

Otras versiones griegas dicen:

El Hijo (Cristo) te aplastará la cabeza. ( ipse ) registros

Una versión egipcia dice:

Ellos (Jesús y María) te aplastarán la cabeza ( ipsI ).

Aquí hay un hallazgo precioso para que los protestantes puedan protestar ...

¡Que haya discusión! ¡sin objeciones! para excluir a la Santísima Virgen de esta primera página bíblica.

Y en medio del alboroto, los amigos protestantes no se dieron cuenta de que tal cambio de pronombre ipsa, ipse, ipsum, ipst, tiene solo un valor secundario, que no cambia el valor probatorio del texto o la extensión de su significado en todos.

Cualquiera que sea la versión adoptada, el texto siempre demuestra el triunfo de la mujer, que es la Virgen Inmaculada.

Lo esencial es que existe una enemistad eterna entre la mujer y el diablo. Pondré enemistad entre tú y la mujer.

El texto impugnado es el siguiente:

Debería leer:

Ipsa, ipsum, ipse conteret caput tuum.

o: Ipsi conteent caput tuum.

Ipsa, es claramente la Santísima Virgen.

Ipse, es Jesucristo.

Ipsum, es la semilla, o Jesucristo.

Ipsi, son Jesús y María.

La Iglesia nunca tuvo la intención de conceder directamente a la Virgen el privilegio de aplastar la cabeza de la serpiente, exclusivamente por ella misma, sino unida a su Hijo, a través de la acción de su Hijo, como Madre de Dios.

Por tanto, se puede adoptar cualquiera de estas versiones: ipsa, ipse, ipsum, ipsi, diciendo que es María Sma., O Jesucristo, o ambos, o la simiente de la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente.

Quien la aplasta es Dios-Hombre , porque Jesucristo es tanto Dios como hombre.

Como tal, está necesariamente unido a su Madre; y este último, junto con Él, aplasta la cabeza de la serpiente.

Jesucristo lo hace directamente en cualquier caso.

Maria Sma. lo hace de forma indirecta, asociándose inseparablemente con este trabajo de trituración.

Adoptando con la Vulgata la versión ipsa, diciendo que es Maria Sma. Quien aplastó la cabeza de la serpiente, no es ella sola, sino unida al Hijo, por el Hijo, como Madre de Dios, quien lo hace.

Y Jesús, a través de su Encarnación y redención que destruyó el reino de Satanás, aplastándolo a él y su cabeza por el pie virginal de su Madre.

Esto es tan lógico y tan simple. que, en las versiones egipcias, la mujer y el niño están unidos en un solo pronombre: ipsi: te aplastarán la cabeza.

Y esta expresión sigue siendo la más clara y la más lógica, expresiva, indicando así en un solo término, el principio y el instrumento , el hijo y la madre. (1)

(1) La versión: ipsa es más antigua que San Jerónimo, y fueron los Setenta quienes, los primeros, adoptaron este pronombre, en lugar del neutro: ipsum. La antigua cursiva, una traducción verbal del griego, dice ipse-autos.

En hebreo, el pronombre se refiere a raza y no a mujer, y el verbo conteret está en masculino, teniendo como sujeto la palabra masculina zéra (raza) de la misma manera que el complemento ejus de insidiaberis está en masculino, en hebreo; él te aplastará a ti, no a ella; sí: tú lo aplastarás a él, no a él.

Examinando gramaticalmente el texto, parece preferible el pronombre ipse; es por el gran valor de los setenta y la erudición de San Jerónimo, adoptando ipsa

que prevalecía el texto auténtico de la Iglesia, que conservaba este nombre.

Aun admitiendo que fue un error de un copista, lo cierto es que tal versión está de acuerdo con el espíritu del texto.

María, aplastando al dragón infernal bajo sus pies, se puede representar precisamente porque lo hace como Madre de Dios, a través del poder de su hijo.

Aquí está la tremenda discusión suscitada por los protestantes, con la intención de excluir de este texto la acción cooperativa de la Virgen Sma. y disminuir una cita que implícitamente expresa y revela su Inmaculada Concepción.

Tal discusión, como vemos, no perjudica en modo alguno la gloria de María Sma., De modo que, a través de discusiones humanas, la palabra divina sigue resplandeciente, fulminante, mostrándonos, desde los albores de la humanidad, la figura luminosa, simbólica, de esperanza y misericordia de la Virgen Inmaculada.

Tal es, de hecho, la opinión del propio san Jerónimo, que eligió entre las cuatro versiones la de los Setenta, reproducida en los otros hebreos que aportan ipsa, que es más clara si no por la precisión gramatical, sino por el sentido espiritual, él mismo da la razón de esta preferencia:

"La simiente de la mujer no puede ser otra, escribe, que la que el Apóstol dice que fue hecha de la mujer, es decir, Jesucristo (factum ex muliere) (Gl4,4). El Cristo es verdaderamente la simiente del mujer, habiendo nacido sin la cooperación del hombre ".

 

VII. Conclusión

Como acabamos de ver, el sublime dogma de la Inmaculada Concepción no se revela explícitamente en el Antiguo Testamento, y no hay razón para que Dios manifieste abierta y públicamente una verdad mucho más allá del entendimiento de los judíos.

Dios actuó de la misma manera con la revelación del misterio de las SS. Trinidad. Lo reveló implícitamente, en términos y comparaciones veladas, que no dejan que el misterio aparezca de inmediato, sino que permiten que los siglos vengan, en el momento oportuno, para deducir estas verdades, como conclusión, a partir de otras verdades, explícitamente reveladas.

Así actuó con la Inmaculada Concepción. Hay indicaciones, hay indicaciones, pero de una manera tan confusa que sólo después de que se entienden bien otras verdades, es posible deducir la Inmaculada Concepción de ellas.

Lo que domina en el Antiguo Testamento es la Virginidad de María. Esto es claro y positivo: El Señor te dará una señal, Isaías le dijo a Acaz: He aquí, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, es decir, Dios con nosotros (Is 7,14 ).

El Salvador debe nacer de una Virgen: Es una verdad básica, que debe servir de principio a las otras verdades.

Pero Dios reservó el tiempo y la manera para la proclamación de otras verdades, incluidas en esta primera.

Un pensamiento sublime, aunque todavía oculto, domina la caída del primer hombre: es reparación, es el Salvador prometido y la acción restauradora de este Salvador.

Es un paralelo que Dios traza tímidamente entre Adán y Cristo, y al mismo tiempo entre Eva y María.

São Paulo proporciona la base para este paralelo, diciendo:

El primer hombre, que vino de la tierra, fue terrenal. El segundo, que viene del cielo, es celestial (1 Cor 15:47).

Al lado del primer Adán está la mujer, a quien Adán llamó Eva , porque se suponía que ella era la Madre de los vivientes (Génesis 3,20).

Al lado del segundo Adán, de Jesucristo, hay otra mujer, María, cuya figura era Eva, que iba a ser la Madre de los vivos, en Cristo, por gracia.

Eva Evae contradice, dice San Juan Crisóstomo.

Terminemos este capítulo comparando a Eva y María, porque de este paralelismo se destaca admirablemente la Inmaculada Concepción de María.

Eva es una figura de María, y María debe tener al menos todos los dones y privilegios de la primera madre de los vivos.

Eva fue creada directamente por Dios, en el estado de perfecta y pura inocencia, y adornada con los dones de la naturaleza y la gracia, en otros trajes, directamente de las manos de Dios, era inmaculada .

María, la restauradora del orden perturbado por Eva, también debe ser inmaculada .

Es el único punto de igualdad; en todos los demás puntos, María es contraria a Eva.

Eva nos trajo la muerte: María nos trae la vida.

El fruto de Eva fue mortal: el fruto de María es vivificante .

Eva fue motivo de lágrimas: María es motivo de alegría .

Eva separó a Dios del hombre: María los une .

Eva nos atrajo a la maldición: María nos obtiene la bendición divina.

Eva nos impuso el yugo del mal: María nos lleva al bien .

Eva despertó el odio: María hace reinar la paz .

Eva nos lanzó a los lazos de la muerte: María en el seno de la vida .

Eva fue la causa de la caída: María es la causa del levantamiento .

Etcétera.

Los santos padres hicieron innumerables aproximaciones de Eva y María, para enfatizar su papel regenerador, y para mostrar que por ella somos elevados más de lo que la falta de Eva nos rebajó.

Eva inocente era el símbolo de María.

Fallen Eve es la oposición de María.

Formada por las manos de Dios, Eva estaba inmaculada antes de la caída.

María, teniendo que reparar esta caída, debe estar en el mismo estado que Eva antes de esta caída, debe ser Inmaculada . (1)

(1) Eva contradice a Eva: Eva enim facit indio indio hijo Dei; Maria us pacificavit Deo. Ilia mater cunctorium viventium, spiritualis interfectrix; hac cunciorum Mater, espirituales vivificatri ilia maledicta multiplicatur a Deo: aec benedicta in Matris utero (S. Antoninus in sum. parte. 4 t. 51 c. 13).

Como vimos la palabra divina en el texto profético, por supuesto. mostrándonos a la Mujer Bendita aplastando la calabaza de la serpiente, asociada con el Redentor. cuya victoria sobre el mal iba a ser compartida por su propia Madre.

Maris es Inmaculada , porque esta prerrogativa satisface las exigencias del papel que debe desempeñar María como Madre de Dios.

Todo lo requiere. todo lo impone, y Dios mismo, para preparar la mente de los hombres, nos permite vislumbrar, a través de las páginas sagradas, la existencia de este privilegio, que veremos resplandecer clara y positivamente, aunque todavía velado, en el Nuevo Testamento.

 

CAPITULO IV

La Inmaculada Concepción

SEGÚN LAS PALABRAS DEL ARCÁNGEL

Ya hemos entendido la conveniencia y necesidad de la Inmaculada Concepción de María, probada por la razón y el sentido común, y hemos visto perfilado este misterio, anunciado en el Antiguo Testamento, tal amanecer que precede a la aparición del sol resplandeciente.

Dios manifiesta las grandes verdades según las necesidades de las almas.

Tales verdades existen; pero hay una hora providencial en la que deben manifestarse al mundo.

El cristianismo se diferencia de las religiones o concepciones humanas en cuanto a su promulgación:

Los sistemas humanos manifiestan inmediatamente todo lo que son y lo que poseen, en fórmulas invariables, incapaces de desarrollo y expansión.

La doctrina cristiana, desde su revelación, forma un conjunto perfectamente conectado en todas sus partes, pero de tal forma coordinada que el Espíritu Santo, a través de la Iglesia, puede manifestar al mundo los puntos que es necesario resaltar, dar respuesta. los ataques de los enemigos y preservar la integridad del depósito divino.

Esto es lo que vamos a estudiar aquí, y lo que encontraremos admirablemente en la base, desarrollo y manifestación de la Inmaculada Concepción.

Busquemos primero, en el Evangelio, la revelación de este dogma, esta vez explícito , en su conjunto, aunque todavía velado, como para dejar a la Iglesia la iniciativa de descubrir en estos textos, a la luz de la tradición, el luminoso y cierta verdad.

Destaquemos las siguientes revelaciones casi explícitas al respecto:

1. La plenitud de la gracia en María.

2. La predestinación de María.

3. La unión de María con Dios.

4. Integridad corporal y espiritual.

5. Precedencia sobre todas las mujeres.

6. Gracia perdida y encontrada.

 

1. La Virgen María

La prueba más explícita, luminosa y decisiva de la Inmaculada Concepción son las palabras, con las que, en nombre de Dios, el Arcángel vino a comunicarle a María Sma. el misterio inefable de la Encarnación, pidiéndole que consienta en ser Madre de Jesús.

Todo allí es divinamente bello y divinamente profundo, mostrando lo que ya era la Santísima Virgen en ese momento y revelando lo que sería en el futuro.

Recordemos brevemente esta sublime escena, destacando sólo lo que se refiere a su Inmaculada Concepción y lo que prueba la existencia de este privilegio en la humilde Virgen de Nazaret.

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre, que se llamaba José, de la Casa de David, y la Virgen se llamaba María.

Y entrando el ángel donde ella estaba, le dijo: Salve, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita eres entre las mujeres.

María, no temas, porque has hallado gracia ante Dios. (Lc1,26-31)

El Arcángel Gabriel fue enviado por Dios: por eso tenemos una verdadera misión divina, de tal manera que las palabras del Arcángel, como mensajero, enviadas especialmente por Dios, son palabras divinas. No es él quien habla, es Dios quien habla por sus labios.

Se envía a una Virgen. Se puede ver en el contexto que aquí no se trata de una simple virginidad, sino de una pureza superior, como lo demostrarán las palabras del ángel.

Dios señala que esta Virgen estaba casada, como para enfatizar mejor su virginidad, ya que la virginidad bajo el velo del matrimonio denota más virtud y más heroísmo que la de una simple joven, todavía virgen por su condición de soltera.

Y esta Virgen se llamó María. El mismo nombre de la Virgen debe tener un significado divino, ya que es una tradición bien fundada que Dios reveló tal nombre a los padres de María.

María, en arameo: Mariam; en hebreo: Miriam, significa:

Estrella de mar (meirjam)

Amado de Dios (mritjam)

Dama — Princesa (marjam)

Tres significados que son como tres títulos que expresan, de manera metafórica, las grandes prerrogativas de la Santísima Virgen.

Es una estrella luminosa por su consumada santidad, por sus sublimes virtudes, que ilumina a todos los que navegan sobre las olas del mar tumultuoso, que es el mundo.

Ella es la amada de Dios , a través de su Inmaculada Concepción, que la coloca por encima de todas las criaturas y la hace entrar en la intimidad de Dios, como nuestros primeros padres antes de la caída original.

Ella es la Señora , o princesa, por su divina Maternidad, que la asocia para siempre con su Hijo, unida a su realeza, reinando por gracia y privilegio, donde reina su Hijo, por justicia.

El mundo llama a Jesús: Nuestro Señor.

Debemos llamar a María: Nuestra Señora.

Jesús es el Rey del cielo y de la tierra.

María es la Reina del cielo y de la tierra.

Todo esto se expresa en el nombre que el Altísimo dio a la Virgen de Nazaret, María .

El Evangelio señala que la Virgen estaba comprometida.

Así debe ser, de hecho, porque el milagroso nacimiento de J. Cristo siendo un misterio desconocido, que ni el mundo ni el diablo debían saber, antes del tiempo señalado, era necesario dar a este nacimiento todas las apariencias de un nacimiento natural. ., y para los esposos castos, las apariencias de una vida matrimonial.

Las razones de este matrimonio se pueden reducir a cinco:

1. Para que ni Jesús ni María queden expuestos a la deshonra.

2. Que María tuviera un testimonio insospechado de su virginidad.

3. Para que Jesús fuera sostenido y nutrido en su niñez, como los demás niños.

4. Que María honraría el matrimonio, que es el estado de la mayoría de los hombres, y podría servir de modelo para vírgenes, esposas y viudas.

Estos preliminares solemnes y significativos ya dan una idea de la gloriosa escena que estamos a punto de presenciar.

 

II. el saludo del ángel

Y entrando el ángel donde ella estaba, le dijo: Salve, llena eres de gracia (Lc 1,28).

Qué simple es todo en esta oración ... Sin juegos previos, sin énfasis ... sin palabras superfluas.

La tradición nos muestra al Arcángel luminoso, en forma humana, entrando de repente en la humilde ermita de Nazaret, donde la humilde Virgen estaba absorta en la contemplación y se inclinaba respetuosamente al saludo utilizado en Palestina: Ave (Klairé - regocíjate, salva, la paz sea contigo - ¡Dios te salve! Ave significa todo esto.

Tal saludo en uso entre los pueblos antiguos, vestidos con dignidad, nunca había pertenecido a los labios de un ángel para saludar a una criatura.

Cuando, en el Antiguo Testamento, un ángel se le apareció a alguien, éste se paró a pie, grave y majestuoso, mientras el privilegiado de la aparición se postraba con la frente en el suelo.

De hecho, como señala Santo Tomás, el hombre debe inclinarse ante el ángel, porque es inferior a él en tres cosas: en dignidad, en unión con Dios y en gracia.

Pero aquí se intervienen los roles. La Virgen María es superior al ángel en estos tres puntos.

Los ángeles son los mensajeros de Dios; María fue elegida para ser tu madre .

Los ángeles rodean el trono de Dios; María pronto cargaría con su propio Dios.

Los ángeles reciben gracias según su jerarquía y misión; María está llena de gracia por la dignidad que el Altísimo viene a revelarle.

Por tanto, es necesario que la Virgen permanezca de rodillas y que el Arcángel se incline ante ella.

Ave, lleno de gracia (Kekharitômené) que tiene el doble significado de lleno de gracia y pulchérrima en gracia.

Notemos enseguida la forma de saludar, a primera vista parece que el ángel debería haber dicho: Ave María, llena de gracia.

No debería ser así; el significado habría sido diferente y muy disminuido.

Lo que el ángel saluda no es simplemente la persona de María Sma., Como lo hubiera hecho, diciendo: Ave María; no, reemplaza a la persona con la prerrogativa que da lugar a este saludo.

Lo que da la bienvenida es: ¡el lleno de gracia!

Es en este sentido que la Escritura llama a Salomón: Sapiens, como llama a Jesucristo: El Justo, como llama a San Pablo: el Apóstol.

María es: la llena de gracia, la plenitud de gracia en una criatura.

Es tu propio calificador.

Es tu nombre único.

Ella es la Virgen María ante los hombres. Ante Dios, ella es: ¡llena de gracia!

¡Salve, llena eres de gracia!

Tal es su nombre divino.

Y este nombre es idéntico al que ella misma proclamó en la aparición de Lourdes: ¡Soy la Inmaculada Concepción!

Llena de gracia e Inmaculada Concepción, “dos nombres paralelos, idénticos y que expresan la misma verdad.

Veamos esta expresión.

Decir que un contenedor está lleno es declarar que no puede contener más que lo que ya está dentro.

Les pido a los amigos protestantes que digan si la Inmaculada Concepción es o no una prerrogativa, un regalo, una perfección.

Si es así, y asumiendo que Maria Sma. no lo tiene, hay que decir que hay una cualidad que podría tener y que no tiene; por lo tanto, ella ya no está llena de gracia, y el Espíritu Santo mintió, dándole este título.

Una cosa u otra:

¡O San Gabriel dijo la verdad o mintió!

Si has dicho la verdad, ya que María está llena de gracia, debes admitir la Inmaculada Concepción.

Si S. Gabriel mintió, ¡ah! de modo que los protestantes tienen razón contra los ángeles mismos.

¡Y eso no es todo! ... hay más.

 

III. Todo hermoso

A los protestantes no les gusta la traducción católica de: Lleno de gracia — Gratia plena.

Prefiero traducir el texto griego: Kekharitômené para todo bello en gracia, o equivalente.

Tal traducción no es incorrecta, porque aunque la versión latina: gratia plena, no es adecuada para esta traducción excepto a distancia, el texto hebreo lo permite sin dificultad.

De hecho, el significado es el mismo. Es solo otra forma de ver la misma verdad.

¿Qué es la gracia santificante?

Es un don divino que nos hace santos y justos, hijos de Dios y herederos del cielo.

Se puede decir simplemente que la gracia es lo que nos agrada a Dios.

Ser amable es una cualidad.

Cada cualidad pertenece a una sustancia.

Ser agradable es una cualidad del alma.

Decir que María era toda hermosa es, por tanto, expresar que agradó a Dios tanto como una criatura puede agradar, es decir, que "estaba llena de placer" o "llena de gracia", porque el placer o la gracia pueden tomarse como sinónimos.

Lleno de deleite o belleza, significa que la medida de agradar a Dios se ha agotado.

Bueno, si hubiera una cualidad, que Maria Sma lo haría. para agradar más a Dios, ella no se llenaría de este placer; algo faltaría, y de nuevo la palabra del Arcángel sería una mentira.

El alma de María quedó así adornada con todas las cualidades que podía poseer en ese momento, y entre estas cualidades se encuentra la Inmaculada Concepción.

Pronto, Maria Sma. ¡era Inmaculada! ... había que sellarla, para que su estado correspondiera al divino saludo de San Gabriel.

Esto no significa que Maria Sma. se quedó sin gracia; no, ella siempre creció, día a día, hasta la última hora de su vida.

Ella estaba llena en su Inmaculada Concepción, llena en la Anunciación, llena en el nacimiento del Salvador, llena en su muerte; pero estas diversas plenitudes, aunque diferentes, forman una sola plenitud; en el sentido de que, a medida que el alma de la Virgen se expandía por la gracia, se volvía capaz de aumentar su plenitud.

Una corriente completa es diferente de un río completo, ya que este último es diferente de un mar lleno.

Son llenados, pero distintos llenos, según el tamaño del recipiente.

La Santísima Virgen estuvo siempre llena de gracia, llena, desde su Concepción hasta su muerte, aunque su alma siempre se expandió más por la virtud, el contacto de Jesús, los Sacramentos y el amor de Dios.

Este sentido es obvio, natural y lógico.

En el momento en que el Arcángel pronunció estas palabras, Maria Ssma. ella era simplemente la Virgen de Nazaret, todavía no la madre de Dios.

Esta última debía encarnarse en su pecho inmaculado, después de haber dado su consentimiento, diciendo: Hágase en mí según tu palabra (Lc1,88)

El Arcángel la llama; llena de gracia, no por su maternidad divina, que aún no se había cumplido; sino por su Inmaculada Concepción, que la hizo, desde el principio, la Mujer Bendita entre todas las mujeres ... la única mujer, elegida, habiendo preservado, para preservación, su inocencia y justicia originaria.

Qué manifestación más clara, positiva y explícita de la Inmaculada Concepción se podría desear.

Es una revelación explícita , aunque todavía velada, que recibirá su última expansión, su última irradiación del dogma luminoso, en las afirmaciones de la Iglesia universal, como verdad transmitida desde los tiempos apostólicos hasta hoy, por la tradición unánime de la Iglesia. Siglos cristianos.

 

IV. nueva objeción protestante

Como puede verse, el paso en cuestión es uno de los más decisivos y explícitos del Evangelio, que revela con mayor claridad la Inmaculada Concepción de la Madre de Jesús.

Esta es la razón por la que los amigos protestantes buscaron tergiversarlo, desviarlo de su verdadero significado e incluso oponerse a textos similares, para demostrar que el término - lleno de - no tiene un significado tan extenso.

En prueba de esta objeción, citan, por ejemplo: Isabel estaba llena del Espíritu Santo (Lc1,41) Zacarías ... estaba llena del Espíritu Santo (1,67) Y será lleno del Espíritu Santo (Lc1 ,15)

De estos textos, los protestantes concluyen: Si María es Inmaculada porque está llena de gracia, entonces ¿Isabel, Zacarías y Juan el Bautista también son inmaculados porque están llenos del Espíritu Santo?

Bonito argumento ... de un niño.

Si los queridos creyentes leyeran el texto completo, verían inmediatamente la diferencia radical entre estas dos expresiones.

Estar lleno del Espíritu Santo, en el lenguaje bíblico, significa tener el don de profecía , de modo que no es una persona así la que habla, sino que es Dios el que habla por sus labios - Sicut locutus est per os sanctorum, et profetarum ejus (Lc1.70).

Por tanto, después de cada una de estas expresiones, se encuentra que esta plenitud del Espíritu Santo consistió en profetizar.

De santa Isabel, el Evangelio dice entonces: Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en voz alta: ¡Bendita tú entre las mujeres! (Lc1,42)

De Zacarías, dice: Fue lleno del Espíritu Santo y profetizó, diciendo: Bendito sea el Dios de Israel (Lc1,67)

De San Juan Bautista dice: Y será lleno del Espíritu Santo ... para preparar un pueblo perfecto para el Señor (Lc 1,17).

De María Smº, el Arcángel dice: Ave, gratia plena - Ave, llena de gracia, o; todo hermoso en gracia.

Este término no significa simplemente un don transitorio, como lo es la profecía, sino un don permanente, adherente al alma, que solo puede ser quitado por el pecado.

Como se muestra arriba, el griego Keharétômené, participio pasado de Kharitoo, y charis se usa en la Biblia para expresar una plenitud completa y permanente, en el sentido teológico de ser un don divino adherente al alma.

La segunda interpretación: - todo hermoso en la gracia, o incluso: todo amable por la gracia - omnino graciosa reddila, tiene incluso el significado Completamente amable, o hermoso por la gracia es, de hecho, lo mismo que lleno de gracia.

Omnino plena celesti gratia, como dicen los intérpretes.

Tal objeción no solo no debilita, sino por el contrario, fortalece la interpretación católica, limitando tal expresión a la Inmaculada Concepción que es la plenitud de la belleza de un alma virginal, que sólo fue otorgada, por privilegio, a la madre de Jesús, y que Jesús poseía, por derecho y por ser la plenitud perfecta y suprema, la fuente de la gracia divina.

* * *

Los teólogos citan otro argumento más en prueba de la Inmaculada Concepción. (1)

(1) Lepecier: Tract. de BV M, C. 1.n. 11.

Ita gratia tuit en BV vtillam simpliciter invenerit apud Deum. Aquí, gratiam simplic tor apud Deum invenissa, est ila nunquam caruisse.

La gracia estaba en el Ssma. Virgo, tal como es en Dios.

Ahora bien, la característica de la gracia en Dios es que nunca le faltó.

Por tanto, nunca puede haber faltado en la Santísima Virgen.

Notemos la fuerza de este argumento teológico.

Para entenderlo bien, es necesario recordar que las obras de Dios son eternas, y él solo realiza, en el tiempo, lo que decretó desde la eternidad.

Desde la eternidad Dios había decidido hacer Maria Ssma. la madre de su Hijo encarnado. La preparó para ese propósito.

La Virgen se asoció con Dios, desde su Concepción, para la realización del sublime misterio de la Encarnación.

Debe, por tanto, en virtud de esta elección, preservarla del pecado original y hacerla nacer inmaculada desde el primer momento de su existencia.

De lo contrario, la Santísima Virgen, infestada de pecado, como pecadora, estando virtualmente unida a Dios, entraría en los decretos del Eterno, como pecadora, estaría asociada, siendo pecadora, con el misterio divino de la Encarnación, que ya existía, desde la eternidad, en Dios, antes de recibir su ejecución, en el tiempo.

¡Ahora esto es imposible! ¡Es indigno de Dios! Es contrario al sentido común, contrario a toda lógica, como es contrario a los textos evangélicos.

María es, pues, Inmaculada, porque está llena de gracia y está llena de gracia, porque la Madre debe ser el Hijo de Dios .

¡La plenitud de la gracia y la maternidad divina son dos prerrogativas mutuamente complementarias y mutuamente exigentes!

 

Dios con María

Una prueba más de la Inmaculada Concepción.

El Arcángel completa el saludo con una expresión que es como el corolario, la explicación de la primera frase, que lo resume todo: Salve, lleno de acción, el Señor está contigo.

Esta expresión tiene, en su voz, una extensión que no se comprende del todo, que debemos analizar aquí.

El término "El Señor es contigo" se emplea en la Sagrada Escritura en un doble sentido: imprecativo y afirmativo.

Encontramos este término imprecativo en varios lugares.

Dios sea contigo. (Jd6.18)

El Señor está contigo. (Jz6.12)

El Señor sea contigo (Rt2,4)

Era la forma de saludar entre los judíos, de mostrar bondad y benevolencia, como decimos hoy: ¡Alabado sea Jesucristo!

El modo afirmativo tiene otro significado: Y aquí, los labios del Arcángel, es la afirmación de una realidad.

Dios está con Maria Sma. y ahí está de una manera única, muy especial.

Dios está en todas partes, llenándolo todo de su inmensidad, sin estar circunscrito a ninguna parte.

Es en el cielo , donde manifiesta Su gloria.

Es en la tierra , donde manifiesta su Providencia.

Es en el infierno , donde manifiesta su Justicia.

Es en nuestros tabernáculos , donde manifiesta su amor.

Es en nuestras almas , por gracia, donde manifiesta su misericordia.

Pero hay un alma, un verdadero templo preparado por Dios para recibirlo, para albergarlo, un alma que sobrepasa todo lo más bello de este mundo.

Esta alma es el cielo de Dios en la tierra.

Este cielo es el corazón de la Santísima Virgen .

"Sanctificavit tabernaculum suum Altissimus. (Sal 45: 5) Notemos la manera de decir del ángel. No dice: Dominus sit tecum —¡Que el Señor esté contigo!" Ni: Dominus est tecum — ¡El Señor está contigo! ¡pero dice de manera absoluta!: Dominus tecum— El Señor contigo , como si quisiera unir en un solo término: Dios y María, únelos inseparablemente, desde la eternidad hasta el fin.

¡Y tal es el significado de sus palabras!

No une el término: contigo, como un simple calificativo se une a un sustantivo, pero vincula los dos términos, como si fueran parte integral del otro. El Señor no está sin María, María nunca está sin el Señor: "El Señor está contigo".

De esta manera, la Inmaculada Concepción vuelve a aparecer luminosa y resplandeciente.

De hecho, donde está el pecado, el Señor no está allí.

Si la Santísima Virgen hubiera tenido, por un instante, el pecado original, durante ese instante el Señor no habría estado con ella.

El haber estado siempre con ella desde el principio es una prueba de que el pecado nunca estuvo con María, es decir, es una prueba de que ella es Inmaculada.

Tal es, dicho sea de paso, la interpretación de los Santos Padres. Sto. Agustín dice muy bien: "¡Dominus tecum!" El Señor está contigo; contigo en mi corazón, contigo en mi seno, contigo para sostenerte. (1)

En otra parte completa este pensamiento: "El Señor está contigo", más que conmigo; está en tu Corazón, está en tus entrañas, llena tu alma, llena tu pecho. (dos)

" San Cipriano tiene una expresión casi audaz al respecto:" Entre todos los distinguidos, dice, por la perfecta integridad de su carne y alma, ella merecía poseer plenamente a Cristo, en su carne y en su alma, y ​​disfrutar de su presencia afuera ”. (3)

(1) Ave gratia plena, Dominus tecum: tecum Dominus in corde, tecum in utere, tecum in auxillo. (S. Aug. Serm. De Ann.)

(2) Inse enim in tuo est corde, in tuo est utero; adimplet maniem, adimplet ventrem. (S.Aug. De Nat.)

(3) Quae carnis et mentis integritate insignis espirituali, et corpoi intus, et extra Christi.

San Cipriano saca esta admirable conclusión y muestra la fe en la Inmaculada Concepción en los primeros siglos: afirma que Dios no solo honra la carne de María, por su presencia divina, sino también su alma, de la que concluye que la integridad de " su alma debe igualar perfectamente la integridad de su carne virgen ".

"La carne de la Virgen era toda pura; no había nada en ella que se asemejara a la corrupción que siembra en ella el pecado original; tampoco podía haber nada en su alma que se pareciera al pecado".

"Era necesario que María estuviera llena de gracia, libre de todos los defectos e imperfecciones".

Este sublime y profundo argumento no ha sido suficientemente enfatizado por los teólogos que buscan en el Evangelio la revelación explícita de la Inmaculada Concepción; sin embargo, parece irrefutable.

Dios realizó un milagro, único en su género, para preservar la pureza virginal del cuerpo de María.

Le convendría realizar un milagro similar para preservar la pureza de su alma.

El primero es el milagro de la concepción y el nacimiento virginal: la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc1,35).

El segundo es el milagro de la preservación del pecado original.

Así es como llegamos lógicamente a la Inmaculada Concepción, revelada en esta segunda frase del saludo del ángel: "El Señor contigo, Dominus tecum.

Sí, exclama san Buenaventura, el Señor está contigo, oh María; ya estaba contigo; Él se queda contigo; siempre estará contigo!

La Inmaculada Concepción fue la base de esta unión, la maternidad es su consagración , la Asunción será su coronación .

San Gregorio de Nisa confirma esta doctrina con el siguiente razonamiento: "En otras criaturas, el alma perfectamente pura sólo es digna de la presencia del Espíritu Santo, mientras que aquí la carne misma se convierte en el receptáculo del Espíritu Santo".

Si, entonces, en palabras de San Gregorio, la propia carne de María sobrepasa en este punto incluso nuestras almas, ¿qué debemos pensar de su alma, cuya santidad debe ser necesariamente proporcional a la santidad de su cuerpo?

Si tal fuera la pureza de tu cuerpo, ¿cuál sería la pureza de tu alma?

Si la mirada de Dios no encontró mancha en esta carne virgen, ¿cómo podría el alma ser manchada y deshonrada por la mancha del pecado?

No olvidemos que es del alma de donde el cuerpo recibe su pureza; la santidad del Espíritu repercute en el cuerpo.

Por tanto, era necesario que la pureza del alma de María fuera muy grande, para darle a su cuerpo una santidad tan perfecta, que atrajera a Dios mismo, para hacerla morar en este sagrario bendito.

 

VIO. la mujer bendita

La tercera frase del Saludo es otra manifestación del gran privilegio de la Inmaculada Concepción.

Es como la conclusión de los dos saludos anteriores.

María está llena de gracia : es su gran privilegio.

La gracia, siendo comunicación de la naturaleza divina: la divina consorte a la naturaleza (2Pd1,4), quien posee la gracia, posee a Dios con él.

Una persona está más unida a Dios, más aumenta su gracia.

Maria Sma. teniendo la plenitud de la plaza, tiene de hecho la plenitud de la presencia de Dios.

Dios está con ella plenamente tanto como puede estar con una criatura; porque María contiene toda la gracia que puede contener una criatura.

Como resultado de estos dos privilegios, ella es la Mujer Bendita entre todas las mujeres.

Es la consecuencia lógica.

Es más que una consecuencia; es un nuevo comienzo de grandeza, una nueva prueba de su Inmaculada Concepción.

Notemos bien que en el momento en que San Gabriel dirige estas palabras a María, ella todavía no es Madre de Dios, todavía está en los preludios de la negociación.

Ella no es, por tanto, Bendita por ser la Madre de Dios.

¿Por qué es entonces?

Solo puede ser porque se ha preservado del pecado original.

Es el único título que la eleva por encima de todas las mujeres.

Digo: sobre todo, y en este conjunto está incluida la misma Eva, la primera mujer, la mujer que salió de las manos del Creador, en inocencia y justicia original, Inmaculada, adornada, de los dones de la gracia y la intimidad con Dios.

Eva era hermosa en este momento ... la más bella, la más poderosa de las mujeres.

Sin embargo, incluso en su inocencia, incluso en los días fugitivos de su realeza, era solo una figura de María.

Eva no es la Bendita mujer ...

A la única a quien Dios dirige esta exaltación es a la Santísima Virgen. Ella sola es la mujer bendita entre todas las mujeres, porque no solo es Inmaculada en su concepción, como lo fue Eva en su creación, sino que ha preservado y preservará para siempre esta pureza Inmaculada.

Infiel a la bendición original, Eva fue sometida a la maldición.

Maria Sma., Al no haber participado en ausencia de nuestros primeros padres, no estuvo sujeta al peso de las miserias con las que se castiga esta falta.

"La raza humana, dice Santo Tomás, se vio agravada por una triple maldición: María, inocente y pura, recibirá como contrapeso una triple bendición".

Ella, la Inmaculada, dará a luz, sin dolor y como envuelta en el encanto de su virginidad.

Vivirá solo para Dios y no lo sabrá. la putrefacción de la tumba.

El único recuerdo, y no castigo, que María conservará del pecado original es el de poder sufrir .

Eva no estaba sujeta al dolor; María quiere preservar y debe preservar la facultad del sufrimiento, para estar mejor unida a su Hijo y asociada a la redención, como corredentora del género humano.

De esta manera María reemplaza a Eva, para ser Reina y Madre de la humanidad. Por lo tanto, era apropiado que el anuncio, por así decirlo, de María fuera la contraparte del anuncio de Eva.

Un ángel de luz tenía que anunciar la Palabra María, como un ángel de las tinieblas había anunciado conocimiento falso y desobediencia a Eva.

A ambos lados hay:

1) La proposición de un ángel a la mujer.

2) Un coloquio.

3) Un consentimiento.

4) Un fruto recibido y transmitido a la humanidad.

María es la mujer bendita , como el fruto de su pecho es bendito .

Benedicta-tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui: Jesús (Lc1,24)

 

VII. ¡Objetos perdidos!

Sigamos meditando sobre las expresivas palabras del saludo angelical.

Como palabras divinas, cada una de ellas tiene un significado que una simple lectura no descubre a primera vista.

La palabra de Dios es un abismo insondable ... y cuanto más se medita sobre ella, más luminosas aparecen las verdades que transmite.

Todo el saludo se refiere a las dos verdades fundamentales de la grandeza de María: a su Inmaculada Concepción y a su divina maternidad .

Es el tema de todo este coloquio divino.

La primera parte, como se muestra arriba, es la Inmaculada Concepción. Cada expresión es una revelación implícita, tomada por separado; pero explícito en general.

Hay seis revelaciones, cada una más luminosa que la otra, y debemos meditar en la sexta, no menos profunda que las anteriores.

Y continúa el Evangelio, tras citar palabras del propio saludo:

"Y ella, habiendo oído estas cosas, se turbó con sus palabras, y reflexionó sobre lo que sería este saludo. Y el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia ante Dios ".

Aquí termina la revelación de la Inmaculada Concepción, para comenzar la de la maternidad divina.

"He aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús". (Lc1,28).

Simplemente leyendo, se puede sentir la estrecha conexión de estas dos verdades: "María será la Madre de Jesús, porque encontró la gracia ante Dios".

Es una condición sine qua non, indispensable.

Sin esta condición, el hecho no se produciría.

Por lo tanto, tal condición es de suma importancia en los planes de Dios.

Maria Sma. sólo puede recibir a Jesús en su seno, porque encontró gracia ante el Señor.

Hasta ahora estamos todos de acuerdo: católicos y protestantes.

Pero, ¿qué significa: divertido?

Esto es lo que los queridos protestantes no entendieron. Uno solo puede encontrar lo que se pierde. Para que alguien pueda encontrar un objeto, ese objeto debe perderse.

María, por tanto, encontró algo que se había perdido . ¿Y qué era esta cosa?

La diversión; pero que gracia?

No puede ser gracia santificante, ni gracia presente, porque existió en muchas almas justas.

Una sola gracia perdida que nunca había existido desde la caída de Adán y Eva en el paraíso, la gracia original ; esto se perdió completa e irremediablemente.

Decir entonces que: María encontró la gracia, es decir que encontró la gracia original.

Ahora la gracia original es la Inmaculada Concepción . Es una y la misma cosa.

El ángel que le dice a María que ha encontrado la gracia, dice: María, eres Inmaculada y por eso serás la Madre de Jesucristo.

De hecho, si Dios naciera en este mundo; debe nacer de una Virgen Inmaculada.

Y si una Virgen Inmaculada iba a dar a luz a un niño, ¡ese niño debe ser Dios mismo!

Esta palabra es, por tanto, una nueva revelación de la Inmaculada Concepción. y una revelación aún más expresiva que las anteriores.

Así lo entendieron los Santos Padres y lo que nos transmitió la tradición apostólica.

Esto es lo que dice un escritor de los primeros siglos, que se esconde bajo el seudónimo de "El Idiota".

"Has hallado la gracia celestial, oh María, porque la conservación de la mancha original, el saludo del ángel, la venida del Espíritu Santo y la concepción del Hijo de Dios, fueron tu participación.

Pero, oh Virgen dichosa, ¿cómo has recibido tales gracias?

¡Oh! ¡Virgen mil veces bendita! Eve había perdido la gracia por su orgullo ... tú la encontraste, y nunca la perdiste, porque debes ser la más humilde ".

Se ve que el piadoso autor habla aquí de la gracia original que perdió Eva, que María encontró y nunca perdió, es decir que fue Inmaculada en su concepción y estuvo inmaculada hasta el final. (1)

1) Invenisti, Maria, gratia celestem: quia fuerunt in te ab originali labe conservatio, angelica salutatio, Spiritus Sancti superventio, et Filii Def Conceptio. (Idiota)

 

San Andrés, obispo de Jerusalén, se expresa en términos casi idénticos: "No temas a María, porque has encontrado ante el Señor la gracia que Eva había perdido, una gracia que nadie había podido encontrar antes" (1).

1) Ne timeas, Mary: nacta es enim gratiam apud Deum, quam Eve perdiderat ... gratiam qualem non nactus est quiquam ab eterna, sicut te.

Aquí hay textos claros y positivos de los Santos Padres, que sería posible multiplicar casi sin fin, demostrando que la gracia que María Sma. encontrada fue la gracia original, perdida por Eva.

Lo encontró ... y no lo perdió ... lo tiene, entonces, y esa gracia es la inocencia original, o Inmaculada Concepción.

Eres, pues, pura, oh María, y no hay en ti mancha original: Tota pulchra es, et macula originalis non est in te, canta con razón la Iglesia católica.

 

VII. Conclusión

Además de las seis pruebas mencionadas anteriormente, podrían aducirse muchas otras, quizás de valor menos explícito, pero que expresan, al menos en sentido metafórico, el gran misterio de la Inmaculada Concepción.

Cada frase del coloquio divino del Arcángel con la Santísima Virgen, las palabras de Santa Isabel, el Magnificat, la exclamación de la mujer proclamando benditas las entrañas que contenían al Salvador, la mujer vestida del sol y la cabeza coronada de estrellas, del Apocalipsis. , todos esos pasajes se refieren más o menos directamente a la Inmaculada Concepción.

Limitémonos a los más expresivos explicados anteriormente.

Siguen siendo revelaciones implícitas, tomadas por separado, pero que se vuelven explícitas en su conjunto, interpretadas e iluminadas por la voz de la tradición unánime de la Iglesia.

Repasemos por un momento los seis argumentos estudiados por separado, para resaltar mejor la fuerza probatoria que emana de su unión.

Cada término usado por el Ángel es una revelación implícita, pero en síntesis e interpretado por la tradición de los siglos, estos términos forman la gran revelación explícita , en la que se basó la Iglesia para proclamar la Inmaculada Concepción del dogma de fe de María.

primer argumento

Ave, llena eres de gracia, dijo S. Gabriel.

María está llena, está llena de gracia.

Lo que está lleno ya no cabe.

Bueno, si María no fuera Inmaculada, podría serlo; ella no estaría llena de gracia, sin la gracia de la Inmaculada Concepción.

Logotipo: ¡Santa María es Inmaculada!

Este argumento es irrefutable, porque debemos admitir necesariamente que el Espíritu Santo, quien dictó estas palabras, conoce el significado y la extensión de los términos usados ​​y habla lo más claramente posible para ser entendido.

Este texto sería suficiente, pero para que no haya dudas sobre el sentido obvio, el Espíritu Santo sigue repitiendo la misma verdad, es decir, corroborando un texto por otro.

La segunda traducción de este término da el mismo resultado:

Dios te salve, toda hermosa por gracia.

La gracia es lo que agrada a Dios.

María, por tanto, agrada a Dios.

Ahora, si ella no fuera inmaculada, sería más agradable a Dios, siendo así; y ya no sería todo hermoso.

Logotipo: ¡Santa María es Inmaculada!

segundo argumento

Desde la eternidad Maria Sma. ella fue elegida para ser la Madre de Jesús y como tal asociada a la obra de la Encarnación, para que la gracia de la Encarnación esté en Dios y en la Sma de la misma manera. Virgen.

Ahora bien, la característica de la gracia original en Dios es que nunca le faltó.

Por lo tanto, nunca podría haber hablado con Sma. Virgen, que constituye su Inmaculada Concepción.

tercer argumento

El Arcángel continúa: El Señor está contigo.

Es una afirmación positiva que indica la perpetuidad de esta unión, por lo que dice: El Señor está contigo. Es absoluto.

De otras criaturas se puede decir: Dios está contigo.

De Mary Sma. es: Dios contigo.

Dios siempre ha estado con María, desde que eligió en la eternidad ser Madre de Jesucristo.

Ahora, donde está Dios, no puede haber pecado.

Pronto, Maria Sma. nunca ha estado sujeto al dominio de ningún pecado; ella es, por tanto, Inmaculada.

cuarto argumento

Otro argumento de una fuerza irreductible.

Es la persona de Maria Sma quien es la Madre de Dios.

Esta persona resulta de la unión de alma y cuerpo.

Dios realizó un milagro sin precedentes para preservar la pureza inmaculada del cuerpo de María.

¿No debería realizar un milagro similar para preservar su alma en la pureza inmaculada de la inocencia primordial?

El primer milagro es la concepción de Jesús y el nacimiento virginal de María.

El segundo debe ser la preservación del pecado original de tu alma.

En resumen, se puede decir:

La integridad del alma de María debe ser igual a la integridad de su carne virgen.

Ahora bien, tal integridad de su alma es la ausencia del pecado original.

Por tanto, María no tuvo este pecado: es Inmaculada.

quinto argumento

El Arcángel San Gabriel completa y resume sus revelaciones diciendo: Bendita tú entre las mujeres. - Es una nueva prueba de la Inmaculada Concepción.

De hecho, en este término - mujeres - todas las mujeres del mundo, pasado, presente y futuro están incluidas juntas, y por lo tanto la misma Eva, la primera, mujer.

Eva salió Inmaculada de las manos del Creador.

Si Maria Sma. si no fuera Inmaculada, sería inferior a la misma Eva y ya no sería Bendita entre todas las mujeres.

Podemos decir: Maria Sma. Bendita sobre todas las mujeres, Eva fue Inmaculada en su creación.

Pronto, Marta Sma. debía un sello, al menos igual, si no superior, a Eva: por lo tanto, ella es Inmaculada.

sexto argumento

Para tranquilizar a la Santísima Virgen, perturbada por el saludo sublime, el Arcángel le dice: María, no temas, porque has hallado gracia ante Dios (Lc 1,30).

Pero como Maria Sma. ¿Podrías encontrar la gracia?

Lo perdido se encuentra ...

La gracia no se perdió, porque San Juan Bautista, San José, Santa Isabel y tantas otras almas santas vivieron en la gracia de Dios.

No se trata, pues, de la gracia santificante, que existe en muchas almas.

¿Cuál es la gracia que María Sma, encontró ... que se perdió, y que nadie había encontrado?

Esta gracia es la gracia original, perdida desde el pecado de Eva y nunca más encontrada por nadie.

Podemos resumir este argumento diciendo:

La única gracia perdida desde Eva y nunca encontrada por las criaturas es la gracia original.

Bueno, Maria Sma. encontró esta gracia perdida, siendo revestido de ella.

Por lo tanto, ella es Inmaculada.

* * *

Aquí hay seis argumentos implícitos, cuando se toman por separado, pero se hacen explícitos por la conexión y la explicación que un argumento le da al otro. Uniéndolos y proyectando sobre ellos el reflejo luminoso de la tradición cristiana, estos argumentos forman la base sólida, irrefutable e infalible del dogma católico de la Inmaculada Concepción.

Pido a los protestantes sinceros, deseosos de conocer toda la verdad, la verdad bíblica, que mediten sobre estos argumentos y digan si es posible que Dios hable con claridad y proponga una verdad con más precisión que cuando lo hace, hablando de su ¿La Inmaculada Concepción de la Madre?

Es imposible; y bajo el peso de estos argumentos deben reconocer que la Iglesia Católica no inventó el dogma de la Inmaculada Concepción, sino que lo encontró completo, perfecto y luminoso en las páginas de la palabra inspirada de Dios.

Digamos, por tanto, convencidos y sinceros, con la Iglesia Católica, exaltando a la Madre de Dios, a través de las palabras del Cantar de los Cantares:

- ¡ Eres hermosa, oh María, y la mancha original no se encuentra en ti!

- ¡Eres tota pulchra, María! ...

 

CAPITULO V

La Inmaculada Concepción

DE ACUERDO A LA TRADICIÓN

El dogma de la Inmaculada Concepción parece estar bastante probado. La teología con su razonamiento irreductible, el Antiguo Testamento con sus figuras expresivas, el Evangelio con su enseñanza clara y positiva, mostraban irrefutablemente la necesidad, existencia y gloria del inefable privilegio que es la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios.

Sin embargo, parece oportuno llegar hasta el final y mostrar que esta verdad siempre ha sido aceptada en el mundo católico, profesada por todos, desde los apóstoles hasta nuestros días.

Pasar un momento por los 19 siglos que nos separan del misterio de la Encarnación, será una prueba más, o más bien, será como la síntesis de todas las pruebas de la Inmaculada Concepción y, al mismo tiempo, la refutación. de esta otra objeción protestante que afirma que el culto de Maria Sma. fue introducido en la Iglesia en 660.

Terminaremos citando la doctrina anterior de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, y refutaremos la objeción de novedad al culto a María Sma., Aunque esto ya se hizo en el primer capítulo.

Para mayor claridad, veamos primero qué es la tradición, cómo se formó, conservó y transmitió a los siglos venideros.

 

I. La tradición divina

Los protestantes admiten la palabra divina, tal como está escrita en la Biblia, por inspiración divina.

La Iglesia Católica está de acuerdo en este punto e igualmente admite la Biblia como la palabra divina escrita.

Donde la Iglesia no está de acuerdo con el error protestante es que, además de la Biblia, admite ciertas verdades, no escritas en la Biblia, o escritas no literalmente sino espiritual o figurativamente.

Y los protestantes solo admiten la Biblia, diciendo que todas las verdades reveladas por Dios están en la Biblia.

Ahora bien, esto está en contradicción con la Biblia misma.

San Juan, al final de su Evangelio, dice expresamente: Muchas otras cosas hizo Jesús, que si se escribieran, una a una, creo que no en todo el mundo podrían caber los libros que habría que escribir ( Jn 21,25)

Por tanto, es cierto que Jesús dijo cosas que no están escritas; y lo que dijo y no fue escrito tiene el mismo valor y la misma autoridad que lo que está escrito en la Biblia.

Ningún protestante sincero puede negar esto.

¿Y cómo se llama esta palabra divina y no escrita?

Es San Pablo quien nos revela el nombre de estas verdades, escribiendo a los tesalonicenses: Permanezcan firmes, hermanos, y guarden las tradiciones que han aprendido, ya sea por nuestras palabras o por nuestra carta. (2 Tes 2,14)

Aquí, ante nosotros, está la tradición , tan atacada por los protestantes pobres ... y tan incomprendida.

Entonces, ¿qué es la tradición?

Es la palabra divina, que tiene la misma autoridad que la Biblia, no escrita, sino transmitida oralmente por los Apóstoles y luego escrita, por iniciativa privada, por los primeros papas, obispos, sacerdotes e incluso simples fieles educados en su religión. '

La diferencia entre la Sagrada Escritura y la tradición es que la primera palabra divina fue escrita por inspiración del Espíritu Santo que la preservó de todo error; mientras que la segunda palabra divina fue escrita por particulares, sin la inspiración del Espíritu Santo, y sin la preservación del error personal por parte del escritor.

La tradición es, por tanto, la palabra de Dios, ya que se encuentra que es de origen apostólico, pero como el error puede infiltrarse más fácilmente en la palabra hablada que en la escrita, se establecen tres condiciones para que una doctrina, relativa a la fe oa la moral, pueda reclamar para sí la autoridad de la tradición divina.

1 — Debe remontarse a los primeros siglos y ser universalmente conocido como tal.

2-Debe estar de acuerdo con la palabra escrita de Dios, o al menos no contradecirla.

3-Debe ser declarado auténtico por autoridad competente.

Cubierto con esta seguridad, una doctrina se considera una tradición divina; al carecer de uno de estos requisitos, carece de toda autoridad.

La integridad de las tradiciones es tan cierta como la Escritura misma; porque ambos están confiados a la guardia de la Iglesia infalible, contra la cual no pueden prevalecer las puertas del infierno.

Ahora, las puertas del infierno prevalecerían contra la Iglesia si no guardaba íntegra la verdad que le fue confiada.

¿Y cómo se hace la transmisión de la tradición divina?

De nueve formas:

1. Por las decisiones de la Santa Sede y los decretos de los Consejos Generales.

2. Por los símbolos, que son los de los Apóstoles, Nicea y San Atanasio.

3 Por los Santos Padres, que son como portavoces de la tradición.

4. Por el consentimiento unánime de los teólogos.

5. Por la Santa Liturgia.

6. Por los actos de los mártires.

7. Por los escritos de ciertos herejes que luchan contra la doctrina de la Iglesia.

8. Por escritores eclesiásticos.

9. Por los monumentos, altares, templos, tumbas de los mártires e inscripciones que expresen la fe de los primeros siglos.

Sabiendo exactamente qué es la tradición , su valor, su autoridad, ahora podemos recurrir a ella para probar la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen.

Para ello, basta con consultar a los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, siguiendo su doctrina desde los Apóstoles hasta hoy, para saber que la Inmaculada Concepción, dogma proclamado por la Iglesia en 1854, se remonta a los Apóstoles, por un tradición universal e ininterrumpida.

Esta tradición, que confirma lo que está implícitamente revelado en el Evangelio, es una revelación expl e cotizaciones y derecha de una verdad divina.

Es esta constante tradición la que quiero demostrar aquí, a través de textos auténticos, recogidos de las obras de los Santos Padres de todos los siglos, desde los apóstoles hasta la proclamación del dogma en 1854.

 

II. en el primer siglo

¿Qué encontramos en el siglo I sobre el culto a Sma? ¿Virgen?

Todo: el fundamento, el resplandor, la voz profética de la misma Madre de Dios que debe atravesar todos los siglos.

Hace 1920 años, más o menos, en un pequeño pueblo de Judá, llamado Hebrón, dos primos conocieron, después de una larga ausencia, uno, una anciana, esposa de Zacarías; otro, una joven doncella de unos diecisiete años.

Se saludan con afecto.

El mayor, en un transporte de admiración, bajo la inspiración del Espíritu Santo, exclama: ¿De dónde viene el dicho de que la Madre de mi Señor tiene que tenerme? (Lc1,43).

La joven de diecisiete años, levantando las manos y los ojos al cielo, en un gesto estático, responde:

¡He aquí, de ahora en adelante, todas las generaciones me llamarán bienaventurada! (Lc1,48).

¡Aquí está la profecía del culto , la gloria , el poder de la Virgen Inmaculada!

Y esta profecía debe cumplirse.

Y tiene lugar a diario ... Católicos y protestantes exaltan a la Santísima Virgen:

Católicos, por su amor, su entusiasmo, su confianza.

Los protestantes, por sus protestas, se convirtieron indirectamente en panegiristas de la Madre Dios.

No hay acción, no hay reacción.

La acción protestante es degradar a la Santísima Virgen,

La reacción católica es exaltarlo cada vez más.

Aquí está el hecho.

Aquí está la cuna de la gloria de María.

Sigamos ahora su desarrollo a lo largo de los siglos.

Para no prolongar excesivamente las citas, quiero elegirlas, breves, de varios autores reconocidos, acreditados y responsables:

En el siglo I, además de muchos otros, tenemos un documento, más allá de toda sospecha y sobre todo de contradicciones, es la Liturgia de Santiago.

Los Apóstoles fueron, poco a poco, estableciendo reglas disciplinarias, para regularizar y estandarizar la celebración de los Santos Misterios, escribiendo y habiendo escrito o aprobando la forma de celebrar la Santa Misa, las oraciones a recitar, así como las ceremonias a observar en la administración de los sacramentos.

Jesucristo había instituido directamente los Siete Sacramentos, dejando a los Apóstoles determinar ciertos puntos accidentales que expresarían mejor el efecto sacramental en las almas.

Después de la Ascensión, los Apóstoles celebraron el Santo Sacrificio, pero como el Salvador había dado solo la parte esencial del Sacrificio, que es el cambio de la sustancia del pan y el vino, a la sustancia del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, A ellos les correspondía rodear las palabras sacramentales, oraciones, ceremonias, que expresaran y manifestaran, de la mejor manera posible, los efectos de este Sacrificio.

Eso es lo que hicieron; y el libro en uso, que tiene tales prescripciones, se llama: Liturgia Apostólica .

Entre otras liturgias, tenemos una de Santiago, la menor, que es como el contorno, el hueso de la Santa Misa, como se celebra hasta el día de hoy.

Este Misal resalta expresivamente el misterio de la Inmaculada Concepción, y lo hace en términos tan luminosos que parecen dictados recientemente, tras la proclamación de este dogma, ocho siglos después.

Recopilemos algunos extractos admirables al respecto.

Después de leer algunos pasos del Antiguo y Nuevo Testamento y orar, Santiago agrega: Conmemoramos a nuestra Santísima, Inmaculada y Gloriosa Señora María, Madre de Dios y Siempre Virgen María (1)

1) Los textos muy bellos, luminosos y contundentes de las liturgias y escritos de los Santos Padres de los primeros siglos, que copié escrupulosamente de sus obras, aparecen aquí en latín, para mostrar fehacientemente la fidelidad y autenticidad de las citas.

Dejaré atrás los textos latinos de los siglos siguientes para no sobrecargar un libro, que sobre todo debe ser popular, pero preservando la seguridad de la doctrina y la total fidelidad en la citación de los documentos.

Conmemorants sanctissimam, immaculatam, gloriosissiman Dominam nostram, Matrem Dei et semper Virginem Mariam (S. Jac. En su liturgia)

Y un poco más lejos:

Recordemos a Nuestra Señora, la Santísima, Inmaculada, Gloriosa y Bendita Madre de Dios, y siempre Virgen María (2)

Tales términos a favor de la pureza inmaculada de María son de una lucidez que no admite duda; sin embargo, el Santo Apóstol no se limita a esto y hace aún más expresiva su fe.

Después de la consagración y de algunas oraciones, dijo al Celebrante: Rindo homenaje especialmente a Nuestra Señora, la santísima, inmaculada, bendita sobre todas las criaturas, la más gloriosa Madre de Dios, siempre Virgen María (3).

Y los cantores responden: Es verdaderamente digno que te proclamemos bendita, oh Madre de Dios, siempre bendita en todos los sentidos sin reproche, Madre de nuestro Dios, más digna de honor que los querubines, más digna de gloria que los serafines, tú que has dado a luz al Verbo divino, sin perder tu perfecta integridad, te glorificamos como Madre de Dios. (4)

2) Commemorationem agamus Sanctissimae, immaculatae, gloriosissimae, benedictae Dominae nostrae Matris Dei, et semper Virginis Mariae. (ibídem.)

8) Precipue Sanctissimae, immaculatae, super omnes benedictae, gloriosa y Dominae nostrae Deiparae, siempre Virginis Mariae (ibid.)

4) Dignum est, ut te vere bestam dicamus Deiparam semper beatam, et omnibus modis irreprehensam, et Matrem Dei nostri honorabiliorem quam Cherubim, et glorisiorem quam Seraphim, quae sine corrupte Deum Verbum peperisti, te revera Deiparam magnificamus (ibid.)

Glorioso himno de alabanza en honor a la Madre de Jesús.

El dogma de la Inmaculada Concepción aún no había sido proclamado, pero he aquí, Santiago lo exalta especialmente, y recuerda varias veces esta singular prerrogativa de María, en el acto más sublime de religión, en el santo sacrificio de la Misa.

* * *

El evangelista San Marcos, en la Liturgia, que dejó en las Iglesias de Egipto, utiliza expresiones casi idénticas: Recordemos sobre todo a la Santísima, intrépida y Bendita Nuestra Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María. (5)

* * *

En la Liturgia de los etíopes, cuyo autor se desconoce, pero cuya composición se remonta al siglo I, encontramos varias menciones explícitas de la Inmaculada Concepción.

Una de las oraciones comienza en estos términos:

Alégrate, Reina verdaderamente inmaculada, alégrate, gloria de nuestros padres. (6)

Además, es por intercesión de la Inmaculada Virgen María que el Sacerdote invoca a Dios: a favor de los fieles: A través de las oraciones y la intercesión que Nuestra Señora, la Santa e Inmaculada Virgen María, hace en nuestro favor. (7)

5) Imprimis Sanctissimae, intemeratae et benedictae Dominae nostrae Dei Genitricis, et semper Virginis Mariae (S. Marcus, Evang. In Liturgia sua)

6) Laetare Jmmaculata vere Regina; laetare gloria postrorum Parentum. (Liturgie Ethyopum)

7) Per oraciones ac intercessionem, quam pro nobis facit Domina nostra, Sancta et immaculata Virgo Maria. (ibídem.)

 

El título de Inmaculada, dado a María, se encuentra nuevamente en la oración que sigue inmediatamente a la elevación de la Santa Especie: Este es el cuerpo y esta es la sangre de Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, que tomó de Nuestra Señora, la santa e inmaculada Virgen María (8) En la misma liturgia etíope encontramos en las oraciones que acompañan al bautismo el siguiente final de una de ellas: Por intercesión de la Virgen, llena de gracia, María, Madre de Dios, que es santa en todo (9)

* * *

Terminemos el siglo I con un pasaje de San Andrés, Apostolo, que expone la doctrina cristiana al procónsul Egeo, pasaje que figura en los actos del Martirio del Santo Apóstol, y que data del siglo primero.

El primer hombre, formado a partir de una tierra inmaculada, era necesario que el hombre perfecto naciera de una Virgen igualmente Inmaculada, para que el Hijo de Dios, que antes había formado al hombre, pudiera reparar la vida eterna que los hombres habían perdido (10 )

8) Hoc est corpus et hic est Sanguis Domini et Servatoris nostri, Jesu Christi, quod, et cualquiera asumiendo ex Domina nostra, Sancta et Immaculata Virgine Maria. (ibídem)

9) Intercesión plenaria gratiae Virginis Genitricis Dei Mariae, quae in omnibus est Sancta. (Ibídem.)

10) Et propterea quod ex immaculata terra creatus. fuerit primus homo, necesse erat ut ex immaculata Virgine birthetu perfectus homo, quo Filius Dei, qui antea condiderat hominom, vitam aeternam quam perdiderant homines, per Adamum repa aret. (Cartas de los padres de Acaya)

* * *

Sin duda, hay otros testigos del primer siglo; sin embargo, parece que los más positivos y solidarios son los que preceden.

¿Qué más se puede decir que estas liturgias apostólicas de Santiago, San Marcos y San Andrés?

Imposible decir más y decir mejor.

Tales liturgias no son obras directamente inspiradas por el Espíritu Santo, sino que tienen el valor de autoridad apostólica, habiendo sido aprobadas y utilizadas por los mismos Apóstoles.

Existen varios otros documentos de primordial valor, en cuanto a la doctrina, pero cuya autenticidad se disputa, por lo que, por duda, pierden su valor probatorio.

El mártir San Ignacio, obispo de Antioquía, que fue, según la tradición, el niño que el Salvador puso ante los Apóstoles, diciendo que quien se humille como este niño será el mayor en el reino de los cielos, San Ignacio dejó algunos cartas en las cuales hay dos pasajes que afirman la Inmaculada Concepción de María, pero habiendo discutido la autenticidad de estas cartas, no quiero citarlas aquí.

Es cierto que no todos los Santos Padres hablan expresamente de la Inmaculada Concepción, pero todos explican el Capítulo III del Génesis y el Ave María, para excluir al Sma. Virgen del Pecado Original.

La doctrina de la Inmaculada Concepción fue conocida en el siglo I y fue aceptada por todos; de modo que no surgió ninguna disputa a este respecto en la Iglesia primitiva.

 

III. en el segundo siglo

La doctrina de los Apóstoles, establecida en sus Liturgias, fue adoptada en todas las Iglesias, de modo que en todas partes. se conoció la Inmaculada Concepción de María.

No habiendo discusión sobre esto, no había necesidad de tratar expresamente con esta verdad.

Los escritos de los Santos Padres del siglo II hablan de este privilegio como un hecho indiscutible, sin buscar probarlo ni explicarlo.

Usan frases, comparaciones, antítesis que atestiguan en Sma. Virgen, plenitud de gracia sobreabundante, que presupone necesariamente la entera conservación de todo pecado.

Entre los escritores y oradores de este siglo contamos sobre todo: San Justino , apologista y mártir, Tertuliano y San Ireneo .

Citemos sólo unos breves pasajes de estos tres ilustres representantes del siglo II.

San Justino , explicando el texto de San Mateo (12, 48): Quien es mi madre y quienes son mis hermanos, escribe: "Jesucristo hablando de esta manera a los demás, no quiso privar a su madre del honor que Ella es debido, pero quería mostrar qué es la maternidad por la cual la Santísima Virgen María debe ser proclamada Beata.

De hecho, si quien escucha y guarda la palabra divina se convierte en hermano, hermana, madre de Jesucristo, es evidente que en virtud de este doble título, María debe ser llamada Beata.

Escuchar y guardar la palabra de Dios es un acto de virtud; es obra de un alma pura, que busca sólo a Dios.

Ahora bien, Dios no eligió a ninguna mujer entre las mujeres, sino a una que superaba incomparablemente a todas las demás, en virtud de sus virtudes.

"Jesucristo, por tanto, quiso que María fuera llamada Madre suya, por esta excelencia que la hizo elegir darle a luz y convertirse en Madre suya, sin dejar de ser virgen".

Tertuliano en varias partes hace el paralelo entre Eva y María, y concluye: Eva creyó en el diablo, transformada en serpiente, María creyó en la palabra del ángel Gabriel; la culpa que la primera cometió por su credulidad, la segunda la borró por su fe.

San Ireneo repite el mismo paralelo entre María y Eva, que era un argumento popular en este momento, sacando a relucir la Inmaculada Concepción de María.

Sin este privilegio, de hecho, lejos de ser superior a Eva, María sería profundamente inferior a ella, justo en el punto en que su destino exige superioridad, o al menos una igualdad indiscutible. (12)

Tal es la doctrina de San Ireneo, que había aprendido en la escuela de los primeros discípulos, los apóstoles, y tal era la creencia general de los cristianos del siglo II con respecto a la pureza inmaculada de María.

11) Non quam libet foeminam elegit Deus, sed omnium foeminarum virtutibus excelentissimam, propterea volebat ob bane virtutem praedicari Matrem suam, per quam virtutem illa id asserta fuisset, ut Virgo Mater fieret (S. Just. Q.135 ad Orthod.

12) Sicut Eva inobediens facta est, et sibi et universe generi human causa facta est mortis: sic et Maria habens proedestinatum virum, tamen Virgo obaudiens, et sibi, et universe generi human, causa facta est salutis.

La palabra Inmaculada es pronunciada con menos frecuencia por los Santos Padres del siglo II, pero la doctrina es la misma y siempre expresa la pureza virginal e Inmaculada de María.

 

IV. en el tercer siglo

El siglo III, más rico en figuras eminentes, es sin embargo menos abundante en testimonios expresivos sobre la Inmaculada Concepción.

En este siglo encontramos a los santos Hipólito, Gregorio de Neo-Cesarea, Cipriano y el gran Orígenes, todas estrellas luminosas en el firmamento de la Iglesia, todavía perseguidas pero triunfantes en todos los países.

San Hipólito , obispo de Oporto y mártir, escribió en 220: "Cristo fue concebido y tomó su crecimiento de María, la Madre de Dios, toda pura ... cuando el Señor Jesucristo haya venido entre nosotros, según la carne , por el nacimiento de la Santísima e Inmaculada Virgen ". (13)

Además, dice: "Como el Salvador del mundo había decretado para salvar a la humanidad, nació de la Inmaculada Virgen María". (14)

13) Christus, qui eximpolluta, ac Deipara Maria ortiuu sumpsit, atque incrementum ... Cum Dominus Jesus Christus secundum carnem advenerit ex Sancta et Immaculata, Virgine. (S. Hipol .; Orat. En Cons. Mundo)

14) Cum Salvator mundi género humanum salvae decrevisset, ex immaculata Maria Virgine natus est. (Ibídem.)

San Gregorio no es menos explícito, aunque no usa el término Inmaculada, sino un término equivalente,

Tenemos de este santo cinco sermones sobre la Anunciación de María.

Hemos recopilado algunas citas breves de este precioso ataúd:

"Era apropiado que la gracia eligiera a María sola, entre todas las generaciones, dice, porque ella fue prudente e instruida en todo, y entre los descendientes de Adán era imposible encontrar otra como ella". (15)

Un poco más adelante continúa el santo orador:

En primer lugar, el Ángel dirige oficialmente estas palabras a la Santísima Virgen: Salve, llena eres de gracia, porque todo el tesoro de la gracia fue depositado en ella; porque sólo esta Virgen era perfectamente santa en cuerpo y espíritu; ella sólo llevó al que sostiene todas las cosas a través de su Palabra. (dieciséis)

15) Convenienter igitur Sanctam Mariam, ex omnibus generationibus, soiam gratam elegit: nam prudens revera, ac sapiens in cunctis erat, nec similis ei ex omnibus generationibus ulla unguam est reperta. (S. Greg. En Aunun)

16) Angelus Sanctae primo omnium illud: Ave gratia plena, praesignifica vit quoniam cum ipsa totius, gratiae thesaurus reconditus erat: ex omnibus enim generationibus, haec sola Virgo Sancta corpore et spiritu extitit, solaque feri eum qui Verbo omnia portat. (S.Gr .: en Annunt.)

Aquí hay tres indicaciones expresas de la Inmaculada Concepción.

¿Cómo se depositaría en María todo el tesoro de la gracia si careciera de la primera y más importante gracia: la justicia original?

¿Cómo sería ella perfectamente santa, si no fuera más que otros santos, y tal como son?

La virginidad del alma de María, es decir, su santidad Inmaculada, no puede ser inferior a la virginidad de su cuerpo, y San Gregorio no separa una de otra.

Necesitaría citar estos sermones en su totalidad: son llamas del más ardiente amor a la Santísima Virgen y profesión pública y doctrinal de su Inmaculada Concepción.

Citemos solo algunas frases cortas tomadas aquí y allá en estos discursos.

"¡Salve, llena eres de gracia, Inmaculada flor de la vida!"

"Jesucristo nació de la pura, casta e Inmaculada Virgen María ..."

"Alégrate, llena de gracia, porque estás vestido de un manto inmaculado".

"El mensajero incorpóreo fue enviado a una Virgen sin tacha e Inmaculada; es enviado, libre de todo pecado, a la Virgen sin tacha ni corrupción". (17)

17) - Ave, gratia plena, flos vitae immaculatus.

- Jesus Christus ex pura, et casta, et impolluta, ac Sancta Maria Virgine progresstur ...

" Ave, gratia plena ... quoniam immaculatam induta es ventem".

- Missus est Servus incorporeus ad Virginem Inviolatam, hasta inmaculada: missus est a peccato liber, ad corruptis, seu labis expertem.

San Cipriano , obispo de Cartago, en 250, no es menos explícito. En un sermón sobre la fiesta de Navidad, dice: "La justicia divina no puede reprender nada en María. Ella era un vaso de elección; se diferenciaba de todos los demás hijos de Adán; su naturaleza era ciertamente la misma, pero no compartía su culpa". . Tenía un privilegio que ninguna otra mujer, antes o después de ella, merecía obtener: los honores de la maternidad, junto con los de la virginidad ".

"Por tanto, a la Santísima Virgen se le debió la plenitud de la gracia, y una gloria más abundante, porque fue dotada de la integridad espiritual de la carne y del Espíritu, y gozó dentro y fuera de la presencia corporal de Cristo". (18)

Orígenes . Terminemos estas hermosas, expresivas y amorosas citas con una obra final de Orígenes, quien vivió en 226, y que parece resumir la doctrina y tradiciones de su tiempo.

Escribe: "María, la Virgen Madre del Hijo unigénito de Dios, es proclamada Madre digna de este Hijo digno, Madre Inmaculada del Santo e Inmaculado, ya que el único es su propio Hijo". (19)

Este texto reconoce en María una santidad y pureza que corresponden, en la medida de lo posible, a la santidad y pureza de su Hijo único; ella es, por tanto, inmaculada como su Hijo es inmaculado ... Lo que Jesús es por naturaleza, ella lo es por una gracia particular.

18) Nihil in hoc repetiit ultro .. Plurimum a coeteris difference; natura comunica bat, non culpa.

Erat ei Proprium Privilegium, quod nulla mulierum nec ante, nec deinceps merult obtinere, quod erat sinui Mater y Virgo Singulis titulis insignita. Unde et Matri plenitudo gratiae delebatur, et Virgini abundantior glory, quae carnis et meotis integritate insiginis spirituall et corporal latus, et oxtra, Christi preesentia fruebatur (S. Cipr. Serm. In Nativ.)

19) Hujus itaque unigeniti Dei dicitur basc Mater Virgo Maria, digna digni, immaculata Sancti et immaculati, una unius, unica unici. (Orig. Hom. 1 en tapete)

Orígenes puso las siguientes palabras en labios del ángel, dirigiéndose a San José: "Recibe, María, como tesoro del cielo, confiado a tu cuidado, como riqueza de la divinidad", como plenitud de santidad, como justicia perfecta.

"Recíbelo como la morada del único Hijo de Dios, como un templo digno de todo honor, como la casa de Dios, como la propiedad del Creador, el impecable palacio del Rey y el Esposo Celestial". (20)

En otro Sermón, Orígenes todavía hace que el Mensajero Celestial le diga a San José: "Este niño no necesita un padre en la tierra, porque tiene un padre incorruptible en el cielo; no necesita una Madre en el cielo, porque tiene una Inmaculada". y Madre casta en la tierra, esta Santísima Virgen María ". (21)

Citemos otro pasaje de Orígenes, de belleza y lógica, digno de este extraordinario genio; extraemos el pasaje de un antiguo Breviario romano: "La Santísima Virgen María no fue engañada por las persuasivas palabras de la serpiente, ni envenenada por su aliento mortal". Lo que claramente significa que estaba exento de la culpa original, el fruto de las palabras de la serpiente que excitaron a nuestros primeros padres a desobedecer a Dios.

Se ve claramente que la doctrina, tan claramente expuesta por los Apóstoles en su Liturgia, continúa profesándose como una verdad divina indudable, cierta; incluso son expresiones y comparaciones idénticas y, a menudo, es la repetición de los mismos términos.

20) Accipe ergo Mariam, sicut commendatum celeste; thesaurum, Deitatis divitias, sicut plenissimam sanctitaten sicut perfectam justitiam.

Accipe eam sicut Unigeniti mansionem, sicut honorabile templum, sicut domum Dei, sicut creatoris omnium propria, sicut Regis Coelestis Sponsi domum immaculatam. (Orig .: Hom. 1 en Mat.)

21) Hic puer non indiget patre super terram: incorruptibilem enim babet Patrem in excelsis. Non indiget Matre in coelis: immaculatam et castam habet matrem in terra, bane finem Beatam Virginem Mariam. (Orig .: S. 3 en tapete)

V. en el siglo IV

A partir del tercero, entremos en el siglo IV, más fecundo e incluso más luminoso que el tercero, afirmando el gran privilegio de la Madre de Jesús.

Tenemos ante nosotros las incomparables figuras de San Atanasio, San Efrén, San Basilio el Grande, San Epífanes, San Gregorio de Nisse, San Jerónimo, Timoteo, San Sofronio y San Juan Crisóstomo.

Es la hueste gloriosa de los grandes Apóstoles del culto de la Santísima Virgen y, en particular, de su Inmaculada Concepción.

Debo limitarme a citas breves, de lo contrario habría un tema para todo un libro.

San Atanasio , el invencible pionero de la gloria de la Madre de Dios contra los herejes de Oriente, exclama con entusiasmo comunicativo: "Es justo que te alabemos a nuestra Madre, nuestra Regeneradora, nuestra Soberana, nuestra Maestra, porque el Rey supremo , el Señor, nuestro Dios ha salido de ti, estás sentado a su lado, para nosotros es terrible, pero para ti es dulce y te da toda la gracia.

Por tanto, el ángel os ha anunciado, lleno de gracia, a vosotros que tenéis toda la gracia en abundancia "(22).

22) Decet te matrem, regeneratricem, Dominam atque heram cognominari, ex eo quod ex te prodiit Rex, Dominus ec Deus noster, asistente illi, nobis quidem terribili, tibi sutem dulci omemque gratiam largienti: qua de causa fae tum est ut gratia plena appelata sis, utpote quae omni gratia abundures. (San Athan. Serm. De Sma. Deipara)

San Efrén el sirio, dirigiéndose a María, dice: "Eres Inmaculada, eres sin tacha y sin tacha, eres la mojigatería misma, ninguna mancha, ninguna sombra de pecado puede acercarse a ti, Virgen Esposa de Dios y Soberana nuestra". (23)

San Basilio el Grande , unos años después, introdujo en la Liturgia, que conserva su nombre, las siguientes palabras, que el Diácono debe cantar: “Conmemoramos a nuestra Santísima e intrépida Señora, María, Madre de Dios y de todos los Santos ”.

Y el diácono responde: “Guárdanos, oh Dios, por tu gracia, a nosotros que conmemoramos a nuestra Santísima e Inmaculada Señora, la Madre de Dios con todos los santos” (24).

San Epífanes no es menos entusiasta en anunciar las glorias de la Madre de Dios: "Estás llena de gracia, dice en un sermón, Oh Santísima Virgen. Fuera de Dios, eres superior a todo lo que existe. Eres más hermosa". en tu naturaleza., que los querubines y serafines mismos y todo el ejército de Ángeles ... Tú eres un lirio inmaculado ... eres la oveja Inmaculada que dio a luz al Cordero de Dios, que es el Cristo ". (25)

23) Immaculata, intemerata, incorrupta et prorsus pudica hasta ab omni sorde, et labe peccati alienissima, Virgo Dei Sponsa ac Domina nostra (San Efrén: Serm. 2 de laud. VM)

24) Sanctissimae, intemeratae, Dominatricis nostrae, Deique Genitricis Mariae, cum omnibu Sanctis Commemorae es. Custodi nos, Deus, gratia tua, Sanc issimae, ec. Albahaca. M. Liturgia.

25) Gratia full es Beata Virgo, solo Deo excluyendo, cunctis superior es; natura formosior es ipsis Cherubim, Seraphim, et omni exercitu Angelico,

Lilium Immaculatam, ovem immaculatam, quae peperit Agnum Christum (S. Epiph .: Serm. De laud. BV)

S anto Ambrosio , obispo de Milán, es tan expresivo y positivo que los otros médicos de este siglo, dice: "María era esta milagrosa Virgen, al mismo tiempo libre desde el nudo del pecado original y la corteza de pecado venial."

Y de nuevo: "De este rebaño salió María, la santa oveja, Inmaculada y sin defecto". (26)

San Gregorio de Nysse sigue a San Ambrosio (380) y hace una graciosa comparación entre la Encarnación del Verbo y las nupcias de los hijos de los hombres.

La divinidad quiere unirse con la humanidad:

El seno de la Virgen María fue elegido, por su incomparable pureza, como el salón nupcial, en el que se realiza el gran misterio. Era necesario que no hubiera mancha en este Tabernáculo, iluminado por los esplendores del Espíritu Santo; era necesario que la pureza de María fuera incorruptible "(27).

San Jerónimo , la gran luminaria exegética del siglo IV, profesa igualmente la verdad universalmente admitida de la Inmaculada Concepción.

En una de sus cartas, escribe que “la Santísima Virgen estaba inmaculada y no estaba afectada por ningún contagio del pecado.

26) Virgam in qua nec nodus originalis, nec cortex venialis culpae fuit - De hoc grege Sancta et immacalata et intacta illa ovis processit, Sancta Maria. (S. Ambr .: Hom. Sup. Cain et Abel)

27) Solus ex universis hominum myriadibus, por puritate Virginea electus est, cujus Conceptio sine duerum conjunción perfecta, partus minime inquinatus, parturigo loloris expers. Cujus thalamus Altissimi potestae, que tienen nubes virginitatem ipsam inumbrans, tax nuptialilis Spiritus Sanca splendor, cabile vitiorum expers, conditio nuptiae puritas incorrupta. (Greg. Naz .: Hom. 19 en Cant)

Explicando las palabras del Cántico: Veni Columba mea, immaculata mea, escribe: María presenta en todo la sencillez de la paloma porque no hay nada en ella que no sea toda pureza, toda sencillez, toda verdad y toda gracia. Por lo tanto, es Inmaculada, porque no tiene rastro de corrupción. (28)

Timoteo , sacerdote de Constantinopla y uno de los grandes oradores de esta época, es aún más positivo y claro que sus contemporáneos: Citemos el siguiente pasaje, de incomparable belleza: "La Virgen María, más inmaculada que todas las criaturas, y más santa que todos los santos, por la gracia de quien se dignó habitar en ella, disfruta de la inmortalidad ".

Y de nuevo: La Virgen es más Inmaculada de lo que se puede expresar, y santa en todos los sentidos. (29)

San Sofronio , Patriarca de Constantinopla, repite y difunde la misma doctrina: "Oh Gabriel, exclama, dirigiéndose al Arcángel, que con tu palabra, anunciando la salvación, has inundado de alegría el alma bendita e inocente del Santísimo y Purísimo. Madre de Dios, nuestra Soberana ... "

28) Impollutam et alienam el contagio peccatí. Simplicitatem columbae in omnibus repraesentans, quoniam quidquid in ea gestum est, totum puritas et simplicitae, totum veritas et ratia fult: et ideo immaculata quidquid in nullo corrupta (Jeron .: Epist. Do Assump.)

29) Unde etiam supra omnes inculpata, et omnibus modis Sancta Virgo, per Ilum, qui domicilium habuit in ea usque adhuc immortalis est.

- Virginem supra quam dici potest inculpatam, omnibusque modis Sanctam. (Timot. Im Orat, de Stmeo nc).

Y además, dice: "¡Oh tú que anhelas hacernos el bien, colócame en el número de tus justos y haznos compartir tu alegría! Te lo ruego, por la intercesión de tu Madre siempre inocente ..." Dice: "María era santa y admirable; se deleitaba en las cosas de Dios; su cuerpo, su alma y su inteligencia estaban libres de toda mancha".

La Santísima Virgen fue elegida de esta manera, y su cuerpo y alma fueron santificados, de tal manera que tuvo lugar la Encarnación, dejándola pura, casta e Inmaculada.

El Verbo se encarnó verdaderamente de la sangre inviolable y virginal de la Santa e Inmaculada Virgen María. (30)

San Juan Crisóstomo . El siglo IV termina con la luminosa figura de San Juan, Crisóstomo, al que los siglos han bautizado como boca de oro.

Sus admirables homilías están llenas de citas sobre la Inmaculada Concepción.

30) Gabriel, qui beatissimam, incuipatissimam, Sacratissimae, purissima eque Dominae nostrae Genitricis Dei Mariae animam, laeta salutareque annuntiatione ingenti gaudio imbuisti ...

Inculpatae Matris tuae intercesor ...

Mariae Sanctae, preciaraeque, et quae Dei sunt sapientis, ab omni contagione iiberae, et corporis, et anima, et intellectus ...

Ex Inviolabili et virginali sanguine Sanctae hasta Imacula Virginis Mariae, Verbum vere factum est incarnatum, (S. Sofron .: Epist, ad Sergium)

En la liturgia que escribió, esta prerrogativa de la Madre de Jesús se encuentra varias veces.

"Haciendo memoria del Santísimo, incontaminado, Bendito sobre todo, de nuestra gloriosa Señora, Madre de Dios y siempre Virgen María ..."

Y un poco más lejos:

"Sobre todo en honor a Nuestra Señora, Santísima, Inmaculada, sobre todo Bendita y Madre de Dios".

"Es verdaderamente digno y justo que te glorifiquemos, Madre de Dios, siempre bendita, sin tacha, Madre de nuestro Dios, incomparablemente más digna de honor que los Querubines, y más digna de gloria que los Serafines". (31)

En un Sermón de la Anunciación, la Santa dice que "María es Inmaculada, que la Virgen entregada a San José por esposa, es un lirio cerrado, una Virgen sin tacha". (32)

31) Agentes de memoria Santissimae, incontatae, super omnes benedictae, gloriosae Dominae nostrae Deiparae et semper Virginis Mariae.

Praecipue pro Sanctissima, Immaculata, super omnes benedicta Domina nostra Deiparae.

Vere dignum e justum est, glorificare te Deiparam, semper beatissimam, penitus incontaminatam Matrem mostri, honoratiorem Cherubim et gloriosiorem incompariiliter Seraphim (S .; Chryos .: en Liturgia).

32) Maria desponsata Joseph: dabitur hic liber obsignatus viro scienti litteras, id est Virgo plane immaculata fabro Joseph. (Cris .: Sermio de Annunt).

He aquí textos que deslumbran y exaltan la fe católica, viendo los mismos acentos de fe, confianza y amor brotar del alma de los primeros Doctores de la Iglesia, con los que, aún hoy, la Iglesia Católica aclama a la Santísima Virgen, llamándola a Virgen Inmaculada, Madre de Dios, Soberana del Cielo y de la Tierra, y Madre nuestra querida.

Estas pruebas bastarían para demostrar la fidelidad inviolable del culto católico a la enseñanza de la Biblia y a las tradiciones apostólicas, difundidas por el mundo y por todas las generaciones.

Si los protestantes pobres leyeran y quisieran comprender estos acentos de los primeros cristianos, esta tradición tan fielmente conservada, por la palabra y los escritos de las primeras autoridades eclesiásticas, estarían plenamente convencidos de que la Iglesia no inventó, no cambió nada, no añadió nada, pero solo conservó en integridad la palabra divina y las instituciones apostólicas.

Podría seguir y multiplicar las citas, cada vez más numerosas de otros siglos; sin embargo, para no prolongar demasiado esta exposición, citaré a partir de ahora sólo unos breves textos de representantes de cada siglo, hasta llegar a la proclamación definitiva y oficial por parte de la Iglesia de un dogma implícitamente contenido en la Sagrada Escritura y explícitamente. transmitida por la tradición de los Apóstoles y los primeros cristianos.

Estas dos fuentes de verdad: la Biblia y la tradición, recibiendo su plena confirmación y expansión de la autoridad infalible de la Iglesia, hacen brillar en el mundo de hoy este bello, dulce y luminoso privilegio de la Inmaculada Concepción de María.

 

VIO. en el siglo quinto

En este siglo encontramos las radiantes figuras de los santos Agustín y Cirilo, Proclo, San Basilio, Teodoreto, San León Magno y San Pedro Crisólogo, además de muchos otros de menor importancia.

¡San Agustín , el noble hijo espiritual de San Ambrosio y Doctor en Doctores, abre el siglo V! Citemos de él el siguiente pasaje:

"¿Quién puede decir: nací sin pecado?

¿Quién puede jactarse de ser puro de toda iniquidad, sino esta Virgen muy prudente, este templo vivo de Dios, a quien Dios mismo eligió y predestinó, antes de la creación del mundo, para ser la Santa e Inmaculada Madre de Dios, para que ella pueda ¿Será preservada la hija de toda corrupción y de toda mancha de pecado?

San Cirilo de Alejandría , el generoso defensor de la gloria de María contra los ataques de Nestorio, escribe: "Es temerario decir que María fue culpable de cualquier falta o de cualquier pecado".

Proclo , obispo de Cizico, dijo en el Concilio de Éfeso y explicó que no había inconveniente para la santidad divina en hacer su morada en el seno de María, porque él mismo la había creado pura y sin mancha.

"La carne de María es perfectamente pura, por la razón de que no la afectó la mancha original,

San Basilio , obispo de Seleucia, exclamó, al final de un discurso: "Oh Virgen Santísima, quien habla de ti las mayores maravillas y exalta tu gloria a lo más alto. No debe temer sobrepasar los límites de la verdad, porque sus palabras Nunca podrás igualar la sublimidad de tu grandeza, María es tres veces santa, porque fue pura del pecado original, del pecado mortal y del pecado venial ".

Teodoreto , otra gloria de este sello, escribe: "Entre tantas almas humanas que se salvan, aparece sola y única, como paloma escogida, la Virgen de quien nació Cristo, María, Virgen y Madre, María, cuya pureza sobrepasa la de los Querubines y de los Serafines.

San León Magno , que vivió en 440, escribe: "Una Real Virgen fue elegida de la raza de David; ella concibe un hijo en su alma, antes de concebirlo en su carne.

El alma de María no debe ser menos virginal, menos protegida de toda mancha, que su carne, porque debe concebir al Señor con la carne ".

San Pedro Crisólogo termina la serie de médicos del siglo V y escribe: "Era justo que todo se conservara intacto en María, que dio vida al Salvador de todos.

 

VII. en el siglo VI y VII

A medida que nos alejamos de los Apóstoles, el número de médicos crece y las citas pueden ser más numerosas; sin embargo, en aras de la brevedad, elijo sólo a las figuras más destacadas y a las que se ocuparon más específicamente de la Inmaculada Concepción.

En este siglo encontramos a los santos Fulgencio, Anastasio, Andrés de Jerusalén, Hesiquio, Ildefonso, Eloi y el gran enemigo de los cristianos: Mahoma.

San Fulgencio dijo en un sermón: "La malicia del diablo corrompió el alma seducida del primer hombre; pero la gracia de Dios preservó, en toda su integridad, la carne y el alma de la Madre del segundo Adán".

Anastasio , el Sinaíta, escribió en 544, en sus contemplaciones: "Dime, ¿quién entre los hombres o los demonios se atrevería a afirmar que Ella, cuya carne es de la misma esencia que la carne del Hijo de Dios, no fue hecha en el imagen y semejanza de Dios '¿El que nació de ella?

¿Cómo sería Madre de un Hijo así, si no llevara en sí misma, con toda su integridad, la imagen de su Hijo?

Andrés de Jerusalén , en una homilía sobre la muerte de María Sma, dijo: María era Inmaculada, sin defecto; la plenitud de la castidad sobrepasaba en ella todo lo que existía: Eso: cum esset immaculata, ... impolluta ... »

Hesyehlo de Jerusalén vivió al principio: siglo VII. Dejó varios discursos sobre la Virgen María en los que llama a María: Paloma Inmaculada, toda pura, Virgen escogida entre las Vírgenes, gloria de la tierra, adorno de la naturaleza, y termina dirigiéndose a María. "María, porque sois puros de todo defecto, porque sois preservados, templo tan incorruptible, tabernáculo tan inmaculado, el Padre Eterno viene a habitar en ti, el Espíritu Santo te cubre con su sombra, y el único Hijo de Dios se viste de carne y nace de ti! "

San Eloi , obispo de Noyon, hablando de la Purificación, dice: Uno debe considerar como sin mancha lo que el Espíritu Santo cubrió con su sombra y que dio a luz al autor de toda pureza y de toda santidad ”.

San Ildefonso dice a su vez: Es constante que esta Virgen estuvo exenta de todas las faltas originales, por las que no sólo se retrató la maldición de Eva, sino que se les dio la bendición a todos ”. Constat illam ab omni peccato originali fuisse immunm.

Este siglo se cierra con un testimonio insospechado, del gran enemigo de los cristianos de esta época, Mahoma , el fundador del Islam.

Este enemigo del nombre cristiano escribe estas líneas curiosas en su Corán: "Ninguno de los hijos de Adán nace sin ser tocado por Satanás, y este toque de Satanás causa llanto y gritos. Sólo María y su Hijo fueron exentos, -" María, eres más ilustre que todos los hombres y todas las mujeres. Oh María, Dios te ha elegido, Dios te ha purificado, Dios te ha hecho más gloriosa que las mujeres de todos los tiempos ".

 

VIII. en los siglos VIII y IX

S. Germano abre el siglo VIII con las hermosas homilías sobre la Inmaculada Concepción, tan hermosas que la Iglesia las eligió para aparecer en el III, Nocturnal de la fiesta.

En otro libro dice: "El Pontificio, por el manto que lo viste, representa la carne de Jesucristo, este manto rojo y ensangrentado, que reviste al Dios inmaterial, tal manto teñido de púrpura por la sangre inmaculada de su madre". . (1)

En las actas del Sexto Concilio General bajo el pontificado de San Agatón, leemos una afirmación categórica de la Inmaculada Concepción.

1) Ut purpuram tinctam ex immaculato sanguine Deipare (In Theoria rerum ecci.)

Leemos en el capítulo VIII de los Hechos: "Confesemos que NSJ Cristo se encarnó por obra del Espíritu Santo, de la Santa e Inmaculada María, Nuestra Señora, Madre de Dios y siempre Virgen". (dos)

2) Confiteamur Dominum nostrum J. Chr. Incarnatum esse de Espíritu Sancto, et sancta, immaculataque Domin nostra, Dei Genitrice, always Virgine Maria (VI Syn. Gen: act, 8).

Y en el capítulo XVIII. leemos más: Cristo habitó en el seno de la Virgen, Madre de Dios, tomando carne de su carne santa e inmaculada, haciéndola padre su propia sustancia. (3)

Luego viene el admirable San Juan Damasceno, el gran defensor de la Inmaculada Concepción: "Oh Santísima hija de Joaquín y Ana, exclama, fuiste conservada Inmaculada para ser la Esposa de Dios". (4)

En otro lugar dice el Santo que la sangre de María, siendo la materia prima de la sangre y la carne del Salvador, debe ser una sangre absolutamente pura e inmaculada. (5)

Este término, Inmaculada, se encuentra en todas las páginas de las obras del Santo.

Hablando de María, la llama a cada paso: Sagrada y toda Inmaculada: Sacra, prorsus immaculata.

Un Concilio del 760 dice expresamente que Jesucristo se convirtió en el hombre de una tierra viva e inmaculada. (6)

3) Ex sancta et immaculata. carne ejus inpropria substantia carnem assumpsisse (Idem: Act. 18).

4) Atque Immaculata conservata in Dei Sponsam (Serm.in Nat.MV)

5) Cujus natura primitiae, ex purissimis etilibatis, ac prorsus immaculatis Sanctae Virginis sanguinibus suscipiens, etc. (Orat. S. de Nat. M.)

6) Melaore quidem terra animata, et immacuiata (Concilio de Frankfurt: Epist. Ad Episc.)

* * *

En el siglo IX se conservan menos obras sobre el culto a la Sma, la Virgen, pero la misma tradición continúa y se manifiesta en los escritos de los santos de esta época.

San Nicéforo , Patriarca de Constantinopla, envió en 811 al Papa León III una carta que dice lo siguiente: "El Hijo de Dios habitó en el seno de la Santísima y Purísima Virgen María, Madre de Dios, en su alma y en su carne que el Espíritu Santo había limpiado de antemano ".

La misma carta termina: "Por intercesión de tu Inmaculada y Purísima Madre (7).

El griego Teófano dejó un himno sobre la Anunciación, en el que leemos esta estrofa expresiva: "Has hallado gracia ante los ojos del Señor, gracia que nadie más ha hallado sino tú, oh Inmaculada". (8)

Y más allá de esta hermosa y entusiasta glorificación: "Gracia te ha sido dada, oh divina Madre de Dios. Toda criatura clama por ti, oh ninfa de Dios, porque sólo tú eres la predestinada e Inmaculada Madre del Hijo. Dios te salve, Virgen, nuestra ¡Salve Soberano, oh inmaculado!

Salve, receptáculo de Dios "(9).

Pasajes idénticos se encuentran en los escritos de Estrabón y en las homilías de Aleula, dos figuras destacadas de este siglo.

7) Intercessionibus Immaculatas et incontaminatas ejus Matris, et omnium Sanctorum (Epist. Ad Leo. P.)

8) Invenisti gratian apud Dominum, quam invenit nunquam alia quaepiam, la Immaculatissima (Himno)

9) Tu enim sole Mater filli praelecta es Immaculata ...

Ave Immaculatissima, Ave Receptaculum Dei. (id: himno)

 

IX. siglo X y XI

El siglo X brilla a través de la institución de una fiesta pública en honor a la Virgen Inmaculada, a petición del emperador León, el filósofo.

Este siglo vio al admirable Raimundo Jordão , canónigo habitual de San Agustín, que se escondió bajo el sobrenombre de "Idiota".

El idiota tiene pasajes admirables sobre Sma. Virgen.

“¡Oh María, eres hermosa en tu Concepción, dice, porque fuiste formada solo para ser el Templo del Altísimo!

¡Nunca la más mínima mancha, el más mínimo aliento: de vicio o pecado, ha tocado tu alma gloriosa! ¡La belleza, la gracia, la virtud de tu alma nunca te faltó de nada! ...

¡Eres toda hermosa, oh Virgen gloriosa, no en un aspecto u otro, sino en su totalidad!

No hay en ti mancha de pecado, ya sea mortal, venial u original: nunca lo hubo y nunca lo habrá "(10).

10. Tota pulchra es in tua Conceptione .... et macula peccati, sive mortalis, sive venialis, sive originalis, non est in te, nec unquam fuit, nec erit (Idiota: Desprecio de V. Deip. C3).

San Fulberto de Chartres , obispo de Chartres, no es menos explícito. En un sermón sobre: ​​la Natividad, dice:

"El alma y la carne de Aquel a quien la sabiduría de Dios había escogido para habitar en ella, eran absolutamente limpias de toda malicia y de toda mancha".

Y de nuevo: "Fuiste Inmaculado desde el primer instante de tu creación, porque ibas a dar a luz al Creador de toda Santidad". (11)

* * *

La fiesta de la Inmaculada Concepción, instituida en el siglo X, sigue y sigue y se vuelve casi universal.

Desde el este, penetra en el oeste y se extiende por Normandía, Inglaterra, Italia y Francia.

Santos admirables, apóstoles ardientes se levantan por todos lados para difundir el culto de la Virgen Inmaculada.

San Pedro Damián es conocido por sus sermones sobre la Madre de Dios.

Hablando de la Anunciación, dice: "Después de que Dios creó todas sus obras y las hizo buenas, hizo algo aún mejor: consagró un lecho de reposo, formado del oro más puro, en la persona de María. Después de la rebelión de los Ángeles y de hombres, quería encontrar en ella sólo descanso y tranquilidad ”.

"Sólo María, todavía dice, Madre e Hija del creador nunca bajaron, nunca cayeron ...

La carne de la Virgen, que proviene de Adán, sin mancha por la falta de Adán "(12).

11) Electa insignis inter filias, quae immaculata semper extitisti, ab exordio tuae creationis, quia paritura eras Creatorem totius Sanctitatis (S. Fulbert.)

12-Dear enim Virgins, ex Adam Su pia, maculas Adae non admisit (SP Dom.)

San Anselmo de Cantorbery es otro apóstol de Maria Sma. él: escribió un libro sobre la Inmaculada Concepción, del cual destacamos este pequeño extracto:

"Porque Jesucristo nació, según su divinidad, del Padre Eterno, que es justo; era necesario, si podemos decirlo así, que naciera de una madre justa, según la naturaleza humana.

"Por lo tanto, se puede decir, con toda verdad, que ella poseía la justicia original, en lugar de la injusticia que todos los descendientes de Adán reciben desde su origen".

Y nuevamente: “Si en la Concepción de la Madre de Dios se encuentra algo de pecado original, no es en ella que fue concebido, sino en la persona de sus padres que hay que buscarlo.

"Dios que hace que las castañas se alimenten y maduren entre los espinos, mientras se separa de ellas, ¿no podría entonces hacer lo mismo con su Madre?

Seguramente Él podía y lo quería; y si lo quería, ¡lo hacía! Plane potuit et Voluit, quod si voluit, et fecit (lib de Concep.)

San Ivo de Chartres vivió al mismo tiempo (1088). Es otro defensor de la Inmaculada Concepción, cuyos escritos nos han llegado.

“Aprendamos, dice, cómo el Hijo de Dios santificó la carne de su madre, para que el católico se regocije y el hereje impuro se confunda.

"Dios borró en ella toda mancha del pecado original y del presente, y tomó la carne de María para formar la suya propia, a la que comunicó la pureza de Dios mismo". (13)

13) Omnem quipe naevum, tam originalis, quam actualis culpa in ea, delevit, sicque carnem de carne y jus sumens, samdem in divinis munditiam transformavit (Ivo: char: Serm. De Nat.).

 

X. Conclusión

Detengámonos un momento en el umbral del siglo XII para ver cómo en estos siglos remotos la verdad inconfundible de la Inmaculada Concepción brilla como una estrella.

Ni siquiera los herejes y otros enemigos de la religión levantan oposición.

Todos los escritores católicos que tratan el tema expresan su plena e integral convicción de una verdad considerada de tradición apostólica.

Sin voces disidentes, sin luchas entre teólogos, sin reservas al respecto.

Con el término propio - Inmaculada - o por su equivalente salvaje, siempre encontramos a María: toda bella, libre de todo pecado, libre de la mancha original, preservada de toda imperfección.

Es la Inmaculada, como siglos después la Iglesia la proclamará en definición dogmática, que utilizará para siempre como una verdad implícitamente revelada en el Evangelio y explícitamente confirmada por la fe universal del catolicismo.

Notemos bien esta firmeza y esta unidad docente, tanto para preparar nuestro Espíritu para la emergencia final del dogma que debe florecer en este tallo, como para comprender y apreciar en su valor razonable las vacilaciones que encontraremos en el próximo. Dos siglos, vacilaciones permitidas por Dios, e incluso necesarias, para obligar a los teólogos a estudiar hasta el fondo esta gloriosa prerrogativa de María, y definir todas sus consecuencias.

Como conclusión doctrinal, que resume todo lo que acabamos de ver y sintetiza en un rayo de luz los diversos aspectos de la Inmaculada Concepción, reproduzco aquí un soneto realizado por el mismo diablo, en 1823, a través de un niño analfabeto de 12 años, poseído y exorcizado por dos compañeros dominicos, en la ciudad de Ariano, de Apulia. (Italia)

Los dos sacerdotes imponen al poseído la obligación de probar teológicamente con un soneto de rimas indicadas; Hijo y Madre, la Inmaculada Concepción de la Madre de Jesús.

El pequeño analfabeto poseído, en un impulso, compuso el siguiente Soneto, que es, por el modo de hablar y por la profundidad de la doctrina, una obra inimitable, por encima de la capacidad intelectual de cualquier persona, por ilustrada que sea.

Es el resumen de toda la doctrina de la Inmaculada Concepción, y el eco perfecto y fiel de la tradición de los primeros doce siglos del cristianismo:

 

Hijo,

Verdadera madre soy, de un Dios que es

Y yo soy su hija, así como su Madre;

Ab aeterno, nació, pero es mi Hijo,

Bueno, nací en el tiempo, soy tu madre

 

Él es mi Creador, pero es mi Hijo,

Soy tu criatura y tu Madre;

El prodigio fue divino, ser mi Hijo,

Un Dios eterno y yo soy su Madre.

 

Común es casi ser, para Madre e Hijo,

Por el Hijo, la Madre tuvo que ser,

Y de la Madre también tenía que ser el Hijo.

 

Ahora bien, si el Hijo tuviera a la Madre;

¿O se dirá que el Hijo fue manchado,

O sin lápiz de labios, si tienes que decirle a mamá.

 

El teólogo más sutil sería incapaz de superar, en firmeza y profundidad doctrinal, la exposición sucinta de la Maternidad divina, la pureza virginal y la Inmaculada Concepción de María.

El Papa Pío IX, conociendo este soneto, lo leyó llorando de emoción y proclamándolo una perfecta exposición de la Inmaculada Concepción.

El diablo se convirtió en el panegirista obligado del dogma más profundo, que concierne a la Madre de Jesús.

Es una confesión forzada, permitida por Dios, para revelar al mundo la gran prerrogativa de su Santísima Madre, mostrando al mismo tiempo la unión íntima, sagrada e inseparable que existe entre el Hijo y la Madre.

 

CAPITULO VI

A la Inmaculada Concepción

SEGÚN EL DOGMA Católico

Antes de exponer todo el resplandor de la Inmaculada Concepción, es necesaria una observación sobre el desarrollo de los dogmas.

Los dogmas católicos, aunque objetivamente inmutables , cambian subjetivamente , según el grado de inteligencia y penetración de quien los estudia.

Hay en los dogmas inmutables "simpliciter" un verdadero crecimiento "secundum quid".

¿Y cómo se hace ese crecimiento?

Todas las verdades sobrenaturales, por disposición divina, pasan, como a través de tres estados .

1er. La simple verdad, a menudo implícitamente contenida en cualquier principio universal.

2do. Retos, objeciones, ataques de enemigos de la religión o dudas de los propios teólogos.

3er. El refinado estudio o polémica en la refutación de errores, o en el esclarecimiento de dudas, que resalta los diversos aspectos de la verdad controvertida.

Así procedió Jesucristo, enseñando a sus apóstoles.

Tengo muchas cosas que contarte, dice, pero ahora no las puedes entender (Jn 16,13).

La Inmaculada Concepción tuvo que pasar por esta triple fase de desarrollo.

En el capítulo anterior vimos la primera fase: la simple verdad .

Ahora vamos a asistir a la segunda fase: la impugnación , y terminaremos con la tercera: un estudio minucioso que le dará a esta verdad todo el brillo de la fe y la inteligencia.

 

I. Primeras vacilaciones

En los primeros once siglos, la historia no presenta ningún desafío a la verdad católica sobre la Inmaculada Concepción.

Cada uno de los Doctores simplemente siguió las luces de la fe y la atracción de su piedad hacia los Sma. Una virgen y no pretendía profundizar más en un tema que no tocaba los fundamentos esenciales de la religión, y que ningún hereje atacaba.

A principios de este siglo, el tema cambia de aspecto ... Hay un intenso desarrollo de estudios filosóficos que abren nuevos horizontes.

Los teólogos escudriñan la doctrina y penetran los misterios, queriendo conocer la religión en profundidad.

Fue un progreso notable, necesario, pero no exento de peligros.

El estudio de la religión es el más sublime de los estudios, pero debe ser dirigido por una autoridad competente .

En cuestiones inciertas e indefinidas, Roma abre el campo a los estudiosos y solo, cuando hay peligro de desviación o error, interviene con su magisterio infalible.

Por lo tanto, se permitió discutir los fundamentos de la Inmaculada Concepción ... examinar los pros y los contras, con el fin de apoyar mejor la enseñanza católica.

Esto es lo que sucedió y lo que abrió la puerta a las primeras dudas, vacilaciones e incluso ciertas, pero muy raras negaciones.

Algunos se declararon abiertamente a favor, otros dudaron o encontraron inútil tal privilegio para la gloria de la Madre de Jesús.

Algo admirable, sin embargo, donde se ve el dedo de Dios: - todos aquellos que hablaron contra la verdad tradicional, o luego se retractaron de su opinión, o dejaron en sus propios escritos argumentos y armas para destruir lo que habían afirmado.

El célebre abad Rupert es el primer escritor eclesiástico que encontramos en el umbral del siglo XII como uno de los que al principio negaron la fe en la Inmaculada Concepción y la adoptaron más tarde, convirtiéndose en sus fervientes seguidores.

Escribió en su Comentario al Cantar de los Cantares, que María podía, como cualquier otra criatura, aplicar estas palabras del salmista: He aquí, yo fui concebido en iniquidad, y que siendo parte de la descendencia de Adán, ella había heredado, como los demás hombres, pecado original.

Poco después, y en el mismo libro, se retracta y defiende por completo la antigua tradición.

"La serpiente, dice en el libro VI, mordió el talón de la sierva; pero tú, oh hija del Príncipe, has herido la cabeza de la serpiente ... Sólo tú eres libre entre todas las hijas de los hombres ... estás singularmente libre de el yugo de todo pecado! " (1)

Tal es el comienzo de las vacilaciones y retracciones que encontraremos en los dos siglos que siguen, que será la preparación de la luz plena lo que pronto presenciaremos.

São Bernardo es, sin duda, el faro luminoso de este siglo.

Al mismo tiempo, es un amante de la Santísima Virgen.

Y a pesar de ello el gran Doctor no escapa a las vacilaciones de sus contemporáneos.

Escribió páginas ardientes, llenas de doctrina y amor a la que tituló: Rapiriz cordiums, la seductora de los corazones, pero sobre la Inmaculada Concepción escribió poco, y en este poco aparece casi hostil al gran privilegio de María, como el demostrar varios extractos de sus escritos.

Posteriormente, S. Bernardo se retracta y defiende lo que parecía casi querer pelear al principio.

En sus sermones sobre el "Ave la Reina" encontramos clara y expresada su profesión de fe sobre este punto. El escribe:

"El arca fue construida con madera de Setum, porque María fue escogida de antemano por el Espíritu Santo, y completamente preservada de toda mancha, aunque la naturaleza de sus padres estaba viciada por el pecado". (dos)

1) Ideirco ancillae calcaneum Serpens momordit. Tú autem, oh filia Principis, singularis libera es a omni jugo ti. (Rup. Lib. 6 en cant.).

2) María, de patrum natura per peccatum vitiaia, duncert originem, praelocia tamen est per Spiritu Sanctum et praeservata ad purum (BVM Serm.)

Aquí hay un pasaje aún más explícito: eres inocente de la mancha original y las fallas actuales. ¡Nadie comparte ese privilegio contigo! (3)

Y en otro sermón el santo dice: "Entre los hijos de los hombres no hay ninguno, ni grande ni pequeño, que no haya sido concebido en pecado, aparte de la Madre de la Inmaculada, que no pecó, pero borra los pecados del mundo. Cuando se trata del pecado, ¡no quiero que se mencione en absoluto! "

"La carne de María proviene de Adán, pero la falta de Adán en ella no se adhirió". (4)

Otras dos figuras importantes de este período son: Hugo y Ricardo de S. Victor . Citemos un extracto del segundo.

"María es toda hermosa, porque la gracia se apoderó de ella y no hubo lugar en ella para el pecado.

Las estrellas están cubiertas de tinieblas, los santos se ven obstaculizados por la culpa común a todos los hombres.

La Santísima Virgen, sin embargo, era toda hermosa; el sol de la justicia lo iluminaba todo y lo penetraba con sus rayos. No tiene mancha, ni sombra de pecado "! (5)

3) Innocens fuisti ab originatibus et actualibus peccatis. Nemo ita prater te. (Serm. 4 en Guardar registro)

4) Non est in filiis hominum magnus vel parvus, quin nom in peccati fuerit conceptus, praeter Matrein Immaculati!

(Sermo 3 de Caena Dom.)

Querida Mariae ex Adam asume, Adae no admite máculas. (Serm. De Nat.)

5) Beata Virgo tota puichra fuit. (Ric.S. Vic).

 

II. siglo XIII

Es el siglo de los grandes doctores: San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura, Alejandro de Halas, Santo Domingo, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua y otros, cada uno rivalizando con el otros en sabiduría, santidad y amor a la Madre de Jesús.

Y, providencialmente, casi todos compartieron más o menos, al inicio de su carrera teológica, las dudas, las vacilaciones transmitidas por los médicos y escritores del siglo anterior.

No quieren negar la Inmaculada Concepción, pero dudan en defenderla; o negándolo tímidamente, lo afirman, al final, como habían hecho antes el abad Ruperto y São Bernardo.

Sin embargo, no pensemos que la vacilación fue universal: ni mucho menos. Muchos conservan intacto y sin dudarlo el precioso depósito de la tradición.

Los obispos de Inglaterra incluso instituyeron una fiesta en honor a la Inmaculada Concepción.

Santo Domingo nunca vaciló en su ardiente fe, y en un tratado que escribió sobre la Eucaristía contra los Albigenses cita y explica las palabras de Sto. Andrés, ya citado anteriormente (p. 120): "Como el primer Adán fue formado de la tierra virgen, que nunca fue maldecida, así fue apropiado que así fuera con el segundo Adán, cuya tierra, es decir, la Madre, era una Virgen, que la maldición no la había alcanzado ”.

Los serafines de Asís no escribieron sobre la Inmaculada Concepción, sino que la predicaron en todas partes y consagraron su Orden a la Virgen Inmaculada.

Sto. Antonio predicó la misma verdad, sin escribir nada al respecto.

Alexandre de Haiés enseñó, en un principio, que la Virgen Augusta no estaba exenta del pecado original, sino postrada por una enfermedad mortal, en la que creyó ver un castigo de Dios, se retractó y escribió un libro en defensa de la Inmaculada Concepción. .

Su historiador dice que al final de su vida siempre repetía estas palabras: Oh María, ella es mi Soberana, eres toda hermosa, toda encantadora, y nunca ha habido una mancha original o actual en ti. (6)

El Cardenal y al Hugo , dominicano, defiende la misma doctrina, y explicando las palabras del Ángel: gracia Ajastes ante el Señor, dice: Ajastes lo que Eva había perdido. Eva había perdido la gracia original y María la recuperó. Y más adelante dice: El primer privilegio y María es la inmunidad del pecado. (7)

6) Maria, Domina mea, tota pulrhra es, et formosa, et macula originalis aut actualis in te nurquam fait.

7) Invenisti quidquid Eva amiserat Primem Mariae privilegium immunitas a peccato. (en el capítulo 1 fac.)

Junto a estos grandes teólogos que nunca se desviaron de la antigua tradición y que nunca vacilaron en su fe, lamentablemente encontramos grandes y sublimes genios, que se dejaron llevar por las ideas actuales, y emitieron opiniones que, afortunadamente, retrataron después, para adherirse. a plenamente a la única verdad siempre firme y siempre luminosa en la Iglesia y entre el pueblo cristiano.CAPITULO VI

La misma vacilación penetró el Espíritu de San Alberto Magno y Santo Tomás , dos genios, dos águilas del saber y dos devotos de la Madre de Jesús, pero digamos: sólo vacilaron un momento, se retrajeron y se adhirieron plenamente a la gran y sublime privilegio.

En sus "Sentencias", Sto. Alberto el Grande vacila, pero en su libro Alabanzas a María la vacilación desaparece y declara positivamente la pureza inmaculada de la Santísima Virgen.

"La Virgen sola, escribe, estaba exenta de esta ley general: todos pecaron en Adán". (8)

Sto. Tomás de Aquino , el sublime discípulo de Alberto el Grande, quizás por influencia de su Maestro, cayó en la misma vacilación en su Summa Teológica, (S. Tom. II. Pq 27. art. 2) pero se retracta completamente más tarde, en la exhibición del Saludo Angélico, diciendo que la Virgen Augusta era perfectamente santa a los ojos de Dios, y que el pecado nunca permaneció en ella: "María era perfectamente pura de toda mancha; no contactaba con el pecado original ni con ningún pecado mortal o venial . " (9)

Y de nuevo: "Excepto la Santísima Virgen, que estaba totalmente libre de pecado, original o venial". (10)

8) Hico enim Virgo sola a cemmuni ilia regula excipitur: Omnes peceaverunt en Adam.

9) Maria purissima fuit quantum ad omnem culpa, quia nee originate, nec mortale, nec veniale pecatam incurrit. (Opusc, 8)

10) Excepto B. Virgitio ceum omnium a peccato immunit fuit originaliae veniale (Cit. De Henriguez)

En otra parte y en un texto que nadie discute, Santo Tomás es igualmente positivo: explica en qué consiste la pureza, y dice que puede haber un ser creado, tan puro, que nadie más puede ser más puro que él, de modo que entre seres creados, tal ser es absolutamente ajeno al contagio del pecado y el Santo Doctor agrega: "Tal era la pureza de la Santísima Virgen, que estaba exenta del pecado original y del presente. Sin embargo, su pureza fue rebajada de Dios, porque, estrictamente hablando, el pecado le es imposible ". (11)

San Buenaventura a sí mismo no escapó a la misma vacilación; pero se presentó a sí mismo como sus dignos emuladores.

Citemos este extracto, tomado de su segundo Sermón sobre el Sma. Virgen:

"Digo en primer lugar que Nuestra Señora se llenó de gracia preventiva, gracia destinada a preservarla de la mancha de la falla original, que habría contraído, debido a la corrupción de la naturaleza, si no hubiera sido preservada y prevenida. con ayuda especial, pues el Hijo de la Virgen estaba, solo él, exento de la falta original, y con él la Virgen su Madre.

"Debemos creer, de hecho, que, en el primer instante de su Concepción, el Espíritu Santo, a través de un nuevo modo de santificación, (la preservó del pecado original, no destruyendo lo que habría existido, sino preservándola, por un especial gracia, para que el pecado no exista en ella "(12).

11) Et talis fuits B. Virginis, quae a peccato originail, et actuali immunis fuit. (S. Th, en 1 d 15 q 1 a 3)

12) Dico primo-quod Domina nostra fuit full gratia praeniente in your santificatione; gratia scilicet praeservativa contra foeditatem originalis culpae quam contraxisset ex corrupte naturae, nisi speciali gratia praeservata, preventaque fuisset. Solus eaim Filius Virginais fuit ub originali culpa immunis, et ipsa Mater ejus Virgo.

Credendum est enim, quod new santificationis genere in ejus conceptiotis primordial Spiritus Sanctus eam a peccato Originali, non quod infuit, Sed quod intuisset redemi, hasta singulari gratia praeservavit. (S. Bonav. Serm. 2 de BMV)

1) John Duns, llamado Scol, por su país de origen Escocia, murió en 1808.

 

III. El estudio exacto

Esta fue la segunda fase de la Inmaculada Concepción:

El reto. Una fase aguda, en la que los más grandes genios naufragaron, por un instante, pero para levantarse, más tarde, con más fuerza y ​​más celo, en defensa del gran privilegio de María.

Fue Dios quien lo permitió, para que el tema pudiera ser estudiado más, más explicado, para que, a través del estudio, los teólogos pudieran arrojar sobre este privilegio la luz refulgente de la Biblia, la tradición y el razonamiento, un triple foco de luz que debe iluminar. la Inmaculada Concepción, y preparando los elementos de un futuro anuncio dogmático.

Qué pasó. Es esta radiación luminosa la que se presentará a nuestros ojos desde principios del siglo XIV, comenzando con el Dr. Subtil, Duns Scot (1), y terminando con el anuncio de la verdad, como dogma de la fe católica.

Será la tercera y última fase del gran dogma.

Será la gloria del siglo XIV.

Y este triunfo se debe sobre todo al espíritu penetrante del gran franciscano Duns Scot, que en seguida refutará todas las objeciones en contra, y hará brillar en todo su esplendor la antigua tradición apostólica, preparándola para el anuncio dogmático definitivo.

La teología adoptada por Duns Scot toma una dirección diferente y nueva en la forma de explicar la Inmaculada Concepción de María.

Duns Scot no solo aceptó en la escuela franciscana o escocesa una fe generalizada en este dogma, no solo determinó su orden, para jactarse de esta creencia, sino que provocó una verdadera revolución en otras escuelas, al darse cuenta del acuerdo entre la teología y la doctrina. Costumbre de la Iglesia que conservaba la antigua tradición y el sensus fidelium o creencia general de la gente.

Este completo acuerdo es la gran obra de genio que inmortalizó al teólogo franciscano Duns Scot .

São Boaventura, en la discusión de la opinión opuesta a la Inmaculada Concepción, había admitido la posibilidad (potuit) de esta Concepción, pero se declaró en contra de su conveniencia (decuit), mientras Duns Scot defendía la posibilidad y la conveniencia.

Resume la posibilidad en tres razones principales:

1. María podría estar exenta del pecado original.

2. Ella podría haber contraído el pecado original en un solo momento y luego ser limpiada.

3. Pudo haber tenido la mancha original, un cierto tiempo, siendo purificada más tarde.

La primera afirmación es la única conveniente, y es esta conveniencia lo que Duns Scot quiere demostrar, poniéndose desde varios puntos de vista diferentes.

Sigamos por un momento el hermoso y profundo razonamiento del defensor de la Inmaculada Concepción.

 

IV. Argumentos de Duns Scot

Puede reducirlos a cuatro.

1. La universalidad de la redención.

Lejos de negar la necesidad de la redención de todos los hombres o de negar al Salvador el privilegio exclusivo de la elevación sobre todas las criaturas, la Inmaculada Concepción de María hace brillar aún más la misericordia del Salvador, preservando a un miembro del género humano de toda miseria.

María es este miembro privilegiado, pudiendo liberarse mucho más fácilmente de la mancha original, ya que este pecado no proviene de una falta personal, que sería la causa necesaria de esta mancha, sino sólo de una extraña falta: la culpa. de Adán.

2. El poder del Redentor.

El poder y la eficacia de la redención se manifiestan mejor cuando abren las puertas del cielo a todos los hombres y preservan al menos a un miembro de la especie humana de la ira o enemistad de Dios.

La enemistad de Dios es un mal mayor que la pérdida del cielo, porque es la causa de esta pérdida.

A través de la Inmaculada Concepción de María, el poder de la redención se muestra claramente, porque, además de la redención general, preservó a una criatura de todas las faltas.

3. Reciprocidad del amor

Sería oportuno que esta gracia particular fuera concedida a la Madre de Dios, y que se hiciera esta excepción a su favor, para que el amor forme los lazos más íntimos de su unión con su Hijo.

La reciprocidad del afecto crece como resultado directo de los beneficios recibidos, por lo que mayores beneficios deben ir acompañados de un amor más ardiente.

Ahora bien, la redención no puede conferir a María una gracia mayor que la eximirla del pecado original, pues tal exención la eleva por encima de todos los hombres.

Por tanto, Dios debe eximirla.

4. Los tronos en el cielo.

El gran número de los redimidos debe ocupar los tronos, que quedaron vacíos por la prevaricación de los ángeles rebeldes.

Un lugar habría estado vacío si ningún miembro de la especie humana, preservado del pecado, no representara la pureza angelical en el cielo.

Este lugar, que los ángeles caídos debían ocupar pero perdido, estaba reservado para los hombres.

El diablo impidió que Adán y Eva lo alcanzaran.

Este lugar fue ocupado por la segunda Eva, por María, que representa, en pureza angelical, la exención de toda mancha.

El diablo, seduciendo a Adán y Eva, se opuso a los planes de Dios.

Y los hijos de los hombres, de hecho, de acuerdo con el orden divino, debían llenar los vacíos hechos en la corte celestial por la rebelión de los ángeles.

El segundo Adán y la segunda Eva restablecieron el plan divino, superando a los ángeles mismos en pureza y gracia.

Por tanto, al lado del Cristo Inmaculado debe estar su Madre Inmaculada, como en el paraíso real, al lado del Inmaculado Adán, estaba la Inmaculada Eva.

* * *

Frente a estas consideraciones, los argumentos de Santo Tomás, contra la conveniencia de la Inmaculada Concepción de María, carecen de fuerza ...

De hecho, Jesucristo es y sigue siendo el Redentor de todos los hombres y concede a su Madre la gracia más sublime y perfecta de su redención.

La Santísima Virgen, aunque concebida de forma natural y bajo la influencia de la lujuria carnal, no se sigue de esto que la mancha de la carne trajo consigo el pecado.

La lujuria excesiva persiste en el bautizado sin pecado. (13)

13) Tamen infectio carnis manens post baptismum, no es necesario causa quare maneat peccatum originale delectum per gratiam collatam. (D, escocés: en Senten. 3 d.3q1.)

14) Si auctoritati ecclesiae vel auctoritati scriturae sobre repugnat, videtur probabile, quod excelentius cet atribuere Mariae, videlicet quod non est in originali concepta. (ibd.)

Se dice que María había sido sometida a las penas temporales del pecado original, en particular la muerte, y que por eso debió estar en deuda, al menos por un tiempo, con el castigo del pecado.

Esto no prueba nada, ya que es cierto que los castigos temporales pueden permanecer después de la remisión del pecado, si no tan reivindicativos, al menos medicinales.

Por eso Duns Scot concluye: "Si no repudias ni la autoridad de la Iglesia ni la autoridad de las Sagradas Escrituras, parece más excelente atribuir a María que no fue concebida en pecado original" (14).

La intervención de Duns Scot, a favor de la Inmaculada Concepción de María, fue el golpe mortal al error contrario, y restableció la antigua tradición apostólica, un instante combatido, por permiso divino, para que la cuestión pudiera estudiarse con mayor precisión, y puesto a plena luz sobre el gran privilegio de la Madre de Dios.

La Universidad de París, dividida en su opinión, llama a Duns Scot para escuchar sus pruebas a su favor.

Scot resolvió públicamente doscientos argumentos y con tanta doctrina, memoria y tan visible asistencia de Dios que convenció a todos, estableció definitivamente la enseñanza de la Universidad y en esta ocasión recibió el título de Victorioso.

La conclusión de sus doscientos argumentos era siempre: ¡No! María no pudo contraer el pecado original, como tampoco pudo cometer un pecado real; porque si hubiera estado manchada por el pecado, habría habido un momento en que la Madre de Dios era enemiga de Dios.

Y en esta ocasión la Universidad prohibió a sus miembros atacar la Inmaculada Concepción, y cuarenta años después obligó a todos los doctorados a prestar juramento de defender siempre este privilegio.

Las universidades de Colonha, Mayença, Valença y otras imitaron a París.

La Orden de los Franciscanos tomó la iniciativa en la defensa de la gloria de María Sma., Y decretó en 1823 la celebración solemne en todas sus iglesias de la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta se introdujo en Roma bajo el Papa Nicolás III.

E Las discusiones continuaron y provocaron estudios largos y profundos sobre el tema; la oposición cedió, derrotada por el peso de las pruebas positivas.

 

V. El triunfo de la verdad

Ahora podemos resumir. Después de la tradición apostólica, o de la simple verdad , cierta e indiscutible, llegó el momento del desafío , y esto dio lugar a los más bellos y profundos estudios sobre el tema.

Estos estudios han sacado a la luz, y con el resplandor de una verdad innegable, el privilegio de la Inmaculada Concepción.

Es el tiempo del triunfo que comienza y debe ser sellado por la proclamación oficial e infalible del dogma católico de la Inmaculada Concepción de María.

De vez en cuando, uno u otro todavía puede combatirlo, pero en todas partes los grandes teólogos y los grandes santos lo abrazan y lo defienden con entusiasmo.

Los concilios aún no proclaman el dogma de la fe, pero dicen claramente que es una verdad que un hijo de la Iglesia no puede negar .

A principios del siglo XV, el Papa Alejandro V , sin definirlo como la verdad de la fe, aprobó la doctrina de la Inmaculada Concepción.

Santa Brígida y Santa Izabel de Hungría se convirtieron en ardientes propagandistas del gran privilegio de María.

En 1410 San Vicente Ferrer , el gran predicador de la penitencia, se convirtió en el ferviente predicador de esta verdad, diciendo que María no era como nosotros en su Concepción, sino que fue creada, pura y santa, desde el primer momento, y luego el los ángeles celebraron la fiesta de la Concepción. (15)

15) Non creatur quia fuerit sicut in nobis, qui in peccatis concipimur, sed statim atque anima fuit creata, fuit santificata, et statem angeli in Coelo fecerunt festum Conceptionis, (S. Vic .: Serm. De Na.)

S. Bernardino de Senna , S. João Capistrano, el poeta Pedro Apolinário, Sto. Antonino, el dominico, San Lorenzo Justiniano, el gran carmelita Pedro Tomás y muchos otros teólogos de primer orden se convirtieron en propagandistas de la misma doctrina.

San Leonardo compuso un oficio de la Inmaculada Concepción, aprobado por el Papa Sixto IV.

Unos años más tarde, una legión de predicadores estaba propagando el mismo privilegio. Citemos, sólo porque son más conocidos: Nicolau da Cusa, Dionísio, el cartucho, Ambrosio, el camaldulo, Tiago de Valença, el cardenal Cayetano, etc.

En cuanto a los escritores católicos, defensores de esta verdad, es imposible citar la lista, baste decir que el mismo Lutero , que se convertiría en el gran enemigo de la Iglesia, fue uno de los más ardientes defensores de la Inmaculada Concepción.

Citemos sólo el siguiente pasaje, que es de Lutero, antes de que su inteligencia fuera pervertida por la adicción:

"Se cree piadosamente que la Concepción de María no tuvo pecado original.

La Virgen María está como en el medio entre Cristo y los demás hombres. Cristo, cuando fue concebido y comenzó a vivir, se llenó de gracia desde el primer momento.

Otros hombres son privados de la gracia en la primera y segunda Concepción, Ahora la Virgen María, aunque no llena de gracia en la primera Concepción, estaba en la segunda: Concepción, es decir, en la infusión del alma en el corpúsculo ya preparado, y esto no sin mérito.

Ella estaba en el medio entre todos los belenes. De hecho, nació de padre y madre; y concibió sin la intervención de un padre, de modo que se convirtió en la Madre de su hijo, en parte carnal y en parte espiritual; porque Cristo fue concebido en parte de su carne y en parte del Espíritu Santo.

Cristo, por el contrario, es padre de muchos hijos, pero sin padre ni madre carnales.

De esta manera la Virgen María se encuentra entre el nacimiento carnal y espiritual; donde termina lo carnal, comienza lo espiritual; ya que ella se encuentra en medio de estas dos concepciones.

Otros hombres son concebidos en pecado, tanto en cuerpo como en alma.

Cristo fue concebido sin pecado en cuerpo y alma. La Virgen María es concebida sin gracia, según el cuerpo; pero según el alma está llena de gracia.

Eso es lo que significaron para él estas palabras del Arcángel Gabriel: "Bendita tú entre las mujeres". (dieciséis)

16) Mariae conceptio pie creditur sine originali peccato facta esse ... Sic Virgo Maria quodammodo inter Christum et alios homines tenet medio. Sequidem Christus cum conciperetur et viveet, y el ipso articulo temporis gratiae plenus fuit. Coeteris homines sine gratia sunt, tum in priori quam posteriori Conceptione. Así Virgo María, quamvis juxta priorem Conceptionem non full gratiae erat, ta men juxta alter conceptionem (infusión en seildet animae in corpusculo jam preparato) full gratia crat, tatque hoc non immerito, etc. (Citatus a Canisio)

¡Qué distancia hay entre la doctrina de Lutero, el padre de los protestantes, y sus hijos y nietos de hoy, que casi todos albergan un verdadero odio por la Virgen Inmaculada!

Al escribir las líneas anteriores, Lutero aún no estaba vencido por la baja pasión carnal que lo había arrastrado a la perdición, pero juzgaba las cosas con el recto sentido de un Espíritu libre y desapasionado.

Ahora bien, todos sabemos que solo ese juicio encanta y manifiesta la verdad, mientras que las pasiones desconciertan y arrojan al Espíritu a los errores más extremos.

En el Concilio de Trento, de 1545 a 1563, los obispos aún no encontraron el momento oportuno para la definición dogmática, y para evitar el descontento de la oposición, se limitaron, en la quinta sesión, a definir la universalidad del pecado original, diciendo que no entendían para incluir a Ella, Virgen en este decreto general, He aquí sus palabras: "Este Santo Concilio declara que no es su intención incluir en este decreto, en lo que concierne al pecado original, a la Santísima e Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, pero que es necesario observar las Constituciones del Papa Sixto IV, de la Santa Memoria, bajo las penas contenidas en estas Constituciones, que el Concilio renueva ”. (17) De este decreto se desprende que el Santo Concilio admite casi en su totalidad la verdad de la Inmaculada Concepción, con sólo desunión en cuanto a la "oportunidad" del anuncio dogmático.

17) Deciarat tamen haec ipsa Sancta Synodus, non esse suae inteationis comprehendere in hoc decrete, ubi de peccato originali agitur, Beatam et Immaculatam Virginem Mariam Dei Genitricem, sed observando esse Constitutiones felicis Recordationis Sixti Papae IV, sub poenis in eis innovat. (Conc. Trid. Ses. 5)

Las Constituciones del Papa Sixto IV, que el Concilio de Trento renueva, dice que el Papa exhortó a todos los fieles a celebrar dignamente la Fiesta de la Concepción de María, y que abrió los tesoros de las Indulgencias en favor de quienes lo hicieron. En 1483, el mismo Papa impuso silencio sobre las discusiones de algunos teólogos, alegando que esta Constitución no se refería directamente a la Concepción de María, sino a su santificación después de la Concepción. El Papa rectificó la idea y declaró que se trataba directamente de la Concepción y de la propia María.

Los obispos del Concilio de Trento, no queriendo definir todavía la Concepción de María, para permitir que las ideas y opiniones maduren aún más, llamaron a la Madre de Jesús "la Santísima e Inmaculada Virgen María, lo que demuestra que todos creían en este glorioso privilegio de María.

Como puede verse, la fe del catolicismo es firme en este punto. '

La tradición de los Apóstoles de los primeros siglos, opuesta por un momento, continúa inalterada, firme, luminosa.

La fe en la Inmaculada Concepción es la creencia universal de la Iglesia.

La magnífica flor que algún día debería adornar la diadema de María con la proclamación solemne de esta verdad aún no ha florecido. Se necesitarán otros tres siglos para llevarlo a su máxima perfección; sin embargo, el capullo se forma ... y en el tiempo señalado por Dios, florecerá, manifestando al mundo la riqueza de sus colores y el perfume de sus pétalos Inmaculados.

 

VIO. la creencia universal

Aquí es donde estaba la piadosa convicción de la Inmaculada Concepción, cuando el Papa Pío IX decidió proclamar esta verdad como dogma de fe .

Nuestros Hermanos separados, los protestantes pobres e infelices acusan a la Iglesia de haber inventado este dogma.

Y dígame lector, después de haber recorrido fielmente la tradición aquí transcrita, desde la época de los Apóstoles hasta nuestra época, si se trata de una novedad, una invención o simplemente el anuncio de una verdad siempre existente, siempre creída y sólo discutida por ¡un par de siglos!

El sentido común y la sinceridad están obligados a confesar que la Inmaculada Concepción está implícitamente expresada en el Antiguo Testamento, casi explícitamente revelada en el Nuevo Testamento, y transmitida formalmente por la tradición apostólica, a través de los siglos y de las naciones.

¿Qué es el protestante sincero y leal que, si fuera cabeza de la Iglesia, dudaría en aceptar una verdad tan luminosa y tan probada, y dudaría en proclamarla como una verdad cierta, irrefutable, divina?

Ninguno; porque contra la evidencia no hay resistencia.

Esto es lo que hizo el Papa Pío IX.

El protestantismo invadió la Iglesia, arrancando de su seno a miles de sus hijos, engañados y reducidos por el fanatismo de los sectarios de Lutero.

La Iglesia, en el Concilio de Trento, tomó las medidas necesarias para preservar la unidad y la integridad de la fe, mediante la composición de su admirable "Catecismo".

La Iglesia triunfó, como siempre.

Pero a pesar de estar triunfante, lamentó la partida de miles de sus hijos.

Era necesario traerlos de vuelta al seno de la verdad.

¿Y cómo operar esta renovación?

Por la Virgen María, por la Madre de Jesús y de los hombres.

¿No es ella la Mano de todos?

¿Y cómo mamá puede desinteresarse de los trabajadores protestantes?

¡Ah! blasfeman su nombre y rechazan su reino, es cierto; pero importa poco; una madre mira más alto y más lejos que la ofensa del niño rebelde.

Ella ve la salvación de este niño.

Es por eso que un día el Sacro Romano Pontífice, Pío IX, por inspiración divina, entendió que había llegado el momento de exaltar la figura radiante, dulce y atractiva de la Santísima Virgen, colocando una nueva diadema en su frente virginal que llamaría la atención. del mundo, y obligó a los hombres, por así decirlo, a volver la mirada hacia ella.

Y esta diadema, que la Sagrada Escritura ha manifestado a los hombres, y que los siglos han pulido, pulido por la fe, el estudio y la devoción, es la Inmaculada Concepción .

¡Oh! ¡Habla, Peter, habla! El mundo espera, el cielo escucha, los ángeles se regocijan, los hombres alegran.

Di una palabra, la palabra de tu infalible autoridad, y el glorioso dogma de la Inmaculada Concepción será aceptado por todos, y la Santísima Virgen se manifestará a los ojos de todo el universo, como Madre de los justos, Madre de los pecadores, como es Madre del Divino Justo, de la Víctima de los pecados, de Jesús.

Pío IX, por cartas privadas, consultó oficial y solemnemente a la Iglesia universal, en la persona de sus obispos, sobre la fe de los pueblos en la: Inmaculada Concepción.

El episcopado respondió y el Papa recibió 543 cartas de cardenales, arzobispos y obispos de todo el mundo.

El Santo Padre tomó nota de todo, y el 2 de febrero de 1849, desde su exilio en Gaeta, dirigió una encíclica a todos los obispos, en la que atestiguaba las peticiones que le llegaban de todos lados y les comunicaba los resultados. de las consultas.

De los 543 prelados que respondieron a su invitación, 484 dan fe de su firme fe y de la de sus diocesanos en la Inmaculada Concepción, y piden urgentemente una definición pura y simple.

Diez piden una definición indirecta.

Veintidós expresan dudas sobre el momento de la definición o temores sobre las consecuencias.

Cuatro no hablan de la definición.

Dieciocho se declaran en contra de la conveniencia de la definición, y entre ellos solo seis en contra de la definición de tradición piadosa.

Sin embargo, ningún obispo, incluso entre los seis opuestos, afirma que tal creencia no existe en su diócesis, e incluso que no es comúnmente aceptada.

Dieciséis de ellos afirman que tal creencia está tan profundamente arraigada que no tendrían el valor de ordenar oraciones o consultar con la gente, por temor a escandalizarlos haciéndoles creer que puede haber dudas al respecto.

Había llegado el momento. El sucesor de San Pedro puede hablar ... y su voz, eco de la voz divina, será también el eco de la creencia universal del mundo.

 

VII. La proclamación del dogma

Para concluir el planteamiento doctrinal e histórico del gran dogma, basta con recoger una de las palabras de la bella y luminosa Bula del Santo Padre Pío IX, proclamando el dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Madre de Dios.

El 8 de diciembre de 1854, Pío IX, rodeado de 53 cardenales, 43 arzobispos, 100 obispos y más de 50.000 peregrinos de todo el mundo, se levantó de su trono en la basílica de San Pedro, en Roma, en la plenitud de su infalible autoridad. , pronunció y definió que: la doctrina que profesa que la Santísima Virgen María, desde el primer momento de su Concepción, fue, por gracia especial y privilegio de Dios Todopoderoso, vista desde los méritos de Jesucristo, Salvador de la humanidad, preservada y exenta de toda mancha del pecado original, es revelada por Dios y, por tanto, debe ser formalmente creída por todos los fieles. (18) Un silencio religioso hizo posible escuchar cada palabra del Santo Padre, que se sintió tan conmovido que se vio obligado, en varias ocasiones, a interrumpirse para dar rienda suelta a sus lágrimas.

18) Declaramus pronunciamus et definimus, doctrinam, quae tenet, Beatissimam Virginem Mariam in primo instanti suae Conceptionis fuisse singulari omnipotentis Dei gratia et privilegio, intuita meritorum Christi Jesus Salvatoris humani generis, ab omnis originalis culpae labe proeservatam, este immunis atquen ideirvatam fidelibus firmiter, constarque Credendam. —PIUS PP. IX.

Es de destacar que Fio IX, en esta circunstancia, tomó solo la nota consultiva de los Obispos, prescindiendo de sus voces deliberativas, decidiendo solo, por sí mismo, por su autoridad personal, tanto de la oportunidad como de los términos de la definición.

De esta manera preparó la definición de infalibilidad pontificia que el Concilio Vaticano proclamaría en julio de 1570.

Preludió así, con un acto de singular solemnidad, el ejercicio de una autoridad, que pronto sería proclamada como dogma de fe.

Por tanto, es una verdad de fe que María es Inmaculada en su Concepción, y que el diablo nunca tuvo la menor influencia sobre la bendita mujer.

Cesaron las discusiones, el mundo aceptó con inmenso gozo la voz de Jesucristo, hablando a través de los labios de Pedro; y desde ese día, aparte de los protestantes pobres e infelices, el mundo se ha ceñido la frente pura de la Madre del Salvador con la Sagrada Diadema de la Inmaculada Concepción.

* * *

¡Pero no es suficiente!

El cielo quiso confirmar la voz de la tierra.

La misma Madre de Dios quiso proclamar la existencia del privilegio que la Iglesia acababa de definir.

Apenas tres años después de esta solemne proclamación, el 11 de febrero de 1858, María se dignó aparecer milagrosamente, quince días después, cerca del pequeño pueblo de Lourdes en Francia, a una pobre niña de 13 años llamada Bernadette.

Habiendo ido a recoger leña a la orilla del río y, cerca de Lourdes, llegando frente a una cueva natural, excavada en la roca de los Pirineos, la niña de repente oye un violento ruido de viento, y levantando la cabeza, cae de rodillas. como si estuviera eclipsada, aplastada por lo que está frente a sus ojos.

En el fondo y en la cima de la cueva, en una especie de excavación en la roca, se encuentra de pie, en medio de un resplandor sobrehumano, una mujer de incomparable belleza.

Este resplandor era tan suave como resplandeciente, y no se parecía en nada a la luz de este mundo.

La visión estaba lejos de ser indecisa; era un cuerpo humano real, una persona viva, que no se diferenciaba en nada de una persona común, excepto por el halo de luz y su belleza divina.

Era de estatura media; se veía muy joven, aunando el candor del niño, la pureza de la Virgen, la tierna seriedad de la madre, y la majestad de la edad y la soberanía.

Su semblante admirable irradiaba una gracia infinita.

Sus ojos azules tenían una suavidad que parecía derretir tu corazón.

Sus labios tenían una expresión de bondad y dulzura.

Los vestidos de la aparición, de tela desconocida en la tierra, eran más blancos y resplandecientes que la nieve de las montañas.

Este vestido largo y flotante mostraba los pies, que descansaban sobre la roca.

En cada uno de sus pies, de virginal pureza, brillaba una rosa dorada.

Una faja, celeste, colgaba en dos tirantes para acompañar el vestido hasta la parte inferior.

Un velo blanco le colgaba de la cabeza y le envolvía los hombros.

Un rosario, cuyas cuentas eran blancas como gotas de leche, cuya cadena de oro parecía luminosa, colgaba de las manos cruzadas de la misteriosa aparición.

Ella permaneció en silencio.

El 25 de marzo Bernadette me rogó que le dijera su nombre.

La aparición sonrió levemente pero no respondió.

Bernadette insistió.

La aparición parecía más resplandeciente, pero aún no respondió.

Bernadette insiste por tercera vez.

La aparición brilló más. tenía, como siempre, las manos entrelazadas con fervor: su rostro parecía irradiar la dicha del cielo.

Separó las manos, dejando que el rosario se deslizara por su brazo derecho; luego abrió los brazos, inclinándolos suavemente hacia la tierra, como para mostrar al mundo sus manos vírgenes, llenas de bendiciones divinas. Luego, elevándolos al cielo, dijo, con voz clara y encantadora, estas palabras: ¡Soy la Inmaculada Concepción!

Habiendo dicho estas palabras, la Santísima Virgen desapareció, y Bernardita estaba frente a una roca desierta.

La Virgen Inmaculada, la gloriosa Madre de Jesús, a quien el Papa acababa de mostrar al mundo, aureolada con la grandeza y el resplandor del nuevo dogma, vino a ratificar las palabras del sucesor y de San Pedro.

El Papa había dicho: ella es Inmaculada en su Concepción.

La Santísima Virgen responde: Soy la Inmaculada Concepción.

Es la llave de oro, que cierra para siempre la tradición ininterrumpida de los Apóstoles, que cierra toda oposición y abre las puertas del cielo, para que podamos admirar la gloria única de la Inmaculada Madre de Dios y nuestra Madre.

 

VIII. Conclusión

Aquí está el dogma de la Inmaculada Concepción, antigua como el mundo, en privilegio divino; 1950 años, en la persona de la Santísima Virgen.

No es nada nuevo: es una verdad básica de la religión de Jesús.

La verdad existió ... brilla en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Los Apóstoles lo proclamaron con toda la autoridad de su misión divina, y lo transmitieron a la posteridad como fuente sagrada de la grandeza de la Madre de Jesús, dejando a la Iglesia, o más bien al Espíritu Santo que dirige la Iglesia, el cuidado de elegir. el momento oportuno para manifestar al mundo el dogma implícitamente revelado en la Sagrada Escritura y expresado explícitamente en las tradiciones apostólicas.

Una cosa es revelar noticias, y otra utilidad es proclamar verdades existentes.

No hay nadie que no vea la diferencia entre proclamar una verdad y la existencia de esta verdad.

Se proclama lo que ya existe.

Cuando Dinis Papin proclamó, en 1710, la ley de la presión del vapor, esa presión existía desde que existía el vapor.

Cuando los padres Lona y Becaria proclamaron las leyes de la electricidad en 1100, esa electricidad existía desde el principio de los tiempos.

Cuando el padre Procopio Divisch (y no Franklin) proclamó, en 1759, la atracción del pararrayos, esa atracción ya existía, pero pasó desapercibida.

Cuando el padre Beda proclamó las leyes de las mareas ... las mareas, como las leyes que las gobiernan, existieron desde el principio.

Cuando el padre Alberto proclamó las leyes de la navegación aérea, tales leyes existían y solo eran aplicadas por sus sucesores.

Cuando el padre Nollet proclamó la electricidad de las nubes, esa electricidad había estado allí desde que había nubes en el firmamento.

Cuando el padre Copérnico proclamó el doble movimiento de los planetas sobre sí mismos y alrededor del sol ... tal movimiento ya se había estado produciendo desde la creación del mundo.

Se puede ver, por tanto, que proclamar una verdad no es inventarla, fabricarla, sino simplemente manifestarla públicamente.

Así sucedió con la proclamación de la Inmaculada Concepción.

El Papa no hizo a la Virgen Inmaculada, ni inventó una novedad, sino que sólo la manifestó al mundo e impuso una verdad sobre la fe católica, implícitamente contenida en la Biblia y explícitamente transmitida por la tradición apostólica.

Las pruebas que he dado de este hecho son irrefutables.

El hecho de la Inmaculada Concepción es, por tanto, una verdad revelada, cierta e indiscutible.

El protestantismo pretendía negar esta verdad, rebajando a la Madre de Jesús al nivel de otras mujeres.

Por tanto, era necesario y oportuno que se alzara la voz de la Cabeza de la Iglesia para refutar el error y proclamar la verdad.

Una verdad se convierte en dogma católico una vez que es proclamada como tal por la autoridad suprema de la Cabeza de la Iglesia.

El dogma de la Inmaculada Concepción pasó así por la triple fase, que desarrolla y forma todos los dogmas.

1. La simple creencia universal,

2. La aposición de contradictorios.

3. La proclamación solemne.

He desarrollado extensamente la verdad de la Inmaculada Concepción, porque la base fundamental de este dogma ha sido probada, los protestantes deben admitir las consecuencias de esta verdad, que son como las consecuencias de este primer principio. Por ser inmaculada, hay que admitir su perfecta santidad, su incomparable grandeza, su incomparable poder, su gloriosa asunción al cielo, su mediación universal, etc.

Todo se conecta, todo se une como los anillos de una cadena.

Suponiendo la existencia de una cadena, y teniendo en la mano el primer anillo de esta cadena, se debe admitir la existencia de todos los demás anillos.

No hay objeción que no se disipe ante las pruebas citadas, y el más rebelde, siendo sincero, debe admitir un dogma tan luminoso y resplandeciente como el sol a plena luz del día.

¡Oh! ¡pobre protestante querido! ¿No es todo esto sublime?

¿No es sentir el dedo de Dios, el amor de Dios, el diseño de Dios en todo esto?

¡Oh! por favor, no cierres tu corazón al amor de una madre tan querida.

Despreciar a tu madre es un crimen.

Despreciar a la Madre de Jesús es una blasfemia.

Abre tu corazón y deja que la luz, la fuerza y ​​el amor de la Santísima Virgen irradien en él.

Ella es la sonrisa de la religión.

Ella es la sonrisa del cielo.

¡Ella es la sonrisa de nuestra vida!

 

CAPITULO VII

Virginidad perpetua de María

Un maestro de exégesis hebreo y del Nuevo Testamento en el Seminario Bautista de Río, trató de refutar el dogma católico de la virginidad perpetua de María Santísima, queriendo demostrar a toda costa que la Madre de Jesús tenía otros hijos.

El distinguido profesor no hizo honor a su título, haciendo una defensa torpe y una refutación sin argumentos. No probó nada ni refutó nada. Simplemente tejió telarañas alrededor de una verdad luminosa, que la Iglesia defiende y que, para protestar, los protestantes niegan.

Hay en la defensa del digno profesor un esfuerzo titánico por probar lo imposible de probar y negar lo innegable.

Creo que hay sinceridad en el argumento antes mencionado, pero no hay penetración ni lógica.

El maestro bautista mezcla textos e interpretaciones.

Ahora bien, no es citar textos lo que refutamos o probamos una tesis. Hay que tener un poco de lógica, razonar en estas citas, no desviando los textos de su sentido natural, sino dándoles la interpretación hermenéutica que el contexto exige y los lugares paralelos imponen.

Después de leer este artículo, el lector ya no sabe en quién debe creer, lo duda de todo y en lugar de fortalecer su fe, siente que todo flaquea y se pierde en la sofistería acumulada.

Intentaré arrojar un rayo de luz sobre la exposición laberíntica del profesor protestante, a través de una exégesis clara e inconfundible.

Vamos por partes.

 

I - Virginidad y Matrimonio

Aquí está la primera parte del argumento del maestro bautista:

Las Sagradas Escrituras de ninguna manera pueden degradar a la Bendita entre las mujeres, ni negarle ningún honor que le pertenezca.

Por el contrario, la verdadera enseñanza del Nuevo Testamento sobre la virginidad de María, en la concepción de Jesús por el Espíritu Santo (Mt.1,20); sobre su matrimonio posterior, y la concepción de otros hijos por su legítimo esposo, José, en lugar de deshonrarla, la honra, en la glorificación de la maternidad como tal, en el plan sagrado de Dios. La falsa teoría clerical romanista, de que el celibato (con todos sus males) es un acto más puro que el matrimonio, es responsable del dogma, por la Iglesia católica inventada, de la virginidad perpetua de María ”.

Es una pequeña pieza indigerible. Intentemos analizarlo con claridad y sinceridad.

El maestro quiere decir:

1 - Que la Sagrada Escritura no puede degradar a la Virgen María.

¡Muy bien! Estamos de acuerdo; pero ¿por qué entonces buscar al sr. degradarlo negándole un título que la misma Escritura le confiere?

 

2 - El nacimiento de otros hijos glorificaría la maternidad de Maria Sma.

Esto es triste y fenomenal y no supone ninguna comprensión de la dignidad de Madre de Dios.

Maria Sma. ella es la Madre de Jesús.

Ahora bien, ¿qué maternidad más gloriosa puede haber que esta?

¿Qué sería más digno: ser la Madre de Dios o ser la Madre de toda la humanidad?

Todos los hombres juntos no valen un solo Jesucristo.

Qué honor podría traerle a Maria Sma. el nacimiento de otros hijos, si el Hijo de Dios ya ha nacido de ella?

Maria Sma. ella tiene toda la gloria en su maternidad divina ... ¿Qué puede traerle una maternidad humana?

¿No ve, querido profesor, que incluso el sentido común se rebela contra tal afirmación? ...

Es como si dijeras: Santa Mónica fue la madre de San Agustín, pero para enfatizar su maternidad, también fue madre de varios campesinos pobres.

¿Qué destaque recibiría Santa Mónica de esto?

A ella le basta el honor de ser la madre de San Agustín, que supera, por genio, virtud y popularidad, a estos otros que serían agricultores.

La maternidad legítima es siempre honorable, y es tanto más honorable cuanto más digno es el niño.

Ahora el hijo de María es Dios.

¿Qué resplandor te traería el nacimiento de Santiago, José, Judas y Simón? ...

Entonces, querido profesor, ¡su argumento es inútil!

* * *

Este falso principio denota en mi oponente un desconocimiento insólito de la religión católica o una idea obsesiva y preconcebida.

Para comparar algo, querido profesor, es necesario conocer los dos términos de la comparación. Es una pequeña regla de toda lógica.

Para comparar el protestantismo con el catolicismo, es necesario conocer ambos.

Ahora demuestras que ignoras por completo la enseñanza católica ... porque le atribuyes lo que rechaza y niegas lo que no profesa.

¡O ignorancia o malicia! ... ¡Elige, querido maestro de hebreo!

Habla de la "falsa teoría romana de que el celibato es un estado más puro que el matrimonio".

Esta es una ignorancia imperdonable en un profesor de exégesis.

Sí, el celibato es un estado más sagrado que el matrimonio; esta es la enseñanza de la Iglesia, y es de la Iglesia, porque es de la Sagrada Escritura.

¿Es posible que todavía no hayas leído el capítulo VII de la Epístola de San Pablo a los Corintios?

Que un maestro de exégesis del Nuevo Testamento ignore esto ... ¡es colosal! ...

Léalo, querido profesor, y saque la conclusión que conlleva.

Las premisas son correctas, ya que son divinas; la conclusión también debe ser correcta.

São Paulo escribe:

"A los solteros ya las viudas les digo que les conviene que se queden, como yo. (2Cor.7,8)

Pero en cuanto a las vírgenes, no tengo ningún mandamiento del Señor; pero doy consejo, como quien ha obtenido la misericordia del Señor para ser fiel.

Entiendo, por tanto, que esto es bueno para que el hombre sea así (soltero).

¿Estás conectado con una mujer? no busques desconectarte. ¿Estás libre de mujeres? no busques mujer.

Pero si tomas a una mujer, no has pecado. Y si una virgen se casaba, no pecaba; sin embargo, estos tendrán tribulaciones de la carne. Y me gustaría prescindir de ellos ... (Ibid. 25). ¡El que no tiene esposa se cuida de las cosas del Señor, como agradará a Dios! ... Pero el casado se cuida de las cosas del mundo, como agradará a su esposa; y se divide.

Y la soltera y la virgen se encargan de las cosas del Señor; ser santos en cuerpo y espíritu ...

El que se casa con su virgen (hija) hace bien, y el que no se casa con ella, mejor "(ibid. 38).

¿Qué se debe concluir del pasaje citado? ...

Dos cosas esenciales:

1er. Casarse está permitido, está bien .

2do. No casarse no solo está permitido, sino que es mejor .

Haz lo que quieras, tuerce o desvía los versículos citados, y mi maestro de hebreo, si es sincero, concederá o rechazará la cita; el término medio es imposible.

Si lo niega , dice que São Paulo es un mentiroso, porque dijo: quien se casa con su virgen lo hace bien, y lo que no se casa con ella, lo hace mejor.

Si concedes , ¡oh! luego. mi querido profesor derrumba todo su castillo construido con sofismas.

El celibato ya no es una invención romanista, una teoría clerical; es una institución divina, un consejo positivo de la Biblia.

No es una ley, como dice San Pablo: "No tengo ningún mandamiento del Señor, pero es un consejo," pero yo doy un consejo ", prosigue el Apóstol.

Ahora bien, ¿el consejo inspirado por Dios tiene algún valor o no? ...

Si es así, el celibato es porque una cosa Sant a y más agradable a Dios que el matrimonio.

Si no es así, entonces no tiene sentido tener profesores de exégesis ... es mejor interpretar en este caso a Virgilio, Horacio o Cicero.

¡En qué viña te metiste, mi querido maestro! ¡Incluso te hace dudar de tu ciencia exegética! ...

La exégesis no es solo citar pasajes bíblicos; es sobre todo comprenderlos, confrontarlos, descubrir su significado evidente.

 

II. Prueba del evangelio

De las falsas premisas, de los textos adulterados de São Paulo, el profesor sacará ahora una conclusión aún más falsa.

De hecho, es lógico.

La conclusión de Pejorem sequitur semper parte, dice la octava ley del silogismo.

La conclusión siempre sigue a la peor parte.

La falsa teoría clerical, continúa el profesor, es responsable del dogma, inventado por la Iglesia Católica, de la virginidad perpetua de María.

En voz alta, mi maestro, VS vuelve a hablar de lo que no entiende.

1 - Ya he mostrado más arriba que tal teoría clerical es la enseñanza positiva, clara e indiscutible de S. Paulo. La verdad es que San Pablo era clerical.

2 - La Iglesia Católica no inventa ningún dogma. Todos los dogmas católicos figuran claramente en la Biblia, todos sin excepción.

El dogma es una verdad divina, enseñada por Dios, no inventada por los hombres.

Me gustaría que mi maestro me citara un solo dogma católico que no se menciona en las Sagradas Escrituras.

No sé si es malo, pero creo que mi maestro ni siquiera sabe qué es un dogma, qué se necesita para que una verdad sea un dogma y cuántos dogmas hay en la Iglesia Católica.

3 - El dogma de la virginidad perpetua de María no fue inventado por la Iglesia, ya que aparece en letras completas, e incluso en letras luminosas, en el Evangelio.

¡Lea mejor el Evangelio!

La verdad de la virginidad perpetua de Maria Sma. tiene una prueba triple:

1º María era virgen antes de dar a luz.

2. María fue virgen durante el parto.

3º Se convirtió en Virgen después del parto.

Tres afirmaciones que les voy a probar aquí, con la Biblia en la mano y un poco de lógica en la cabeza.

El primero sin el segundo no es seguro .

El segundo sin el primero es impotente .

La triple afirmación anterior es de fe , doctrina universal del magisterio supremo de la Iglesia.

Vamos por partes.

La primera afirmación es admitida por los mismos protestantes, ya que está positivamente en el Evangelio.

El ángel Gabriel fue enviado por Dios ... a una virgen desposada ... y el nombre de la virgen era María (Lucas 1.26).

Más positivo aún es el testimonio de la misma Virgen; objetando al ángel: ¿Cómo se hará esto, porque no conozco a nadie?

Sin duda existe: Maria Sma. era Virgo.

La segunda afirmación, que muestra que la Madre de Jesús se convirtió en virgen al dar a luz, se puede deducir de los mismos textos.

Lo que se concibe por milagro debe nacer por milagro; el nacimiento es la consecuencia de la concepción; sin esta consecuencia, el milagro estaría incompleto.

El Evangelio nos muestra que María, habiendo alcanzado el fin ordinario de la naturaleza, dio a luz a su hijo. Y estando allí, se cumplieron los días en que iba a dar a luz. (Luc.1,6)

María, por tanto, concibió el Verbo divino sin dañar su virginidad. Es el Evangelio el que nos lo dice. Por eso, dice que daría a luz sin perder la virginidad, ya que concebir y dar a luz son dos términos de una misma acción .

La madre concibe, dar a luz, es una sola acción: tener hijos.

El parto y la concepción están inseparablemente vinculados, siendo el primero el precio doloroso del segundo; ya que María Santísima está liberada de la segunda parte, debe necesariamente liberarse de la primera.

No es más costoso para Dios hacer nacer virginalmente que hacer concebir virginalmente,

Para poder hacerlo, Dios tenía que hacerlo, para completar, por la acción del Espíritu Santo, lo que había comenzado.

 

El ángel resolviendo la duda que María Sma. Manifestado a él, responde: El Santo, que ha de nacer de ti, será llamado Hijo de Dios, porque para Dios nada es imposible (Lc 1,35).

Aquí están los dos términos que se complementan y expresan un solo milagro: He aquí, concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. (Luc.1.35).

Concebir a Jesús y darle a luz son aquí textual y literalmente un solo milagro , el milagro de la Encarnación.

Separar estos dos términos, que el evangelista combinó a propósito en una sola oración, es distorsionar visiblemente el texto y el significado de la palabra de Dios.

Es necesario tomar el texto en su totalidad, o bien rechazarlo en su totalidad.

No se puede rechazar, ya que está claro que la concepción de la Virgen Sma. es obra del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. (Lucas 1,35) Y precisamente por eso, prosigue el evangelista, el santo que ha de nacer de vosotros, será llamado Hijo de Dios. (Luc.1,35).

Aquí nuevamente los términos: concepción y nacimiento están unidos en una sola proposición .

Sin rechazar el primer término de la proposición, no se puede rechazar el segundo, ya que los dos términos forman una sola oración, indivisible en construcción y significado.

Logotipo: o Maria Sma. ella no era virgen antes del nacimiento, y luego no lo será en el nacimiento , lo cual es herético.

Si antes fue Virgen, también debe ser Virgen durante el parto, ya que son dos términos que expresan las dos operaciones de la Encarnación: concebir y nacer.

Y esto es según la profecía: Una virgen concebirá y dará a luz.

Es el mismo Evangelio el que hace la aplicación de esta profecía: Ahora, todo sucedió para que se cumpliera lo dicho por el Señor, a través del profeta. (Mateo 1.22).

Digamos entonces con la Iglesia, expresando la fe universal de los tiempos: Virgo prius et posterius,

Entonces, mi querida maestra, la Virgen María era Virgen antes de dar a luz y durante el parto.

Es una verdad que no se puede negar, salvo pisar con el pie, todas las reglas de la Lógica y la Hermenéutica.

III. Jesús, hijo único de María

Estos dos puntos demostraron: la virginidad de Maria Sma. antes del parto y durante el parto, se hace fácil probar la virginidad perpetua de la Madre de Jesús, en otros términos: su virginidad después del nacimiento de Jesucristo.

Sería una herejía negar esta verdad.

En la Iglesia Maria Sma. siempre ha sido llamado en todos los siglos, tanto por los latinos como por los griegos: siempre Virgen : Aiepartenon.

Lo que hemos visto en la genealogía de Jesús ya muestra claramente que Maria Sma. nunca tuvo otros hijos además de Jesús, y que la palabra hermanos, usada en el Evangelio, simplemente significa primos.

Para entender esta verdad, incluso yo sé que no estaba en el Evangelio, el simple sentido común sería suficiente.

El sentido común nos indica, de hecho, que la Madre de Dios no tiene más hijos, y esto por las siguientes razones:

1. Por la perfección de Jesucristo, quien debe ser el unigénito de la madre , como él es el unigénito del Padre .

2. Por la dignidad y santidad de la Madre de Dios, que parecería ingrata, sin prestar atención al honor de ser Madre de Dios, y perdería su virginidad, preservada milagrosamente por Dios, como acabamos de ver. .

* * *

Pero examinemos el Evangelio para ver si encontramos alguna evidencia de tales hermanos de Jesús, hijos de María Santísima.

Las palabras de María Santísima: Cómo se hará esto, ya que no conozco a un hombre, tiene en su sentido natural una extensión general, que abarca el pasado y el futuro.

Ella no dice: no conocí a un hombre, pero sí: conozco a un hombre, demostrando así que ha tomado la decisión de nunca conocer a un hombre.

La tradición nos dice que Maria Sma. Había hecho el voto de castidad perpetua, en el templo, y la Expresión: no conozco hombre, es como la expresión clara de este voto.

Al preguntarle a cualquier abstemio si aceptaría una copa de vino, responderá: yo no bebo vino, es decir: no puedo beber.

Asimismo, María, siempre virgen, dijo: No conozco a un hombre, es decir: no puedo, no me está permitido conocer a un hombre.

Preguntando a alguien si sabe latín, y si no lo sabe y no tiene intención de estudiarlo, responde: no sé latín.

Si tiene la intención de estudiarlo, dirá: De momento no sé latín.

La Santísima Virgen no dice simplemente que, por el momento, no conocía al varón, sino que afirma positivamente: no conozco al varón, dándole una extensión general a su pensamiento. (Luc.1,34).

Si no fuera así, entonces María le pregunta al Ángel así: ¿Cómo se puede hacer esto, si no conozco a un hombre? ...

¿No sería una pregunta así completamente irrazonable, inepta? ...

El Arcángel bien podría replicar: Si no conoces a un hombre en este momento, lo conocerás antes; ¿No es José tu marido? ...

Sin embargo, nada de esto dice. El Arcángel respeta y apoya la resolución de María, mostrándole claramente que lo que ha de nacer de ella no es fruto del hombre, sino de Dios: el Espíritu Santo descenderá sobre ti y la virtud de las alturas te cubrirá con tu sombra. (Luc.1,25).

* * *

San Marcos llama a Jesús, "el hijo de María", el uiós Marías (Mc 6.3), y no uno de los hijos de María, como para enfatizar que él era su único hijo.

Si Maria Sma. tenido otros hijos, ¿cómo es que esos niños nunca aparecen?

La Sagrada Familia estaba formada por tres miembros, nunca más de tres, como puede verse en el Evangelio.

La Sagrada Familia huyó a Egipto y regresó de allí, se instaló en Nazaret y frecuentó el templo de Jerusalén; María y José buscan al niño Jesús, y en todas partes nunca vemos a nadie aparecer en compañía de María Sma. y San José.

Durante la vida pública de Jesús, su madre aparece de vez en cuando; nunca vemos a otros niños a su lado.

Durante la pasión nos encontramos con la Virgen Sma. en compañía de María Magdalena, de las santas mujeres, con San Juan, y nunca más volvemos a ver a uno de esos niños a su lado, para consolarla, consolarla.

Jesús es crucificado y junto a él está la Virgen Dolorosa, de pie, aplastada por el peso y su dolor, y nuevamente ninguno de esos niños aparece allí.

Jesús muere, y de sus labios moribundos deja caer estas palabras de dulce ternura - Aquí está tu Madre - ¡Aquí está tu hijo (Yo soy)!

Recomienda a su propia madre al cuidado de San Juan, (Eis ta idia), su primo, sin decir nada sobre esos hermanos, esos hijos de María, que deben, por supuesto, cuidar de su madre y no abandonarla en las manos de extraños.

Todo esto está claro para quien quiera verlo; y con un poco de sentido común hay que concluir que María estaba sola, solo con su Jesús ... y Jesús muerto, ella estaba en este mundo en la soledad de su tristeza, su resignación, su amor, sin otra persona que Juan para consolarla y cuidarla.

Es lo que hace visible el Evangelio, y es lo que dictan el sentido común y la lógica.

 

X. Protestantes contra protestantes

Para finalizar este importante punto, citemos un pasaje de un protestante educado y sincero, el Sr. John Pearson, obispo protestante de Chester, que debe ser conocido por el profesor de exégesis, ya que el nombre revela que es estadounidense.

La pregunta, dice esta figura prominente en el protestantismo, no es si Jesús tuvo otros hermanos, sino si la madre de Jesucristo, María, tuvo otros hijos además de Jesús.

En el idioma hebreo, la palabra hermanos incluye no solo la relación de verdadera hermandad, sino también la de consanguinidad más remota.

Por eso, teniendo la Santísima Virgen consanguíneas remotas, estos fueron llamados hermanos del Señor.

Somos hermanos, le dijo Abraham a Lot.

Sin embargo, Abraham era hijo de Taret y Lot era hijo de Aarón, hermano de Abraham.

Moisés llamó a Misael y a Elisafan, hijos de Oziel, tío de Aarón, y les dijo: Id y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario. Estos supuestos hermanos, Nadab y Abiu, hijos de Aarón, eran parientes remotos de Misael y Elisafan.

Jacob le dijo a Raquel que él era el hermano de su padre y el hijo de Rebeca; sin embargo, Rebeca era hermana de Labán, padre de Raquel.

Por tanto, los evangelistas, conforme a la costumbre judía, a cuya nación pertenecían, llamaron hermanos del Señor a los parientes consanguíneos de María.

Insistir en este argumento servirá para dilucidar cada vez más la solución a la cuestión, porque hay que ver que María, madre de Santiago y José, no era la Virgen María; y por tanto es evidente que los llamados hermanos de Nuestro Señor eran hijos de otra madre.

Leemos en San Juan que su madre, la hermana de su madre, María, estaba en la cruz de Jesús. “La esposa de Cleofás y Marta Magdalena (Jo.19).

También leemos en los otros evangelistas: María Magdalena y María Madre de Santiago y José (Mc.16).

También en la tumba encontramos a María Magdalena y otra María. (Mt 28).

Del complejo de estos pasajes inferimos que la otra María era la esposa de Cleofás y su madre, Santiago y José.

San Marcos y San Lucas lo dicen expresamente (Mc.16-Lc.24)

Deducimos, por tanto, que Santiago, José y otros hermanos amados del Señor no eran hijos de su madre, sino de otra María, siendo llamados hermanos sólo por la citada costumbre de los judíos, porque la otra María era prima de la madre. de Jesús.

Aquí hay un pasaje, querido profesor, que no es de un romanista, sino de un protestante sincero y ferviente. de sangre pura, de un hombre eminente por su conocimiento y posición; y por ello defiende con el mismo Evangelio, con habilidad de maestro, la virginidad perpetua de María, después del parto, como quiere la Iglesia romana. (John Pearson: Exposición del Creed London, art. 3).

 

conclusión V

De nada sirve multiplicar las citas, ya que las pruebas de la virginidad perpetua de la Santísima Virgen no son simplemente extrínsecas, es decir, apoyadas por las autoridades, sino intrínsecas, derivadas del hecho mismo, de la palabra divina, interpretada por un fiel y concienzudo. exégesis.

Simplemente no comprende a los que no quieren comprender.

Aquí está la refutación de los graves errores del maestro de exégesis bautista.

En el fondo, estará convencido de que se equivocó ...

sin embargo, decirlo, confesarlo, sería dejar de ser protestante e incluso perder su cátedra de maestro de exégesis, aunque había demostrado que no entendía nada en exégesis.

De hecho, la exégesis no es solo alinear textos; es comprender su significado y hacerlos coincidir con otros textos paralelos.

Y el amigo profesor no hace nada de esto; se mostró prevenido, con la mente fija, no buscando la verdad, sino queriendo, con sofismas, probar su error.

El error no se puede probar, querido profesor ... porque es la negación de la verdad.

Es imposible probar que la verdad de la Sagrada Escritura es falsa ... y la verdad de la virginidad perpetua de María es una verdad evangélica .

Por tanto, está probado:

Primero que casarse es bueno .

2º que no casarse es mejor .

3. Que el celibato es un estado más santo que el matrimonio, según la enseñanza de San Pablo.

4º que Maria Sma. era virgen antes de dar a luz.

5º que fue durante el parto.

6º que se quedó después del parto.

Aquí están las verdades que prueban la virginidad perpetua de la Madre Inmaculada de Jesús.

No es, por tanto, una teoría clerical, un dogma inventado por la Iglesia, sino una verdad cierta, positiva, irrefutable, enseñada en el mismo Evangelio.

Dado que se ha comprobado la virginidad perpetua de María, está comprobado que no tuvo otros hijos, además de Jesús, los cuales tales supuestos hermanos son simplemente parientes, primos más o menos remotos, como se puede apreciar en el árbol genealógico que mencionaré más adelante. sobre.

Esta verdad, que es de fe, siempre ha sido profesada por la Iglesia Católica, como lo ha sido por muchos sabios protestantes sinceros.

Cité un pasaje de Pearson arriba; terminemos con otro de otro obispo protestante dr. Toro, no menos explícito:

Adoptando la doctrina de Pearson, el dr. Bull confiesa claramente la virginidad perpetua de María en el siguiente pasaje:

"De la dignidad de la Santísima Virgen se desprende que siempre ha sido Virgen, como la Iglesia Católica siempre ha creído; de ninguna manera es posible imaginar siquiera que ese santísimo vaso , que una vez fue consagrado para ser el receptáculo de la Deidad, fue posteriormente profanada ". (Dr. Bull: de invocación de la BV Cath. Sat. V. II).

Así que hablan otros protestantes sinceros cuyas obras tengo aquí ante mí, como el Dr. Jeremiah Taylor, obispo protestante de Down, dr, John Bramhall, Roberto Owen, dr. Patadas, etc, etc. todos ellos superiores a cualquier sospecha, ya sea por conocimiento o posición.

¿No valen nada estas respetables autoridades para mi maestro de exégesis? ...

No quiero citar a las autoridades católicas; estos son por miles; Cito solo a estos protestantes, para mostrarle a mi amigo que su exégesis es desastrosa, ignorante y fuera de sintonía con todas las reglas de la ciencia y el sentido común.

En un estudio posterior analizaré el resto de las meteduras de pata de su artículo, por miedo a prolongar demasiado la discusión.

Podría detenerme aquí, pero quiero seguir adelante y mostrarle al ilustre escribiente lo que niega tan solemnemente, que los padres católicos tienen y estudian la Biblia y no tienen nada que aprender de los maestros bautistas modernos de hebreo y exégesis.

No olvidemos al amigo de la tesis aquí demostrada: - "La virginidad perpetua de María Santísima".

 

CAPITULO VIII

los presuntos hermanos de Jesús

Continuemos con la refutación de los errores del maestro de exégesis, que tratamos en el capítulo anterior.

Probada la virginidad perpetua de Sma. Virgen, está comprobado que no tuvo otros hijos además de Jesús; y al no tenerlos, hay que concluir que tales hermanos, de los que habla el Evangelio, son simplemente parientes.

Sin embargo, quiero proceder a destruir hasta los cimientos los argumentos que presentan los protestantes y que el profesor bautista de exégesis recogió en su artículo.

Puede haber algunas repeticiones, pero estas mismas servirán para registrar mejor la verdad y mostrar la nulidad de argumentos contrarios.

 

Matrimonio

Citemos un pasaje bautista más.

Todas las Escrituras enseñan clara y positivamente que el matrimonio es una institución divina, establecida por Dios y, en consecuencia, es un estado de santidad (Hebreos 18: 4; Pr 31: 10-28; Sal.128) Es una idea enteramente extraño a las Escrituras, y falso, que el matrimonio constituye una especie de impureza. El hombre y la mujer en el huerto del Edén, antes de pecar, fueron ordenados por Dios: "Sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra".

Tres puntos para distinguir en este extracto.

1. El matrimonio es un estado sagrado.

2. El matrimonio es una impureza.

3. Todos deben casarse.

Nada menos que la Iglesia enseña y defiende la santidad del matrimonio ... Los protestantes lo pervierten, contentándose exclusivamente con el contrato civil.

Ahora bien, un contrato civil no es un matrimonio religioso, y NS en el Evangelio no habla de la ley civil, sino de la ley divina . Por tanto, son dos cosas distintas.

Los católicos se adaptan al Contrato Civil como ciudadanos; pero nunca prescinden del matrimonio religioso como los cristianos.

En cuanto al segundo punto, es absurdo.

¿Quién es, querido maestro, que enseña que el matrimonio es una especie de impureza?

Solo estando en el Seminario Bautista.

¿En qué libro católico encontró tal afirmación?

Naturalmente en un libro comunista. Abra cualquier pequeño Catecismo y allí encontrará lo siguiente:

¿Qué es el matrimonio?

Es un sacramento que NSJ Christ instituyó para establecer una unión santa e indisoluble entre el hombre y la mujer, para darles la gracia de amarse y educar cristianamente a sus hijos.

Aquí está la doctrina católica en toda su sencillez y encanto.

La Iglesia considera y venera el matrimonio como un sacramento instituido por Jesucristo ... Ahora bien, ¿cómo puede un sacramento, que produce la gracia, ser una impureza?

Atribuir semejantes absurdos a la Iglesia no puede ser ignorancia, es calumnia, es despecho, es bajeza! ...

Y esto es indigno de un hombre educado que se llama a sí mismo pastor y profesor de exégesis.

Si el amigo ignora estos puntos fundamentales de la Religión Católica, es mejor guardar silencio, porque para discutirlo es necesario conocer el tema en discusión, y para refutar es necesario conocer el error que se quiere. refutar.

Aquí quieres refutar lo que no existe y discutir doctrinas que ignoras o pretendes ignorar por completo.

Lo que el maestro no puede ignorar es que entre las cosas santas uno puede ser más santo que otro.

Darle a una persona pobre un traje nuevo es mejor que simplemente darle un vaso de agua.

Casarse es bueno, dice São Paulo, pero continúa: No casarse, para mantener la castidad, es mejor (Cor.7,38.)

Maria Sma. se casó con San José: Lo hizo bien.

En la boda mantuvo su virginidad: ¡Lo hizo mejor!

Jesucristo no se casó: ¿Le fue bien o mal?

Si lo has hecho bien , tu amigo debería callarse e imitarte.

Si se equivocaba , entonces su amigo sería tan amable de reprenderlo y hacerlo mejor que él.

Dato curioso: los pastores protestantes quieren casarse con todos los sacerdotes.

¿Entonces no hay más libertad?

El sacerdote no se casa, porque quiere imitar a Jesucristo y a los apóstoles.

Los pastores se casan porque no tienen el valor de dominar la naturaleza para agradar a Jesucristo.

Los pastores se casan: te va bien.

Los sacerdotes no se casan: ¡lo hacen mejor!

Aquí está la doctrina de San Pablo, la Iglesia Católica y todos los hombres de sentido común.

 

II. relámpagos y relámpagos

El ilustre profesor, tras un alboroto impenetrable, para demostrar que tales primos de Jesús son hijos de María, concluye.

En Hechos 1: 13-14, los hermanos de Jesús se distinguen clara e inequívocamente de los apóstoles de Jesús. Esto es lo que dice: "Y habiendo entrado en cierta casa, salieron al aposento alto, donde estaban Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el hijo de Alfeo, y Simón el Celoso. quedándose, y Judas, hermano de Santiago. Todos ellos perseveraron en la oración con las mujeres y con María, madre de Jesús y con sus hermanos ". (Ver Fig.).

Este pasaje choca con el argumento del rev. y la teoría de su Iglesia. Pero otro hecho aún reduce a destrozar todo lo que todavía está en pie. Es lo siguiente: Thiago y Judas ya eran Apóstoles, ¡cuando los hermanos de Jesús, Santiago, Judas, José y Simón todavía eran incrédulos! Con motivo de la Fiesta de los Tabernáculos, apenas seis meses antes de la crucifixión, Juan (7: 5) dice de los hermanos de Jesús: "Porque ni sus hermanos creían en él". ¿Qué más se necesitará para la destrucción total de la teoría católica?

Absolutamente nada.

¡Qué paquete tan torpe, querido profesor!

Este texto no impresiona en absoluto, pero ilumina la doctrina católica con un nuevo brillo.

Son relámpagos y relámpagos.

El relámpago ilumina la verdad de la pureza perpetua de la Virgen María, y el relámpago golpea el error protestante que blasfema esta pureza.

Echemos un buen vistazo al pasaje: citado:

Allí encontramos: Santiago el hijo de Alfeo, con Santiago el hijo de Zebedeo.

¡Muy bien!

¿Y qué prueba es ésa?

Dices que esto prueba que Santiago, hermano del Señor, es distinto de los Apóstoles ... ¿Y dónde viste eso?

Saber leer entre líneas puede ser bueno a veces; sin embargo, leer fuera del texto es una falsificación.

Conocimos a dos Tiagos , Santiago, el hijo menor de Alfeo, y Santiago el mayor, hijo de Zebedeo.

Ambos son primos segundos de Jesucristo, pero Thiago, el menor, es dos veces primo de Jesús: ¡una vez como hijo de Cleofás, que era primo hermano de María Sma !; por segunda vez es primo por afinidad de su tío San José, casado con la Virgen María.

Es este doble parentesco lo que le hace dar el nombre de "hermano del Señor", mientras que Santiago el Mayor, San Juan y San Juan Bautista se denominan simplemente hermanos-parientes.

Por favor, el profesor consulte el árbol genealógico que reproduzco aquí, para despejar todas las dudas.

Esta genealogía fue compuesta por exégetas judíos y católicos, después de investigaciones y estudios detallados de documentos antiguos.

En este árbol el Maestro verá claramente que Santiago, como hermano del Señor (es decir: primo segundo) no es el hijo de María Sma., Sino el hijo de Cleofás o Alfeo y María Salomé.

En lugar de ser el hijo de Maria Sma, es simplemente su sobrino y primo-hermano de Jesús.

 

MARÍA

HASTA

MATAN

(El padre de Anna)

JACOB

Madre de Salomé (esposa de Zebedeo)

Madre de Santa Isabel

(mujer de Zacarías)

Madre de la virgen maría

Padre de Cleofás o Alfeo y (esposo de María Salomé)

El padre de José

El marido de María

Madre de Santiago, el más grande, San Juan Evangelista

Madre de San Juan Bautista (precursora)

Madre de Jesucristo

Padre de Santiago el Joven, José, Judas, Simón, Salomé y María

 

III. Un tercer Thiago

Para estorbar, el maestro bautista crea un tercer Santiago, que no es un apóstol.

Escuche lo que escribe:

Santiago, el hermano del Señor (Gálatas 1:19) es una persona tan notable, y tan sobresaliente en el Nuevo Testamento, que no hay razón para que un lector atento y sincero de la Biblia lo confunda con cualquiera de los Santiago que eran apóstoles de Jesús. Se menciona en Mc 6, 3; Gl.1: 18,2: 8,: 1Cor.15: 7; Hechos 15: 13,21: 8 y en varios otros lugares. Parece de 1Cor.15: 7 que se convirtió en el momento en que Jesús se le apareció después de la resurrección.

Es la conclusión del texto citado en el que Hechos nos muestra a los apóstoles perseverando en la oración con las santas mujeres, con María y con sus hermanos.

De esto concluye el profesor: están los apóstoles, las santas mujeres, la Madre de Jesús y sus hermanos.

Los dos santos Santiago eran apóstoles.

Por tanto, estos hermanos suyos son otros personajes y deben ser los hijos de Maria Sma.

¡Qué silogismo más horrible, o más bien sofisma anfibológico!

 

Echemos un vistazo a los componentes de la reunión antes mencionada: el texto dice: Subieron al aposento alto, donde Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el cuidador Judas, hermano de Santiago, quedaron las santas mujeres María, Madre de Jesús, con sus hermanos. (En 1,12-16.

Así que aquí tenemos a los 11 apóstoles, y Matías aún no ha sido elegido para reemplazar a Judas. (En 1, 26.

Entre estos apóstoles hay cinco parientes de Jesús.

Santiago, el mayor, y San Juan, hijos de Zebedeo.

Santiago el menor, Judas y Simón, hijos de Alfeo.

Solo faltan: San Juan Bautista, hijo de Santa Isabel, y José, otro hijo de Cleofás, al igual que las dos hermanas de José: Salomé y María, hijas de Cleofás.

Aquí hay tres personajes que no parecen estar incluidos en la lista.

En la línea ascendente, Jesús estaba relacionado con el tío Zebedeo y un tío directo Cleofás.

Hay que suponer que estos tíos siguieron a sus hijos y esposas y también acompañaron a Jesús.

También ellos, por ser parientes de Jesús, merecen el nombre de hermanos .

De esta forma tendríamos bajo el título de sus hermanos, no mencionados entre los apóstoles, ni entre las santas mujeres: 5 personajes, siendo: Zebedeo, Cleofás, José y sus hermanas Salomé y María.

Todo esto es tan natural ... tan lógico, que uno se sorprende de que el profesor de Exégesis no se haya dado cuenta de la existencia de estos otros hermanos de Jesús.

Dado que el nombre de hermanos es un término genérico que se aplica a los parientes, como se ha demostrado, debe aplicarse a estos últimos, como a los Apóstoles, parientes de Jesús.

Y he aquí, toda la dificultad se disipa, sin que sea necesario crear un tercer Santiago, que no figura en ninguna parte de la Escritura y cuya genealogía se desconoce.

No tenemos derecho a agregar una coma a las Escrituras, como tampoco tenemos derecho a suprimir un punto.

 

IV. Por la fuerza de los textos

Todos los textos citados por el profesor no prueban nada en contrario de lo que aquí se dice; incluso prueban positivamente la doctrina católica.

Repasemos estos textos por un momento para arrojar luz sobre la agitación protestante.

San Marcos 4,3 - ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Santiago y José y de Judas y Simón? Tus hermanas tampoco están aquí entre nosotros.

Texto de prueba de la doctrina católica.

Fíjate bien en el árbol genealógico ... Los 5 son primos hermanos de Jesús, por sangre y por afinidad.

* * *

Galón. 1.19 - Y de los otros Apóstoles, no vi a ninguno, excepto a Thiago, hermano del Señor.

Mismo texto de apoyo. Santiago es el primer hermano del Señor y no se puede concluir nada más de este texto.

Gal, 2,9 - Y habiendo reconocido la gracia que me ha sido dada, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados los pilares de la Iglesia, se unieron a mí ya Bernabé.

¿Qué prueba es ésa? Nada más que la existencia de Santiago y su celo apostólico. Bueno, eso ya lo sabemos.

* * *

Galón. 2.12 — Antes de que llegaran algunos de Santiago, comió con los gentiles.

De nuevo. tal texto sólo prueba la existencia de Santiago, lo cual nadie duda.

1Color. 15.7 - Luego fue visto por Santiago y luego por todos los apóstoles.

Otro texto que prueba solo la existencia de Santiago, y nada más.

* * *

Hechos 15:13 - Y después de que ellos callaron, Santiago habló.

¿Por qué estos textos? ... Para demostrar que Santiago no era mudo, sino que sabía hablar. Bueno, nadie lo discute.

* * *

Hechos 21:18 - Y al día siguiente, Pablo fue con nosotros a la casa de Jacobo, donde se habían reunido todos los ancianos.

De nuevo, ¿por qué este texto? ... ¿Es para probar que St. James tenía una casa? ¡No valió la pena!

* * *

Aquí están los textos con los que el maestro bautista pretende demostrar que hay 3 Santiago ...

¡Te dan ganas de reír y llorar!

Sería más sencillo decir que cada texto es un James diferente; de esta forma pronto tendremos 8 James. Esto será suficiente para satisfacer a las 886 * sectas protestantes, y los mismos católicos deberían estar satisfechos. * (Nota del editor: hace 85 años).

Imagínese: 8 de Santiago !!!

La cita detallada de cada texto muestra la puerilidad del sistema protestante.

Se presentan de inmediato con una veintena de textos, que no dicen nada sobre la discusión y pretenden probar por el número de textos lo que desaprueba la lógica, el sentido común y la Biblia.

No es el número de textos lo que prueba una verdad, sino el valor probatorio del texto.

Este es el caso aquí.

Solo entienda el árbol genealógico, que muestra a todos estos posibles hermanos como simplemente primos hermanos , por consanguinidad o afinidad, y todo está resuelto. Los textos de la Sagrada Escritura son claros, luminosos, comprensibles para todos.

Pero los buenos protestantes no quieren luz , quieren protestas y protestan ... barajan, distorsionan hasta llegar a una apariencia de verdad para luchar contra la Iglesia Católica.

Protestantes pobres: La apariencia no es la realidad.

Solo la Iglesia Católica tiene realidad .

 

V. Otro lío

Citemos un pasaje más del desacreditado artículo del profesor exegético bautista.

La verdad ya está claramente probada, pero no será inútil probar una vez más la perversidad de la interpretación protestante individual.

Dicen y repiten que la Sagrada Escritura es un libro claro, al alcance de todos.

Es un error. Ningún libro necesita más explicación y estudio que la Biblia.

Pero aunque fuera cierto, porque entonces tejen tantos comentarios, inventan tantas hipótesis, incluso nuevos James, y con sus comentarios oscurecen lo claro y luminoso.

Si eso es lo que hacen con los textos claros ... ¿qué pasa con los oscuros?

Aquí hay una pieza más, por supuesto, que les sirve como una protesta oscura.

El día de Pentecostés estuvieron presentes los primos y hermanos de Jesús (Hechos 1: 43-14). Los hermanos se distinguen positivamente de los apóstoles que tenían el mismo nombre.

Juan 7: 2 dice que en ocasión de la Fiesta de los Tabernáculos, seis meses antes de la crucifixión, "ni sus hermanos creyeron en él".

He aquí unas premisas de las que el profesor sacará una conclusión fenomenal.

Desafortunadamente, parece ignorar las leyes del silogismo, por lo que hasta ahora no hemos encontrado ninguna deducción o inducción viable; son todas pruebas que no prueban nada.

No basta con echarle polvo a los ojos a la gente y gritar que es así, sino que no vemos nada por el polvo.

Queremos verlo de cerca.

Tomemos el pasaje allí indicado en San Juan 7.5.

Se acercaba la fiesta de los judíos ... Entonces sus hermanos le dijeron: Sal de aquí y vete a Judea, para que tus discípulos también vean las obras que haces ... porque ni sus hermanos creían en él ... . Tú vas a esta fiesta, yo no voy a esta fiesta (Jo 7,5-8)

Aquí hay un pasaje simple que muestra nuevamente a estos primos hermanos y su falta de fe en la misión de Jesús.

Son cosas simples. Y es de esta simple cosa que el profesor sacará la siguiente conclusión:

Estos hermanos eran incrédulos.

Ahora los Apóstoles ya tenían la fe.

Por tanto, estos hermanos son distintos de los apóstoles.

El razonamiento carece de base, formando un sofisma anfibológico.

¿Dónde encontró el maestro la palabra incrédulo ?

No creerle a alguien no es ser un incrédulo.

No creo en la exégesis del maestro bautista; sin embargo, no soy un incrédulo.

Los apóstoles no eran incrédulos, pero su fe, como vemos en todas partes, todavía era material, creían en Jesucristo, como taumaturgo, como profeta, como Mesías, pero no como de Dios.

San Pedro había dado este grito de fe: ¡Tú eres Cristo, el hijo del Dios vivo! (Mt. 16,16) pero en la profundidad del Espíritu los apóstoles, entre ellos los familiares de Jesús, todavía creían en la restauración de el reino de Israel.

Tenemos la prueba de esta disposición de los apóstoles en la pregunta que le hicieron a Jesús resucitado antes de la ascensión: Señor, ¿ha llegado el momento de que restaures el reino de Israel? (At.1,6).

Tal fue la disposición del Espíritu de los discípulos, incluso después de la resurrección; debe haber sido aún más, antes de la resurrección.

Por lo tanto, no eran incrédulos, pero aún no creían plenamente en la misión divina de Jesucristo.

* * *

Conociendo la disposición de los familiares de Jesús, veamos ahora el hecho de ir a Jerusalén.

Se acercaba la Fiesta de los Tabernáculos.

Ahora, era una ley para los judíos que, tres veces al año (en la Pascua, Pentecostés y Fiesta de los Tabernáculos), todos los hombres iban a Jerusalén para adorar a Dios (Éxodo 23,15; 34,23).

Este viaje se hizo solemnemente. como nuestras peregrinaciones religiosas de hoy: hombres en un grupo, mujeres en otro, como vemos con motivo del viaje de la Sagrada Familia a Jerusalén, donde perdieron al niño. (Lc. 2,41-53)

Jesús estaba en Galilea, después de haber salido de Judea, donde los judíos intentaron arrestarlo.

Jesús, por supuesto, se estaba quedando en la casa de uno de sus parientes, Zebedeo o Cleofás.

Organizaron los grupos y, naturalmente, pidieron a Jesús que participara en ellos, con el pretexto de que era bueno para él manifestarse públicamente en Jerusalén, en un momento en que tantos forasteros iban a reunirse allí.

Los parientes (tales hermanos) pensaron que Jesús sería sensible a la estima de los hombres en esta ocasión, porque no creían en él como Hijo de Dios.

Jesús se niega, diciendo que aún no ha llegado el momento de manifestarse, que ahora no iría públicamente, sino que seguiría la caravana, en secreto.

Cuando sus hermanos ya se habían ido, él también fue a la fiesta, no en secreto, sino en secreto, dice San Juan (Jn 7,10).

Esto es lo simple, por supuesto, por supuesto.

¿Cómo puede el maestro bautista concluir de esto que los hermanos (parientes) de Jesús eran incrédulos, mientras que Santiago y Judas eran apóstoles? Quiere probar con esto que el Santiago de este pasaje es diferente al Santiago del Evangelio.

Pobre fanatismo.

Son casi los mismos parientes: apóstoles, con sus mismas ideas, aún material; lo cual no les impidió ser apóstoles.

Judas era un incrédulo, un impío, un traidor; sin embargo era apóstol: Judas, unus ex duodecim (Mt 10,4).

¿Y Santiago no podía ser un apóstol, porque todavía tenía una idea materialista del reino de Jesús?

y ¿por qué no creyó plenamente que era un hijo de Dios?

¡Que absurdo!

La verdad es, y los hechos lo han probado demasiado bien, que todos los apóstoles estaban vacilantes, vacilantes ... y que solo en el día de Pentecostés recibieron del Espíritu Santo el don de la fuerza y ​​la firmeza, que debe caracterizar ellos a continuación.

 

VIO. Evidencia interna exegética

Después de haber refutado el error del ilustre maestro Bautista, error que reconocerá, si es sincero, es necesario establecer claramente la verdad única, cierta, evangélica.

Quiero hacerlo aquí brevemente, citando las diversas pruebas internas de la Sagrada Escritura, interpretadas por una obvia y lógica exégesis. incontestable.

Como he repetido a cada paso, el término hermanos de Jesús - no prueba nada contra la virginidad perpetua de María Sma.

Todos los historiadores coinciden en decir que la palabra hermano no tenía entre los hebreos y entre los judíos helenísticos y, por tanto, en el lenguaje de los escritores sagrados, el significado restringido que tiene entre nosotros.

Se usaba para designar a todos los miembros de una misma familia, o a todos los descendientes del mismo padre, casi con indiferencia.

"Toda la S. Escritura prueba que hermanos significa primos o parientes", dice San Jerónimo.

Ver Gen. 12,5 - Núm. 17.10 - Jos. 15,17 - IV.Reg. 10.13 - II.Paral 27.8 - Ap. 12.10 - Mt. 12.46 - Mc. 3.31 - Lc. 8.19 - Trabajo 2.12 - Hechos 1.14 - 1Co. 9,5 - Gal. 1,19, etc., etc.

La razón de esta generalización del término hermano, como se mencionó anteriormente, es que el idioma hebreo carece del término adecuado para indicar las diversas relaciones de parentesco.

La palabra Ahh en hebreo es equivalente a la palabra germanus en latín y la palabra relativa en inglés.

Lo mismo debe decirse de la palabra: Adelios en los Setenta, como de la palabra frater en la Vulgata.

Nuestro Maestro quería encontrar un taburete, diciendo que los evangelios no estaban escritos en hebreo ni en arameo.

Distingu: El Evangelio de Mateo fue escrito en hebreo, o en dialecto hebreo, llamado por algunos siro-caldulcos por otros en arameo.

Los otros tres evangelios fueron escritos en griego, pero cabe señalar que fueron escritos (aparte del evangelio de San Marcos) para los judíos y, como tal, aunque escritos en griego, respetaron la forma de hablar de los judíos. .

En griego existía el término anepsios para expresar la palabra primo, es cierto, pero si el término existía en griego, no lo usaban los helenísticos hebreos que, a través de la lengua griega que hablaban, conservaban las costumbres y expresiones de su lengua. raza.

Esto sucede a diario. Un francés que escribe en portugués puede saber que la palabra saudade existe, pero fácilmente dirá nostalgia, ya que es un término tanto francés como portugués; también dirá: ramo en lugar de ramo, velada en lugar de velada, detalle en lugar de detalle, etc.

Esto es lo que hicieron los evangelistas en muchos lugares: conocían el término anepsianos, pero hablando de primos, en general, incluso primos de diversos grados, tíos, etc., conservan el término genérico ahh, hermano.

Por otro lado, porque los evangelistas no habrían dado el nombre de hermanos a los familiares de Jesús, que no eran hijos de María, cuando llaman a San José padre de Jesús en la misma página donde acaban de decir que no tenía nada. en la Concepción de María.

El mismo Evangelio da prueba de esta interpretación, explicando el valor del término: hermanos de Jesús, por su aplicación a los parientes cercanos y remotos de Jesús.

Doce veces el Nuevo Testamento habla de tales hermanos y hermanas de Jesús, pero nunca los llama hijos de María, ni hijos de José, aunque son nombrados varias veces junto con José y María. (Mt. 12, 46-47 - Mc. 3,31-32 - Lc. 7,19-20 - Jn. 2,12 At. 1,14).

¿Por qué tanta reticencia?

¿Por qué no decir de inmediato que son hijos de María y José?

¿Por qué tanto misterio?

Si el Evangelio dice clara y expresamente que María es la madre de Jesús (Lc 1,43 - Jn 2, 1, 3 - Hch 1, 14) etc., ¿por qué no dice también que es la madre de Santiago? de San Juan, José, Judas, Simón, etc.?

* * *

Además, Jesús es designado en Nazaret, como suele ser el caso, el único hijo de una mujer viuda, bajo el título de hijo de María, los Uios Marías, (Mc 6.3), mientras que los demás nunca son más que hermanos (parientes ) de Jesús.

Si estos primos eran verdaderamente hermanos de Jesús, hijos de Maria Sma. y de San José, necesariamente deben ser más jóvenes que Jesús, porque habrían nacido más tarde, y Jesús es llamado el primogénito; sin embargo, esos hermanos parecen ser mayores que Jesús (cf. Mt.12,46-13,54.56 — Mc.3,21.31—4,2.3 — Lc. 8,19.21).

* * *

Otra prueba se encuentra en las últimas palabras de Jesús, dirigidas a San Juan y María Sma .: - Ecce Mater tua ... Aquí está su Madre, aquí está su hijo: Alma de Uios - palabras que evidentemente suponen que ella no es la madre de Santiago, José, Judas y Simón, y que Jesús es su único hijo .

Si tuviera otros hijos, ¿por qué diría Jesús que de ahora en adelante Juan será su hijo?

¿Por qué San Juan debería considerarla como su madre y recibirla como tal en su casa?

Esta es la idea.

¡Este procedimiento sería evidentemente un insulto lanzado a la cara de los otros hijos de Mary!

El profesor objetó que Jesús lo hizo porque sus hermanos no le creyeron.

¡Es otro insulto!

Entonces, al ser incrédulo, ¿un niño deja de ser hijo de su madre?

De hecho, es una calumnia lanzada en la cara de los Apóstoles, que ya he rociado arriba.

Los apóstoles nunca fueron incrédulos, sino que simplemente vacilaron en su fe sobrenatural debido a sus ideas materialistas del Mesías.

Ni siquiera el término de Jesús dirigido a Santo Tomás tiene este significado: ¡No seas incrédulo, sino fiel! (Juan 20,27)

Thomas no era un incrédulo ; simplemente no creía en la resurrección de Jesús.

* * *

El grado de parentesco de Santiago, José, Simón y Judas con Jesús se destaca claramente de los diversos pasajes ya citados.

De hecho, se vio a sí mismo al pie de la Cruz del Salvador: - María, madre de Santiago y de José (Mt 27,56 - Mc 15,40,47 - Lc 24,10).

Ahora, ¿quién es esta María?

No puede ser la Madre de Jesús; ella no sería designada así.

Por tanto, es otra María la que San Juan coloca al pie de la Cruz, al lado de la Madre de Jesús, y que dice ser su hermana, es decir, su pariente, y que se llama María Cleofás, o esposa de Cleofás (Alfeo ) y madre de Tiago y Simon.

Mientras tanto, junto a la Cruz de Jesús, su Madre y la hermana de su Madre, María, esposa de Cleofás y María Magdalena (Jn 19,25).

Aquí, entonces, están dos de los llamados hermanos de Jesús, que solo pueden ser sus primos, y que no lo son en un grado muy cercano.

Santiago, nombrado varias veces hijo de Alfeo (Mt 10,3 - Lc 6,15 - Hch 1,13) sinónimo de Cleofás (Klopas) del cual se diferencia sólo por un acento, tiene por hermano: Judas (Lc 6,16).

Según Hegesipo (189) citado por Eusebio, Simón, el último de los cuatro hermanos de Jesús señalados por San Marcos, (Mc.6) fue el sucesor de S. Santiago. el Menor, en la sede de Jerusalén, porque, como su predecesor, era hijo de Cleofás, que era hermano de José (cf. Mt. 13,55 — Mc.5. 3-15,40).

Se ve así que los cuatro supuestos hermanos de Jesús son simplemente sus primos .

Aquí están las pruebas internas bíblicas directas, además de las pruebas indirectas, para la refutación de interpretaciones incorrectas.

 

VII. Conclusión

Detengámonos aquí. El profesor ya está abusando de nuestra paciencia, con sus infundadas objeciones, que sólo pretenden oscurecer lo claro y barajar lo lógico.

¿Y ahora qué queda en pie de su falsa y sofisticada argumentación?

¡Nada! ¡nada! sino los escombros de una vergonzosa derrota.

¿Qué más se necesitará, le digo al profesor, para la destrucción total de la teoría protestante?

Absolutamente nada...

Pero lo que se mantiene firme, inquebrantable y luminoso es el dogma católico de la perpetua virginidad de la Virgen Inmaculada.

Resumamos aquí en pocas palabras lo que hemos desarrollado y probado ampliamente en estos dos artículos.

Es un dogma de fe en la Iglesia Católica que la Madre de Jesús permaneció siempre Virgen.

Es la tradición unánime de los siglos, como lo es la enseñanza del Evangelio.

Este es el significado del título que la Iglesia siempre aplica a la Madre de Jesús: y Parteno: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo: Dios con nosotros. (Mt.1,23)

Es como el canto de amor de la liturgia católica, especialmente en la fiesta de la "Pureza de la Santísima Virgen".

“Tú has generado, se lee en este despacho, aquel por quien fuiste creado, y sigues siendo Virgen para siempre.

¡Santa e Inmaculada Virginidad de María, no sé cómo alabarte dignamente!

Oh Santísima Madre de Dios, María, siempre Virgen, después de tu nacimiento permaneciste perfectamente virgen.

¡Celebremos con alegría la virginidad de María Santísima, siempre Virgen!

Genuisti qui te fecit et in cternum permanes Virgo!

Verdad hermosa y consoladora, que eleva a la Madre de Jesús por encima de todas las madres, y la convierte en la Santísima Mujer entre todas las mujeres, la Virgen más pura entre todas las vírgenes, la Madre admirable entre todas las madres.

¡Qué hermosa, armoniosa, divina, tal doctrina, y se eleva por encima de las objeciones mezquinas y las frías ideas, qué celosa del fanatismo protestante!

¡Queriendo degradar a la misma Madre de Dios!

Qué tarea más vergonzosa.

Queriendo arrancar de su frente virginal la diadema más radiante de grandeza y amor ...

¡Qué papel tan horrible!

Queriendo probar por el Evangelio lo contrario de lo que enseña, apoya y afirma.

¡Qué obra tan herética!

¡Pobres protestantes, qué infelices sois!

Quieres agradar a Jesús e insultar a su madre.

Quieres ensalzar al niño y rebajas a la madre, pensando que agrada a Dios e ilumina las almas.

¡Qué ceguera!

¿Cómo puede un Espíritu humano atravesar la idea de que la Virgen Inmaculada, que no quiso aceptar la dignidad de Madre de Dios excepto con la condición de que conservara su virginidad, que la conservara antes y durante el parto, la perdiera después, para ¿Tienes otros hijos además de tu hijo divino?

La simple suposición inspira horror.

San Thomaz lo dice muy bien: Tal idea deroga la dignidad y santidad de la Madre de Dios. Sería una ingratitud sin nombre de su parte si, sin reconocer los milagros que el cielo multiplicó para la preservación de su virginidad, hubiera renunciado voluntariamente a una integridad que tanto amaba Dios.

Abandonar tal prerrogativa sería sin explicación y sin excusa. (ST.III.pq28)

No se puede pensar sin horror, dice Bossuet, que ese vientre virginal, donde había operado el Espíritu Santo, del que Jesucristo había hecho su tabernáculo, pudiera ser profanado, ni que José ni María pudieran dejar de respetarlo.

Antes de su concepción y nacimiento, Maria Sma. había dicho en general; No conozco a un hombre. San José entró en este plan; y ¿habría fallado en respetarla después del milagroso nacimiento?

No no; no puede ser; hubiera sido un sacrilegio indigno de ellos e indigno de Jesucristo.

Digamos, pues, en voz muy alta y con toda la certeza de un dogma revelado por Dios: Santísima Virgen, Madre de mi Dios, en ti el honor de la maternidad no destruye la integridad virginal, y la integridad virginal realza con un resplandor el honor materno. que la naturaleza lo rechaza.

¡Eres Madre, tanto más admirable como Virgen, y eres Virgen, tanto más admirable como Madre!

Las objeciones protestantes, en lugar de quitarle el brillo a tu corona virginal, le dan más esplendor, porque dan ocasión de penetrar más profundamente en el santuario de tu virginidad inviolable y perpetua.

 

CAPITULO IX

Nuevos errores protestantes

Las expresiones hasta que sea el primogénito

La gran discusión sobre la virginidad perpetua de María ha terminado, y creo que las dos grandes tesis están claramente probadas:

1º El error protestante de atribuir a María otros hijos además de Jesús.

2º La virginidad de María demostrada positiva y claramente por la Biblia.

Parece que la discusión debería terminar, pero es imposible.

Los protestantes son menos exégetas, filósofos, racionadores que plagiarios; No razonan por sí mismos, sino que reproducen todo lo que en el pasado se escribió contra el culto a Maria Sma. por las personas más impías o ignorantes.

Acumulan textos que no prueban nada sobre el tema, tratando de probar por cantidad lo que les falta en calidad.

Copian objeciones mil veces pulverizadas, y parece que cada objeción les sigue siendo una piedra formidable contra la verdad católica.

Obedeciendo a esta manía, nuestro profesor de exégesis bautista no quiere contentarse con defender simplemente una tesis, sino que quiere producir otras objeciones contra el culto a la Santísima Virgen ...

He refutado tales errores, y en varios libros, pero quiero darles una respuesta más completa y decisiva.

Así termina el profesor de Exégesis su artículo ... Cito sólo dos conclusiones de esta síntesis, el resto refutadas en los capítulos anteriores: Aquí, finalmente, las pruebas irrefutables del Nuevo Testamento, que María, madre de Jesús , tuvo otros hijos se resumen.

1. "José, habiendo despertado de su sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa, y no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo, al que llamó Jesús. (Mt.1,24) - 25) Aceptamos la enseñanza de la virginidad de María en el sentido de las palabras: mientras no haya dado a luz un hijo, al que dio el nombre de Jesús, el dogma de la virginidad perpetua de María no se enseña en esta lengua. que ella, después del nacimiento de su primogénito, consuma su deshonra con su esposo José.

2. Lucas 2: 7 afirma positivamente que Jesús fue el primogénito (lon prolokon) de María. ¿Por qué el evangelista Lucas no dijo (como dice el P. Julio) que Jesús era el único hijo engendrado de María? Porque sabía que María había tenido otros hijos (Lc 8, 19-20).

Aquí hay dos pasajes que refutaré brevemente aquí, desarrollando la verdad contraria a estas falsedades.

 

Antes y despues

La primera objeción denota mucha ignorancia, tanto del sentido gramatical de la palabra como del sentido exegético de la Biblia.

Me parece imposible que un profesor de exégesis pueda presentar un argumento tan ridículo, que ni siquiera tiene apariencia de base.

Examinemos de cerca esta frase del Evangelio:

Y despertando a José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió (a María) su esposa; y no la conocí hasta que dio a luz a su hijo primogénito (Mt. 1: 24-25).

¿Qué prueba un texto así? Prueba directamente que Maria Sma. ella era virgen hasta el nacimiento de Jesucristo: nada más ... nada menos.

El sentido gramatical y exegético es claro:

Donec peperit-Donec, - until, - eõsou, indica la persistencia de un estado hasta cierto tiempo, pero no implica el cese de este estado después de este tiempo.

No hay pruebas allí de que María no fuera virgen después.

Tal es la interpretación obvia, seguida por la Iglesia católica y por protestantes educados y sinceros, y esta verdad sólo la pelean los ignorantes: y los plagiarios, que se contentan con copiar lo que otros han escrito, sin ninguna reflexión sobre la interpretación adoptada.

Cito aquí sólo algunas interpretaciones indiscutibles, las de algunos líderes protestantes: Grocio, Calvino y Pearson, Owen, Dr. Hickes y Dr. Branhal, todos ellos protestantes y de posición.

Esto es lo que escribe Grocio (Annot. In Mat. Op. Teol: t. IH p. 15).

"La negación de que José no conocía a María antes de que ella diera a luz no incluye de ninguna manera la afirmación para el tiempo que siguió.

Una multitud de ejemplos demuestran que esta era entre los judíos una forma notoria y habitual de expresarse ...

La propia intención del evangelista nos obliga a limitarnos al momento del parto, del que habla, y no se trata de otra cosa que dar a conocer que José no participó en esta operación.

Nada en el pasaje citado se refiere al tiempo posterior, sino exclusivamente al tiempo anterior ".

Aquí hay otro de Calvino, uno de los fundadores de la secta. escribe: (Com. sobre daño. evang. p. 41)

"Basándome en el texto: no la conocí hasta que dio a luz, Helvidius (el inventor de la objeción grosera -siglo IV), en su tiempo provocó grandes disturbios en la Iglesia, queriendo sostener que María sólo había sido virgen en parto, y que más tarde tuvo otros hijos de su marido.

San Jerónimo mantuvo la virginidad perpetua de María y la defendió fuerte y ampliamente. Baste decir que este no es el sentido del Evangelio, y que es una locura querer recoger de este pasaje lo que sucedió después del nacimiento de Cristo ".

Aquí también está lo que está claro, y lo que no dice un teólogo católico sino uno de los primeros líderes del protestantismo.

El obispo protestante Pearson, (Expos. De la caña. P. 173) a quien no se puede negar la competencia, dice a su vez:

"La expresión, dice, de este idioma bienaventurado no conlleva tal deducción. De hecho, cuando Dios le dijo a Jacob que no lo dejaría hasta que hiciera lo que había dicho, se sigue por casualidad que Dios abandonó a Jacob después de haberlo hecho?

Lógicamente, hay que concluir, como concluyen todos los exegetas serios, que el hecho de que José no conociera a su esposa hasta que ella dio a luz a su primogénito no tiene la consecuencia necesaria de que la conoció después, y que por tanto el evangelista en El presunto pasaje solo quería decirnos lo que no se había hecho.

Citemos un testimonio más de otro protestante educado, el obispo Dr. Roberto Owen. (El dogma theol. P. 44. Oxiord).

"Acogemos con alegría el sentimiento, que prevalece entre los cristianos, de ser la Virgen María, pura de cualquier trato humano con su marido, no sólo cuando el misterio de la generación de Cristo se completó en ella, sino también durante todo el tiempo de su vida".

Otra luz más del protestantismo, dr. Hickes, escribe (Sobre los elogios debidos y h. Del MV p. 269).

"María era Virgen en alma como en cuerpo, de tal manera que nunca miró con fin voluptuoso a la criatura; fue Virgen en todo, y fue toda pureza, tanto por dentro como por fuera, conservando su cuerpo como santuario y lugar santo. , y su alma como el Sancta Sanctorum, por ser el receptáculo del Espíritu Santo, el Tabernáculo del Hijo de Dios ".

Terminemos con este admirable grito de un arzobispo protestante dr. Bramhall (Obras vol. Ip. 53) confirmando la doctrina católica antes mencionada y condenando el error de nuestros modernos exegetas bautistas:

"Admitimos tradiciones apostólicas genuinas y universales, como el Símbolo de los Apóstoles y la virginidad perpetua de la Madre de Dios".

¿Esas autoridades, querido profesor, siendo protestantes hasta la empuñadura, merecen o no, fe para usted?

Los católicos estamos de acuerdo con ellos en este punto ... ¿cómo es que ustedes no?

Estás dividido ... y, como dijo el Salvador, toda casa dividida no puede subsistir ...

Por eso el protestantismo se derrumba, cae, destrozado bajo los dientes de sus propios adherentes.

Hoy ya no hay protestantismo, solo hay pretendientes ... cada uno tiene su propia idea, su religión, su credo, fabricado por ellos mismos. Es la duda general, la duda de todo, al margen de tu interpretación individual.

En la Iglesia Católica, lo que se enseña, todo el mundo enseña, porque hay una autoridad central, hay una perfecta unidad; siendo la verdad una, es indivisible.

 

II. Pruebas bíblicas

Para corroborar el sentimiento de las autoridades protestantes contra la interpretación bautista de la exégesis de nuestro profesor, citamos algunos textos paralelos de la misma Escritura, en los que se utiliza la misma frase, y con el significado que le atribuye la doctrina católica.

Dios hablándole a Jacob desde lo alto de las escaleras que vio en sus sueños, le dijo:

No te abandonaré hasta que cumpla todo lo que he dicho (Génesis 28,15).

¿Significa esto que después de que Dios hubiera cumplido su promesa a Jacob, lo abandonaría?

Es imposible, Dios habla del presente, sin preocuparse de lo que hará en el futuro.

En Deuteronomio el Sagrado Escritor dice de Moisés: Y Moisés, siervo del Señor, murió allí en la tierra de Moab ... y lo sepultó en el valle de Moab ... y nadie ha conocido hasta hoy el lugar de su tumba. (Dt.34.6)

¿Se puede inferir de este paso que dicho lugar se conoció más tarde?

Imposible, ya que la tumba de Moisés nunca fue descubierta.

El Espíritu Santo indica los precedentes hasta ahora, sin mencionar el futuro.

* * *

El santo hombre Job, proclamando su inocencia, dice:

Mientras viva, no me apartaré de mi inocencia (Job 26,5)

¿Significa esto que después de su vida, es decir, después de su muerte, Job se apartará de su inocencia?

Tal interpretación sería el colmo del absurdo.

* * *

Noé, para conocer el estado de la tierra, después del diluvio, soltó un cuervo, que salió y no regresó hasta que las aguas se secaron sobre la tierra (Gn 8,7).

¿Significa esto que el cuervo ha vuelto tras la desaparición de las aguas?

Por supuesto no. El cuervo no volvió, la Biblia solo dice que no apareció hasta que desaparecieron las aguas, sin decir lo que pasó después.

Es más que probable que el cuervo, al no haber encontrado lugar para aterrizar o comer, muriera en esta excursión.

* * *

En el libro de Reyes (o Samuel) leemos: Y Samuel no volvió a ver a Saúl hasta el día de su muerte (Sm.15,35).

¿Significa esto que Samuel vio a Saúl después de su muerte?

¡Nueva tontería!

La Sagrada Escritura habla de la época que precedió al día de la muerte de Saulo, y no dice nada de lo que siguió a esa muerte.

* * *

Otro pasaje de Samuel (II Reyes)

Por eso Micol, hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte (2Sm.6,23).

Entonces, ¿Micol no tuvo hijos hasta el día de su muerte, y los tuvo después de la muerte?

¡Qué lógica invaluable!

El texto dice lo que pasó hasta la muerte, sin ocuparse de lo que pasaría después.

* * *

Isaías, en la visión contra Jerusalén, oye la voz del Señor que clama contra la ciudad prevaricadora: No, esta iniquidad no te será perdonada hasta que mueras (Isaías 22,14).

¿Significa esto que tal iniquidad será perdonada según el lema?

No puede ser, porque después de la muerte ya no hay perdón; es la eternidad.

* * *

Jesucristo dijo a los Apóstoles: He aquí, estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo (Mt 28,20).

¿Se puede concluir de esto que, después de la consumación, Jesucristo abandonará para siempre a sus apóstoles?

Es lo contrario; estará con ellos en el cielo más unidos que aquí en la tierra.

* * *

Antes de la Ascensión, el Salvador les dijo a sus Apóstoles:

Enviaré sobre ustedes el Espíritu Santo prometido por mi Padre; pero permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos de la virtud de lo alto. (Lc 24,49).

¿Significa esto que, después de recibir el Espíritu Santo, los Apóstoles tuvieron que huir de Jerusalén y ya no pudieron permanecer allí?

Sería otra tontería, ya que vemos a los Apóstoles regresar a cada momento a Jerusalén, reunirse allí, y uno de ellos es el primer Obispo de la antigua Ciudad Santa.

* * *

Uno podría tomar cientos de otros pasos que prueban que el sentido bíblico, así como el sentido popular, gramatical y lógico, de tales pasajes hasta , mientras , siempre indica lo que precede y nunca lo que sigue.

Colocando estos textos paralelos al lado del texto en discusión, vemos inmediatamente que el significado es idéntico, y expresa única y exclusivamente lo que precede, y no dice nada de lo que sigue:

Y no la conoció hasta que dio a luz a un hijo.

El Profesor, al examinar estos textos, estará obligado a confesar la verdad bíblica, claramente indicada en ellos, y la certeza de la interpretación católica, como la de los propios líderes protestantes, antes mencionada.

 

III. Pruebas de sentido común

Es inútil prolongar las citas, ya que la Sagrada Escritura, siendo la palabra de Dios, un solo texto es tan evidente como cincuenta.

El Evangelio, que dice que José no conoció a María hasta que dio a luz a su hijo primogénito, (Mt.1,25) dice lo que no se había hecho hasta el nacimiento del Salvador; nada más; sin querer hablar de lo que vendría después.

No haberla conocido hasta que dio a luz a su hijo no significa de ninguna manera que él la conozca más tarde.

El protestante Grocio, ya citado, dice con buen sentido: "La misma intención del escritor sagrado nos hace una ley para limitarnos al momento del parto, del que habla, no siendo otra cosa en su intención, sino hacer el bien". Sepa que José era extraño en él. De modo que lo que sigue no tiene nada que ver con lo que precede ". (Grot. Ann. In Mat, pág. 15).

El simple sentido común nos dice el significado de tales frases y no es necesario recurrir a interpretaciones gramaticales o exegéticas.

En lenguaje sencillo decimos:

Este hombre fue honrado hasta la muerte.

¿Dejó de serlo después de la muerte?

No; solo dice que fue honrado en vida.

Fulano trabajó hasta hacer una fortuna ... lo cual no quiere decir que, una vez que se hizo rico, dejó de trabajar.

Sicrano perdió en el partido hasta la noche; ¿Quieres decir que dejaste de perder al día siguiente?

Decirle a alguien: Estudié hasta que me gradué no significa que no continué estudiando después.

La verdad católica brilla, por tanto, con todo el esplendor de la revelación divina, y nos muestra a la Virgen Inmaculada, toda pura, en la aureola de su virginidad perpetua.

El autor de esta herejía no es protestante.

¡Estos ni siquiera tienen el mérito de la invención!

Dejaron las demás interpretaciones clara y positivamente favorables a la virginidad de la Madre de Jesús, la acogieron con aplausos, porque parece contradecir esta gloria ... y luego gritan, y escriben que honran y veneran a la Madre de Jesús. Jesús ... incluso dicen hermanos de María, pero le niegan todo lo que pueda ensalzar su gloria.

Pobres protestantes, reflexionen bien ... y que Dios les dé la gracia de reconocer el lamentable error de su doctrina anti-bíblica y anti-racional.

La fe de la Iglesia nunca ha cambiado en este sentido.

La Iglesia aclama a María Sma., No como una diosa, sino como una Virgen de las vírgenes:

Virgo antes del parto,

Virgo en el parto,

Virgo después del parto.

Así hablan los Concilios ... así habla el Credo ... así habla el Evangelio: ¿Cómo se hará esto, porque no conozco a un hombre? Así hablan los protestantes muy educados y sinceros.

Los contradictorios de esta verdad sólo muestran que no reflexionaron, sino que plagiaron objeciones mohosas, mil veces pulverizadas.

 

IV. el primogénito

Aquí estamos en la última objeción de nuestro profesor.

Digámoslo enseguida: empezó mal y acabó peor.

La conclusión, que es el último argumento de oposición, es una de miseria sin nombre.

El mismo pasaje, que acabo de refutar, proporciona un doble argumento a favor de la terquedad del profesor.

El Evangelio dice que José no conoció a María hasta que dio a luz a su hijo primogénito (Mt 1, 25).

San Lucas repite la misma frase: Y dio a luz a su hijo primogénito (Lc.2,7).

Ahora, dicen los protestantes: María tuvo un hijo primogénito.

Ahora bien, no hay primogénito sin segundo.

Pronto, María tuvo otros hijos.

Puedes aplaudir por la invención y la forma silogística ...

Es el razonamiento de un niño.

¿Entonces no puede haber un primero sin un segundo?

¡Esto es genial!

En este caso, y con tal lógica protestante, la madre sólo tendrá un primer hijo, después de que nazca un segundo.

Que no hay segundo sin primero, eso sí! pero el primero, desde su nacimiento, es el primero y sigue siendo el primero, independientemente del nacimiento del segundo.

El adjetivo ordinal primero es completamente independiente del segundo , lo que indica el orden del pasado al presente, sin ocuparse de lo que sigue.

Decir, por ejemplo, que un alumno es el primero en su curso, se sabe que nadie le precede, pero se ignora cuántos le siguen.

Si un estudiante así se queda solo, es el primero, igual de bien, como si lo siguieran otros veinte.

Un hombre que construye una casa puede decir verdaderamente: Esta es la primera casa que construyo, incluso si no tiene la intención de construir más casas.

Cuando alguien muere, es la primera vez que muere y solo muere una vez.

Mira, querido profesor. Cuán ridícula es la afirmación de que no hay primero, ni segundo, o que porque hay un primero o un primogénito, debe haber otros hijos.

Los mismos protestantes, algo educados, rechazan tales tonterías.

Aquí tienes unas palabras de tu padre o tío Calvin:

"El Cristo, dice, es llamado el primogénito, para mostrarnos que nació de una madre virgen y que no tuvo otros hijos".

Pobre Calvino, ¿por qué no consultó a los profesores exegéticos de dos siglos después?

Grocio, una luz de la secta, escribe:

"La expresión primero significa que nadie más lo precedió, pero no que otro lo siguió".

Pobre Grocio ... tus nietos son de otra opinión.

El gran Pearson, otra luz, escribe todavía:

"La noción bíblica de prioridad excluye un antecedente, ¡pero no expresa un consecuente!

Santifícame, dijo Dios, todo primogénito.

"Esta era una ley fija y obligatoria, que tenía que cumplirse nada más nacer el niño; sin embargo, si la palabra primogénito tuviera una relación necesaria con un segundo hijo, esta obligación no habría sido inmediata, y el primogénito no sería santificado por sí mismo incluso, pero el nacimiento del segundo hijo lo santificaría ...

"Por tanto, esta palabra primogénito no puede designar nacimientos posteriores; por lo tanto, no prueba que María tuvo otros hijos".

Tal es el razonamiento e interpretación de un obispo protestante, conocido por su talento y sinceridad.

Como ve mi profesor, tal interpretación es completamente católica, porque es sincera y científica, y está completamente en desacuerdo con la interpretación mezquina y perversa que los nietos modernos de Lutero quieren dar a estos pasajes.

¿Son Ubi veritas? ¿Dónde estará la verdad?

¿Con la Iglesia católica y con los teólogos protestantes, o con una docena de hombres sin doctrina y sin fe?

 

Pruebas bíblicas

Vayamos a la Biblia que los amigos protestantes dicen que es la regla de su fe, y demostremos que la Biblia aprueba completamente la interpretación católica, rechazando por completo el error protestante.

Citar lugares paralelos nos dará el significado exacto de la palabra primogénito.

En Éxodo Dios dijo: Todo primogénito en la tierra de Egipto morirá (Éxodo 11, 5).

Y así sucedió, No había casa donde no hubiera un muerto (Éxodo 11.30).

Necesariamente, como en todos los países, había parejas de un solo hijo; por ejemplo, todos los que habían estado casados ​​en los últimos dos años ...

Al haber un solo hijo, ese niño era el primogénito y por eso murió.

* * *

Dios también dijo: Todo primogénito es mío (Núm. 3, 13).

Entonces Dios envía a contar todos los primogénitos varones de los hijos de Israel, desde la edad de un mes en adelante (Núm. 2,40).

Ahora bien, si hay primogénitos de un mes, ¿cómo se puede exigir que, para que haya un primero, debe haber un segundo?

¿Podría una madre que tiene un primogénito un mes ya tener otro segundo?

Por tanto, el primogénito, haya otros o no, es verdaderamente el primogénito.

* * *

En Éxodo, Dios da el mandato de santificar a todo primogénito, que ha nacido entre los hijos de Israel (Éxodo 12,2).

Ahora bien, si la madre, para saber si el primogénito es realmente el primogénito, tuvo que esperar el nacimiento del segundo, ¿cómo podría ofrecer a Dios, desde el nacimiento, ese primogénito?

Seria imposible.

Un texto así prueba, por tanto, que el primogénito de ninguna manera supone el segundo.

* * *

En Éxodo todavía leemos en el capítulo 22: Me darás el primogénito de tus hijos; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás (Ex 22,29-30).

El primogénito, según el orden divino, debe serle ofrecido al octavo día de su nacimiento,

Ahora, en ocho días, ese hijo es el único ; sin embargo Dios lo llama: primogénito .

Por tanto, hay un primogénito, sin que haya un segundo ...

* * *

La primogenitura era un título de dignidad y honor entre los judíos, y generalmente el primogénito conservaba este título de primogénito, teniendo derecho a ciertos privilegios, como heredero, etc., y estando sujeto a ciertas obligaciones, como vemos en la Biblia. (Lc 2, 23).

Por tanto, es a propósito y con razón que el evangelista la llama Jesús: primogénito — Ton prototokon.

Por lo tanto, lo designa como heredero de David, por tener un derecho privilegiado sobre esta herencia. (véase Génesis 10, 15; 21, 12).

Lejos de ser un título equívoco, que presenta alguna dificultad, tal expresión se convierte en signo de autenticidad.

Aunque natural bajo la pena de un judío, tal expresión no se habría presentado al Espíritu de un extranjero.

Tal es el sentido gramatical y lógico de la palabra primogénito en el Antiguo Testamento y este sentido, siendo el único admisible, fue preservado en el Nuevo Testamento, como puede verse en la presentación de Jesús en el templo: Después de los días del Se cumplió la purificación de María, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor (Lc 2, 22)

He aquí, San José y María Sma., En obediencia a la ley de Moisés, toman a Jesús para ofrecerlo al Señor como el primogénito.

Ahora bien, si un hijo único no puede ser llamado primogénito, ¿por qué entonces están sujetos a esta ley, y por qué los sacerdotes, conocedores de la ley, permiten y aceptan tal oferta de un hijo único?

San José y María Sma., Instruidos en la Sagrada Escritura como los sacerdotes del templo, ignoraron el significado de la ley de Moisés ... o de lo contrario, el primogénito es bastante el primogénito .

Jesús era el único hijo en este momento, incluso para los Bautistas que quieren darle varios hermanos, porque Jesús solo tenía 40 días y aún no podía tener hermanos.

El pasaje anterior es típico y resuelve toda la discusión.

¡Solo mi profesor cubre ambos ojos con los puños, para no ver!

Y viendo, debes confesar que estás muy equivocado; o que nunca estudió los pasos del primogénito.

¿Es ignorancia o maldad?

No puede haber otra solución.

 

VIO. evidencia arqueológica

Además de la evidencia exegética, tenemos evidencia arqueológica decisiva, y tal vez desconocida para el profesor bautista.

En 1922, C. Edgard publicó en los "Anales de las Antigüedades de Egipto" 14 nuevas inscripciones, descubiertas en Tell y Yeharidich (antes Leontopolis) donde se encontró una importante necrópolis judía de la época del emperador Augusto.

En uno de ellos hay un epitafio griego que, traducido a nuestro idioma, dice lo siguiente:

Mira la tumba de Arsinoe, oh transeúnte,

Ella llora, considerando lo infeliz que estaba.

A una edad temprana, mi madre me dejó huérfano.

Y cuando la flor de la juventud me adornó

para el himeno,

Mi padre Phabeiti me dio un marido.

Pero entre los dolores que acompañaron

el nacimiento de mi hijo mayor (protótokon teknou)

La suerte me trajo al final de mi vida ...

Epitafio de Arsinoe.

En el año 25, segundo del mes Mechir.

Tal año 25 debe referirse al tiempo del reinado de Augusto en Roma y de Ptolomeo VII, rey de Egipto en ese momento.

Esta fecha corresponde al 28 de enero, el año 5 antes de Jesucristo.

Quizás fue ese mismo año que, en Belén, María dio a luz a su hijo primogénito.

El estudio intrínseco de la inscripción prueba su origen judío.

ese hijo mayor fue el primero y el único (Kai monos pros), en responder al dilema, de nuestro Maestro Bautista.

El término (prototokos) significa bueno: el primero simplemente (ante quien nullus) en un sentido absoluto, porque las circunstancias son tales que se excluye positivamente el futuro nacimiento de hermanos o hermanas.

Por lo tanto, podemos afirmar categóricamente contra los protestantes, y entre ellos contra el profesor de exégesis bautista, contra todos aquellos que pretenden combatir la virginidad perpetua de los Sma. Virgo, por tanto, podemos formular las siguientes conclusiones:

1. Es falso que el término prototokos (primogénito) siempre se use en un sentido relativo,

y solo se puede usar en relación con hermanos nacidos después del primero.

2. Es falso que se suponga que una madre que tuvo un hijo primogénito, naturalmente, tuvo otros hijos después de eso.

3. Es falso que el término primogénito exprese reserva o la posibilidad del nacimiento de otros hijos.

Arsinoe, quien murió en el momento del nacimiento de su hijo mayor, definitivamente no pudo tener otros hijos.

4. Es falso que el término primogénito comprometa el futuro o implique la llegada de una progenie posterior.

La familia de Arsinoe entendió que ese primogénito era el primero y el último (primogénito y único).

Es falso que el término unigénito (monogenes) sea más apropiado que el término primogénito, ya que es un niño cuyo nacimiento no debe ser seguido por otros.

Por lo tanto, está probado, con total certeza, que el evangelista San Lucas puede, con razón, llamar a Jesucristo el hijo primogénito de María, en lugar de llamarlo hijo único, sabiendo incluso con certeza que no solo el hecho, pero también el hecho, se excluye la posibilidad de más hijos de María.

 

VII. Conclusión

Aquí es donde terminan sus tristes objeciones, querido profesor.

El texto del Evangelio, interpretado con sentido común, ciencia y una exégesis sincera, permanece, como siempre se ha entendido en la Iglesia Católica.

José no conocía a María; hasta que dio a luz a su hijo primogénito (Lc 1, 25).

Se ha comprobado que tal expresión se refiere a lo que precede y no dice nada de lo que sigue.

Tanto la Biblia, la gramática y la forma en que la expresamos, dan y confirman este significado.

Maria Sma. por tanto, fue virgen después del nacimiento de Jesús, como lo fue antes y durante su nacimiento, conservando intacta su pureza virginal.

En cuanto al término primogénito , es casi infantil discutirlo.

Es una luz meridiana que sólo no ve fanatismo ciego, ni siquiera impiedad endurecida, y contra tal estado de ánimo no hay remedio.

El primogénito es el primogénito, ya sea que lo sigan otros o no.

Desde que nace el primero, es el primero desde el momento de su nacimiento; y cualquier madre que tenga un solo hijo, al ser interrogada sobre este hijo, responderá: Este es mi primogénito, o mi primer hijo, aunque no sabe si tendrá o no otros hijos.

Sólo los protestantes pobres no permiten que se les diga a esas madres que este niño es el primogénito ... lo que les hace creer que no existe, a pesar de haber nacido; sólo existirá y será el primero, después de que nazca el segundo.

Se necesita mucho coraje para sostener tales absurdos.

Por lo tanto, se desprende de toda discusión honesta que la palabra primogénito no significa solo el hijo mayor entre varios hermanos, sino más bien el hijo de toda mujer que no haya sido madre antes.

Es la expresión de San Jerónimo: Non Quem fraires sequuntur, sed qui prius omnium tatus est. (S. Jer. En Math. I. adv. Helv. X.)

Este es claramente el significado indicado por la Biblia misma.

Todo lo que proviene primero del seno de cualquier carne ... te pertenecerá por derecho: pero con esta condición de que por el primogénito del hombre recibas el precio. (Números 18, 15).

Entre los judíos, el término primogénito también tenía un significado de honor y dignidades que le hacían gozar de ciertos privilegios, como se puede ver en la Biblia, que habla varias veces sobre los derechos de la primogenitura.

Este es el primero de sus hijos, ya él le pertenece la primogenitura (Deuteronomio 21,17).

Al final de su artículo, el profesor pregunta por qué el evangelista no usó el término Unigénito en lugar de primogénito .

La razón es simple.

El Espíritu Santo no es protestante, y conociendo en profundidad el significado de los términos, pensó que el término primogénito (ton prototokon) era la palabra adecuada para expresar lo que quería decir.

* * *

El término unigénito sirvió para expresar el hecho físico del nacimiento de Jesucristo, pero se limitó a este hecho, mientras que el término primogénito se refiere al hecho físico y al hecho espiritual.

Jesucristo como Dios es el Unigénito del Padre Eterno. Filium suum unigenitum misit eus en mundum (1Jo.4,9).

Como Dios-hombre , es el primogénito de todas las criaturas: Primogenitus omnis creaturae (Col. 1.15).

Como hombre es el Unigénito de la Virgen Sma. - Et paries filium (Lc.1,31).

Pero Jesucristo vino no solo como Dios, ni solo como hombre; vino como un Dios-hombre como tal, debe ser el primogénito entre muchos hermanos.

Es San Pablo quien nos lo explica:

Él escribe a los romanos: A los que Dios conoció en su presciencia, también los predestinó para ser el primogénito entre muchos hermanos (Romanos 8,29).

Jesucristo debe ser el primogénito entre muchos hermanos.

Estos hermanos son los justos, son los santos.

Por eso Jesucristo participó de nuestra carne y sangre, debiendo ser semejante a sus hermanos, para ser su Pontífice ante Dios.

En este sentido espiritual, Maria Sma dio a luz a un primogénito ... el primogénito de todos los cristianos, de quien ella es la Madre espiritual.

De este modo, dice San Pablo, Jesús es el primogénito de todas las criaturas: primogenitus omnis creaturae (Cl.1,15).

Expresión sublime, qué sublime la verdad que manifiesta, involucrando a la Virgen Sma. en el resplandor más vivo y universal.

Todas las criaturas, animadas e inanimadas, celestiales y terrestres, regeneradas, pacificadas, consagradas por el primogénito de María, saludan en ella a la Madre y Señora del universo.

Y todo esto, en estas sencillas palabras: dio a luz a su hijo primogénito. (Lc.2,7)

¡No nos extrañemos de que palabras tan sencillas revelen un significado tan profundo, cuando el niño que nos muestran nos revela a un Dios!

Estas palabras no son, por tanto, una disminución de la gloria de la Madre de Jesús, sino un halo resplandeciente que el Espíritu Santo coloca en su frente Inmaculada.

Y los protestantes pobres, manipulando el significado de estas palabras, querrían que expresaran la pérdida de la virginidad de la Madre de Jesús.

¡No, no, pobres protestantes! Por el contrario, expresan la maternidad espiritual de la Madre de Dios, que de esta manera se convierte también en Madre de los hombres.

 

CAPITULO X

¡María Madre de Dios!

¡María es la Madre de Dios!

Es una verdad tan lógica que parece casi imposible discutirla.

Y, sin embargo, existe la discusión.

Basta que la Iglesia católica aclama a María, como Madre de Dios, para que el odio protestante, siempre en oposición a la doctrina católica, exclame: ¡Ella no es la Madre de Dios! María es simplemente la Madre de Cristo ... como cualquier otra madre es la madre de su hijo !!

Y, para degradar esta maternidad divina, quitar de la frente de su Madre Inmaculada el halo sublime de esta maternidad única, esos infelices vienen a querer darle a María Sma, varios hijos más, como hemos visto en los capítulos anteriores.

Renovando el error del hereje Nestorio, y contrario a las enseñanzas de sus propios fundadores y teólogos antiguos, los protestantes antiguos y los protestantes modernos no admiten que Maria Sma. sea ​​Madre de Dios; solo quieren que ella sea la madre de un hombre, unida a Dios.

Es el mayor de los absurdos, pero cuando se trata de contradecir a la Iglesia Católica, los absurdos se llaman ciencia, exégesis, progreso, etc., en las escuelas de pastores protestantes que, dicho sea de paso, ya no creen en la divinidad de Jesucristo.

Estudiemos aquí este tema sublime, mostrando, clara e irrefutablemente, el error protestante y la verdad católica, una verdad enseñada por el sentido común, el Evangelio y la tradición unánime, desde los Apóstoles hasta hoy.

Es un estudio interesante, instructivo y de gran beneficio para las almas sinceras y dispuestas.

 

I.Cómo María es Madre de Dios

Si le preguntara a un protestante, si es verdaderamente el hijo de su madre ... y si su madre es verdaderamente su madre, seguramente me miraría con gran asombro, asombrado de que un hombre en posesión de su sentido común pueda dudar. un hijo que no sea hijo de su madre.

¡Y tú estarías bien! ¡Mucha razón!

Pero, ¿cómo pretende que Jesús sea el hijo de María ... María no es la Madre de Jesús?

Tu madre, querida protestante, es solo la madre de tu cuerpo.

Ahora bien, el hombre está compuesto por un cuerpo y un alma , siendo el alma la parte principal del hombre, ya que es el alma la que comunica vida y movimiento al cuerpo.

Tu madre tierra no es la autora de tu alma. El alma es creada por Dios, para cada cuerpo en particular.

Por tanto, tu madre es sólo la madre de la parte material de tu ser. ¿Cómo dices que es tu madre?

Si el amigo protestante tuviera un poco de educación, contestaría: Es cierto, mi madre es sólo la madre de mi cuerpo y no de mi alma, pero la unión de esta alma y este cuerpo forma mi persona ; y mi madre la madre de mi persona.

Como ella es la madre de mi persona, que está hecha de cuerpo y alma, es verdaderamente mi madre.

Dios me creó un alma, pero no creó mi persona , que proviene de la unión sustancial de cuerpo y alma.

Mi madre es la madre de esta persona, ya que es en su vientre donde se produjo esta unión de cuerpo y alma.

Mi querido protestante, razonando y hablando de esta manera, hablaría como un hombre sensato, mostrando que él es el hijo de su madre, y que esta madre es realmente su madre.

Pues bien, apliquemos estas nociones de sentido común al caso de la maternidad divina de María Santísima.

Hay dos naturalezas en Jesucristo : la naturaleza divina y la naturaleza humana.

Estas dos naturalezas, juntas, constituyen una sola persona : la Persona de Jesucristo.

Ahora María es la Madre de esta única persona que posee tanto la naturaleza divina como la naturaleza humana, así como nuestra madre es la madre de nuestra persona.

Maria Sma. dio a Jesucristo la naturaleza humana; pero no le dio la naturaleza divina, que proviene únicamente del Padre Eterno.

María le dio a la Persona de Jesucristo la parte inferior: la naturaleza humana, como nuestra madre nos dio la parte inferior de nuestra persona: el cuerpo.

A pesar de esto, nuestra madre es la madre de nuestra persona y María es la madre de la persona de Jesucristo.

Y notemos que en Jesucristo hay una sola persona, y esta persona es divina , infinita, eterna: es la persona del Verbo, el Hijo de Dios, igual en todo al Padre Eterno y al Espíritu Santo.

Y Maria Sma. ella es la Madre de esta persona divina.

Por tanto, ella es la Madre de Jesús. la Madre del Verbo Eterno, la Madre del Hijo de Dios, la Madre de la Segunda Persona de los Sma. Trinidad, la Madre de Dios, por todo esto es la misma y única persona, nacida de su seno virginal.

Jesucristo, Hijo de Dios y de la Virgen Inmaculada, es Dios hecho hombre; en otras palabras: es Dios revestido de cuerpo y alma.

El alma de Jesucristo, creado por Dios, es realmente el alma del Hijo de Dios.

La humanidad de Jesucristo, compuesta de cuerpo y alma, es realmente la humanidad del Hijo de Dios.

Y la Virgen María es verdaderamente la Madre de este Dios, revestida de esta humanidad: es la Madre de Dios hecho hombre.

Ella es la Madre de Dios.

María, de la cual natus es Jesús.

María, de quien nació Jesús (Mt 1, 16)

Es así como, por una lógica irrefutable, el sentido común nos prueba que María es verdaderamente la Madre de Dios.

Ella no es la Madre de la divinidad, como nuestra madre no es la madre de nuestra alma; pero ella es la Madre de la persona de Jesús, como nuestra madre es la madre de nuestra persona.

La persona de Jesús es una Persona divina, es la Persona del Hijo de Dios.

Por tanto, ella es la Madre de Dios.

Nuestra madre es la Madre de nuestra persona; esta persona es humana, y está decidida, llamándose: Pedro, Paulo, José María o Regina; el nombre no importa.

Entonces nuestra madre, siendo la madre de nuestra persona, es verdaderamente nuestra madre; o madre de Pedro, o de Paulo, o de José, o de María, o de Regina.

Este razonamiento basta para mostrar el absurdo de los protestantes infelices, al querer negar a María Sma un título, que le es propio, que le fue dado por Dios, y que le es absolutamente debido, porque es la Madre de Dios. Jesús.

 

II. Los errores de los primeros heresiarcas

No fueron los protestantes, los primeros, en negar este título de Maria Sma ...

El inventor de esta absurda negación fue Nestorio, el indigno sucesor de San Juan Crisóstomo en la sede de Constantinopla.

La sutileza griega había suscitado varios errores con respecto a la persona de Jesucristo.

Sabellio quiso aniquilar la personalidad del Verbo.

Arrio buscó eliminar el halo de divinidad de esta personalidad .

Los docets negaron la realidad del cuerpo de Jesucristo.

Los apolinaristas rechazaron el alma humana de Cristo.

Todo había sido atacado, por herejía, en la persona de Jesucristo; pero con cada herejía que surgió, la Iglesia infalible, bajo la dirección inspirada del Papa de Roma, defendió y proclamó la verdad única e imperecedera:

de la persona del Verbo divino contra Sabellio,

de la divinidad de esta persona, contra Arrio,

de la realidad del cuerpo humano de Jesús, contra los docets,

de la realidad del alma humana de Jesús, contra los apolinaristas.

Sólo había un punto libre de la parte de los herejes Ataque: era u nion de las dos naturalezas: divina y humana de Jesucristo.

A Nestorio le correspondía plantear esta herejía ya los hijos de Lutero seguir defendiendo este grotesco error.

Fue en 428 cuando el indigno Patriarca Nestorio comenzó a predicar que había en Jesucristo dos personas, una divina como el Hijo de Dios; otro humano, como el Hijo de María.

Por tanto, concluye el herejía, María no puede llamarse Madre de Dios , sino simplemente Madre de Cristo o del hombre.

Se concibe la importancia de tal negación.

Si las dos naturalezas, la divina y la humana, no se unen hipostáticamente (unión personal) en Jesucristo, para formar una sola persona , la Encarnación y la Redención desaparecen.

El Hijo de Dios, no habiéndose revestido de nuestra naturaleza, no puede ser nuestro Redentor.

Solo el hombre sufrió en ella.

Ahora bien, el hombre, como ser finito, solo puede realizar obras finitas.

Por tanto, la redención ya no tiene un valor infinito.

Jesucristo ya no puede ser adorado:

es solo un hombre.

La Eucaristía ya no es la carne y la sangre de un Dios; es solo carne de hombre.

El Salvador ya no es el Dios-Hombre.

Tal es el grotesco error que Nestorio, como predecesor de Lutero, vino a lanzar al mundo.

Y los protestantes, al no tener el valor de sostener todos estos errores, continúan defendiendo la mayoría de ellos.

¡Es ilógico! O deben aceptarlo todo o deben negarlo todo.

Nestorio era al menos lógico, en sus deducciones, que eran falsas, porque emanaban de un principio falso.

Los protestantes admiten y profesan el falso principio de Nestorio, sin atreverse a sacar lógicamente todas las conclusiones de este principio.

Admiten algunas conclusiones y rechazan otras.

¿Por qué este selectismo?

Admiten en Jesucristo dos naturalezas y una persona, pero rechazan la unión personal (hipostática) de las dos naturalezas en la única persona de Cristo.

Adoran a Jesucristo y niegan a su Madre Inmaculada el título de maternidad a esta persona divina.

Admiten al Salvador como Hombre-Dios y niegan la presencia de su persona divina en la Eucaristía.

Pero piénsenlo, queridos protestantes ... ¡es absurdo!

Admite que Jesucristo es el Hijo de María y niega que María sea la Madre de Dios .

Admite que Jesucristo es Dios, nacido de María, y niega que María sea la Madre de este Jesucristo.

Pero aprende a razonar.

O niega todo o acepta todo; de esta manera serás al menos lógico.

Negando todo, serán herejes, o paganos si lo desean; pero serás lógico.

Admitiendo todo, tú también serás lógico; y en este caso seréis católicos, apostólicos romanos, ya que la Iglesia católica lo admite todo: el principio y todas las conclusiones que de él se derivan.

Admitir que Jesús nació de María: - y no puedes negarlo, porque está en el Evangelio. (Mt 1, 16) - debes admitir que la persona de este Jesús es divina.

Que María es la Madre de esta divina persona.

¡Que ella es, por tanto, Madre de Dios!

Y un dilema sin salida.

 

III. El Concilio de Éfeso

Cuando el heresiarca Arrio lanzó su error al mundo, negando la divinidad de la persona de Jesucristo, la divina Providencia levantó al intrépido Sto. Atanasio para confundirlo, tal como crió a Sto. Agustín para confundir al hereje Pelagio.

Esta misma Providencia levantó a San Cirilo de Alejandría para refutar los errores de Nestorio.

Las blasfemias del herejía sembraron problemas e indignación en Oriente.

San Cirilo fue el inspirado y sublime intérprete de la indignación del mundo católico, que lloró, bajo el peso de la blasfemia, con la que el error pretendía humillar a la madre de Jesús,

En 430, el Papa Santa Celestino I, en un concilio de Roma, examinó la doctrina de Nestorio que le había sido presentada por San Cirilo, y la condenó en su totalidad como errónea, anticatólica, herética.

San Cirilo formuló la condena en doce proposiciones llamadas los doce anatemas en las que resumió toda la doctrina católica al respecto.

Se pueden resumir en tres puntos.

1. En Jesucristo, el Hijo del hombre no se distingue personalmente del Hijo de Dios .

2 La Virgen Sma. es verdaderamente Madre Dios , por ser la Madre de Jesucristo, que es Dios.

3. En virtud de la unión hipostática, hay comunicación de lenguajes , es decir: denominaciones, propiedades y acciones de las dos naturalezas en Jesucristo, que pueden atribuirse a su persona, de modo que se puede decir: Dios murió por nosotros, Dios salvó al mundo, Dios ha resucitado.

Nestorio no aceptó las declaraciones del Papa y continuó con sus herejías.

Para exterminar completamente el error y restaurar la unidad de la doctrina en el mundo, el Papa resolvió convocar el Concilio de Éfeso (en Asia Menor) en 431, invitando a todos los obispos del mundo.

Cerca de 200 obispos de todo el mundo se reunieron en Éfeso.

San Cirilo presidió la asamblea en nombre del Papa.

Nestorio se negó a comparecer ante los obispos reunidos

Desde la primera sesión se condenó la herejía.

En un trono, en el centro de la asamblea, los obispos colocaron el Santo Evangelio, para representar y asistir a Jesucristo, quien había prometido estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos, un espectáculo santo e imponente, que desde entonces ha sido adoptado. en todos los ayuntamientos.

Los obispos, rodeando el Evangelio y el representante del Papa, todos pronunciaron por unanimidad y al mismo tiempo, la definición proclamando que María es verdaderamente Madre de Dios , que Nestorio había blasfemado, y en adelante dejó de ser obispo de Constantinopla.

Cuando la multitud que rodeaba la Iglesia de Santa María la Mayor, en la que se había reunido el concilio, se enteró de la definición de proclamar a María, Madre de Dios, la exclamación resonó en un inmenso grito: ¡Viva María, Madre de Dios!

¡El enemigo de la Virgen ha sido derrotado! Viva la grande, la augusta, la gloriosa Madre de Dios.

Cuando, de noche. los prelados salieron del templo, fueron acompañados y llevados en triunfo por la multitud, entre miles de antorchas y linternas en medio de luces de hadas, al son de la música, cánticos y vítores entusiastas de toda la ciudad, y; de los miles de extraños, acudiendo en masa para glorificar a la Madre de Dios con ellos.

En recuerdo de esta solemne definición, el concilio añadió al saludo del ángel estas sencillas y expresivas palabras: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

Nestorio primero intentó resistir al Papa y al concilio, pero el emperador que lo había protegido hasta entonces, informado de la verdad, lo abandonó y, ante la revuelta de los herejes, lo condenó al exilio.

Todavía vivió durante 8 años, con odio en su corazón y blasfemia en sus labios.

Murió miserablemente, como todos los herejes, con el cuerpo podrido y la lengua que blasfemó contra la Santísima Virgen devorada por gusanos, incluso antes de exhalar su último aliento.

Fue el justo castigo de una lengua que se atrevió a blasfemar el nombre y la dignidad de la Madre de Dios.

Aquí está el error protestante, refutado y condenado mucho antes de que los hijos de Lutero lo adoptaran, queriendo, por un inexplicable contrabueno, negar a María Sma. la dignidad de Madre de Dios, reconociendo, sin embargo, que Jesús, el Hijo de Dios, es su verdadero hijo.

 

IV. Pruebas de las Escrituras

Para iluminar esta hermosa y fundamental verdad con un rayo divino, vayamos a la Sagrada Escritura, mostrando cómo todo allí proclama este título de la Virgen Inmaculada.

María es verdaderamente Madre de Dios.

Ella en realidad generó un hombre, unido hipostáticamente con Dios; y Dios nació verdaderamente de ella, revestido de un cuerpo mortal, formado a partir de la pura sangre de la Santísima Virgen.

Aunque no se la llama expresamente en el Evangelio Madre de Cristo, Madre de Dios, esta dignidad se deduce rigurosamente del texto sagrado.

* * *

El Arcángel Gabriel, al decirle a María: - "El Santo que nacerá de ti, será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 35) expresa claramente que ella será la Madre de Dios .

Es como si dijera: El fruto de tus entrañas será el Hijo de Dios, Dios y hombre, cuyo nacimiento es a la vez eterno y temporal.

* * *

El Arcángel dice que el Santo que nacerá de María será llamado Hijo de Dios .

Si el Hijo de María es el Hijo de Dios, es absolutamente cierto que María es la Madre de Dios .

* * *

Llena del Espíritu Santo, Isabel exclama: ¿De dónde me viene que la Madre de mi Señor viene a visitarme? (Lc.1,43)

¿Qué significa eso, si no que María es la Madre de Dios ? Madre del Señor o Madre de Dios es la misma expresión.

* * *

San Pablo dice que Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley (Gálatas 4: 4).

Por tanto, si el Hijo de Dios es de mujer, no como lo fue Eva, de una costilla de Adán, sino por generación , porque se dice positivamente en el Evangelio que María dio a luz a su hijo primogénito, esta mujer es verdaderamente la Madre. de Dios .

* * *

El profeta Isaías predijo que la Virgen concebiría y daría a luz un Hijo que se llamaría Emanuel o Dios con nosotros (Is 7,14).

¿Qué es este Dios?

Es necesariamente el que, como dice el ángel, es el Hijo de Dios.

Él es el que, según el testimonio de Pedro, no es ni Jeremías ni Elías ni

cualquier otro Profeta, excepto Cristo, el hijo del Dios viviente.

Es el que, según la confesión de los demonios es: el Santo de Dios.

Tal es el Cristo que dio a luz María.

Por lo tanto, generó un Dios-Hombre.

Por tanto, ella es la Madre de Dios .

* * *

La mujer del Evangelio exclama: Bienaventurado el vientre que te trajo y los pechos en los que te amamantaron (Lc.11,27).

Estas entrañas y estos pechos no serían bendecidos si solo hubieran traído a un hombre; sólo pueden ser porque fueron las entrañas las que dieron a luz a un Dios y los pechos los que lo alimentaron.

El hijo de María siendo Dios, María es, por tanto, Madre de Dios .

 

V - Doctrina de los Santos Padres

Tal es la doctrina claramente expresada en el Evangelio y siempre seguida en la Iglesia Católica.

Los Santos Padres, desde la época apostólica hasta hoy, siempre han sido unánimes en este sentido, y sería una página sublime si pudiéramos reproducir las numerosas frases que nos dejaron.

Citemos al menos algunos textos de los principales apóstoles, extraídos de sus "Liturgias" y transmitidos por escritores de los primeros siglos.

San Andrés dice: María es la Madre de Dios, resplandeciente de tanta pureza y radiante de tanta belleza, que debajo de Dios es imposible imaginarse más grande, en la tierra o en el cielo. (1)

1) Mater Dei, tanto puritate splendens, tanto que pulcritudine fulgens, ut sub Dei pulchritudine nulla in terris in coelis major cogitari possit (S. Andreas. Apost. In situ B V. apud Amad.)

San Juan dice: María es la verdadera Madre de Dios, porque concibió a Dios, engendró un Dios verdadero, dio a luz, no a un simple hombre como otras madres, sino a Dios unido a la carne humana. (dos)

Santiago dice: María es la Santísima, la Inmaculada, la Madre más gloriosa de Dios. (3)

Are D i onísio Areopagite dice: María es hecha Madre de Dios para la salvación de los desdichados (4)

Orígenes (siglo II) escribe: María es Madre de Dios, unigénita del Rey y Creador de todo lo que existe (5)

San Atanasio dice: María es Madre de Dios, completamente intacta y sin mancha (6)

San Efrem : María es la intachable Madre de Dios (7)

San Jerónimo : María es la verdadera Madre de Dios (8)

San Agustín : María es la MADRE DE DIOS, hecha por la mano de Dios. (9)

2) Mater Dei vera; verum enim Deum concepit, verum Deum peperit, et quia non hominem purum, ut aliae matres, sed Deum carni humanoe unitum genuit (San Juan Apost. Poid)

3) Mater Dei Sanctíssima, Immaculata, gloriosissima, (San Jacob. Minor. En su liturgia.)

4) Mater Dei facta, propier miserorum salutem. (S. Dion. Areop. En deleite. B. Brig t. C. 103).

5) Mater Dei unigeniti Domini et Regis omnium plasmatoris et creatoris cunctor a (Orig. Hom. 1 en buceadores).

6) Mater Dei intactissima, impolutissimaque (S. Ath Or. In pur. B.V).

7) Mater Dei inculpata (S. Ephr. En Thren. BV)

8) Mater Dei vera (S. Jeron: en Serm. Ass. B.V).

9) Mater Dei, Dei manu fabricata (San Aug. inorat ad beress.)

¡Etcétera!

Todos los Santos Padres rivalizaban en amor y veneración, proclamando a María: la Santa e Inmaculada Mano de Dios.

Terminemos estas citas, que podríamos ampliar en capítulos, citando el argumento con el que San Cirilo refutó a Nestorio.

María Sma., Dice el gran polemista, es la Madre de Cristo y la Madre de Dios , porque concibió y dio a luz a Aquel que, en una sola persona divina, era hombre y Dios al mismo tiempo.

En el momento de su concepción no había más que una y la misma persona, con naturaleza tanto divina como humana. El Verbo carne en la carne y el Hombre-Dios en Dios.

"La carne de Cristo no fue primero concebida, luego animada y finalmente asumida por el Verbo, sino que al mismo tiempo fue concebida y unida al alma del Verbo.

“No hubo, por tanto, intervalo de tiempo entre el instante de la Concepción de la carne, que nos permitiera llamar a María: Mano de un hombre, y la venida de la majestad divina.

Al mismo tiempo, la carne de Cristo fue concebida y unida al alma y al Verbo ”.

Esto es lo que hizo decir a san Juan Damasceno: "Desde que apareció, la carne del Verbo divino apareció animada de razón y dotada de inteligencia". (10)

10) Lib III. Ortod. defensor. C.II.

Santo Tomás corrobora esta verdad católica con razones autorizadas y perentorias. "¿Cómo, dice él, podría la Santísima Virgen ser simplemente la madre de un hombre, viendo que Cristo nunca fue un mero hombre, sino que fue, desde el momento de la Concepción del hombre, el Dios verdadero unido a la carne animada?"

De estas citas puede verse que, sin duda, no existe ninguna vacilación en el Espíritu de los Santos Padres a este respecto.

Es una verdad evangélica, tradicional, universal, que todos admiten y profesan.

 

VIO. grandeza de maria

De su título de Madre de Dios fluye toda la grandeza de la Santísima Virgen.

Todo lo que precedió a su maternidad divina fue la preparación para esta dignidad; y todo lo que le sigue brota de esta dignidad, como de su fuente inagotable.

La dignidad de Madre de Dios, de hecho, proviene de la dignidad de su Hijo.

Ahora, la dignidad de Jesucristo sobrepasa infinitamente toda dignidad humana o angelical.

Por tanto, la dignidad de María sobrepasa la dignidad de todas las demás criaturas.

Las criaturas no pueden darle nada a Dios, porque él lo tiene todo y no necesita nada.

Solo la Santísima Virgen le dio un cuerpo que él no tenía y que necesitaba para lograr la redención del mundo.

La grandeza de Maria Sma. es tan alto y tan exaltado que no podemos comprenderlo completamente.

En una frase sintética, el sabio Cornelius a Lapide da una idea de este título.

"Ser la Mano de Dios, dice, es haber concebido y dado a luz a un Dios.

"Es haberte dado la naturaleza humana, tu propia sustancia, tu cuerpo, tu carne, tu sangre.

"Significa tener los derechos sobre él que tiene una madre sobre su hijo y sobre su raza.

Es verlo sumiso de niño, hasta el punto de que la llama por el nombre de una madre, que la respeta, la honra como madre y la obedece en todo ”.

Y hay todo esto entre Jesús y su Madre.

De esta verdad fundamental de la maternidad divina, saquemos cuatro conclusiones que son como el comienzo de toda la grandeza de la Madre de Dios.

Primer principio :

La sangre pura de María, que era la materia prima del Cuerpo de Jesucristo, así como la leche que lo alimentaba, después de ser transformada en la sustancia del Salvador, se unieron hipostáticamente al Verbo Eterno. (11)

11) Hec Matris dignitas physice sumpta habet, quod B. Virgo vere ac owner concurrerit ad fabricandum corpus, et aliqua Virginei corporis substantia, ex qua Christi corpus in principio constitutum, postea auctum ac deinde lacte nutritum et, Dei verbo hypostatice adeor fuerit, que credi potest istam carnis substantiam cuando Christus ex Virgine asume, nunca foisse, omnino resign, aucontinua coloris naturalis actione resolutam, sed eadem semper foisse mend Verbo unitam. (Suárez: de Encarn. P.2 d.1)

 

Segundo principio:

Como resultado de esta relación íntima entre Dios y la Santísima Virgen, existe en esta última una relación real de maternidad, que le da derecho a todos los bienes de su Hijo, tan estrecho vínculo con Dios, Padre Eterno de este mismo Hijo, y tal alianza se cierra con la augusta Trinidad, que sólo Dios puede comprender la inmensa grandeza de la Madre de Dios.

Es la opinión de San Agustín: "Digo esto sin dudarlo, escribe, María no puede explicar completamente lo que no puede entender".

"Sólo Dios puede alabar dignamente tal dignidad", dice San Andrés de Creta.

Tercer principio:

Después de la unión hipostática del Verbo, no hay unión más trascendente que la de la maternidad divina, porque esta gracia es de un tipo completamente diferente a otras gracias; más alto, incomparable, que nunca ha sido comunicado a otra criatura.

Esta dignidad de Madre de Dios pertenece, en todo caso, a la unión hipostática, intrínsecamente ligada a ella y teniendo con ella una unión necesaria.

De hecho, la carne de Cristo, unida hipostáticamente al Verbo, es, por su origen, la carne de María.

San Pedro Damião lo dice muy bien: "Dios está en todas las cosas de tres maneras, pero quiso estar en María de una cuarta manera, muy especial: a través de la identidad, porque él es igual a ella. Que toda criatura esté en silencio y temblar, atreviéndome sólo a contemplar la inmensidad de tan gran dignidad ". (12)

12) Cum Deus in alijs rebus sit tribus modis, in Virgine fuit Quarto speciuli Modo, scilicet per identitatem, quia idem est quod ipsa. Hinc taceat et contremiscat omnis creatura, et vix audeat aspice tantae dignitatis immensitatem: (S. Pet. Dam. Serm. De Ann.)

La dignidad de Madre de Dios, de hecho, proviene de la dignidad de su Hijo.

Ahora, la dignidad de Jesucristo sobrepasa infinitamente toda dignidad humana o angelical.

Por tanto, la dignidad de María sobrepasa la dignidad de todas las demás criaturas.

Las criaturas no pueden darle nada a Dios, porque él lo tiene todo y no necesita nada.

Solo la Santísima Virgen le dio un cuerpo que él no tenía y que necesitaba para lograr la redención del mundo.

La grandeza de Maria Sma. es tan alto

Cuarto principio:

Cualquier otro estado de criatura es limitado y finito; este de la maternidad divina, sin embargo, es como infinito, debido a la conexión muy estrecha con una persona puramente infinita.

"Esta unión no es una unión personal, dice san Bernardo, pero se acerca tanto a ella, que la Virgen María parece estar tan perdida en la divinidad, unida personalmente a la carne de su divino Hijo, que se forma a partir de su propia carne". . "

Santo Tomás y los demás escolásticos, con rigurosa exactitud, califican la maternidad de María como dignidad simplemente infinita, o incluso casi infinita. Suárez lo llama: infinito en su especie: in suo genere infinita.

Quinto principio:

La maternidad divina de María es el fundamento de toda su gloria, como es la raíz de todas sus demás prerrogativas.

De hecho, desde toda la eternidad, María estaba predestinada a esta maternidad; y como resultado de esta predestinación, Dios la adornó con tantas gracias, que en esta obra maestra reveló su poder ilimitado, su sabiduría ilimitada, su bondad incomparable, su generosidad sin fondo, su caridad, su justicia unida a su misericordia infinita.

Estos son los cinco principios que brotan de su maternidad divina y forman el pedestal de toda su grandeza, una grandeza tan exaltada que ni los hombres, ni los ángeles, ni la Santísima Virgen misma, pueden comprenderla plenamente.

 

VII. Conclusión

¡Qué abismo más profundo!

¡Qué altura vertiginosa!

Sin embargo, en todo esto no hay esfuerzo de imaginación: es la consecuencia segura y teológica de su inefable prerrogativa como Madre de Dios.

María es la Madre de Dios ... Tiene toda la razón.

Esta dignidad sobrepasa todas las demás dignidades: es el último grado de elevación de una criatura.

Ahora bien, toda dignidad presupone un derecho; y no hay derecho, sin deber en otra persona.

Si Dios ha elevado a su Madre tan alto es porque quiere que sea honrada, exaltada por nosotros.

No estamos del todo convencidos de esta verdad.

La causa de esta falta de convicción es que comparamos a la Santísima Virgen con otras madres, y en esta comparación representamos la calidad de Madre de Dios como externa y accidental, mientras que en realidad ella tiene su base en su propio ser moral , de ahí que influye en tu ser físico .

María concibió el Verbo divino en su seno, pero esta Concepción fue el efecto de una plenitud de gracia y una operación del Espíritu Santo en su alma.

se puede decir que una madre no se vuelve más encomiable en sí misma por haber dado a luz a un gran hombre, porque esto no le aporta ningún aumento en virtud ni en perfección; pero la dignidad de Madre de Dios, en María, es obra de su santificación, de la gracia que la eleva por encima de los mismos Ángeles, de la gracia a la que fue predestinada, en la que fue concebida: alcanzar este sublime fin de ser Madre de Dios: es tu propia persona.

Ante semejante maravilla, única en el mundo y en el cielo, les pido a los pobres protestantes:

¿No es lógico, no es necesario, no es imperativo que los hombres alaben y exalten a la que Dios alabó y exaltó sobre todas las criaturas?

El culto a María no es un adorno de religión; es una pieza constitutiva, es una parte integral, tan indisolublemente ligada a todas las verdades y misterios evangélicos que, queriendo separarla de toda la doctrina de Jesucristo, es, de un solo golpe, matar a toda la religión, a hazla caer, sin comprender ya nada del tierno abrazo en el que Dios viene a unirse a las criaturas.

María es Madre de Dios.

María de qua natus es Jesús.

Todo está en esta oración:

Es María: simple criatura.

Es Jesús: Dios eterno.

Es la Encarnación "de qua natus est".

Es la unión indisoluble que produce el nacimiento, entre el Hijo y la Madre.

¡Oh! en lugar de blasfemar, pobres queridos protestantes, arrodíllense de rodillas y con la frente en el suelo adoren a este Dios infinito que se hizo hombre en el seno de esta Bendita mujer, que es María; y alabado, ensalza esta criatura única que Dios ha elegido para hacer su propia Madre.

Es la gran e incomparable obra maestra de Dios. Puede ensanchar los mundos y hacer los cielos más espléndidos. ¡pero no puede hacer que una madre sea más grande que la Madre de Dios! (13).

13) Ipsaest qua maoiren facere Deus non potest Majorem mundum potest Deus facere, majus coelam, majorem matrem quam matrem Dri non potest facere. (S.Bern.Spec.BVc10).

Allí agotó su poder.

Es la última palabra de tu poder y tu amor.

Aclamémosla, por tanto, y escribamos confiadamente la bella invocación que finaliza el Saludo Angélico:

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.

¡Amén!

 

CAPITULO XI

¡María, pero de los hombres!

Aquí hay otro título que despierta el odio protestante. Se llaman a sí mismos "Hermanos de María", pero de ninguna manera quieren ser Hijos de María.

En este punto son lógicos.

Si Maria Sma. ella no es la Madre de Dios, ni es la madre de los hombres.

Y aun siendo Madre de Dios, no debe ser Madre de pobres herejes, que rechazan la enseñanza positiva de Jesucristo, para adherirse a doctrinas contrarias a la Sagrada Escritura. Yo digo: no debería ser, y sin embargo lo es.

Ella no es la madre del pecado, ni de la herejía que soberanamente detesta, sino que es madre de los pobres pecadores y de los infortunados herejes, que busca llevar de regreso al seno de la verdad y del amor.

¡María es la Madre de Dios ! lo hemos probado en el capítulo anterior.

Ella también es la Madre de los hombres : esto es lo que vamos a demostrar aquí.

Como Madre de Dios, la Santísima Virgen tiene su frente ceñida por el poder de su hijo.

Como Madre de los hombres, su corazón está envuelto por el amor y la misericordia de Jesús.

Es una de las verdades más suaves del catolicismo.

¡Necesitamos una Madre!

Los niños son tan infelices que pierden a su madre: son pequeños huérfanos pobres.

Y es muy triste ser huérfano.

Los protestantes son huérfanos: Expulsan a la madre de sus templos, insultan a la madre ... y pretenden agradar al Padre.

Eso es lo que solía decirle a Bem-av. de Montfort: Si alguien dice que tiene a Dios por Padre, no a María por madre; este es un mentiroso, que no tiene otro padre que Satanás.

Recorramos, con amor y cariño, las fases de este título glorioso: María, Madre de los hombres.

 

Como María es nuestra Madre

Muchas personas, incluso piadosas, no comprenden del todo cómo María es nuestra madre, pensando que es solo un título de confianza y amor, pero sin ningún fundamento en la realidad.

Es un error fundamental.

El mismo razonamiento que nos mostró la realidad de la maternidad divina de Sma. Virgen, ella nos mostrará la realidad de su maternidad espiritual .

Uno de estos hospitales de maternidad está relacionado con el otro.

Hay en nosotros el alma y el cuerpo , completamente diferentes entre sí, e incluso de naturaleza radicalmente opuesta.

El cuerpo es material, visible, mortal.

El alma es espiritual, invisible, inmortal.

Estas dos sustancias, el cuerpo y el alma, tienen cada una una vida particular, distinta y opuesta.

La vida del cuerpo es una vida material y natural.

La vida del alma es una vida espiritual y sobrenatural.

La vida del cuerpo se llama: vida humana .

La vida del alma se llama: vida divina .

Es útil distinguir bien estas dos vidas para comprender las consecuencias que se derivan de estos principios.

Cada una de estas dos vidas tiene un origen diferente.

La vida del cuerpo proviene de la unión del cuerpo y el alma , de modo que cuando esta unión cesa, también cesa la vida del cuerpo y el cuerpo deja de ser un cuerpo humano para convertirse en un cadáver.

La muerte es la consecuencia de la separación de cuerpo y alma.

La vida del alma también proviene de una unión; de la unión del alma con Dios , de modo que, cesando esta unión, cesa también la vida del alma, y ​​el alma deja de ser un alma deificada, para convertirse en un cadáver, un alma en estado de pecado mortal.

¡Es una muerte sobrenatural!

Y esta muerte es consecuencia de la separación del alma y Dios.

Lo que une nuestra alma a Dios se llama gracia y lo que la separa de Dios se llama pecado mortal.

Nuestra alma, por gracia, posee la vida sobrenatural ... Sin esta vida sobrenatural, está en muerte espiritual, es un germen del infierno.

¿Quién nos da la vida del cuerpo?

Es nuestro padre y nuestra madre, ambos, ambos. De la unión de los dos resulta la transmisión de la vida natural.

Así ocurre con la vida sobrenatural, la vida de nuestra alma.

Esta vida viene de Dios, que es nuestro Padre, pero también de María, que es nuestra Madre.

Viene de ellos dos, viene de la unión espiritual de Dios y Maria Sma. Dios es la fuente de esta vida sobrenatural.

María es tu canal de transmisión.

Por tanto, estamos en deuda con Jesús y María por la vida de nuestras almas.

Jesús es nuestro Padre, María es, por tanto, nuestra Madre.

Lo de los padres es dar vida.

Jesús nos da esta vida como principio.

María nos da esta vida como canal.

Pero tanto Jesús como María cooperan en nuestra vida del alma.

Se lee en la vida de santa Gertrudis que un día se le apareció la Santísima Virgen, con el rostro irradiando una dulce majestad.

Era el día de Navidad.

Cantaron el Evangelio, en el que se dice que María dio a luz a su primogénito (Lc 1.7)

El Santo empezó a meditar sobre esta expresión: primogénito, sin entender por qué el evangelista escribió: primogénito, no unigénito, porque es cierto que María Sma. Nunca tuve otros hijos.

La Santísima Virgen le respondió enseguida: No, Jesús no es mi hijo unigénito, sino el primogénito, porque si es el unigénito en el orden material, no está en el orden espiritual; He engendrado espiritualmente a todos los hombres, dando vida a su alma, para que sean todos mis hijos, los hermanos de Jesús, los miembros vivos de mi hijo Jesús.

La vida de nuestra alma es una vida tan real que la vida de nuestro cuerpo, siendo incluso muy superior a ella; es de Maria Sma. que Dios nos da esta vida del alma, para que ella se convierta en nuestra madre, más que la que nos dio la vida del cuerpo.

 

II. necesidad de una madre en la religión

Un día, un niño, educado sobre las rodillas de una madre piadosa, estaba aprendiendo por primera vez a hacer la señal de la cruz.

Terminando a invocação das três Pessoas divinas: Em nome do Pai, do Filho e do Espírito Santo, que vinha repetindo, a criança pára de repente e fixando o seu olhar límpido no olhar da sua mãe, pergunta: Mamãe, não há também uma mamãe ¿en el cielo?

El instinto de piedad cristiana había hablado a través de los labios del niño.

Dios debe haber preparado una respuesta para él.

Esta respuesta es: María, Madre de los hombres.

María es la Madre de Dios: y por ser la Madre de Dios, debe ser la Madre de los hombres.

Sí, allá en las alturas, con la frente ceñida con toda la grandeza ... el corazón desbordado del amor más puro y desinteresado ... el alma radiante de todas las virtudes ... la mirada fija en nuestras luchas ... .la mano siempre extendida para bendecir ... la sonrisa siempre en los labios ... siempre dispuesta a consolarnos ... María, nuestra Madre reina, como reinan las madres, preocupada únicamente por la felicidad de sus hijos ... ella reina en la gloria, cerca de ella Jesús, y como suavizando la diadema luminosa que rodea la frente del Salvador para mostrarnos a su Hijo primogénito, haciendo que Dios mire a la tierra, y haciendo irradiar misericordia, donde los truenos de su justicia.

¡Oh! ¡Solo el corazón de una madre puede hacer eso!

Como María, vista bajo esta luz, toda de amor, nos parece grande ... ¡y se muestra tierna y cariñosa!

Aquí en la tierra, lo primero que se encuentran los ojos del recién nacido, en la bruma de su primera mirada, es la sonrisa de su madre.

El poeta lo dijo muy bien:

Incipe, parve puer, risum cognoscere matrem.

Si el pequeño tuviera el pleno uso de su razón, pronto conocería a su madre, a través de su sonrisa.

La religión, que responde tan divinamente a todas las necesidades y nobles aspiraciones del hombre, no podía excluir esta relación tan suave y tan profunda.

El hombre necesita una madre en el cielo como tiene una en la tierra.

Una religión, en la que no hay madre, no puede ser la verdadera religión ... hace demasiado frío ... el corazón no palpita ... no se adapta a nuestros sentimientos ni satisface nuestras aspiraciones.

Es la condena del protestantismo triste, ceñudo, odioso ... ¡Les falta madre ... son pobres huérfanos! ...

Dios conoce nuestras necesidades tan bien que en el Antiguo Testamento se compara a veces con un maestro de escuela, a veces con una madre.

Yo, como maestro de escuela de Efraín, los llevaba en mis brazos (Oseas 11.3).

Como una madre acaricia a su pequeño, así yo os consolaré (Is.66,13).

La maternidad de María, tanto divina como humana, nos parece tal puente de misericordia que nos permite ir a Dios por el mismo camino que Él vino a nosotros.

Se puede decir que, en cierto modo, la Santísima Virgen involucra al Sma. Trinidad entera, en el velo inmaculado de su Maternidad; y Dios, revestido así de la bondad y la ternura de esta Madre única, se nos presenta como padre, madre, hermano, amigo.

¿Puede una mujer olvidar a su pequeño hijo, nos dice a cada uno de nosotros, y no compadecerse del hijo de su vientre? Sin embargo, incluso si ella se olvidara de él, yo no me olvidaría de ti ni me olvidaría de ti (Is.49,15).

Dios es padre, hermano, amigo, benefactor; pero a través de su Santísima Madre, se convierte en madre.

Dios es madre, a través de la Santísima Virgen.

Ya hemos visto una de las razones de esta maternidad espiritual.

Resumámoslos todos en resumen, para mostrar muy claramente que no se trata simplemente de un título, sino de una realidad, y que con todo el rigor de los términos: María es nuestra Madre.

 

III. razones de la maternidad espiritual

Hay, sobre todo, cinco razones que prueban la maternidad espiritual de la Virgen Inmaculada ...

Ya desarrollé la primera razón al comienzo de este capítulo; resumamos aquí para la exposición completa.

Primera razón:

En primer lugar, nadie es Madre, si no da la vida, ya que la maternidad presupone una comunicación de la vida: María es Madre, y es Madre de Dios, ya que de ella nació Jesús, que se llama Cristo.

El Evangelio de San Mateo nos dice: ella entregó su vida a Aquel que es la vida del mundo: ¡“Ego sum ... vita”!

Ella es, por tanto, eminentemente Madre de mi vida, ya que, como dice el Apóstol, mi vida es Cristo: “Mila enim vivere Christus est”.

Ahora bien, si Cristo es mi vida, la Madre de esta vida es también mi madre,

Como puede verse, la Escritura aporta datos sobre esta prueba, que, además, nos revela el simple razonamiento.

Segunda razón:

Está tomado de las palabras de Nuestro Señor.

Cristo vino a este mundo para ser la cabeza del cuerpo, del cual todos los redimidos se han convertido en miembros.

Y como él mismo dice: “Él es el tronco; somos las ramas ".

Por tanto, María, Madre del tronco, es también Madre de las ramas.

Finalmente, dice al respecto el. Bienvenido Grignon de Montfort, una Madre no da a luz cabeza sin miembros, ni miembros sin cabeza; también en el orden de la gracia, la cabeza y los miembros nacen de la misma Madre.

María, madre de nuestra cabeza, es por tanto nuestra Madre. (1)

1) María, non solum spiritu, verum etiam corpore, et Mater est et Virgo. Et Mater quidem spiritu memberrum Capitis mostri, quod nos sumus, quia enoperata est caritate, ut fideles en Ecclesianascerentur, quae ilius Capitis membrana sunt: ​​corpore vero ipsius Capitis Mater. (Agosto S.: De Sanct.Virg.C.5).

Tercera razón:

Se puede decir que Jesucristo, devolviendo nuestra humanidad a su primitiva dignidad que el pecado la había hecho decaer, nos merecía más gracias de las que habíamos perdido por la caída original, de modo que, según la palabra del profeta Isaías: “Él se convirtió en el padre de nuestras almas en la ley de la gracia ”.

Por tanto, si Jesús es el padre de nuestras almas, María es su madre: de hecho, al darnos a Jesús, nos ha dado la vida verdadera.

Cuarta razón:

Lo encontramos en San Lucas, cuando, hablando del nacimiento del Salvador, dice: "María dio a luz a su Hijo primogénito". Peperit filium suum primogenitum ”.

La palabra primogénito no implica hijos subsecuentes según la carne, pero si hay hijos espirituales, necesariamente está relacionada con ellos.

Somos, por tanto, según la palabra del Salvador a San Juan en el Calvario, o como Él le dijo a Santa Gertrudis, los otros hijos de María según el Espíritu.

Es en este resplandor inefable, en esta mezcla divina de poder y humildad, de grandeza, ternura, condescendencia y gloria, que se nos aparece la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la nueva Eva, la herencia sagrada que nosotros. , deja a Jesús.

Quinta razón:

Pero es sobre todo en el Calvario donde aprendemos tan formal y claramente que María es nuestra Madre.

El Salvador mismo confirma solemnemente esta maternidad.

Lo incluye en su Testamento, o más bien es su propio Testamento el que lo transmite a sus hijos: “Mulier, ecce filius tuus - Ecce Mater tua” -Et ex illa hora accept eam discipulus in sua.

Y desde esta hora, recoge el evangelista, el discípulo lo tomó por todo su bien.

Tomar a María como todo el bien es dejarlo todo, para aferrarse sólo a ella y, a través de ella, encontrar a Jesús, fruto de su seno virginal.

 

IV. la triple filiación

Hay otro razonamiento que nos permite establecer la maternidad espiritual de la Virgen María, en base a los diferentes tipos de paternidad y filiación que existen entre los hombres:

Dice el Apóstol San Juan: Consideren el amor que nos ha mostrado el Padre Eterno, al querer que seamos llamados hijos de Dios, y que en realidad somos ... Queridos amigos, ahora somos hijos de Dios; pero lo que seremos un día aún no se ha manifestado. (Jn.3,1-2).

Ut filii Dei nominemur et simus.

El Apóstol expresa claramente que hay una filiación en el nombre y otra en la realidad , por lo que necesariamente hay diferentes tipos de filiación y, recíprocamente, diferentes grados de paternidad y maternidad.

Existe en el orden natural; y este hecho nos ayudará a comprender mejor el orden sobrenatural.

Hay 3 tipos de paternidad y maternidad.

Hay adopción, pacto y paternidad biológica.

En otras palabras, alguien puede ser padre o madre, por adopción, por alianza o por generación.

En el sentido estricto del término, aquellos de quienes se recibe la vida se denominan padre y madre; sin embargo estas otras dos paternidad no dejan de tener un verdadero carácter de paternidad o maternidad; porque si no dan la vida misma, dan sin embargo lo que es como una parte de esta vida: el nombre, los bienes, la condición.

Dios verdaderamente nos generó a la vida sobrenatural, haciéndonos partícipes de su naturaleza, de su propia sustancia, dándonos su Espíritu, que sustancialmente habita en nosotros, siendo principio de vida en nosotros.

Ustedes se vuelven partícipes de la naturaleza divina, dice San Pedro (1,4).

Vosotros sois templo de Dios y el Espíritu Santo habita en vosotros, añade San Pablo (1Co.2, 16).

Y este Espíritu es un Espíritu vivificante, completa el símbolo de Nicea - Spiritum vivificantem.

Aquellos que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios ... ustedes han recibido el espíritu de adopción como niños, dice nuevamente el Apóstol (Rom.8,14).

La Sagrada Escritura repite a menudo esta sublime verdad:

Naciste de Dios ... Todo lo que nace de Dios ...

Él nos engendró por la Palabra de Verdad ... para que seamos llamados y seamos hijos de Dios.

Sin duda esta generación está infinitamente por debajo de aquella por la cual Dios produce su Verbo Eterno, porque él le da, no una participación en la naturaleza divina, sino la naturaleza divina misma.

Nuestra generación de Dios es una participación de la generación del Verbo Eterno, pero es una generación verdadera, una producción de vida que hace literalmente verdadera la palabra de que nacimos de Dios — Ez Deo nati sunt.

Dios, entonces, es nuestro Padre, y esto no solo por adopción, ni por pacto, sino por generación .

Dios tiene un solo hijo por naturaleza, pero tiene una multitud de hijos por adopción, y más que por adopción.

De hecho, debido a una maravilla de su amor y poder, Dios encontró el secreto de unir, de identificar estas tres filiaciones en una sola filiación .

En el orden natural, estas tres filiaciones no pueden existir en la misma persona, ya que nadie puede ser al mismo tiempo hijo de adopción, de alianza y de nacimiento.

Pero, en el orden sobrenatural, tenemos las ventajas de estas tres filiaciones.

La ventaja de la filiación por nacimiento consiste en hacernos partícipes de la naturaleza divina, por la sustancial morada de Dios en nosotros, por gracia.

La ventaja de ser miembro del pacto es la comunicación de los méritos, derechos y prerrogativas del primogénito de la familia humana.

La ventaja de la filiación adoptiva es que somos, por parte de Dios, objeto de un amor gratuito, que nos eleva a Él, a pesar de la bajeza de nuestra condición natural, haciéndonos sus herederos y coherederos con Jesucristo.

 

V. La Triple Maternidad de María

Conviene recordar de paso, nuestra triple filiación divina, para comprender mejor la ma ternidad espiritual María Sma. sobre nosotros.

Podemos, de hecho, aplicar a la Virgen Inmaculada todo lo que acabo de decir sobre Dios.

Lo que Dios es por naturaleza, María lo es por participación. María es nuestra Madre, en el orden de la gracia, y para la vida sobrenatural, en los tres grados que acabamos de ver, hablando de Dios como Padre.

Por tanto, somos tus hijos, por adopción , por alianza y finalmente, verdaderamente por nacimiento .

* * *

La adopción , dicen los juristas y teólogos, es la libre asunción (supuesto 6 el acto por el cual uno te toma y te cría) de un extraño, para convertirse en hija o heredera.

María es Madre de Dios; somos pobres pecadores: como tales somos como extraños para Maria Sma. Ella nos toma y nos eleva, haciéndonos hijos y herederos; hijos de Dios y de María, herederos del reino de su Hijo.

¿Y cómo nos adoptó María?

Por su consentimiento a la pasión y muerte del Salvador; consentimiento completamente gratuito de su parte, pues entregó a su Hijo a la muerte por nuestra Salvación.

Por tanto, somos verdaderamente hijos adoptivos de María.

* * *

También somos sus hijos por alianza , en el sentido de que nuestras almas son esposas de su Hijo.

Tal pacto entre el alma y Jesucristo, aunque todo espiritual, es sin embargo más cercano y más perfecto que el pacto que existe en el orden natural, entre esposo y esposa.

Entre el Verbo Encarnado y el alma hay una comunicación de bienes, títulos y derechos, incomparablemente mayor que entre los esposos, en alianzas humanas.

De ahí se sigue que la Madre de Jesús, mediante la alianza de nuestras almas con su Hijo, se convierte más en nuestra Madre que en el orden natural.

¿Y cómo se realiza esta alianza de maternidad?

Por consentimiento a esta maternidad.

Es una ley, en el orden natural, que el niño no entra en una alianza con una esposa, sin el consentimiento de la madre.

Una ley así es lógica, por las consecuencias del matrimonio, en relación con la madre misma, y ​​debe convertirse en madre de quien se hace uno con su hijo.

Tal ley, fundada en la naturaleza de las cosas naturales, también debe existir para el pacto sobrenatural,

Jesús no iba a contraer con las almas una alianza, de hecho tan desproporcionada y que debía provocar su muerte, sin el consentimiento de su madre.

Por este consentimiento nos adoptó como hijos suyos, uniendo al mismo tiempo nuestras almas a su divino Hijo.

Así somos hijos de María, por adopción y por alianza .

Bastaría, sin duda, con que podamos proclamar a María Sma. nuestra madre,

* * *

Pero no sería suficiente, en un sentido perfecto, si no fuéramos tus hijos, por nacimiento . Es este tercer y supremo grado el que forma la filiación perfecta y adecuada,

La filiación perfecta, de hecho, requiere la recepción de la vida, lo cual no ocurre estrictamente en la adopción y el pacto.

Ahora, ya probé en el primer párrafo de este capítulo que nacimos espiritualmente de Maria Sma.

La Virgen Inmaculada no solo unió nuestras almas al alma de su Hijo, como esposas, sino que en realidad nos generó a la vida sobrenatural.

De esta manera somos sus hijos en el más alto grado, en lo que constituye la perfecta y adecuada filiación.

San Bernardino de Senna exclama con todo rigor teológico: “Oh pueblo rescatado, aplaudid la vida que os dio la Virgen Sma ... Por una mujer (Eva) entró la muerte en este mundo, y por otra mujer, (María) La vida ha ven a nosotros ... Madre de la gracia divina ... nos llevó a todos en sus entrañas, como una verdadera madre lleva a sus hijos.

Es un pensamiento que se encuentra en muchos santos padres de los primeros siglos, que hubo una doble generación en María: una que fue hecha en la alegría, dando a luz a su divino Hijo ; otra que se hizo con un dolor indescriptible, generándonos al pie de la Cruz, sus hijos espirituales .

Ella nos dio la luz de la gracia, la luz de la vida divina. Habiendo recibido la vida de ella, somos sus hijos, no solo por adopción y alianza, sino por nacimiento .

 

VIO. encarnación y redención

El tema que hemos tratado es demasiado bello para dejarlo incompleto, tanto más cuanto que hay ciertos puntos de vista que raramente se tratan, en alguna medida, en los libros de piedad.

El hecho de la maternidad de Maria Sma, sobre todo, se trata a menudo de manera muy superficial, limitándose a las palabras de Jesucristo en la Cruz "¡Ahí tienes a tu Madre!"

Tales palabras no son la institución de la maternidad espiritual de la Santísima Virgen, sino la confirmación de un hecho ya existente.

Para probar esta institución, es necesario considerar no solo la muerte del Salvador, sino la Encarnación y la redención, en sus dos fases distintas.

El Hijo de Dios se hizo hombre : es la primera fase o la Encarnación.

Se hizo hombre para rescatar y salvar a los hombres : es la segunda fase, o Redención.

Hay, pues, dos cosas distintas en la Encarnación: la Encarnación como tal y la Encarnación con miras a la salvación de los hombres.

Digo que son dos cosas distintas e incluso separables, en un sentido absoluto.

Absolutamente hablando, de hecho, el Hijo de Dios podría haberse hecho hombre, sin la intención de rescatar a la humanidad, pero solo para que hubiera un Dios-Hombre.

Tal es en verdad la bella doctrina de Duns Scot, quien piensa que, aunque Adán y Eva no hubieran pecado, el Verbo divino se habría encarnado, para elevar la creación y acercarla a Dios, uniendo la naturaleza humana a la divina. naturaleza, en la única persona divina de Jesucristo.

En cuanto a la Santísima Virgen, se le propuso la encarnación para que ella consintiera; pero se le propone, tal como debe realizarse, es decir, en vista de la redención de los hombres .

María consiente la Encarnación, en la medida en que se le propone.

Hay, pues, en realidad, en el consentimiento que da, un doble consentimiento: consentimiento a la Encarnación limitado a su persona, y consentimiento a la Encarnación, efectuado con vistas a la redención , incluyendo ya, en principio, el sacrificio , por la redención que se lograría.

Son dos consentimientos distintos, aunque unidos, pero, absolutamente hablando, incluso separables.

Si el Hijo de Dios simplemente se hubiera hecho hombre, sin la intención de salvar a la humanidad, o incluso si, al hacerse hombre, con la intención de salvar al mundo, hubiera ocultado este fin a su Madre, María no habría tenido necesidad de consentir. a la redención, sino simplemente a la Encarnación.

Ahora bien, el primero de estos dos consentimientos no produciría nada, al menos directamente, en relación con nosotros.

María simplemente consentiría en ser Madre Dios, permitiendo que el Hijo de Dios se encarnara en su seno virginal.

Este primer consentimiento no le habría costado nada, pues no incluía la aceptación de ningún sacrificio, de ninguna inmolación, sino simplemente la aceptación de la dignidad y la gloria.

El consentimiento a la segunda propuesta es todo diferente.

A través de él, la Santísima Virgen recibe en su seno al Hijo de Dios, como debería ser el Redentor de los hombres, a través de su pasión y muerte.

Y recibiéndolo, por este título, en sus entrañas corporales puras, recibe en las entrañas de su corazón la pasión y muerte del Salvador, como principio y germen de la vida sobrenatural en las almas.

Y eso no es todo: veamos bien las consecuencias de este principio: al recibir al Salvador, como agente de salvación, ella recibe conjuntamente todas las almas que deben ser vivificadas por la redención.

La muerte del Redentor queda así depositada en su corazón como principio de vida sobrenatural, para dar su fruto de salvación, a la hora señalada para cada alma.

Ahora bien, ¿qué es esto, sino una verdadera concepción de todas las almas a la vida sobrenatural?

Concepción espiritual, es cierto, pero por eso no es menos que la concepción natural, una concepción verdadera y perfecta; y tanto más perfecto cuanto que la vida sobrenatural sobrepasa a la vida natural.

Por tanto, debemos concluir que Maria Sma. nos llevó en sus entrañas y nos dio la luz de la vida sobrenatural.

Nacimos de él espiritualmente.

Ella es, por tanto, nuestra Madre ... nuestra verdadera madre, porque quien da la vida es madre.

Y somos sus hijos, sus verdaderos hijos.

 

VII. la enseñanza de los santos

Aclaremos esta consoladora doctrina, que prueba que Maria Sma. es verdaderamente la Madre de los hombres, para citar a los Santos Doctores de la Iglesia, deseosa de dar a la Madre de Jesús títulos que adornan su corona inmortal, sin exageraciones ni exaltaciones.

Sólo existe la dificultad de elegir, ya que todos son unánimes en proclamar a la Madre de Dios, como Madre de los hombres.

Aquí hay un pasaje de Sto. Antonino, escrito hace 15 siglos, que se diría que fue pronunciado por cualquiera de nuestros santos más devotos de la Virgen Inmaculada en nuestro tiempo.

La Madre de la Misericordia, dice el Santo, se estableció como colaboradora de nuestro Redentor y de nuestro nacimiento espiritual.

Es de esta doble concepción de la Virgen que dice el profeta: Antes que tuviera los dolores del parto, dio a luz; antes de que llegara el momento del parto, dio a luz a un hijo varón.

¿Quién ha oído algo así?

¿Quién ha visto algo así?

¿Dará la tierra su fruto en un solo día?

¿O nace toda una nación al mismo tiempo? (Isaías 66,7).

La Santísima Virgen dio a luz, sin dolor, primero a su Hijo primogénito , al que vendó en paños y reclinó en un pesebre; (Lc 2, 7) luego dio a luz, al pie de la Cruz, en medio de los dolores angustiosos que compartía con su Hijo, multitud de hijos; todos los que fueron redimidos por el Señor (Sal. 106,2)

María los dio a luz a todos, todos al mismo tiempo, en este sentido, que es en un solo acto y en un solo instante, que dio lo que es la causa de la vida para todos.

"Ella no los dio a luz todos a la vez, en el sentido de aplicar los frutos de la pasión a las almas, una aplicación que realmente produce vida en cada alma, lo que se hace en el transcurso del tiempo".

¿Quién nunca ha oído hablar de una alegría tan grande como la del primer nacimiento?

Pero, ¿quién ha visto un dolor tan profundo, como el del segundo nacimiento? » (Bib. Virg. Tom.II p.517)

Como puede verse, el santo Doctor aplica las palabras del profeta Isaías al doble nacimiento de la Santísima Virgen, dando como asombro sin precedentes que haya un nacimiento antes del dolor del nacimiento.

Nótese bien que la maravilla no consiste en los dos nacimientos sucesivos, ya que esto se hace a diario en el orden natural, sino en el hecho de que el primer nacimiento es tan diferente del segundo, por la calidad de las personas y la naturaleza del vidas que son su término, siendo el primer parto motivo de alegría y el segundo motivo de dolor.

Pero todavía hay otra maravilla, que no debo dejar pasar desapercibida, al menos de pasada.

El objeto de los dos nacimientos, que tienen lugar en un tiempo diferente, se compone de dos artes de un solo todo : la cabeza y los miembros, el Cristo en su plenitud y en su desarrollo, el Verbo encarnado y su cuerpo que es el Iglesia.

De esta forma, la maternidad de la Santísima Virgen, si bien su objeto es el Hijo de Dios y de los hombres, tiene en realidad una sola

objeto, que es Cristo, sino el Cristo completo, Cristo mismo y su cuerpo místico.

Después de este expresivo y luminoso pasaje, de San Antonino, citemos brevemente algunas otras frases de los Santos Padres, que resumimos en la medida de lo posible.

Sto. Dice Agustín: María es la Madre de los miembros de Cristo, lo que somos nosotros, porque colaboró, por su amor, en dar a luz a los fieles en la Iglesia, cuya cabeza es Cristo. (1)

San Pedro Crisólogo: María es verdaderamente la Madre de los vivos, por la gracia. (dos)

Sto. Ambrosio: María es la Madre de los fieles, porque dio a luz a Cristo, que es el hermano de los fieles. (3)

Sto. Anselmo: María es la Madre de todos los que creen en Dios. (4)

S. Ricardo de S. Lourenço: María es la Madre de los justos, porque los alimenta y los adopta como hijos. (5)

Sto. Gran Alberto: María es la Madre de todos los buenos, por la bondad de la gracia y la gloria: (6)

1) Por error, el texto de San Agustín, que deberíamos reproducir aquí, fue citado en la página 272.

2) María, Mater vere orientium pergratiam (Serm.140).

3) María, Mater credentium, qula Christum genuit credentium fratruci (In fest. Purif.)

4) Matia, Materomninum in Deum credentium (en orat.BV)

5) María, Mater justarum, quia nutrit eos et adoptat ut filios (De taud. Virg. 1. 13).

6) Mater omnium bonorum, boniate gratiae et gloriae (Sup. Missus est. C. 152).

Santa Brígida: María es la Madre de todos los pecadores que desean hacer las paces y no quieren pecar más. (7)

Ven. Gerson: María es nuestra Madre, para nuestra generación después de su Hijo. (8)

San Lorenzo Justiniano: María es la Madre común de todos los que deben ser salvados. (9)

María es la Madre de todos los hombres. (dieciséis)

San Bernardino de Siena: María es la Madre de los elegidos, por su amor. (11)

Sto. Antonino: María es nuestra querida Madre.

María, Madre nuestra, por la dignidad y el honor.

Madre nuestra, por tu inmenso amor.

Madre nuestra, desde el principio.

Madre nuestra, para curarnos.

Nuestra Madre espiritual, que da vida a los que mató nuestra primera madre.

María, Madre de todos, porque es Madre de Dios, Padre y Creador de todos.

María, Madre de todos, porque engendró a todos por el cariño de su amor y los dio a luz, a través del sufrimiento y de los dolores, en la pasión de su Hijo. (12)

Terminemos estas citas, que podrían multiplicarse por miles, con un pasaje de Buenaventura;

¿Crees que la Virgen, que es de manera singular la Madre del Salvador, no es también la Madre común de todos los fieles?

La verdad nos enseña que María tuvo dos hijos: el primer Dios y el hombre al mismo tiempo; el segundo, un hombre sencillo.

Del primero es Madre por naturaleza; del segundo es Madre espiritual ”(13). Cuando Dios dio el ser al primer hombre, lo dio al mismo tiempo a la multitud innumerable de sus descendientes.

7) Mater omnium peccatorum se volentium amende, et habentium voluntatem in Deum amplius non peccare (Revel c. 138)

8) Mater nostra, ex nostra post Filium generatione (Tr. 6. sup. Magnificat).

9) Mater communis salvandorum (Serm. De purif B.V).

10) Mater cunctorum hominum (Serm. De verbis BV)

11) Mater electorum per dilectionem (Serm.55)

12) Mantén nuestra cara,

Mater nostra dignitate et honore,

Mater nostra ex maxima attectione,

Mater nostra ab antiquitate,

Mater nostra ob curam,

Mater nostra espiritualis quae vivificat nos, quos prima mater occiderat,

Mater omnium, quia mater Dei, qui est pater et origo omnium.

Mater omnium qua omnes concepit per impactum dilectionis et peperit per labores et dolores in passione Filii. (San Antón: en Summa párrs. IV.15 C.2)

13) Sed numquid solius Christi mater est Maria? Imo certe, quod jucundissimum est, Maria non solum est Mater Christi singularis, sed etiam, mater omnium fidelium universalis. Due filii Mariae sunt, homo Deus et homo purus, unius enim corpoiter, alterius espiritualiter mater est Maria. Bonav: En especificaciones. C.VIII).

Así sucedió con Mary. Al dar a luz al hijo de Dios, dio a luz a la multitud de creyentes, llamados a vivir por la vida de Jesús.

 

VIII. Conclusión

Verdades hermosas y consoladoras han pasado ante nuestro Espíritu en este capítulo.

¡María es nuestra querida Madre!

Y dándole este título, no enunciamos simplemente un término de ternura, piedad, glorificación, sino la expresión de una realidad , de una verdad cierta, innegable, que todo hombre de sentido común debe admitir, en la misma medida que admite. que tu madre es realmente tu madre.

¿Cómo llegaron los infelices protestantes a oprimir sus propios corazones, sin querer que la Madre de Dios fuera también su Madre?

Es un misterio ... pero un misterio de tinieblas ... quizás irreflexivo por parte de muchos, pero un odio tradicional a la Santa Iglesia de Dios.

El protestantismo es esencialmente la negación de la enseñanza de la Iglesia católica, y como la Iglesia, desde los Apóstoles hasta hoy, honra y venera a la Inmaculada Madre de Jesús, proclamándola: Madre amorosa de los hombres, el protestantismo protesta y no acepta un título. y una dignidad, aunque totalmente evangélica, profesada por el catolicismo.

Y aquí está el protestante desafortunado que niega que Maria Sma. ella es la Madre de Dios, aunque está en letras completas en el Evangelio. Y no satisfecho con quitar del rostro de la Madre de Jesús la diadema con que el Eterno la ciñó, el protestante infeliz arranca de su corazón el amor filial que le debe a su Madre, no queriendo darle su amor, porque la Iglesia Católica amarlo e invocarlo.

Pobres infelices, si reflexionaran un momento, con calma y sin prejuicios, sobre lo que aquí hemos expuesto, reconozcan, por simple sentido común, que necesitamos una Madre, que necesitamos no sólo la luz del Evangelio, para nuestro Espíritu, pero un poco de este amor que nos anuncia el Evangelio, del cual Jesucristo es la fuente inagotable, pero cuyo canal es la Virgen Inmaculada.

Pobres desgraciados, dejen de blasfemar ... dejen los prejuicios ... dejen el odio y recuerden que es imposible que esta Iglesia católica, tan odiada por ustedes, esté en el error, en la idolatría.

Es imposible, digo, porque ella es la Iglesia universal, la Iglesia de Cristo, construida sobre Pedro, con la promesa de no desmayar nunca en su enseñanza. Escuchen a estos miles de hombres extraordinarios en virtudes y hechos, a quienes llamamos Santos, y todos ellos, unánimemente, sin voz disidente, proclaman a María, nuestra Madre, nuestra esperanza, nuestra vida.

Oh sí, en medio de las miserias de esta vida, miremos a María; y recordemos nuestro título de hijos de esta gloriosa Madre.

Invoquémosla, como nuestra querida Madre; tengamos en ella la misma confianza que un niño en su madre, y pronto experimentaremos lo bueno que es, lo dulce que es ser guiado por la mano amorosa de una Madre.

La vida es tan triste ... el exilio es tan largo, el sufrimiento es tan intenso en este mundo, que sería bárbaro, cruel de parte de Dios si no nos diera una Madre, para consolarnos, para secar nuestras lágrimas. , para tomarnos en sus brazos y señalarnos la patria celestial.

Necesitamos una Madre ...

Dios nos dio a esta Madre en la persona de Maria Sma.

Amémosla con todas las fuerzas de nuestra alma ...

un poquito cómo la amó Jesús, durante su vida mortal, y cómo la sigue amando en la eternidad. En su vida terrena, la hizo su Madre; en el cielo la hizo Reina de gloria, y por error la nombró Reina de misericordia.

 

CAPITULO XII

Las Bodas de Caná

Como corolario de las dos sublimes dignidades de María Sma., Que acabamos de analizar: la de Madre de Dios y la de Madre de los hombres, debemos contemplar por un momento una escena encantadora del Evangelio, en la que se encuentran estas dos prerrogativas. con un brillo admirable: Es el escenario de las Bodas de Caná.

Nuestros amigos protestantes, entendiendo el alcance de esta página evangélica en honor y gloria de la Madre de Jesús, concentraron sus golpes heréticos en ella, buscando disminuir su brillo e incluso - su odio llegó a este punto - hacerla revertir contra la Madre de Jesús. Jesús, ¿cuál es una de las perlas más brillantes de su corona?

Y, triste de confesar, varios traductores del Evangelio, en lengua vernácula, se dejaron arrastrar por la corriente protestante y adoptaron una versión, que no es del todo errónea, es cierto, pero que no traduce ni las palabras, ni las palabras. gestos, ni el pensamiento del divino Maestro.

Debe decirse de inmediato, para que los protestantes sepan, que todos pueden traducir la Biblia y publicar esta traducción, siempre que cuente con la autorización de la autoridad eclesiástica.

El único texto sagrado reconocido como auténtico es el texto de la Vulgata latina.

Sin embargo, dicha autorización eclesiástica no declara la autenticidad de la traducción, sino simplemente que no contiene errores de doctrina.

Si esto se comprende bien, el lector me excusará de escudriñar otros textos paralelos, a fin de dilucidar la dificultad planteada por el paso de la escena de Caná y pulverizar las objeciones de los protestantes contra el poder de intercesión de los Sma. Virgen que aparece ahí tan reluciente.

 

I. El texto del Evangelio

Y comencemos citando el texto del Evangelio, de incomparable belleza y encantadora sencillez.

Tras narrar el encuentro de Jesús con sus cinco primeros discípulos: Andrés, Simón Pedro, Felipe y Natanael y otro, el evangelista prosigue:

Capitulo 2.

1.— Tres días después, se celebró una boda en Caná de Galilea: estaba allí la Madre de Jesús.

2 .- Y Jesús también fue invitado con sus discípulos a nosotros para una boda.

3.— Y faltando el vino, la Madre de Jesús le dijo: No hay vino.

4.— Y Jesús le dijo: Déjalo, Señora, yo lo cuidaré, aunque no ha llegado mi hora.

5.— Su Madre les dijo a los que servían: Hagan lo que Él les diga.

6. — Ahora había allí seis tinajas de piedra, preparadas para la purificación judía, cada una con dos o tres medidas.

7.— Jesús les dijo: Llenadlos de agua. Y los llenó hasta arriba.

8.— Entonces Jesús les dijo: Llévatelo ahora y llévaselo al architricista. Y se lo llevaron.

9.— Y el arquitecto, en cuanto probó el agua convertida en vino, como no sabía de dónde venía (este vino), aunque los sirvientes lo sabían, porque habían tomado el agua, el arquitecto la llamó marido.

10.— Y él le dijo: Todo hombre presenta primero el buen vino: y cuando él (los invitados) ha bebido bien, luego les presenta el inferior: al contrario, has tenido el buen vino guardado hasta ahora. .

41. — De esta manera Jesús dio comienzo a (sus) milagros en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

12.— Después de esto se fue a Capernaum, él y su Madre, y sus hermanos y sus discípulos, pero no se demoraron allí muchos días. (Juan 2.1-12)

Tal es la narración en su encantadora sencillez.

Es una palabra escrita ... Una palabra así tiene una gran ventaja: es firmeza; también tiene un gran inconveniente; su frialdad helada.

Las palabras en papel tienen el valor que tienen en las columnas de un diccionario.

En la conversación hablada, entre personas, que se entienden sobre todo, las palabras se matizan, gradúan por el acento, la mirada, el gesto, la sonrisa.

Por falta de acento, que no podemos restaurar, debemos utilizar el contexto y las circunstancias de los detalles para interpretar la palabra del Evangelio.

El texto citado es de la traducción actual, excepto el versículo 4. que traduje, a mi manera, pero respaldada por autoridades y hechos históricos que quiero explicar aquí.

El texto latino de este verso es:

Quid mihi et tibi, mulier?

El texto griego dice: Ti emoi kai soi, juvai.

La traducción de P. Mattos Soares dice: Mujer, ¿qué nos importa a ti ya mí? Y esta traducción es la mejor entre las aceptables.

Otros traducen: ¿Qué hay entre tú y yo, mujer?

¿De dónde proceden estas variantes? ¿Este tipo de desacuerdo sobre un texto que, sin embargo, es de primera importancia?

Vale la pena examinar la cuestión, a fin de repeler mejor la objeción protestante, que fue mucho más aceptada, cuanto más se oye la disensión entre los católicos sobre el significado correcto de este pasaje.

 

II. El origen de un malentendido

No es un error, es un simple malentendido, pero cuyas consecuencias perjudican el culto a la Madre de Jesús.

La mayoría de los traductores que adoptan la versión: "¿Qué hay entre tú y yo?", Confían en San Agustín.

Este Santo tuvo que combatir la monstruosa herejía de los maniqueos, cuyo error fundamental fue enseñar que la materia era obra del Diablo. como el Espíritu era obra de Dios, queriendo probar que Jesucristo había tomado, no un cuerpo verdadero, sino un cuerpo aéreo y celestial, estos herejes aprovecharon este texto de Jesús a su Madre, en las Bodas y en Caná: ¿Qué hay entre tú y yo, que traduciste? ¿Qué hay en común entre tú y yo? como si Jesús quisiera decir que su cuerpo no es de la misma naturaleza que el nuestro, y que, por eso, no tiene Madre, según su humanidad.

San Agustín, con el fin de advertir a los fieles contra esta herejía, se esfuerza en demostrar que Jesucristo era verdadero Dios y verdadero hombre, y que María Sma. dio a luz sólo a la humanidad del Salvador; y que, en consecuencia, hablando como Dios, debe decir que como tal no tiene Madre, ni nada en común con María.

Razonando así, san Agustín no pretendía excluir las demás interpretaciones de esta obra, pero su intención era responder a los herejes, que abusaron del texto en cuestión - Arbitro cuántico, concluye el santo responsum est hereciicis.

Cualquiera que esté algo habituado a leer a los Santos Padres sabe que, para advertir a los fieles contra la herejía, a menudo daban a la Sagrada Escritura un sentido acomodaticio, sin pretender dar el sentido propio a la cita.

Bossuet, gran admirador de Sto. Agustín, no quiso adoptar este significado, y traduce: ¿Qué nos importa a ti y a mí?

Esto es lo que hacen varios otros intérpretes, incluido Dionisio el Cartucho, que acusa a la traducción de San Agustín de ser bastante oscura. (1)

 

1) Quid mihi et tibi est, mulier? Exponitur autem iocus iste dupliciter, Secundum Augustinum hoe mode: Nihil cominune cst mihi et tiai, cujus virtute conveniat mihi facere miracula, nondum venit hora mea, Id est tempus persecutionis et passionis, in quo agam patiar quae mihi oonventurae tune ero solicitus of you committendo te Disciple praedilecto ... Sed aec exhibición videtur satis obscura (Dion. Cart. En Evang C. II a 7)

El venerable Olier presenta otra interpretación que me parece más cercana a la verdad.

Tú y yo, ¿qué podemos hacer? ¿Qué podemos hacer al respecto?

O de nuevo: ¿Qué poder hay en mí que no esté también en ti?

" ¿Qué hay en mí que pueda hacer por ti que no haga?" sin embargo, mi hora aún no ha llegado.

Es como decirle a Sma. Virgen: ni tú, ni yo como hombre, no podemos dar, ni trabajar, por nosotros mismos, el bien que tú quieres que yo haga. Todo viene de Dios Padre, que quiere hacerlo todo por nosotros, como por los órganos y las raíces, que deben extraer de Él su savia y su vida. No puedes hacer nada, excepto yo, tengo las manos unidas, hasta que el momento lo establezca mi Padre (Olier Mem. T.5).

San Juan Crisóstomo traduce el mismo pasaje: ¿Qué nos importa a ti ya mí si a los invitados les falta vino?

Dionisio el Cartucho prefiere otra traducción: no depende de ti ni de mí velar por estas cosas.

Puede verse en estas citas que siempre ha habido algún desacuerdo sobre el significado obvio y exacto de este pasaje. Y es el motivo que llevó a los protestantes a adaptarlo a su significado, transformándolo en una expresión insultante, diciendo: Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? - expresión sensiblemente insultante e indigna de Jesús, como Dios y como Hijo de María.

 

III. textos paralelos

Los textos paralelos son expresiones utilizadas en la Biblia, y cuyo significado es más o menos idéntico en diferentes lugares.

La expresión latina: Quid mihi et tibi, o la griega: Ti emoi kai soi es una expresión utilizada en la Sagrada Escritura.

Busquemos uno de estos pasajes, para examinar cuál es el significado general que les atribuyen los Escritores sagrados.

* * *

1- En Josué, 22:24, leemos: El pensamiento y plan que teníamos era porque puede suceder que algún día tus hijos digan a los nuestros: ¿Qué tienes con el Señor Dios de Israel? ¿Quid robis et Domino Israel?

Este texto expresa una relación de amistad y participación entre los hijos de Rubén e Israel.

El significado es claro: queremos estar unidos, actuar en consecuencia, pero tememos la desunión por parte de tus hijos.

* * *

2- En el libro de los Jueces encontramos la misma expresión (Jueces 11,12) - Jefté envió embajadores al rey de los hijos de Amón, para que le dijeran por su parte: Quid mili et tibi est — lo que ha tú conmigo, que has venido contra mí para devastar mi país.

Hay una variante en este pasaje, que expresa, sin embargo, amistad y unión, pero agrega una queja de que el otro quiere romper la unión existente.

* * *

3- El rey David, huyendo ante Absalón, se encuentra en el camino con Semei que lo insulta y lo maldice.

Entonces Abisai quiere vengar a su Rey matando al insultante, pero David se opone a él y le responde: ¿Quid miki et tibi est? Lo que nos importa a ti y a mí, hijo de Sarvia. Que me maldiga según el permiso del Señor. (2R.116.10).

El significado de este pasaje tiene solo una ligera variante, expresando nuevamente una relación de amistad y acción combinada. Este pasaje es muy similar al texto de las Bodas de Caná.

* * *

4- El profeta Elías en la casa de la viuda de Sarepta está frente al cadáver del hijo de este último: La madre desolada, dirigiéndose al Profeta, le dice: Quid tibi et mihi est: ¿qué te he hecho, oh ¿hombre de Dios?

Una vez más, esta expresión indica la total confianza de la viuda en el profeta y ya contiene implícitamente una petición, una súplica, que se concede de inmediato.

¿Qué te he hecho, oh hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para despertar en mí el recuerdo de mis pecados y matar a mi hijo?

Y Elías le dijo: Dame tu hijo. Y lo tomó en su regazo y lo levantó. (2R. 17.18).

Este pasaje es uno de los que más se asemeja a la escena de Caná. La misma expresión del suplicante y el mismo gesto que el arte del suplicante.

Existe un perfecto paralelismo entre los dos pasos.

* * *

5 - No 2 el . En el libro de los Reyes hay otra expresión similar, pero esta vez más discordante: en el sentido (2Re 3:13).

El rey de Israel fue a consultar al profeta Eliseo. Este último respondió: Quid mihi et tibi est - ¿Qué tengo que ver contigo? Acude a los profetas de tu padre y de tu madre.

Y el rey de Israel le dijo: ¿Por qué ha reunido Jehová a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab?

Y Eliseo le dijo: Viva Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no fuera por el respeto por la persona de Josafat rey de Judá, sin duda te oiría.

Este pasaje, siempre conservando el sentido de unión, expresa aquí una repugnancia, porque la petición la hace un rey perverso que no merece respuesta. Sin embargo, en consideración al piadoso Josafat, el profeta concede la petición y se produce el milagro.

* * *

6- Otro pasaje del libro de Paralipomenes, palabra griega que significa, "cosas omitidas", es una especie de suplemento a los libros de los Reyes (Paral. 35:21).

El piadoso rey Josías, yendo al encuentro de Nechao, rey de Egipto, para evitar que tomara las tierras de Charcames, le envió sus mensajeros, diciendo: Quid mihi et tibi est, rex Judah? - Porque estás avergonzado conmigo, oh rey de Judá, no vengo hoy contra ti, sino contra otra casa, contra la cual Dios me ordenó marchar a toda prisa.

El significado es nuevamente la expresión de amistad y unión, pidiéndote que no rompas esta unión haciendo la guerra sin razón.

* * *

7- En el Nuevo Testamento encontramos la misma expresión, y siempre con el mismo significado (Mt 7,29).

Dos endemoniados, o poseídos por el diablo, fueron al encuentro de Jesús y le gritaron: ¿ quid nobis et tibi , Jesu, Fili Dei? - ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Viniste aquí para atormentarnos antes de nuestro tiempo? (Griego: - Ti emin kai soi, vie toro theos?)

La misma expresión aquí está cubierta con una separación completa entre Jesús y el diablo.

Es un grito de terror ... es un pedido de los endemoniados, un pedido que Jesús responde permitiéndoles entrar en el cuerpo de una piara de cerdos cuando salen del cuerpo de estos poseídos.

* * *

8- Otro ejemplo se encuentra en S. Mateus (Mt 27,19). Es el mensaje que le envía la esposa de Pilato pidiéndole que no condene a Jesús: Nibil tibi et just uli. - No hay nada entre tú y este hombre justo: porque hoy he estado muy atormentado en sueños a causa de él. (Griego: Medên soi kai ton dikaio ckeinô).

Nuevamente, esta expresión aquí traduce una petición y una súplica: no condenar a Jesús.

* * *

9- Otro ejemplo del Evangelio de Marcos (1,24). Jesús, entrando en la Sinagoga para enseñar al pueblo, encontró allí a un hombre endemoniado que le dijo: ¿Quid nobis et tibi Jesu Nazarene? - ¿Qué tienes que ver con nosotros, oh Jesús Nazareno? Pero Jesús lo amenazó, diciendo: Cállate y sal de este hombre. Y el diablo lo dejó. (Griego: Ti emin kái soi, Jeson Nazarené).

La frase aquí expresa una separación, un miedo, sin dejar de ser una súplica, de no atormentar al poseído, expulsar al diablo.

* * *

10- Un último pasaje es de San Lucas (Lc.4,34). Jesús estaba predicando en Capernaum, cuando se encontró en la sinagoga a un hombre poseído por un demonio inmundo, que exclamó en voz alta, diciendo: Q uid nobis et tibi Jesu Nazarene? Déjanos, ¿qué tienes que ver con nosotros, oh Jesús Nazareno? "¿Has venido a perdernos?" Sé quién eres: ¡El Santo de Dios! (Griego: Eati emin kái soi, Jeson Nazarené)

Otro grito de separación, de horror, del diablo, que teme la autoridad de Jesús, no queriendo dejar el cuerpo de este poseído.

Estos son los diez pasajes principales de la Biblia, en los que encontramos textualmente la misma expresión que usó Jesús en las Bodas de Caná: Quid mihi et tibi est!

De la comparación de estos diferentes pasajes debemos ahora encontrar su significado correcto e incuestionable.

 

IV. el único camino

Al leer detenidamente estos diez pasajes, vemos de inmediato que el texto auténtico de la Vulgata latina siempre conserva la misma expresión quid mihi et tibi est, al igual que el texto griego: Ti emin kái soí ... mientras que la traducción vernácula cambia la expresión, para adaptarlo a la idea que el pasaje quiere expresar.

Se nota la vergüenza del traductor al no encontrar una expresión equivalente en nuestro idioma para traducir el latinismo, o helenismo, que, en cambio de palabras, se adapta a cada una de las circunstancias en las que se utiliza.

Es uno de estos términos genéricos que, según la entonación, o el gesto, significan hasta dos cosas opuestas, opuestas, como cuando decimos: espera un minuto, me voy, que puede ser, según la ocasión, una expresión de unión o venganza .

La traducción de cada pasaje es exacta de acuerdo con la idea que domina la narración, pero existe la posibilidad de unificar el texto, expresando, según el caso, la variante de significado, con una palabra suplementaria que indique intención y gesto.

Las diez citas pueden, según el significado, dividirse en dos categorías:

 

1. Sentido de bondad

1. ¿Qué tienes con el Señor Dios de Israel?

3. ¿Qué nos importa a ti ya mí, hijo de Sarvia?

4. ¿Qué te he hecho, oh hombre de Dios?

6. ¿Por qué te avergüenzas de mí, oh rey de Judá?

8. ¡No hay nada centrado en ti y eso es justo!

 

2. Sentido de rigor

2. ¿Qué tienes conmigo, que viniste contra mí?

5. ¿Qué tengo contigo?

?. ¿Qué tienes con nosotros? ¿Jesus hijo de Dios?

9. ¿Qué tienes que ver con nosotros, oh Jesús Nazareno?

10. Déjanos, ¿qué tienes que ver con nosotros, Jesús Nazareno?

Al examinar de cerca estas diez locuciones, encontramos que expresan un solo pensamiento, por diferente que sea, según los interlocutores .

El texto latino de la Vulgata, como el texto griego, conservó la unidad de la fórmula, mientras que la traducción vernácula se adaptó a las disposiciones de los interrogadores.

En el fondo se ve que esta expresión corresponde bastante exactamente a nuestra locución: Déjalo , yo me encargaré de que se adapte a cada una de estas expresiones, dándole el tono de bondad o rigor que el caso conlleva. .

De hecho, la misma locución cambia completamente según la entonación.

Diciendo. por ejemplo. a un amigo: Déjalo ser, amigo: es comprometerse a hacer algo.

Como decirle a un enemigo malvado: Deire be: es una amenaza de venganza.

La misma frase parece corresponder a quid mihi et tibi, en latín y a TI EMIN

KÁI SOI en griego.

 

1- Los hijos de Rubén, diciendo a los hijos de Israel: Puede suceder que algún día tus hijos digan a los nuestros: - Que sea , nosotros también somos hijos del Dios de Israel, expresad su unión y amistad con ellos, y temer la separación.

3- Las palabras de David son aún más expresivas.

David habla con su amigo y defensor Abisai: déjalo ser , amigo Abisai, es Dios quien permite que este hombre me maldiga.

4- La viuda de Sarepta veneraba mucho al profeta Elías, y se quejaba con amor: Déjalo, hombre de Dios, que no permitirás que mi hijo muera.

6- El rey Nechao no era enemigo de Josías, adviértele que es por orden de Dios el que hace la guerra: Sea , rey de Judá, que no vengo hoy contra ti, sino contra otra casa.

8- La esposa de Pilato le envía un mensaje amistoso: Déjalo , no le hagas daño a este justo.

Estas cinco frases son las que combinan en sentido con la de Caná, mientras que las otras, dichas entre enemigos, entre Jesús y el diablo, expresan una idea de repulsión.

Parece que, para una mayor uniformidad y mayor fidelidad al texto de la Vulgata, esta frase podría traducirse "quid mihi ettibi est?" por la expresión: Déjalo ser , expresión que dilucida perfectamente las palabras de Jesús a María, sin tener que recurrir a largas y complicadas explicaciones.

Entre estos diversos pasos, se ve claramente que el término: Quid mihi et tibi, puede tomarse en un sentido amistoso y en un sentido peyorativo.

Entre amigos hay una expresión amistosa, entre enemigos es una expresión peyorativa.

David, dirigiéndose a su amigo Abisai, o la esposa de Pilato dirigiéndose a su marido, emplea la expresión amistosa; mientras que el diablo que se dirige a Jesús usa la expresión peyorativa.

Teniendo que elegir entre estas expresiones, ¿por qué los protestantes eligieron el mismo significado que el del diablo, dirigiéndose a Jesús?

¿Qué tienes con nosotros?

¿Qué tienes que ver con nosotros?

Los pobres protestantes no comprenden que esa expresión en los labios de un niño, hablando con su madre, es de lo más repugnante.

¿Por qué no tomaron una de las expresiones que tienen el mismo significado, en un sentido amistoso?

Hay 5 variantes en cada lado.

¿No probará que buscan ante todo degradar a la Madre de Dios, insultarla?

No siendo ésta su intención, entonces debe ser consecuencia de la ignorancia.

Que comprendan esta verdad tan simple, tan clara y tan lógica, y por este pasaje, como por otros mal interpretados, volverán a ver los inconvenientes y hasta el absurdo de la interpretación individual y la necesidad de una interpretación auténtica por una autoridad legítima.

 

V. Otras traducciones

Las diversas traducciones actuales de este paso tienen cada una su significado espiritual y expresivo, solo se puede lamentar la falta de unidad en el texto.

Una traducción muy difundida es la de Sto. Agustín: ¿Qué hay entre tú y yo, mujer?

Tenga en cuenta que es una pregunta.

Es como si Jesús preguntara: ¿Qué hay entre el niño y la Madre?

¿Lo que está ahí?

Respeto, amor, la unión más completa.

Pues bien, Madre mía, esto existe entre nosotros, de modo que tu voluntad es mi voluntad.

¿Qué hay entre tú y yo?

Jesús conocía la falta de vino, y tal vez se negó a realizar el milagro, no queriendo adelantar el tiempo fijado por su Padre, sin una razón plausible.

La petición de la Madre te da esta razón.

Y Jesús, satisfecho, parece decir: ¿Qué hay entre tú y yo? para que los mismos pensamientos y los mismos deseos nos ocupen al mismo tiempo?

¿Lo que está ahí? Es amor mutuo, es la comunicación de la misma bondad y la misma preocupación.

¿Qué hay entre tú y yo?

Maria Sma. tenía el poder de hacer milagros, aunque no se informa que lo usara en público.

En esta ocasión pudo realizar el milagro sin recurrir a su divino Hijo.

Jesús te recuerda este poder.

Es como si dijera: entre nosotros dos, no hay separación; estamos unidos como madre e hijo; por qué, entonces, me pides un milagro, cuando puedes hacerlo, porque aún no ha llegado mi hora: ¿qué hay entre tú y yo que no uses el poder que tienes?

¿Lo que está ahí?

Es la profunda humildad de la Santísima Virgen, que prefiere permanecer oculta, para manifestar mejor la gloria de Jesús.

Como puede verse, san Agustín no adoptó tal traducción sin fuertes razones, sin tener en mente un homenaje profundo a la gloriosa Madre de Jesús.

* * *

El venerable Olier señala otro significado, perfectamente en consonancia con el texto literal y místico, y dice que recibió tal interpretación de Nuestro Señor: quid mihi et tibi. - Lo mío es también mío: tuyo, es decir: mi poder está a tu disposición, oh Señora, aunque aún no ha llegado mi hora de obrar milagros.

Este sentido es hermoso, majestuoso y lleno de reverencia por Maria Sma. Además, encaja admirablemente con la continuación del texto.

Es cierto que esta interpretación no concuerda literalmente con los lugares paralelos, pero ciertamente expresa el pensamiento de Jesús en esta ocasión.

Todas estas traducciones coinciden más o menos con la traducción que he indicado como preferible: Déjalo ser ... o déjamelo a mí, aunque son menos claras y menos sencillas.

Los protestantes no querían adoptar ninguna de estas traducciones, prefiriendo inventar una nueva versión que expresara mejor su tradicional odio hacia la Madre de Jesús.

Todas las expresiones citadas anteriormente son respetuosas, tranquilas y hasta llenas de ternura; por eso mismo no sirven, y he aquí, los amigos protestantes inventaron lo siguiente: Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo?

Ésta, sí, debe ser buena, auténtica, ya que se diferencia de todas las traducciones romanas, y pone en labios de Jesús una frase insultante a su santa Madre, la misma que el diablo le dirigió a Jesús cuando amenazó con expulsarlo. .lo del cuerpo del poseído. Esto al menos es protestante: por lo tanto, debe ser adoptado ... y ha sido adoptado durante mucho tiempo. Parece tener al propio Calvino como autor.

 

VIO. la escena encantadora

Reconstruyamos ahora el escenario total de la Boda, para recoger las lecciones profundas que emanan de ella.

Y una escena de boda con todo el encanto de la antigua sencillez.

Es probable que los prometidos fueran parientes de Maria Sma. o de San José; y por eso fueron invitados Jesús y María.

Fue al comienzo de su vida pública y Jesús sólo había elegido a cinco o seis discípulos, y asistió a la pequeña fiesta con ellos, junto con su Madre.

De repente, falta vino, lo que prueba que el prometido pertenecía a la clase pobre.

Maria Sma, entiende la vergüenza de los prometidos e inmediatamente quiere ahorrarles a ellos, así como a los invitados, un disgusto o una molestia.

Se ve en esta solicitud de Maria Sma. toda la bondad de tu corazón. Es mujer, madre, conoce por experiencia estos imprevistos de la vida doméstica.

Llena de fe en la divinidad de Jesús, no ignora que, para obrar un milagro, basta con querer.

Ella no duda de que lo haré a petición suya.

Acostumbrada a sus dones infantiles, a su dulce sumisión, a sus divinas atenciones, sabe que basta con decir una palabra para ser contestada.

Hasta el día de hoy, Jesús no había realizado ningún milagro externo que lo manifestara al mundo; Por tanto, había motivos para dudar por parte de Maria Sma, sabiendo que esa hora estaba marcada por la voluntad del Padre celestial.

Pero allí había un buen trabajo por hacer, había que ayudar a estos recién casados, que merecían, por su lástima, este acto de intervención caritativa.

La Santísima Virgen, con esa mirada de ama de casa, que penetra los hechos, y esta otra mirada de esposa amorosa, que vio la necesidad, comprendió el bochorno de los casados, y no dudó.

Él se levantó de su lugar y acercándose a Jesús, ella se inclinó hacia su oído y le dijo: Vinum non habent, ya no tienen vino (Jn.2,3)

¡Nada más!

¿Y por qué decir más?

Esta oración respetuosa, velada a la sombra de una historia, es suficiente. Maria Sma., No muestra precipitación ni inquietud.

Ella expone el hecho con la plena certeza de ser atendida.

Jesús ha escuchado y, volviendo levemente la cabeza del lado de la Madre: con una suave sonrisa responde: Déjalo estar, Señora, yo me ocuparé, aunque aún no ha llegado mi hora - ¡Quid mihi et tibi, mulier!

Maria Sma, corresponde a la amable respuesta y sonrisa del Hijo, y se dirige directamente a los camareros. ella les dice: yo sé que no hay más vino, pero mi Hijo se lo proveerá, haced lo que os diga, y María Sma. retoma su lugar, junto con las otras damas invitadas.

Nadie se había percatado del pequeño incidente.

Entonces Jesús se levanta y va al lugar de las abluciones, donde había unas tinajas de agua, ordena a los sirvientes que las llenen y cambia el agua en vino.

¡El milagro está hecho! ... Es el primero de los milagros de Jesús, hecho a petición de su Santa Madre.

Este milagro manifestó su gloria y la del Hijo de Dios, y los discípulos creyeron en él.

Tal es la escena hermosa, conmovedora y significativa de las Bodas de Caná.

Todo allí es dulce, es divino y nos muestra en su unión radiante: el Hijo y la Madre, Jesús y María.

La bondad del Corazón de María, su compasiva vigilancia y solicitud, su crédito cercano a Jesús y, por otro lado, el amor de Jesús por su Madre, y la pronta referencia que ella le manifiesta, haciéndole el primer milagro. petición, aunque todavía no había llegado el momento de manifestarse públicamente.

* * *

La imagen de Caná debe ampliarse.

Las generaciones de hijos de Dios llegarán a reconocer y aprender en los detalles minuciosamente conservados de esta fiesta, el papel de presentador , iniciador, mediador de la Virgen María. cerca de su divino Hijo.

Jesús sabía que faltaba vino en las Bodas de Caná. Su mirada penetra en el futuro y lo sabe todo. sin embargo, quiere ser implorado.

Es el derecho de tu omnipotencia.

También es el deber de nuestra inferioridad.

Espera que una oración brote de nuestro corazón y que su Santísima Madre le presente esta oración.

Basta que la Santísima Virgen le diga: Vinum non habent.

Esta alma no tiene fuerza, ni alegría, ni piedad, ni perseverancia, y entonces Jesús responde: Quid mihi et tibi, mulier.

¡Déjalo ser, madre mía, yo me ocuparé de ello!

Y el milagro de la misericordia divina se realizará en nuestro favor.

Dios no cambia ... y habiendo realizado este primer milagro por intercesión de su Santísima Madre, es una especie de ley , que todos los demás milagros se obtienen por el mismo intercesor.

Esta escena, tan hermosa que le da tanto énfasis a la intercesión de la Santísima Virgen, no podía dejar de despertar las protestas de los protestantes, y aquí están explorando este hecho, tratando de destruir su significado y desviar las palabras, al grano. de aprovecharlo, quien exalta a la Madre de Dios, para combatir su culto y hacerle creer que Jesús le había dado una respuesta dura, desdeñosa y casi insultante.

Traduciendo este texto como lo hacen, por no consultar los textos paralelos, a través de la frase Mujer, que tengo contigo, realmente tenemos una palabra de repulsión, una reprimenda, como vimos en las respuestas que el diablo dio a Jesús. .

Ahora Jesús inmediatamente realiza el milagro solicitado; y Sma. Virgen, al escuchar la respuesta de su Hijo, comprende perfectamente que Él va a obrar el milagro. ¿Cómo conciliar la negación y la afirmación , la reprensión y la obediencia, la primera dureza y la bondad posterior?

Sería una oposición flagrante e irreconciliable a la manera de decir y hacer de Jesucristo.

Basta ver que tal interpretación repugna tanto el sentido común como la dignidad de Jesús.

 

VII. otro desacuerdo

Queda por resolver una última objeción protestante, respecto al texto estudiado;

En el Evangelio citado. Maria Sma. varias veces la llaman "Madre de Jesús" y cuando el Salvador se dirige a ella, la llama Mujer , en lugar de llamarla "mi Madre ".

Es una objeción protestante que surge nuevamente de la ignorancia de las costumbres orientales y antiguas.

Es evidente que un libro escrito hace 1900 años no está de acuerdo, en ciertos puntos, con las costumbres y usos de nuestro tiempo.

Entre los orientales, como de hecho en algunos países occidentales, la palabra " Mujer " es un título de nobleza, de dignidad, como la palabra Hombre expresa valor. Decir: Fulano de tal es un hombre es decir que es digno y honorable.

Decir de una dama que es una mujer digna de este nombre es significar que es digna, cariñosa, cariñosa.

Nuestra palabra y "mi madre" solo se usaban en la intimidad, nunca en público.

Entre los árabes, sirios, judíos y otros pueblos orientales, el hijo llama a su madre " Señora o" Mujer ".

En griego, el sustantivo gyne, mujer, es un término completamente honorable.

Jenofonte en su: Cyropedia, pone en labios de uno de los oficiales de Ciro esta expresión: "Ánimo, oh mujer (el vocativo Gynai, que es el mismo que en el Evangelio).

Todo el mundo sabe que el valor de determinadas expresiones cambia con el tiempo.

Camões llama dama a una dama, madre de hijos, como lo era Inês de Castro Tal, esta doncella muerta y pálida - Doncella era en ese momento una dama aún joven.

De la misma manera se llamaba antaño a los príncipes de Merce, que hoy humilla a cualquier mayordomo.

En algunos lugares, en portugués, se llama niña, niña honorable ... y en otros lugares es un término de desprecio.

En la época de Jesucristo, la palabra Mujer era un término de nobleza. El ángel lo utilizó para exaltar a la Virgen María: "Bendita tú entre las mujeres".

El Evangelio no menciona un solo ejemplo de Jesús llamando a María Sma. "Mi madre", la llamaba siempre "Mujer".

Esa palabra ya no se ajusta a nuestras costumbres modernas; sin embargo, en ciertas familias nobles, los niños todavía dicen: ¡Señor, mi padre! ... ¡Señora, mi madre! ... y en ciertos países, en Alemania, entre otros, la palabra Mujer (Frau) sigue siendo un título de nobleza.

Los protestantes pueden ver en la Biblia que esta expresión, en lugar de ser insultante o fría, es un título de respeto y veneración.

En la hora de la muerte, como último grito de solicitud y amor a su santa Madre, Jesús dirá la misma palabra "Mujer, ahí tienes a tu hijo". (Jo.19,28)

Aceptar que la primera expresión implica una falta de respeto a Sma. Virgen, hay que admitir que Jesús, moribundo, aún despreciaba a su Madre.

¿Y quién se atrevería a decirlo?

¡Lejos de ahi! La palabra: Mujer, es una expresión respetuosa y humilde en los labios de los niños, y tal palabra nunca puede tomarse como un insulto.

Se resuelve así la gran dificultad planteada por los protestantes contra la veneración de Maria Sma. y la clara respuesta a la objeción que hacen contra la intercesión de la pura y santa Madre de Jesús.

Deben estar convencidos de que tal objeción surge del desconocimiento del significado de la Biblia, así como de la pérfida traducción del texto evangélico, mal traducido, distorsionado, para que diga lo que no dice, ni puede decir.

El texto protestante "Mujer, que tengo contigo, es falso y perverso, y como he probado, no traduce ni el texto hebreo ni griego ni latino: Quid mihi et tibi est, mulier!"

El sentido más exacto es "Déjalo estar ... Yo me ocuparé de ello.

Este texto es claro, lógico y expresivo.

Es como si Jesús dijera:

Tu solicitud es un pedido para mí, lo que pidas siempre será respondido.

Y para probarlo, Jesús realizó el milagro, aunque aún no había llegado el momento de obrar milagros,

Esto es claro, inconfundible, consolador y honorable para Jesús y María.

 

VIII. ¡Haz lo que te diga!

No debemos terminar esta exposición del misterio de Caná sin meditar en las últimas palabras que forman la llave de oro de esta deliciosa escena nupcial.

Dirigiéndose a los sirvientes, Maria Sma. Dígales:

¡Haz lo que Él te diga!

¡Qué breve y sublime es esta frase!

María nos lo repite a todos, hablando de su Jesús: Haz lo que Él te diga ...

Es la palabra que conduce a Jesús, que hace que Jesús sea escuchado.

Ese es realmente el papel de presentador de la Virgen Sma.

Notaron que Maria Sma. habló sólo cuatro veces en su vida, ella que había dado a luz a la Palabra divina.

Por eso no tuvo que hablar.

Hablaba interiormente con esta Palabra, o Hijo que había engendrado, el que salió de su seno pero permaneció en su alma.

Estas dos palabras: No toméis más vino y Haced lo que Él os diga, expresa admirablemente el carácter de la intercesión de María y el culto que le rendimos: carácter de mediador cercano al Mediador - Ad Mediatorem mediatrix.

En la primera palabra: ya no tienen vino, ella expone nuestras necesidades con interés y autoridad maternal, siendo al mismo tiempo Madre nuestra y Madre de Jesús.

Con la segunda palabra: Haz lo que Él te diga, ella nos enseña la sumisión a Jesús, a cambio de la gracia que nos llega. Ella solo intercede para darnos a Jesús; y ella misma nos da el ejemplo de esta sumisión.

Este es el sentido de esta escena evangélica, en espíritu y en verdad.

Y lo que completa divinamente esta historia es la forma en que se realizó este milagro. De esta manera Jesús dio el comienzo de sus milagros en Caná de Galilea. (Jo. 1,11)

Notemos bien la expresión empleada por el evangelista.

No dice que sea el primer milagro de Jesús, considerado en sí mismo, sino el primero de los milagros , o más literalmente aún: el comienzo, la apertura de los milagros: Initium signorum.

Tal expresión indica que el Evangelio, al reunir todos los milagros de Ge Jesús, los compara y los remite al milagro de Caná, como su origen o su primera fuente , de la misma manera que el curso de las gracias espirituales que Jesucristo fue. llover sobre la humanidad tuvo su origen, su comienzo en el milagro de la purificación de San Juan Bautista, en el vientre de su madre, el día de la Visitación .

Ahora bien, en el misterio de la Visitación , es a través del intermediario, como a través de la voz de María, que Jesús comunica esta primera gracia de santificación a su Precursor.

Asimismo, en el misterio de Caná , es a través de la voz de María que Jesús inicia el curso de sus milagros.

Es el resultado de esta aproximación, y del término utilizado por el Evangelio que Maria Sma. se nos recomienda intencionalmente como instrumento , canal, tanto de los lugares temporales como de las gracias espirituales de Jesús en su dispensación general.

Esta es toda la doctrina católica sobre la intercesión de la Madre de Jesús.

Esta doctrina ya estaba desvinculada del misterio de la Encarnación, en el que Dios da todas las gracias al mundo a través de María, en la persona de Jesús.

Es de este hecho que San Agustín saca esta maravillosa y profunda conclusión, que: "Dios, habiéndonos dado a Jesucristo por María, este orden no cambia más, y María habiendo colaborado en nuestra salvación, en la Encarnación, que es el principio universal de gracia, debe contribuir a todas las demás operaciones, que dependen de esta primera operación.

Este argumento es una deducción teológica, mientras que la escena de Caná es un hecho evangélico .

Por tanto, el Evangelio confirma la doctrina.

De hecho, vemos en estos dos hechos evangélicos: la Visitación y Caná, Jesús comunicando sus gracias, tanto espirituales como temporales, a través del Sma. Virgen.

Estos dos hechos no se repiten; y si los pobres protestantes reflexionan, deberían reconocer que la escena de las Bodas de Caná, lejos de deprimir el poder de María Sma., lo exalta y extiende.

 

IX. Conclusión

Retomemos también la última frase, con la que el evangelista cierra la escena de Caná, Jesús manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él (Jn 2,11).

Aquí se trata de su manifestación como Dios, a través del poder de los milagros.

Este tiempo aún no había llegado, como dijo Jesús, pero lo anticipó en consideración al pedido de su Santa Madre.

Reflexionemos detenidamente sobre este hecho. ¿Qué idea más sublime, qué testimonio más claro podría darnos Jesucristo del poder de intercesión de su Madre, que este último de anticipar , en su consideración, la hora de su gloriosa manifestación?

Dios no ha cambiado. tampoco cambió sus planes, pero incorporó la súplica de María a este plan, como un medio determinado de sus designios, que, sin este medio, no serían lo que son.

Según estos designios, la hora de la manifestación de Jesucristo no habría llegado, sin la intermediación de María, como la gracia de Jesucristo no habría descendido sobre Juan el Bautista, sin la Visitación, como Jesucristo no habría venido. descendió del cielo sin su consentimiento virginal.

He aquí una triple y única verdad que conviene resaltar con mucha claridad y con pleno relieve, ya que se fundamenta en hechos evangélicos claros y positivos. Y admitiendo estos hechos, es necesario admitir sus consecuencias; y estas consecuencias constituyen la doctrina de la intercesión de la Madre de Dios.

Combinando en síntesis estos grandes hechos evangélicos y sus consecuencias, estamos ante el gran y único designio divino, que se extiende al mismo tiempo al orden de la naturaleza , al orden de la gracia y al orden de la gloria .

En el orden de la naturaleza, ella da a luz al Hijo de Dios y le da al mundo la causa última de su creación.

En el orden de la gracia, ella nos da a Jesús-Eucaristía, comunicándonos lo que es la vida de las almas.

En el orden de la gloria, nos manifiesta a Jesucristo y determina su glorificación. Los santos te deben su gloria.

Esto es lo que nos enseñan los tres misterios evangélicos: la Anunciación, la Visitación y el milagro de Caná.

Lo que comenzaron estos tres misterios, y lo que nos enseñan, debe perpetuarse a través de los siglos. Estos no son solo tres hechos evangélicos, son tres misterios que se perpetúan o continúan siempre su acción misteriosa.

Constantemente Jesucristo viene al mundo por María. Constantemente María lo trae a nuestras almas, a través de la visitación.

María manifiesta constantemente la gloria de Jesús por las maravillas que logra con su misericordia.

Esto es lo que es Maria Sma. en la obra salvadora y santificadora del mundo.

Meditad en estos misterios, pobres protestantes descarriados, por la libre interpretación de la Biblia, y pedid a Dios que os dé la gracia de comprender una doctrina tan sencilla, tan lógica, tan consoladora y tan evangélica.

La sublime escena de Caná adquiere así proporciones infinitas. Ya no es una simple fiesta de bodas, es la imagen de la gran fiesta, a la que Jesucristo nos invita, que Él preside, pero donde también encontramos a Su Santísima Madre para presentarnos a Él, y, si es necesario, para preguntar. .Un milagro a nuestro favor.

Caná es, sobre todo, la manifestación de Jesús por María, para que nosotros, sus discípulos, creamos en él, como sus discípulos creyeron en él entonces.

 

CAPITULO XIII

Muerte y Asunción de María

Los protestantes, con sus mezquinas objeciones a la vida, la santidad, las prerrogativas de la Virgen María, durante su vida terrena, no pudieron sino perseguirla, con su odio, incluso en la gloria del cielo.

De hecho, no admiten ni la gloriosa muerte del amor, ni la resurrección , ni la asunción de la Madre de Dios.

Para ellos, pobres y desafortunados rebeldes contra la doctrina católica, la Madre de Jesús, a pesar de haber sido el Tabernáculo viviente de la divinidad, debe conocer la podredumbre del sepulcro, la voracidad de los gusanos, el olvido de la muerte, la aniquilación material de su persona. .

Jesucristo, su verdadero hijo, que preserva los cuerpos de cientos de santos de la destrucción, como recompensa por las virtudes que practicaron, habría permitido que el cuerpo más puro, del que había tomado su propio cuerpo, fuera presa de los gusanos. , corrupción, de la podredumbre de la tumba?

¡Oh! ¡no no! La fe del cristiano se rebela ante tal blasfemia, mientras el sentido común protesta contra tal idea.

Los cuerpos de una Santa Margarita María, de una Santa Catalina de Senna, de un Santo Vicario de Ars, de Ozanam, de Bernadette y cientos de otras almas privilegiadas se conservan milagrosamente incluso hoy, y Dios habría permitido el cuerpo de la Virgen Purísima para estar sujeta a la ley de la corrupción?! ...

¡No puede ser!

Examinemos esta cuestión de cerca y refutemos la infame objeción protestante, negando la resurrección y la gloriosa Asunción de la Madre de Dios, proclamando en voz alta el canto de la liturgia católica: María fue elevada por encima de los Coros de Ángeles en el Reino Eterno.

 

I. El hecho histórico

Antes de discutir las razones de la gloriosa Asunción de María y de refutar las objeciones protestantes al respecto, narremos aquí el hecho histórico, tal como nos lo conservan los cristianos de la época apostólica, los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, formando a través de los siglos, una tradición firme, constante, ininterrumpida.

No se trata de un dogma de fe, pero el mundo católico espera con impaciencia que, apoyándose en la revelación implícita de la Asunción en la Sagrada Escritura, y en la revelación explícita de la tradición, la autoridad suprema proclame esta verdad y adorne con ella la diadema inmortal. de gloria de los inmaculados,

Aquí, en resumen, lo que los santos y doctores de la Iglesia primitiva nos dicen al respecto.

Con motivo de Pentecostés, Maria Sma. tenía unos 47 años.

Permaneció en la tierra veinticinco años después de este acontecimiento, para educar y formar, por así decirlo, la Iglesia naciente, como antes había educado, protegido y dirigido la infancia del Hijo de Dios.

Sus oraciones y su caridad afectuosa fueron el consuelo de los primeros fieles.

Terminó su carrera mortal a los 72 años; esa es la opinión más común.

Muerte de Sma. Virgin era dulce, como había sido su vida: había vivido de amor, había muerto de amor.

Llegado a la cumbre de la santidad más incomprensible, su alma se desprendió tranquilamente de su santísimo cuerpo. Su último aliento fue una aspiración de amor, que la llevó como naturalmente a las alturas del cielo.

Los nueve Coros de Ángeles llevaron esta alma incomparable al Seno de Dios; donde el Padre Eterno la recibió como su Hija amada , el Hijo como su Madre querida , el Espíritu Santo como su Esposo inmaculado .

Parece seguro que fue en Jerusalén donde Maria Sma. dejó este mundo, para tomar su vuelo al cielo.

En esta bendita muerte estuvieron presentes los Apóstoles que aún no habían sufrido el martirio, a excepción del Apóstol Santo Tomás, que en ese momento estaba ocupado predicando el Evangelio a las Indias.

Jesús quiso dar este supremo consuelo a su Santísima Madre y a sus Apóstoles.

Estuvieron San Pedro, San Juan con los otros Apóstoles y varios discípulos, entre los cuales San Dionisio Areopagita, discípulo de San Pablo y primer Obispo de París, nos ha conservado el relato de estos eventos.

Varios Santos Padres de la Iglesia narran que los Apóstoles fueron llevados milagrosamente a Jerusalén la noche anterior al desenlace de la Santísima Virgen.

Maria Sma. los bendijo por última vez, los consoló; probablemente, recibió de manos de San Pedro, el adorable Sacramento de la Eucaristía, que, hasta el día de hoy, había recibido diariamente de manos de San Juan.

Entonces, sin molestias, sin sufrimiento, sin agonía, entregó toda su alma, ardiendo de amor, en manos de su Acreedor y de su Hijo.

San Juan Damasceno, uno de los Doctores más ilustres de la Iglesia Oriental, cuenta que los fieles de Jerusalén, al enterarse de la muerte de su querida Madre, como la llamaban, acudieron en multitudes para presentar sus respetos, y que pronto el milagros se multiplicaron alrededor de esta sagrada reliquia de tu cuerpo.

Varios muertos han resucitado; ciegos, paralizados, enfermos de todo tipo, de repente se curaron al tocar el cuerpo de la Madre de Jesús.

En cuanto a los Apóstoles, estaban como divididos entre el dolor y la alegría, parados en oración cerca del Santísimo Cuerpo, exaltando con cánticos y alabanzas las glorias de esta Santísima Virgen, que dio a luz a la vida del mundo, Jesucristo, y quien concibió y había llevado en sus entrañas al Hijo del Altísimo.

Enterraron el Santísimo Cuerpo con veneración de los niños amorosos, envolviéndolo en sudarios blancos; Seguidos por la multitud de fieles acompañados por los Ángeles, fueron a depositar las preciosas reliquias en una nueva tumba en el jardín.

de Getsemani, donde estaba la tumba de su familia, y donde yacían los cuerpos de São Joaquim y Santa Ana.

Cerraron el sepulcro con una gran piedra, con forma de puerta, como era costumbre en esta época.

Tres días después llegó el Apóstol Santo Tomás, a quien la divina Providencia parecía haber quitado, para demostrar mejor la gloria de María, como había usado en otro tiempo a Tomás, para manifestar el hecho de la resurrección de Jesús.

Tomás pidió urgentemente poder contemplar, por última vez, los augustos rasgos de la Madre de Dios.

San Pedro, San Juan y otros Apóstoles que permanecieron en oración cerca del sepulcro se alegraron de conceder este deseo, que también era su deseo personal.

Rompieron los sellos de la piedra ...

Abrieron el sepulcro pero ¡oh! prodigio.

En el lugar, donde los restos mortales de Maria Sma. Habían sido depositados por ellos mismos, no encontraron más que los sudarios, cuidadosamente doblados; como una vez en la tumba del Salvador resucitado, las Santas Mujeres, San Pedro y San Juan habían encontrado los sudarios doblados que envolvían el Cuerpo de Jesús.

Un perfume de dulzura celestial, Esposa Inmaculada, rezumaba de la tumba.

Como su Hijo y en virtud de su Hijo, la Santísima Virgen había resucitado al tercer día.

Los Ángeles le quitaron el cuerpo Inmaculado y lo transportaron al cielo, donde disfruta de una gloria inefable.

Nada es más auténtico que estas antiguas tradiciones de la Iglesia sobre el misterio de la Asunción de la Madre de Dios.

Estas narraciones se encuentran en los escritos de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, de los primeros siglos, y se relatan en el Concilio General de Calcedonia, en 451.

 

II. La muerte de mary

Los protestantes que creen solo en sí mismos no darán fe a estos relatos auténticos de los primeros siglos, que forman el depósito sagrado de la Tradición.

Quieren pruebas.

Permítanos darle estas pruebas ahora, mostrando que estos hechos y verdades fluyen directamente, aunque implícitamente, del Evangelio.

El hecho de la muerte de María es indudable, aunque las circunstancias se desconocen en parte.

Pero, ¿cómo y por qué murió Maria Sma.?

Habiendo sido concebida sin pecado, estaba exenta de la pena de muerte dictada contra la humanidad.

La muerte es el castigo por el pecado. Slipendia peccati, mors dice el Apóstol (Romanos 6, 23) —Stimulus autem mortis, peccatum est. (1Co.15.56)

Esta muerte, dicen por unanimidad los Santos Padres, no fue causada ni por enfermedad ni por vejez, sino únicamente por la violencia del amor divino.

El amor tiene una triple influencia en nuestra vida y muerte.

Todos los hombres deben morir en el amor de Dios , sin esto no hay salvación; este amor es la gracia de Dios en el alma.

Otros mueren por el amor de Dios . Es la muerte de la gloriosa falange de nuestros mártires, quienes, entregando su vida por el amor de Dios, les dan la prueba suprema del amor que el hombre es capaz de dar.

María Santísima, murió por amor, murió por amor, pero murió sobre todo por amor.

El amor fue la causa de su muerte.

Muriendo enamorada, María murió como Madre de los hombres.

Muriendo de amor murió Reina de los mártires.

Muriendo de amor, murió como Madre de Dios.

Es la única muerte que le conviene y que podría separar su alma de su cuerpo virginal.

El sublime Bossuet lo dice muy bien, y sus palabras son el resumen de toda la tradición católica.

Créanme, almas santas, dice, no busquen otra causa de la muerte de la Santísima Virgen: su amor era tan ardiente y tan inflamado, que ya no podía respirar un suspiro que no rompiera las ataduras de su cuerpo mortal; no podía formular un lamento que no disolviera la armonía de su cuerpo; no podía dar un suspiro al cielo que no atrajera toda su alma.

Dijo que su muerte fue un milagro; Debo cambiar la expresión: no fue un milagro, fue el cese del milagro.

El milagro continuo es que María vivió separada de su amado Jesús.

Vivió, sin embargo, porque tal era la voluntad de Dios, que debía conformarse a Jesús Crucificado, a través del martirio insoportable de una larga vida, cuanto más dolorosa, más necesaria era para la Iglesia.

Pero como el amor divino reinaba en su corazón, sin ningún obstáculo, crecía día a día, por sí mismo y por el ejercicio, hasta el punto que alcanzó tal intensidad que la tierra no pudo contenerlo.

Ésa es la única causa de la muerte de María: la vivacidad de su amor "(1).

1) Bossuet II. Sermon sur L'Assomption. 2 puntos.— San Francisco de Sales: 1 y 2 Serm. Firma

De lo que hemos dicho de la Inmaculada Concepción se puede y se debe concluir que, como la muerte es un castigo del pecado original, quien estuviera exento de este pecado estaría, de hecho, exento de la muerte.

Y Maria Sma. es en este caso. La ley golpeada contra todos no se aplica a ella, ya que la ley de Asuero no llegó a la reina Ester. (Ester 15.13)

Sobre el tema, recopilemos un admirable pasaje de San Cirilo, confirmado en 1672 por el Concilio de Jerusalén.

No es al contagio del pecado, dice, a lo que debe atribuirse la muerte de la Santísima Virgen, sino a las disposiciones naturales que había en el hombre antes del pecado.

El hombre, por su naturaleza, estaba sujeto a la muerte, pero a una muerte benigna.

Dios, por una gracia especial, suspendió a su favor las leyes de la naturaleza y lo hizo inmortal.

Ahora, la Santísima Virgen también se enriqueció con esta prerrogativa. Aunque estaba llena de bendiciones y libre de la más mínima mancha, llevaba en ella, para la humanidad, el germen de la muerte, y estaba sujeta a esta muerte. Dios, en su bondad, lo conservó, sometiendo este privilegio al consentimiento de su criatura.

De esta manera, podría haber sido llevada viva, al cielo, si hubiera querido y si ese hubiera sido su placer.

Pero sabemos que ella no quería disfrutar de este privilegio.

Esta es la mejor explicación de este misterio que todos los teólogos abrazan y defienden hoy.

De hecho, la muerte del hombre se puede considerar bajo un doble aspecto: o como consecuencia natural de la constitución de su cuerpo, compuesto por elementos que naturalmente se desagregan; o como consecuencia del pecado original.

Si Adán no hubiera cometido el pecado original, el hombre, por un privilegio único entre otros seres vivos, habría tenido una vida perpetua, porque el fruto del árbol de la vida habría sido suficiente para sostener sus fuerzas, que causas internas o externas podrían debilitar.

Adán pecando, ese privilegio le fue quitado; el árbol de la vida ya no dio su fruto, y la naturaleza asumió sus derechos: “tenía que morir.

El pecado original es destruido en nosotros por el bautismo, pero las consecuencias de este pecado permanecen; y una de estas consecuencias es la falta del fruto del árbol de la vida; de dónde debe morir el hombre: ¡muerte morieris!

La Madre de Jesús, a pesar de su Inmaculada Concepción, ya no tenía el fruto del árbol de la vida y, como tal, estaba sujeta a la muerte. (2)

2) Praeterunda mihi haud videtur quaestio an mora quae en aliis a pecatto accidit fuerit en Maria peccati poena?

Siquidem Cajetanus in opusculo de Conceptione Virginisá leoonem X, vult ob peccatum mortuam Mariam; et contra sentire, haereticum putet cum Paulus argut: Christus pro nobis mortuus est: ergo omnes mortui sunt.

Albertus Pigius et Ambrosius Catherinus ab haeresi excusant dicere, non propter peccatum mortuam Virginem, imo volunt pium esse sentire, nec mortem, nec aliquam originalis peccati posnalitatem a peccato provenisse Virgini, sed a voluntate Dei, qui sicut a peccavitam custori mundeserva Filio vidisset conducere.

Nec id Christum Mariae liberatorem negat, et pro ea mortuum, quia cetecis perfectius liberatam indicent sicut et redemptam.

Itac sicut docet. S. Augustinus y unanimis consenso theologorum, etiamsi Adam non peccasset, nisi alioquin especiali Dei propietario conservaretur, sed proprice naturor relinqueretur ex pugna continúa caloris nativi et humidi radicalis, tándem periret ...

lta Beatam Virginem attemamus mortem sustinuisse, non tanquam paenam peceati quod ipsa contraxerit; sed vei tanquam conditionem adnexam, corruptibili naturae humanoe, vei certe ex debito modi naturalis conceptionis et ortus sui.

Obnoxia fuit morti corporis, sin embargo gratia praeservatlonis a peccato originali, quia licet Deus gratiae suae preventerit Infectionem anime, non tamen prsecavit carnis faeditatem, quam secum offert naturalis modus propagationis human per seminalem rationem ex Adam.

Et Ideo, ratione lilius mansit BV mortis discriminani obnoxia sicut et mansit alfis poe nalitatibus, quae per peccatum primi parentis introierunt in orbem terrarum, sicut fames, sitis, et alii corpores labores. (B, Ángelus de Pas: en expos. Symboli. 11b. 5, C. 622)

Sin embargo, se cree que, por un privilegio privado, Dios le dio el poder de no morir, si así lo deseaba.

Era solo un privilegio, no era un derecho: y María no quería hacer uso de este privilegio.

¿Cuáles fueron las razones de la elección de la muerte por parte de la Inmaculada?

Podemos marcar cuatro:

1. Refutar de antemano la herejía de quienes luego afirmarían que María no era una mera criatura como nosotros, sino que pertenecía a la naturaleza angelical.

2. Porque en todo se parecía a su divino Hijo, hasta donde la diferencia de sexo lo permitía.

Ahora Jesús se sometió a la ley general de la muerte.

Maria Sma. Quería imitarlo.

3. Para no perder los méritos de la aceptación resignada de la muerte, ni el encanto que experimenta el alma cuando se libera de la vida mortal, para entrar en la vida eterna.

4. Servir de modelo y enseñarnos a morir bien, con las disposiciones de resignación y abandono total que inspira la visión de la muerte.

Por tanto, podemos resumir esta doctrina diciendo que Dios creó al hombre mortal .

Lo elevó, por privilegio, a la inmortalidad mediante el fruto del árbol de la vida.

¡El pecado se origina! retiró este privilegio.

María Sma., A pesar de ser Inmaculada, al no tener este fruto del árbol de la vida, estuvo sujeta a la muerte.

Dios le concedió el privilegio (no el derecho) de ser inmortal , según su voluntad.

Ella eligió ser como su Hijo divino, eligiendo voluntariamente la muerte y no sufrirla como castigo por el pecado original que nunca había tenido.

Quería morir ... y morir de amor .

 

III. La tumba de María

No debo dejar que las palabras de uno de los testigos presenciales de la muerte y resurrección de la Virgen Inmaculada pasen en silencio.

Junto con los Apóstoles, asistieron a la muerte de María Sma., San Timoteo, primer obispo de Éfeso, Dionisio Areopagita y el Beato. Hieroteo.

San Dionisio dejó por escrito esta sublime escena, narrándola en su libro "Los nombres divinos" (3) y dirigida a san Timoteo. La autenticidad de este libro nunca fue discutida, siendo obra del mismo San Dionisio.

3) De divinis Nominibus C. III 2 Traducción de Mons. Darboy.

El Santo escribe entonces: "Hieroteo, nuestro sublime maestro, brilló entre los inspirados pontífices, como viste, cuando fuimos juntos a contemplar, tú y yo, con muchos otros hermanos, el venerable Cuerpo que había producido la vida y que contenía a Dios.

Allí estaban Santiago, hermano del Señor, y Pedro, Corifeo y Jefe Supremo de los teólogos.

Todos los pontífices querían, cada uno a su manera, celebrar la bondad y la omnipotencia de Dios que se había revestido de nuestra enfermedad.

Ahora, después de los Apóstoles, nuestro ilustre Maestro superó a los demás doctores piadosos, todos encantados y extasiados, fuera de sí, todos conmovidos por las maravillas que publicaba, y estimado por todos los que lo conocieron u oyeron, considerándolo un hombre inspirado del cielo, y como el digno panegirista de la divinidad.

Pero, ¿por qué recordarle lo que se dijo en esta Cámara?

Si mi memoria no falla, parece que a menudo escuché fragmentos de estas divinas alabanzas de tu boca. Tan grande fue tu ardor por las cosas santas.

Dejemos estos anhelos místicos, que no deben ser divulgados entre los profanos, y que ustedes conocen perfectamente.

Estas palabras, provenientes del testimonio de un testigo ocular, además de recordarnos la muerte de la Santísima Virgen, constituyen una prueba inefable de que el culto a María Sma. fue inaugurado por los mismos Apóstoles.

¡Y con qué esplendor y entusiasmo!

Los primeros cristianos no podían recordar estos hechos sin una profunda emoción.

Los Apóstoles, milagrosamente transportados de diferentes partes del mundo, los pontífices más ilustres de la Iglesia, un inmenso concurso de fieles, se reunieron todos para venerar el cuerpo que había generado la Vida y que contenía a Dios mismo .

Había canciones allí. discursos y panegíricos tan elocuentes y conmovedores que San Timoteo y San Dionisio los recitaron más tarde para su propio consuelo.

¿Qué más podría hacer la Iglesia apostólica naciente en alabanza a la Madre de Dios?

* * *

Por reconfortante que fuera para María la presencia de los Apóstoles, esperaba ansiosa otra visita: la de su divino Hijo.

Y esta visita no podía faltar.

San Gregorio de Tours (4) resumiendo las tradiciones antiguas, escribe:

"Cuando la Santísima Virgen llegó al final de su vida, y llegó el momento de dejar esta tierra, todos los Apóstoles de los diferentes lugares que evangelizaban se reunieron en su ermita; y habiendo oído de sus labios que iba a morir , ellos velaron por "ella".

"Y he aquí, el Señor vino con sus ángeles, y recibiendo el alma de su Santísima Madre, la confió a San Miguel".

4) Denique implementa a BV Maria hujus vitoe curaus congregati sunt omnes Apostoli. .. cumque audissent quia esset asumiendo el mundo, vigilabant cum ea simul. Et eece Dominns Jesus advenit cum angells suis, et accipiens animam ejus, tradidit Micbaeii Archaugelo. (Greg. Turon. De glor. Mart. C. IV)

San Juan Damasceno amplifica aún más esta antigua tradición.

“Entonces ocurrió otra maravilla, dice el Santo. El mismo Rey divino vino al encuentro de su madre, para recoger con sus manos divinas, el alma santa e inmaculada de María.

Esta bendita Madre le dijo entonces:

Es en tus manos, oh hijo mío, que envío mi alma. Dígase darle la bienvenida, porque es querida por usted y debe haber sido inmaculada para usted.

Está en tus manos y no al suelo que entrego mi cuerpo. Preserva de la corrupción esta morada que te has dignado elegir y a la que, por tu nacimiento, has comunicado un principio de eterna incorruptibilidad.

Sed vosotros mismos el consolador de mis amados hijos, que se han dignado llamar a vuestros hermanos, La bendición que yo os doy, por la imposición de manos, recogen nuevas y abundantes bendiciones.

Luego, levantando las manos, como se nos permite suponer, suplicó bendiciones divinas sobre los apóstoles y, habiendo terminado, oyó la voz de su Hijo.

"Oh Madre Bendita, levántate, ven, tú que eres la amiga de mi corazón ... la más bella entre las mujeres".

San Juan Damasceno nos lo muestra más tarde. todo el cielo, viniendo al encuentro del alma de María Santísima ... rodeando, como una guardia de honor, este Tabernáculo viviente de un Dios viviente.

* * *

Al día siguiente, desde la madrugada, los Apóstoles y los fieles condujeron al venerable cuerpo al lugar que había sido designado por Jesús mismo.

La procesión prosiguió, solemnemente lenta para Getsemani.

Al frente marchaba San Juan, llevando la palma sagrada del Arcángel San Gabriel.

Pedro, el Sumo Pontífice, se había reservado el derecho de llevar el ataúd y había admitido a Pablo en el honor de servir como su segundo.

Siguieron a los demás Apóstoles y a los discípulos, con antorchas encendidas en las manos. (5)

5) Tune igitur Sanctum Corpus imposuerunt feretro, Dexerunique ad inviecen Apostoli: quer palmam hanc ante feretrum ejus portabit. Tunc Joannes sit ad Petrum: Qui praecedis us in Apostolatu, debe palmam hanc ante feretrum merito ferre.

Cui Petrus respondió: Tú, virgo electus a Domino, tantam gratiam invenisti, ut super pectus ejus recumberes ... You igitur portare debes hane palmam, et ego suscipiam ad sustinendum sacrosantum hoc et yenerabile corpus, usque ad locum Monumenti. Cui Paulus ait:

Et ego qui junior sum omnium vestrorum, portabo tecum.

(S. Meliton: de muerte BVM)

Al llegar a Getsemaní, depositaron el ataúd frente a la tumba abierta y lo prepararon.

Postrados de rodillas, le rindieron el homenaje de despedida, en medio de sus lágrimas y sollozos.

Luego lo depositaron en la tumba, que fue cuidadosamente cerrada, sellada y custodiada, día y noche por los discípulos y los fieles, hasta el día en que Santo Tomás, llegando tarde, pidió ver a su querida Madre por última vez.

Fue en esta ocasión que presenciaron la gloriosa resurrección de la Madre de Jesús.

 

IV. Resurrección de María

Como ya he dicho, no existe una prueba explícita y sensible de la resurrección de la Virgen Sma. sin embargo, observemos que por falta de pruebas explícitas, existen muchas otras, implícitas, de autoridad, que no dejan dudas al respecto.

Los Apóstoles, al abrir el sepulcro de la Madre de Jesús, para satisfacer la piedad de Santo Tomás y su propia piedad, al no encontrar ya el cuerpo sagrado, extrajeron una inducción del hecho, concluyendo su resurrección.

No era necesario ver a María resucitada y glorificada para creer en su resurrección.

La desaparición del cuerpo, las circunstancias celestiales de su muerte, su santidad, su dignidad de Madre de Dios, su Inmaculada Concepción, su unión con el Redentor, todo esto constituye una prueba irrefutable de su Asunción.

La suposición consiste, como la propia palabra la expresa: asume, que el alma de la Sma. La Virgen, luego de ser unida nuevamente al cuerpo, por un privilegio especial, fue transportada al cielo por los Ángeles.

La Asunción de Maria Sma. se diferencia esencialmente de la Ascensión de Jesucristo (ascendere) que asciende al cielo por su propia virtud, mientras que María es transportada por la voluntad de Dios.

¿Cómo se puede razonar para establecer, con certeza, la Asunción de la Virgen Inmaculada?

primer argumento

Todas las obras de Dios están en perfecta armonía.

Su final corresponde al principio, y el todo corresponde a las diferentes partes.

Si, después de una vida tan santa, la muerte de Maria Sma. si fuera similar a la muerte de otros, sería un milagro más admirable que el de una muerte análoga a la propia vida.

Entrando sobrenaturalmente en esta vida, es necesario salir de ella sobrenaturalmente.

Tal sobrenatural se vuelve tan natural para tal alma.

Ahora, como hemos visto detenidamente, Maria Sma. a través de su Inmaculada Concepción entró sobrenaturalmente en esta vida; por tanto, era necesario que saliera de esta vida de una manera sobrenatural; y así fue la resurrección y la asunción al cielo, en cuerpo y alma.

segundo argumento

La muerte debe ser el eco de la vida. Es la ley fijada por Dios: Talis vita, mors ita.

Bueno, en Maria Sma. todo era, no simplemente de una santidad eminente, sino que ella era en todo la Bendita, sin igual, superando a todas las mujeres, como le anunció el Arcángel.

Por lo tanto, era necesario que ella también fuera superior a todas las mujeres en su muerte.

Morir y estar sujeto a la destrucción de la tumba es la suerte de todos los hombres.

Y entre los hombres, hay un cierto número, cuyo cuerpo Dios preserva de la corrupción, como recompensa por sus virtudes, su pureza angelical, sobre todo.

Dios iba a elevar a María incluso por encima de estos privilegiados. ¿Y cómo puedes hacerlo, si no permitiendo, que después de la muerte, tu alma se reencuentre con tu cuerpo, y pronto, en cuerpo y alma, goce de la felicidad celestial?

tercer argumento

La dignidad de la Madre de Dios exigía que Dios no se olvidara del sepulcro de donde tomó nuestra humanidad.

Maria Sma. fue hecho por el Verbo divino, para producirlo en vuestra humanidad.

Dios hizo a su Madre con sus propias manos; y la hizo como quería que ella lo hiciera.

Dios puso en esta Madre privilegiada y única como previsión de todas las propiedades que tuvo que quitarle en su concepción y en su nacimiento.

Preparó su humanidad física y moral en la propia humanidad de María.

Esto es lo que hizo decir a los santos que María es una como comenzó Jesucristo.

Es el Tabernáculo que no es hecho por manos de hombres, es decir, no es de esta creación (Hebreos 9,11)

Es este Arca de santificación (párr. 131,8).

De donde debe venir la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14).

Por eso Dios, teniendo que salir de este Arca Bendita, llena de gracia, ella María, debe estar llena de gracia; y como Él debería ser el fruto bendito de este pecho (Lc 1, 42), ella fue bendecida al darle a luz (Lc 1, 42): como Jesús iba a ser la flor, ella era el tallo (Is 2 , 1) de tal manera que se puede decir que toda la humanidad del Verbo fue como un germen en la Virgen María, de donde brotó, como la flor de su virginidad.

Y entonces, ¿cómo podría concebirse que este mismo vientre virginal, radiante con tanta pureza, adornado de tantas gracias, lleno de tantas bendiciones, enriquecido con tanta santidad, como si la sustancia y forma de Jesucristo mismo hubiera sido entregada al corrupción de la tumba?

¿Cómo se puede admitir que este mismo poder y este mismo amor, que preservó su integridad virginal antes del parto, durante y después del parto, lo hayan olvidado o más bien lo hayan olvidado, dejándolo en la desgracia de la naturaleza humana y en la infamia de nuestra vida? condición en la tumba?

Lejos de atreverme a decirlo, dice San Agustín, me da miedo pensar en ello. Sentire non valeo, perlimesco dicere.

Si el Hijo de Dios, continúa el Santo, tenía el poder de mantener virgen el cuerpo de María en su Concepción, todavía tenía el mismo poder de mantenerlo incorruptible en la tumba.

Si tenía este poder, tenía este testamento, y si tenía este testamento, debió haberlo hecho.

Pronto, Maria Sma. iba a resucitar de entre los muertos poco después de su muerte.

cuarto argumento

La dignidad del Hijo de Dios hecho Hombre exigía que no dejara en el sepulcro a Aquel de quien había recibido su Cuerpo sagrado.

Si Maria Sma. antes de la venida del Salvador era, en palabras de los santos, uno como Cristo comenzó, podemos y debemos concluir que, después de la ascensión, Maria Sma. era un remanente semejante de Jesucristo. Esta expresión se toma en un sentido metafórico, sin duda, para enfatizar mejor la unión íntima entre Jesús y María.

La carne de Jesús había sido quitada de la carne de María. La carne de Jesús no es la carne de María, pero la sustancia de la carne del niño se toma de la sustancia de la carne de la madre. Querido Jesu, querida Mariae, o más bien Querido Jesu ex carne Mariae.

La carne de Jesús es mucho más la carne de María, que le fue transmitida como virgen, y que Jesús la mantuvo incorruptible.

De ahí que se pueda concluir que Jesucristo está en deuda con su propio Cuerpo, por mantener incorruptible el cuerpo de su Madre.

Si no fuera así, Jesucristo traería su sagrado Cuerpo en gloria, y mientras este Cuerpo sería adorado en gloria, la sustancia de la cual fue formado este Cuerpo estaría sujeta a putrefacción en la tumba.

San Bernardo va más allá y dice que a Jesucristo no sólo le convenía preservar el cuerpo de su Madre de la corrupción, sino que debía hacerlo; y el santo da como razón: que la incorruptibilidad del Cuerpo de Jesucristo procedía de un principio de incorruptibilidad que había recibido de su Madre.

 

Non potrat Sanctum videre corruptem, quia de incorrupti uteri virore ortum est (Serm.35 en el Cant.)

Un privilegio que, como todos los demás privilegios, sin duda vino de Jesucristo como Dios, mientras que Él lo recibió de María como hombre, pero que suponía que ella tenía tal privilegio, ya que el tallo tiene las propiedades que debe comunicar a la flor. .

Por tanto, Jesucristo debía preservar a su Madre de la corrupción del sepulcro y glorificar mediante la resurrección esta carne que era la sustancia de la que él tomó su propia carne.

quinto argumento

El afecto filial de Jesús por su Madre exigía que no la dejara olvidada en el sepulcro.

Se puede decir que no hay rastro de respeto, cortesía, dedicación y amor que Jesús no prodiga en su querida Madre, cada vez que se presenta la ocasión.

Ahora, tal dedicación y tal amor no pueden conciliarse con la prolongada demora de María en el sepulcro.

Tal retraso parecería, por parte del hijo, una especie de olvido, e incluso de abandono.

Incluso sería absurdo pensar que Jesús no le hizo a su Madre lo que cualquiera de nosotros le haría a nuestra propia madre, si pudiéramos.

Supongamos que el destino de nuestra madre estuviera en nuestras manos y que tuviéramos el poder de hacer por ella lo que el corazón de nuestro hijo nos dictara; ¿Qué haríamos?

En primer lugar, preservaríamos a nuestra madre de la corrupción de la tumba; y al no poder preservarla de la muerte, nuestro primer cuidado sería resucitarla poco después.

Es lógico que Jesús lo hiciera.

El amor quiere unión.

Jesús le permitió a María Sma. atraviesa la puerta de la muerte; pero tan pronto como pasó el umbral de esta puerta, estuvo allí para recibir a su Madre, en la gloria, para unirla a su Corazón; no solo tu alma, sino tu cuerpo; porque quería a su Madre ... su Madre entera ... y el alma es sólo una parte de nosotros, incompleta en su género, aspirando a la reconstitución de su personalidad, a la resurrección del cuerpo.

sexto argumento

La gloria de la ascensión de Jesucristo, como fruto de sus sufrimientos, debe tener la misma relación entre la ascensión y la asunción que la que existe entre la pasión de Jesús y la compasión de María.

La relación directa de la Ascensión y la Pasión del Salvador es el resultado de la Sagrada Escritura; pero fue, de manera especial, promulgada por la palabra que Jesús dijo a los discípulos en Emaús: ¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que Cristo padeciera tales cosas y así entrara en su gloria? (Lucas 24.25)

Por otro lado, la relación inmediata de la pasión del Hijo y la compasión de la madre fue promulgada enérgicamente en el Evangelio por la profecía de San Simeón, hablando del Hijo a su propia madre: He aquí, este niño está arruinado y por el resurrección de muchos en Israel, y ser objeto de contradicciones. Y una espada traspasará tu alma. (Lc.2,34.45)

Esta traducción es amplia; el texto latino tiene una variante que parece ir más allá del texto vulgar.

Et tua ipslus animam pertransibit gladius, que literalmente significa: El mismo gladius traspasará su alma y la tuya.

Es como si el alma del Hijo y de la Madre estuvieran tan íntimamente unidas que el gladius que traspasó al uno necesariamente traspasó al otro.

Maravillosa unión que agota toda la energía de expresión y cuya justificación se nos aparece en esta otra palabra del Evangelio: - Stabat autem juxta crucem Jesu, Mater ejus.

Esta unión maravillosa, que descubrimos entre la pasión de Jesús y los dolores de María, debe existir también entre la gloria de Jesús y la gloria de su Madre.

¿Cómo es posible que, habiendo estado tan unidos en el sufrimiento, lo estén menos en la alegría?

Y este gozo no es solo la gloria del cielo, también es la forma de entrar en él.

Jesús resucitó al tercer día; salió de la tumba, triunfante sobre la muerte, y luego ascendió al cielo, para ir a tomar su lugar al lado de su Padre, María también tuvo que levantarse al tercer día, triunfante de la muerte con su Jesús, y ascender al cielo para tomar el lugar de honor que le corresponde como Madre de Dios, Corredentora de los hombres, Reina del Cielo y Madre de los hombres.

La resurrección de la Santísima Virgen y su Asunción al cielo, completan así la unión perfecta e indisoluble del Hijo y la Madre, para perpetuar en la gloria una unión que comenzó en el sufrimiento y la muerte.

La gloria corresponde a la gracia.

La gracia es una gloria comenzada.

La gloria es una gracia consumada.

Y María, llena de gracia, se llene de gloria en el cielo ... y para eso, ¡entra con una majestad que no es de meras criaturas, sino de Jesús y su Madre!

Limitémonos a estos seis argumentos.

Se podrían formular muchas otras, como se puede decir que toda la vida, todas las prerrogativas, todas las virtudes de la Virgen María. ¡exigen la resurrección de su cuerpo y su Asunción al cielo!

Lo repito. No se afirma explícitamente en el Evangelio, sino implícitamente, pero de manera tan convincente, tan segura, tan lógica, que dudar al respecto es absolutamente imposible.

 

V. La gloriosa suposición

El cuerpo de la Santísima Virgen después de su resurrección no permaneció aquí en la tierra.

La tierra no era digna de poseerla; necesitaba el cielo, con su gloria y su suprema felicidad.

Acompañada de los ángeles, llevada bajo sus alas luminosas, Maria Sma. brilla con incomparable esplendor, su cuerpo se transfigura, glorioso, y penetra en el cielo entre los vítores de la corte celestial.

Las jerarquías se alejan de él, los serafines abren sus falanges amorosas para dejarlo pasar; y en presencia de toda la corte celestial, Jesús corona, al mismo tiempo, sus privilegios, sus virtudes y sus sufrimientos.

Ella es Reina , como Jesucristo su Hijo, ella es Rey .

Reina por el esplendor de su perfección , porque todo lo que no es Dios es menos perfecto que ella.

Reina por la inmensidad de su felicidad , porque toda la felicidad que hay en los santos y en cada uno de ellos, se acumula y concentra en su alma extática.

Reina por la amplitud de su poder , porque todo el cielo está a punto de obedecerla, y desde que las bóvedas del cielo comienzan a reverberar los ecos de este himno que no tendrá fin: A la madre dolorida del Cordero Inmaculado, gloria, honor. , poder, en el siglo de los siglos.

Por tanto, es un punto de doctrina que el cuerpo de María, habiendo sido elevado al cielo, goza allí de gloria incomparable y posee, en el más alto grado, todas las perfecciones que los cuerpos de los otros bienaventurados poseerán después del juicio final.

Es un punto de doctrina, que todavía no es un dogma de fe, pero que no puede ser discutido.

La asunción de Sma. Virgo siempre se ha enseñado en todas las escuelas de teología y no se encuentra ninguna voz disidente entre los médicos.

La Asunción es consecuencia de la encarnación del Verbo.

De hecho, existe una conexión admirable entre los diferentes misterios del cristianismo y la Asunción, como mostré anteriormente.

Si la Virgen Inmaculada recibió una vez al Salvador Jesús, es justo que el Salvador, a su vez, reciba a la Santísima Virgen.

Jesús, no habiendo desdeñado descender a su seno más puro, debe levantarla ahora, para compartir su gloria.

No nos extrañemos de que María resucite con tanta gloria, porque Jesús, a quien ella dio la vida terrena, le devuelve hoy lo que recibió de ella.

Y puesto que es la manera de Dios mostrarle que es siempre el más magnífico, aunque sólo ha recibido de ella una vida mortal, debe, a cambio, darle una vida inmortal.

 

VIO. Conclusión

La conclusión de estas consideraciones puede y debe ser breve.

Para una discusión sincera del alma es imposible, y frente al sentido común, las objeciones protestantes se desvanecen porque carecen de fundamento y no resisten.

La Madre de Jesús, y como tal Madre de Dios, tiene derecho a todos los honores y alabanzas de que somos capaces. Y Dios la eligió, entre y sobre todas las mujeres, la llenó de gracia y se dignó nacer en su seno virginal. Entonces quise ser educada por ella, dirigida, obedeciéndola en todo, como vemos en el Evangelio.

Después de esta elevación de María a la dignidad más sublime que pueda existir, ¿es posible que Dios la haya repudiado, destronado, rechazado?

Sabemos que Maria Sma. siempre fue fiel a todas las gracias, respondió fielmente a todas las invitaciones de Dios, para que no hubiera la menor infidelidad de su parte. Ella supo vivir a la altura de su dignidad como Madre de Dios.

Ahora bien, es una ley básica que Dios nunca se aleja de un alma, sin que esa alma se aleje primero de Él: Acércate a Dios y él se acercará a ti, dice Santiago (Jac. 4,88).

¿Cómo, entonces, podría rechazar a su propia madre? Después de haberla utilizado, para la realización de los misterios más sublimes, después de haberla elevado por encima de todas las criaturas, no puede despreciarla y reducirla al nivel de cualquier otra mujer.

¡Es imposible!

Sería la mayor ingratitud.

Dios debe, para preservar la armonía en su propia obra, continuar favoreciendo a la Virgen Inmaculada y continuar exaltándola, como comenzó a hacerlo desde la predestinación hasta la hora de su muerte.

Ahora, pudiendo preservar a su Santa Madre de la corrupción de la tumba, pudiendo hacerla resucitar y llevar su cuerpo y alma al cielo, debe hacerlo.

Dios debía coronar de gloria lo que ya había coronado en la tierra ... y mantenerla cerca de sí mismo en el cielo, como la había mantenido cerca de sí mismo aquí en la tierra.

María, no fallando en los deberes de su alta y sublime vocación de Madre de Jesucristo, Dios tampoco pudo fallar en su compromiso con ella.

¡Y no hubo escasez!

Permaneció fiel, enriqueciendo, cada vez más, lo que ya estaba lleno de gracias, pero cuya plenitud se expandía, en la medida de su cooperación con las gracias divinas.

Y por eso Dios debe, al final de una vida tan llena de santidad, como la de su madre, como consecuencia de su Inmaculada Concepción y su maternidad divina, preservarla de la corrupción del sepulcro, hacerla resucitar, llevarla al Cielo. , para que allí continúe siendo en gloria lo que fue en la tierra: la madre de Dios y la madre de los hombres.

Entonces Dios debe hacer.

Y él hizo.

María Sma., Fue llevada al cielo en cuerpo y alma, este cuerpo virginal participando de las prerrogativas de los cuerpos glorificados, y allí en gloria gozando de la posesión de Dios, a través de la visión intuitiva.

La gloria, o la bienaventuranza esencial, consiste en la visión clara y cara a cara de la Deidad, pero esta visión está relacionada con la santidad de cada elegido.

En Maria Sma. tal visión debería ser incomprensible, inmensa, infinita, porque debe corresponder a tres cosas:

A la dignidad de Madre de Dios.

Las gracias recibidas durante su vida mortal.

A la excelencia de sus méritos .

Ahora bien, siendo incomprensible la dignidad de María, su gloria debe estar bajo el mismo título.

Las gracias de María son tan inmensas que superan las gracias dadas a todos los santos juntos.

Sus méritos están más allá y más allá de toda comprensión, ya que haber correspondido a todas las gracias, a esta plenitud de gracias, corresponde necesariamente una plenitud de méritos.

Por lo tanto, debemos concluir que la gloria otorgada por Dios a María Sma. Es la gloria suprema, que convenientemente puede otorgarse a una criatura pura.

Por la bienaventuranza de la Madre de Dios conocemos mejor la grandeza de Dios, su santidad, su poder, su magnificencia, que por la glorificación de todos los santos.

Esta bienaventuranza esencial de la Madre de Jesús no difiere en especies de la de los demás santos; sin embargo, esta gloria es tan intensa que constituye un orden especial que, después de la visión de Dios y de Jesucristo, trae al bienaventurado mayor felicidad que todos los demás bienes con los que el cielo está lleno.

Así es María para nosotros en la gloria del cielo.

Sentada a la diestra de su amado Hijo, (II Reg.II.19) vestida de sol, como se describe en el Apocalipsis (Apocalipsis 12,1) rodeada de gloria, como la gloria del único Hijo de Dios (Jn 1.14) ¡porque es la misma gloria que envuelve al Hijo y a la Madre!

¡Qué hermoso es Él en esta gloria!

¡Qué suave es la sonrisa de tu Madre!

¡Cómo nos extiende sus brazos para invitarnos a acercarnos a ella y compartir un día su gloria!

 

CAPITULO XIV

María, Mediadora de las Gracias

Aquí hay un tema que rechinará los dientes de los bautistas desafortunados.

María, Mediadora entre Dios y los hombres, gritarán, eso es lo último, es idolatría, es absurdo, es invención papal, es pagana ... es todo ... lo que es horrible y repugnante, porque no es protestante.

¡Pobres protestantes! que no enxergais la explosión de odio que se apodera de ti, que ya es una refutación a tus errores porque el odio nunca ha sido y nunca será virtud.

Refutamos tus errores, porque son errores, pero refutándolos, demostramos con pruebas bíblicas, científicas y de sentido común, la verdad opuesta a estos errores, mientras tú blasfemas, buscas refutar la verdad católica, pero nunca llegas a probar ni siquiera. uno de tus errores, y dales al menos una apariencia de verdad.

Este es el caso de la verdad de María, Mediadora de las gracias. Grita en contra, citas textos, pero todos estos textos no prueban nada en contrario.

Es como si alguien, para demostrar que San Juan es un santo, citara textos que prueban que Judas es un traidor y viceversa.

Pero qué relación tienen estos textos: prueban lo que no debe probarse y no dicen nada sobre lo que debe probarse.

Examinemos bien, cara a cara, esta gran verdad católica, que María es mediadora de las gracias, y veamos el ridículo de las objeciones protestantes.

 

I. La objeción protestante

Acepto la objeción del diario Batista, modelo de odio anticristiano y ceguera fanática.

Lea bien el bit y examine lo que prueban los argumentos citados:

¿En qué razones se basa el catolicismo para probar el oficio mediador de la Virgen María?

En puro razonamiento humano. Entre todas sus razones, carece precisamente de la más necesaria y fundamental: la razón bíblica, la razón de la carta constitucional del cristianismo, el Nuevo Testamento.

Esta enseñanza contradice la Sagrada Escritura, que enseña clara y perentoriamente no solo que Cristo es el Mediador, sino que es el único Mediador entre Dios y los hombres. Aquí hay algunos pasajes:

El Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo perdido. (Lucas 19:10)

Y sus escribas y fariseos murmuraban contra sus discípulos (de Jesús) diciendo: ¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores? Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos; No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento (Lucas 5: 30-32).

¿Cuánto más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios, purificará vuestras conciencias de obras muertas, para servir al Dios vivo?

Y por eso es Mediador de un Nuevo Testamento, para que cuando la muerte interviniera para la remisión de las transgresiones, que estaba bajo el primer testamento, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. (Hebreos 9:14:15)

Y a Jesús, el Mediador de un Nuevo Pacto, ya la sangre rociada, que habla mejor que la de Abel. (Hebreos 12:24)

Parte del discurso del apóstol Pedro, el día de Pentecostés:

Sea sabido por todos ustedes y por todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron, y a quien Dios resucitó de los muertos, en el nombre de él (ex-paralítico) delante de vosotros está sano: él es la piedra que vosotros los constructores desecharon, la cual fue colocada en la cabecera del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en el que podamos ser salvos ». (En 4: 10-12)

Porque hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. (Timoteo 2: 5)

Yo soy el buen pastor: el buen pastor da su vida por las ovejas. (Juan 10: 9,11)

Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Nadie viene al Padre sino por mí. (Juan 14: 6)

Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y gritó, diciendo: Si alguno tiene sed, ven a mí y bebe. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva fluirán de su seno. Y esto dijo del Espíritu que recibirían los que creyeran en él (Juan 7: 37,39).

En aquel día pediréis (a los discípulos) en mi nombre, y no os digo que oraré al Padre por vosotros; porque el mismo Padre os ama; porque me amabas y creías que salía de Dios. (Juan 16: 26.27)

Como no hay, por tanto, ningún pasaje en la revelación divina que atribuya a la Virgen María el papel de Mediadora entre ella y su Hijo, sino muchos militantes en contrario, esta es la razón por la que los maestros católicos, que enseñan tal doctrina, utilizan solo razonamiento humano, tradiciones humanas, decisiones de concilios, etc., etc.

Es horroroso pensar en los desastrosos resultados de una doctrina que desvía las almas del único Mediador y Salvador a otra persona que, aunque bendecida, no fue hecha por Dios Mediador, y que ella misma nunca se llamó a sí misma como tal, y que siente que lo haría. se horrorizaría si supiera que se le debía el honor que sólo le pertenece su bendito Hijo, el Hombre y Dios.

Cuánta confusión en este cúmulo de textos que no prueban nada de lo que debe probarse y nada refutan lo que debe refutarse.

En todo esto, que es el pasaje que prueba que Maria Sma. ¿No es la Mediadora de las gracias?

Ninguno...

Incluso se ve claramente que nuestro amigo Bautista ni siquiera sabe exactamente qué es un Mediador; qué es un Mediador primario y qué es un Mediador secundario.

Intentemos arrojar un rayo de luz en este laberinto protestante.

 

II. el único mediador

Para entender bien la doctrina católica, es necesario no considerar cada punto en particular y separado de las otras verdades, sino tomar la totalidad de las verdades evangélicas.

Una verdad ilumina a otra y, muchas veces, lo difícil de entender por separado se vuelve luminoso cuando se acercan otras verdades, que se completan e indican su significado exacto.

Y la maldad del protestantismo.

toma un texto, lo separa de lo que precede y lo que sigue, y aquí atribuye a ese texto un significado completamente contrario al que el Sagrado Autor tenía en mente.

Los textos citados por el diario Batista prueban admirablemente esta afirmación.

Por ejemplo, cita:

Soy el buen pastor.

Yo soy el camino, la verdad y la «vida, etc.

¿Qué prueban estos textos contra la mediación de la Madre de Dios?

Absolutamente nada.

El Buen Pastor es la imagen de la bondad del Salvador.

él es el camino, la Verdad y la Vida. Está bien, por supuesto.

Nadie duda de que ... ¿por qué entonces probar lo que no debe probarse?

¿Por qué Batista no cita un texto que dice:

¿No es María Mediadora de gracias?

No cita tal texto, porque no existe.

¿Y habrá un texto contrario?

¡Perfectamente! pero para los que saben leer e interpretar, no solo la letra que mata, sino el espíritu del texto, que da vida.

El texto más probatorio, con el que los protestantes juzgan para derrotar la afirmación católica, es de São Paulo.

y hay un solo Dios, y hay un solo mediador entre Dios y los hombres.

Esta verdad la repite muchas veces el Apóstol. (Gálatas 3,20 - Heb. 8,6 - 9,15 - 12,24) y este mediador es Jesucristo (Timoteo 2,5).

Ahora bien, este texto no es de ninguna manera aplicable a Maria Sma., Como lo probaré aquí.

Los católicos aceptamos este texto en su totalidad y en su sentido claro y positivo,

La Iglesia Católica en todas partes proclama que hay un solo Mediador entre Dios y los hombres, y que el Mediador es Jesucristo, y esto por la razón que expone admirablemente el Apóstol.

Cristo nos ha dado un Nuevo Testamento.

Pero donde hay testamento, debe intervenir la muerte del testador; porque el testamento no se confirma, excepto para los muertos. (Hebreos 9,16-17)

Ahora Cristo se ofreció a sí mismo, murió derramando su sangre divina.

Por lo tanto, es Mediador del Nuevo Testamento (Ibid 9,15)

Hasta ahora no hay discusión: católicos y protestantes están de acuerdo.

Pero los católicos siguen adelante e invocan a la Inmaculada Madre de Dios como Mediadora de las gracias.

es posible?

¿Porque no? Y los protestantes, reflexionando, se verán obligados a ceder contra lo que luchan ilógicamente.

María es la Mediadora de las gracias.

 

III. Jesús y María en mediación

Tratemos de comprender bien la infinita diferencia entre la mediación de Jesucristo y la de María Sma.

Es la confusión de esta diferencia lo que exalta a nuestros amigos protestantes y les dicta las ridículas objeciones que nos presentan.

Primero, ¿qué es un mediador?

Es una persona que está en el medio, entre otras dos personas, para unirlos.

Para eso son necesarias dos cosas: estar en el medio , y tener la profesión para unir los dos extremos.

Los extremos siempre se juntan en el medio. (1)

Se puede ejercer este cargo de dos formas:

1. Como agente principal y perfecto (principaliter et perfecte).

2. Como encargado de preparar los caminos (ministerialiter et dispositive).

Inmediatamente puede ver la diferencia entre estas dos oficinas.

El primero es ser el medio , el mediador por derecho, por su propio cargo.

El segundo es ser designado para realizar o preparar una unión.

El primer mediador es el principal .

El segundo mediador es secundario .

El primero es necesario .

El segundo es útil .

Aclaremos esto con un ejemplo popular.

1) Ad mediatoris officium propriet pertinente conjungere et unire eos inter quos est mediator, nam extremum uniuntur in medio. (S.Tom.q.28.a1)

Entramos en una casa de comercio, y luego encontramos al dueño de la casa y ca i xeiro .

El propietario es el principal, necesario y perfecto mediador entre el comprador y la mercancía a adquirir.

El empleado también vende mercancías, pero como mediador secundario, como capataz, útil.

Negociando con uno de ellos, quedamos satisfechos, y ni siquiera recordamos que el propietario es el único corredor de compras, y que su dependiente es un corredor designado, a cargo de la venta de fincas.

Nos parece natural que haya un ayudante al lado del propietario , y compramos de las manos de este ayudante con la misma confianza que las manos del propietario.

Bueno, tal es, con toda la imperfección de la comparación, el oficio del mediador primario y secundario.

Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres. Es cierto: es más que Mediador, es el Señor, es el Maestro, es Dios.

Como hombre, le complació nombrar a la Santísima Virgen, su ayudante: una ayudante secundaria, no necesaria, pero extremadamente útil.

¿Por qué los protestantes aceptan tal mediador cerca de los hombres y no lo aceptan cerca de Dios?

La mediación del asistente comercial de ninguna manera perjudica, altera o menoscaba los derechos y el oficio del dueño de la casa ... porque dicho asistente no actúa por su cuenta, sino por cuenta de su amo, y según sus órdenes. .

Así, la Mediación secundaria de María Sma. De ninguna manera daña, altera o menoscaba la autoridad de Jesucristo, ya que no actúa por sí misma, sino de acuerdo con Jesús, y bajo la dirección de Jesús.

Jesucristo es también el único Mediador entre Dios y los hombres, como el dueño de la casa comercial es el único dueño de los bienes de su casa.

Maria Sma. es un auxiliar, está encomendado por Jesucristo este oficio, queda en segundo plano y actúa en todo según su Hijo divino.

Entonces, ¿cómo podría su mediación ser perjudicial para la de Jesucristo?

Es imposible ... Es incluso ridículo suponerlo.

Eso es lo que hacen los protestantes. Sin entender los términos, la oficina o el sindicato, inmediatamente comienzan a atacar lo que no entienden.

La mediación de Maria Sma., Ministerialiter et dispositive, es el complemento natural de la mediación soberana, principal y perfecta de Jesucristo.

Estas dos mediaciones se unen para trabajar en la gran reconciliación entre Dios y los hombres.

Lo que acabamos de ver, la unión de Maria Sma. con su Hijo divino, como Mediatriz, secundaria, de oficio, nos da la razón por la que la Iglesia la llama Mediatriz cercana al Cristo Mediador. Estas son las palabras de San Bernardo y Su Santidad el Papa Pío IX, en Bulla Ineffabdilis.

La Santísima Virgen, dice este Pontífice, es la que tiene más poder, en todo el mundo, cerca del Hijo Unigénito, como mediadora y consoladora. (2)

2) Beatissima Virgo est totius terrarum orbis potentissima apud unigenitum Filium suum Mediatrix et Consolatrix.

Se dice que es: Mediadora, cercana al Cristo Mediador — Mediatrix ad Christum Mediatorem, para resaltar mejor su mediación secundaria (ministerialiter et dispositive).

Se puede decir que ella es la Mediadora entre Jesucristo y los hombres, como Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres.

Estas expresiones tienen necesariamente el mismo significado, ya que Jesucristo siendo Dios, como María es Mediadora entre Cristo y los hombres, es necesariamente Mediadora entre Dios y los hombres.

El término "entre Jesucristo y los hombres" expresa mejor su mediación secundaria, ministerial y rechaza la idea de querer equiparar la mediación de la Santísima Virgen con la mediación de Jesucristo.

Jesucristo es el mediador, el único mediador, porque si Él, por su naturaleza divina y humana, está en el medio entre Dios y los hombres, si reúne en Su única persona divina los dos extremos: Dios y el hombre.

Maria Sma. es una criatura simple, pero una criatura elevada por Dios al más sublime honor: para el honor de la Madre de Dios, y por su divina maternidad, está unida a su Hijo, para la realización de la redención del mundo. .

La consideración de este nuevo trabajo revelará nuevas verdades y pondrá en nuestras manos nuevos argumentos, aparentemente desconocidos para los protestantes.

 

IV. María en la obra del Redentor

Los errores de los protestantes a este respecto provienen de una lamentable confusión en la obra de redención.

Ellos representan; la redención como obra exclusiva de Jesucristo. como Dios, reduciendo la participación de Maria Sma. aparte de otras madres en el nacimiento de sus hijos.

Para ellos, Jesús nació de Maria Sma. - María, dequa natus est Jesús, qui vocatur Christus (Mt 1, 16).

No niegan este punto fundamental, porque está escrito en texto completo en el Evangelio, falseando, sin embargo, el significado del nombre: Cristo - para hacer María Sma. la madre de un hombre y no la Madre de Dios . Ahora, Jesucristo es un hombre, pero nunca fue un hombre, faltando, para eso, la persona humana.

Los protestantes afirman que María dio a luz a Cristo, como la madre de Rui Barbosa dio a luz a este hijo, o como Santa Mónica dio a luz a San Agustín, o como Margaret Zigler dio a luz a Martín Lutero.

Indirectamente, la madre de Ruy Barbosa tuvo alguna influencia en las letras brasileñas, como lo tiene Santa Mónica en el tratado de la gracia, escrito por su hijo, o como la madre de Lutero tiene influencia indirecta en la base del protestantismo; y ya está: nada más,

Para ellos, Maria Sma. tendría esta misma influencia remota e indirecta sobre la redención y nada más.

Jesús nació de María. El Evangelio nos lo muestra en la casa de Santa Isabel, cerca del pesebre; en Caná, al pie de la cruz; con los Apóstoles en el día de Pentecostés; pero, concluyen: ¿qué tiene esto que ver con la redención y la salvación?

Pobres ciegos, no ven que la Redención es una obra completamente diferente a las obras humanas; es una obra divina y, como tal, forma una unidad perfecta en todas sus partes.

La obra redentora -y este punto es el eje sobre el que giran todas las demás obras divinas- la redención no es simplemente la pasión y muerte del Salvador, como piensan los protestantes, sino todo lo que le concierne, en la preparación , en la ejecución. y en la aplicación .

La obra redentora, en el plan divino, es una sola: es nuestra salvación por medio de Jesucristo.

La Encarnación y los diversos misterios de Jesucristo; están orientados únicamente a la redención.

La redención está orientada hacia nuestra salvación.

Es una obra única, que consta de dos partes.

Está la Encarnación, la vida y muerte de Jesús, para rescatarnos, reconciliarnos con Dios y merecer las gracias necesarias, que cada uno recibirá en el momento oportuno, durante la vida.

Luego están las gracias particulares que están preparadas para nosotros en vista de los méritos de Jesucristo, y que forman el tejido de nuestra vida sobrenatural.

Es cierto que María tuvo su parte, junto a Jesús, en la obra redentora, por el mismo hecho, debe participar en la obra de nuestra salvación y en todas las gracias que nos son dadas, en vista del Redentor, porque todo esto es una y la misma obra redentora.

¡Ningún protestante genuino puede negar esta unidad completa de la obra divina!

Todo esto está ligado a la maternidad divina.

Con motivo de la Encarnación, ¿qué negocia el Ángel San Gabriel, en nombre de Dios, con la Virgen de Nazaret?

¿Qué le propone a María?

¿Es algo privado, amigos?

El ángel le pide a María que consienta en dar a luz al Hijo de Dios, que entonces es libre de salvar al mundo como mejor le parezca, ya que María era un mero instrumento ciego, una especie de máquina automática, que luego es rechazada, como cortada. y rechazar un banano que dio un racimo?

Todo esto sería tremendamente ridículo e indigno de Dios ... Y es lo contrario lo que se desprende de la simple lectura del Evangelio.

El ángel no se limita a hablar de la grandeza personal de Jesús, sino que lo presenta como Salvador, Mesías esperado, Rey de la humanidad, Redentor ...

Este (hijo: Jesús) será grande, dice el Arcángel ... El Señor Dios le dará el trono de su padre David ... reinará para siempre. Será llamado Hijo de Dios (Lc.1,32)

Aquí está la grandeza personal de Jesús.

En el momento del nacimiento, los ángeles dijeron a los pastores: Os ha nacido un Salvador, que es el Señor Cristo (Lc.1,41).

Y San Simeón dijo de Él: Mis ojos han visto tu Salvación (Lc 2,20).

He aquí, este niño está destinado a la ruina y resurrección de muchos en Israel y a ser blanco de contradicciones (Lc 1, 34).

Sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo (Jn 4,42).

Encontramos al Mesías, que significa el Cristo (Jn 1,41)

Aquí está la misión de Jesús.

Y María, teniendo que ser la madre de Jesús, es necesariamente la madre de Jesús como un todo , de Jesús, como persona y como enviado de Dios.

De esta manera, el Arcángel le propone cooperar en la Salvación de la humanidad, en la obra mesiánica, en la instauración del reino anunciado, en una palabra: la obra redentora.

Y esta es la razón por la que María está llena de gracia y bendita entre todas las mujeres (Lc.1,28)

No se puede distinguir en Jesús la persona privada , de la que María sería la madre, y la persona pública , en cuya obra su madre tendría sólo una conexión indirecta y remota, como afirman los protestantes.

Debido a su cooperación con la Encarnación, Maria Sma. cooperó con la obra del Redentor, y eso de manera cercana y directa.

La Encarnación es la redención iniciada.

Cooperar con la Encarnación es, por tanto, cooperar directamente con la redención.

Y cooperar con la redención es cooperar con nuestra salvación.

De esta manera estamos en deuda con María de Jesús en su conjunto : Y Jesús como rescate y fuente de todas las gracias.

No es la Encarnación la que nos salva, sin duda; pero, sí, la muerte del Verbo Encarnado.

Pero notemos que el Verbo se encarnó para morir.

Y este Jesús encarnado a morir nos es dada por María.

Por tanto, Dios que nos da a Jesús para María, nos lo da todo por María y ella es verdaderamente la mediadora entre Dios y los hombres, al lado, aunque abajo, de su Hijo Jesús.

 

V. María en la obra santificadora

María, presente en la obra del Redentor, también debe estar presente en la obra santificadora de los hombres; porque la segunda obra es una continuación de la primera y, como tal, debe obedecer los mismos principios y las mismas directrices.

Como acabamos de ver: María está indisolublemente unida a Jesús en la obra de nuestra Redención.

Ahora, la influencia de Jesús no se detiene en el momento de su muerte. Sabemos que en el cielo nunca deja de ofrecer sus méritos para obtener para nosotros las gracias de la santificación y la salvación.

Por tanto, es necesario admitir la acción de María, cerca de Jesús, en el cielo, cómo actuó cerca de él, en la tierra.

Si no fuera así, el término no correspondería al principio, habría una especie de desacuerdo entre las distintas partes del plan divino, habría una escisión en su unidad .

La obra redentora no es una obra hecha, de una vez por todas, por el Salvador, dejando que Dios distribuya las gracias merecidas por la sangre divina, mientras que Jesucristo estaría en la gloria del cielo, como indiferente a esta distribución, e indiferente. a las almas que rescataste por primera vez.

Es otro error protestante sobre la salvación,

La verdad es que Jesucristo sigue interviniendo cerca de Dios por nosotros; es él quien hace un arroyo y quien esparce las ondas de la gracia sobre las almas redimidas por su sangre.

Mi Padre trabaja, dijo Jesús a los judíos que lo perseguían, y yo también trabajo (Jn.5,17).

El Padre no juzga a nadie, pero le dio al Hijo todo el poder de juzgar (Juan 5:22).

Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo (Ibd 19).

Ahora bien, Jesús no estaba solo en esta primera parte de la obra: María estaba con él. Erat Mater Jesu ibi (Jn 2.1).

Si solo estuviera en la segunda parte, la unidad del plan divino se rompería, lo que no puede ser.

Por tanto, es necesario que la actual intervención de María se una a la actual intervención de Jesús.

Estaban trabajando juntos; juntos deben estar en la gloria ...

Si el Rey del cielo todavía actúa por nosotros, la Reina debe actuar con él.

Algo extraño sería, si el papel de María terminara en la puerta del cielo, ¿y si ella fuera de menor importancia allí que aquí en la tierra ...

¡Sería madre, que deja de ser madre!

¡Ella sería una Reina, sin cetro y sin reino!

¡La que estaba llena de gracia en la tierra no estaría llena de gloria en el cielo!

¡Pero todos los razonamientos de sentido común, ciencia y revelaciones de fe caen al suelo!

La teología nos enseña que la gloria del cielo es la coronación de la gracia, de modo que una plenitud de gracia en la tierra requiere una plenitud de gloria en el cielo.

¿Y María, Madre de Dios en la tierra, dejaría de serlo en el cielo?

En ese caso, ella habría estado más en la tierra que en el cielo, y en lugar de que el cielo coronara su gracia en gloria, ¡Él le arrancaría la diadema más gloriosa de la frente!

¡Oh! ¡Por favor, cállate pobre protestante! deja de blasfemar ... Tal suposición es simplemente horrible, indigna de Dios e indigna de Su Justicia.

¡No no! Nunca una blasfemia semejante puede ser aceptada por un hombre de sentido común, por un cristiano.

* * *

 

De hecho, el propio Evangelio insinúa claramente lo contrario, mostrándonos que Maria Sma. continúa en el cielo lo que ya hizo en la tierra.

Dios no lo usó solo en la Encarnación y en el Calvario. Lo lleva en brazos de su madre, y con su voz, Jesús hace sentir sus primeras influencias, santificando a San Juan Bautista.

Ella está al lado de la cuna para dar la bienvenida y presentar a los primeros adoradores.

Está en Caná para obtener de Jesús el primer milagro, que confirmó a sus primeros discípulos.

Ella está en el Cenáculo, cuna de la Iglesia naciente, como Reina y Maestra de los Apóstoles.

Lo vemos en todas las fases importantes de la vida de Jesucristo; en el que comunica sus gracias y atrae las almas a Dios.

¿No es esa una señal bastante clara del diseño de Dios?

La tradición católica, basada en hechos evangélicos, nunca ha dudado, y en estos hechos reconoce la evidencia de la verdad, para afirmar públicamente la intervención de Maria Sma. en el reparto de las gracias, es decir, aclama a la Santísima Virgen como Mediadora de todas las gracias.

 

VIO. La doble mediación de María

María es, pues, verdaderamente nuestra Mediadora, y esto en dos sentidos.

En el primer sentido, para enfatizar, en general, que ella está del lado del Mediador , que es Jesucristo, en la obra de nuestra reconciliación con Dios, de nuestra santificación y de nuestra salvación.

En un segundo sentido, como Mediadora entre Jesús y nosotros , para darnos a Jesús, y con Jesús darnos todas las gracias de la redención; para llevarnos a Jesús, para interceder por nosotros y para atraer sobre nosotros su misericordia y sus favores.

Tal es el doble sentido de la Mediación de la Santísima Virgen:

Una mediación general , con Jesús, entre Dios y los hombres.

Una mediación particular entre Jesús y los hombres.

Para refutar os erros protestantes a este respeito, repitamos que isso não significa, de modo algum, que nós aceitamos um Mediador, ao lado do Mediador único, ou que a mediação de Jesus nos parece insuficiente, ou que atribuímos qualquer coisa a Maria, fora de Jesus.

Nada de eso. María está al lado de Jesús - Mediador, para hacerlo perfecto Mediador en este sentido que ocupa en la obra de mediación de la vida el papel que Dios le ha dado; como Eva estaba al lado de Adán, en la mediación de la muerte .

En los dos sentidos aquí indicados, el nombre de Medianeira incluye para Maria Sma., La doble cooperación con la obra Redemptor, mencionada anteriormente: cooperación, a través de su acción , en la tierra; cooperación por su intercesión , en el cielo.

Estas dos mediaciones son universales, como la mediación de Jesús es universal, y se extienden a todas las gracias que se nos han otorgado en vista de Jesús.

Esta universalidad se comprende de inmediato, recordando la unidad de la obra redentora y la unión indisoluble entre María y Jesús en el plan de redención y salvación del Hijo de Dios.

Quien nos dio a Jesús, como autor de todas las gracias, nos ha dado, de hecho, todas las gracias que Jesús vino a merecer para nosotros.

Quien haya desempeñado un papel tan importante en el gran don de Dios no puede quedarse sin una influencia real en la distribución de la gracia, porque la gracia es como la extensión y extensión de Jesús para nosotros.

Quien, en cada nacimiento, fue mediador con Jesús, no puede dejar de unir su acción con el acto mismo por el que Jesús ejerce su mediación.

Dondequiera que se contempla la mediación de Jesucristo, en la tierra como en el cielo, en redención o merecimiento, en redención o santificación, en todas partes está la mediación de María, unida a la mediación de Jesucristo.

* * *

Tal es la bella y consoladora doctrina que nos transmiten los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, y lo hacen con una firmeza, una convicción que demuestra que tal ha sido siempre la tradición católica, y una tradición tan universal, que ha rara vez ha sido impugnado, si no por herejes.

En una de las oraciones de la fiesta de la medalla milagrosa, la Iglesia adopta plenamente esta opinión, diciendo: Señor, Dios Todopoderoso, que quieres que recibamos todos los bienes a través de la Madre Inmaculada de tu Hijo, (3) concédenos, a través del ayuda de una madre tan poderosa, etc.

3) Fiesta de la Medalla Milagrosa - 27 de noviembre.- Postcom.

Son bien conocidas las hermosas palabras de San Bernardo, que resumen toda esta doctrina: Dios puso en María la plenitud de todo bien; por tanto, no olvidemos que toda nuestra esperanza, de gracia y de salvación, nos viene de ella; y que es como la super plenitud de este canal de bendición que se derrama sobre nosotros. (4)

4) Altius ergo intueamini, cuánta devoción afecta a nobis eam voluerit honorari, qui totius boni plenitudinem posuit in Maria: ut proinde si quid spei in nobis est, si quid gratiae, si quid saitis, ab ea noverimus rodungare Serm. Aquaeducta n. 6).

Citemos también este hermoso extracto de San Bernardino de Senna, que resume todo el mecanismo de transmisión de la gracia:

“Todas las gracias transmitidas a los hombres de este mundo, les llegan a través de un triple proceso: van del Padre a Cristo, de Cristo a la Santísima Virgen, de la Santísima Virgen a nosotros.

De hecho, desde el momento en que María concibió en su seno al Hijo de Dios, goza de una especie de jurisdicción o autoridad sobre todos los procesos temporales del Espíritu Santo, de modo que ninguna criatura recibe gracias de Dios sino por mediación de María.

Esto es lo que expresa la piedad cristiana en este axioma clásico: "Todo para Jesús, nada sin María".

 

VII. Conclusión

Grandes y sublimes verdades pasaron ante nuestro Espíritu.

Ciertas verdades irrefutables, pero que sin embargo no constituyen un dogma de fe, porque la Iglesia aún no las ha definido.

Cabe señalar que una verdad no es menos cierta y menos probada, porque aún no ha sido declarada dogma de fe, por la autoridad infalible de la Iglesia.

La Iglesia aún no lo ha definido, porque no hay discusión para asentarse en este punto. Pocos son los enemigos, aparte de los protestantes, que disputan este título de María, como Mediadora de todas las gracias.

Los dogmas se desarrollan subjetivamente, es decir, a través del conocimiento más amplio y profundo que adquirimos de ellos, a través del estudio, los ataques y las discusiones, aunque permanecen objetivamente inmutables, es decir, como son en sí mismos.

Entre las verdades más definibles se encuentran, por supuesto, la Mediación universal de María y su gloriosa Asunción .

Estas verdades transmitidas explícitamente por la tradición están implícitamente contenidas en el dogma de la Inmaculada Concepción y de la maternidad divina y espiritual de María, de la que se separan, a medida que son estudiadas, con mayor profundidad por los teólogos.

Cerremos este Capítulo resumiendo en pocas palabras el modo en que interviene la Santísima Virgen.

La intervención de María hoy, por nosotros, no tiene el efecto de producir la gracia, que es sólo de Dios, sino de obtenerla y contribuir a ella.

Tal intervención solo se ejerce en el orden de la salvación.

Cuando se le pide y recibe favores temporales, la influencia de María es siempre la de llevar a los hombres a su fin sobrenatural.

¿Y cómo ejercer esta saludable influencia de María?

Principalmente, a modo de intercesión, por sus oraciones.

Es a través de sus súplicas, sobre todo, que la Virgen Inmaculada inclina continuamente el corazón del Hijo a aplicar los frutos de su sangre, y la misericordia del Padre a infundir en las almas los dones del Espíritu Santo.

Y estas súplicas de la Madre de Dios se sustentan en un doble motivo: en primer lugar, sobre los méritos de su Hijo y, en segundo lugar , sobre los méritos propios.

Podemos acercarnos a Dios con confianza, con el Hijo como Mediador cerca del Padre y María como Mediadora cerca del Hijo.

El Hijo muestra al Padre sus heridas y su costado abierto.

La Madre presenta al Hijo las entrañas que lo engendraron, el pecho que lo alimentó, este último suplica que supera las súplicas de los Ángeles y de los hombres.

La petición de María se basa en segundo lugar en sus propios méritos. No de los nuevos méritos que adquiere en el cielo, porque los santos del cielo son incapaces de méritos, sino de los méritos que adquirió durante su vida terrena, y que al dejar este mundo presentó a Dios.

Dichos méritos ya han recibido recompensa por su entrada al cielo, sin embargo, de las tres partes de las que se compone el mérito: meritoria, satisfactoria y peticionaria, solo la parte meritoria recibió esta recompensa, para que continúe intercediendo por los hombres, por la parte satisfactoria y convincente de sus méritos.

El carácter diferenciador de esta intercesión es el de ser irresistible u omnipotente , de tal modo que los santos llaman a María Omnipotencia suplex, la suplicante omnipotencia.

En segundo lugar, la mediación de María es universal , sin límites, ni de tiempo, ni de espacio, ni de número, ni de clase de gracias.

Sus beneficios se extienden a todos, dice la Iglesia en una de sus antífonas: ¡Sentiant omnes tuum juvamen!

* * *

Aquí, en resumen, está la bella y armoniosa doctrina de la Mediación universal de Maria Sma.

Si los amigos protestantes, escuchando menos el odio de su secta, que el sentido común de su razón y la narración evangélica, meditaran bien sobre esta doctrina, entenderían hasta qué punto se desvía de su mezquina y odiosa concepción de tal Mediación. .

Entenderían que los católicos, lejos de contradecir el texto de san Pablo, que proclama que hay un solo mediador entre Dios y los hombres, resaltan este texto y lo ponen en plena luz, admitiendo al único mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo, el único Redentor de la humanidad.

Pero así como Dios colocó a la Virgen Inmaculada al lado de este único Redentor, como ayudante ministerial de esta redención, haciéndola no un Redentor, sino un ayudante o co-Redentor; así, en la obra de santificar las almas, Dios puso a la Virgen misma como ayudante o co-mediadora entre Dios y los hombres, y como mediadora especial entre Jesucristo y los hombres.

Tal es la doctrina lógica, dulce, racional y bíblica que profesa la Iglesia, y que es la base del culto al amor y la confianza que sus hijos dedican a la Santísima Virgen.

¡Oh! en lugar de blasfemar la bondad de Dios, que nos ha dado un intercesor tan poderoso y amoroso, invocadla, imploradla, pobres protestantes, que disipe las tinieblas de vuestro Espíritu y haga brillar este amor ante vuestros corazones divinos que Jesús viene a traer al mundo, pero eso lo comunica a través de su querida madre.

 

CAPITULO XV

Un resumen final

Si bien cada Capítulo, como refutación de un error dado y exposición de la verdad contraria, tiene su propia conclusión, el conjunto de estas refutaciones requiere una conclusión, una breve síntesis final de las controversias, para que el lector pueda cubrir, en un mirada, toda la doctrina expuesta aquí.

No pretendo repetir las tesis de este capítulo, sino solo señalarlas, para que el lector las encuentre inmediatamente en el capítulo indicado.

Una tesis no se puede resumir sin perder la fuerza y ​​la cohesión de su argumento.

Este capítulo, sin embargo, tendrá la ventaja de recordar en sustancia la tesis ya leída y revivir las primeras impresiones de esta lectura, en momentos en que no sería posible releerlas íntegramente.

 

Odio protestante

Es triste escribir un libro así, para refutar errores, no sólo grotescos y absurdos, sino sobre todo errores voluntarios, inventados por el odio, la envidia y la más estupenda contradicción con el sentido común.

Que los protestantes, impulsados ​​por su ignorante engaño, ataquen a la Iglesia católica, difamen al Papa y a los Padres, ridiculicen el culto, los sacramentos y las ceremonias ... es tristemente ridículo, pero hay una explicación plausible.

¡ Atacan lo que ignoran!

¡ Blasfeman lo que no entienden!

Se burlan de lo exterior, sin penetrar el Espíritu vivificante.

Hay una explicación para todo esto; porque los pastores protestantes, desde Lutero hasta Boje, han acumulado tantas calumnias, escrito tantas mentiras y falsificado tantos hechos, que un protestante pobre y sincero, para liberarse de tantos prejuicios, necesita ser portador de una inteligencia inusual , de una intuición sumamente penetrante y de un amor a la verdad, que sobrepasa todos los intereses, de lo contrario será víctima, quizás sin saberlo, de sus padres y hermanos en la fe.

Pero lo que es triste ... muy triste, ¡es que tales protestantes atacan a la mismísima Madre de Dios !

¡Atacar, blasfemar, degradar a la Madre de este Jesucristo que pretenden adorar!

¡Este es el colmo de la locura!

¡Queriendo agradar a Jesucristo y conspirar contra su Madre más pura!

¡Qué contrario al sentido común!

¡Aclama al niño y echa a la madre al barro!

¡Es un misterio de perversidad!

¡Oh! Protestantes pobres e infelices ... reflexionar, reflexionar ... leer el Evangelio; pero lea en su totalidad, tal como es, dejándole su significado claro y positivo, y sin darle una interpretación que lo distorsione y le haga decir lo que usted piensa, y no lo que el Espíritu Santo piensa o dice.

¿Qué daño te ha hecho la Madre de Jesús?

¿Por qué este odio contra una criatura levantada por Dios, exaltada por Él, aclamada por Él y colocada por Él ante la humanidad sufriente, para consolarla, sostenerla y conducirla a Dios?

¿Por qué este odio contra la Virgen más pura?

¿Por qué no ataca a San Pablo, los Apóstoles, Magdalena, Marta, Lázaro, Zaqueo, Nicodemo, las santas mujeres?

¿Por qué eligió a Aquel que está tan unido a Jesucristo, de quien tomó el cuerpo y la sangre que iba a sacrificar por la salvación del mundo?

¿Por qué concentrar tu odio en la cabeza con aureola de pureza, amor y gloria de esta Bendita mujer?

¿Qué oscuro misterio es este?

Rezas el Padre Nuestro, porque está en el Evangelio y rechazas, como blasfemia, el Ave María, que también está en el Evangelio.

¿Porque eso?

¿Por qué una sería menos digna que la otra, ya que ambas oraciones salieron de los labios del Espíritu Santo?

¿Por qué, después de la recitación del Padre Nuestro, no añades, como nosotros, este hermoso saludo transmitido por San Lucas?

Salve, llena eres de gracia, el Señor es contigo,

Bendita tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre, Jesús (Lc.1,28.42).

Recita esta oración y serás católico.

Al rechazarlo, ustedes son pobres herejes, porque rechazan el Evangelio.

 

II. Cumplimiento de una profecía

Dios es justo y esta justicia se extiende a todas las criaturas y en todos los tiempos.

Hace más de 19 siglos, dos primos se conocieron un día cerca de Hebrón, uno de ellos una mujer mayor, ya en decadencia de la vida; y la otra una joven, pura, hermosa, vestida con todos los encantos de la tierra y el cielo, de la naturaleza y la gracia.

Se saludaron afectuosamente, cuando de repente, el mayor se llena del Espíritu Santo y exclama: Bendita tú entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

¿De dónde viene el dicho de que la Madre de mi Señor viene a mí? (Lc.1,22)

Era Isabel, la esposa de Zacarías, la madre del precursor Juan el Bautista.

Ante un saludo tan extraordinario, extraño, la joven de 17 años no se molesta, no se sorprende ... al contrario, se siente digna de estos elogios y, con la misma firmeza, con la misma convicción que su primo anciano. , esta Una joven de 17 años, que aún ignora lo que es la vida y lo que es el futuro, esta niña cándida, inspirada por el mismo Espíritu Santo, lanza esta estupenda profecía al cielo y a través de los siglos:

He aquí, de ahora en adelante, todas las generaciones me llamarán bienaventurada. (Lc.1,48).

¿Oíste, pobres protestantes infelices?

Todas las generaciones deben aclamar a la Santísima Virgen, porque es ella quien pronunció esta profecía inefable ... o más bien: fue el Espíritu Santo quien la puso en sus labios.

Maria Sma. tiene que ser llamado Bendito por todas las generaciones.

Como he probado en estos libros, desde esta hora, desde la voz de Isabel, que resuena a través del valle de Hebrón y sobre las montañas de Judea, hasta el día de hoy, un inmenso y penetrante grito al unísono resuena sobre este mundo, proclamando la gloria. de la Madre de Dios.

Los primeros siglos, desde los Apóstoles hasta Lutero, están llenos de himnos en honor a María Inmaculada.

Lea los primeros capítulos de este libro ...

¡Escuchen los gritos de amor de los Santos Padres exaltando a la Bendita Mujer !

¡Colecciona los innumerables pasajes en los que los santos de todos los siglos aclaman a la Santísima Virgen!

¡Es el cumplimiento de la profecía antes mencionada!

Pero para que la luz plena ilumine las verdades, debe haber sombras que la hagan resaltar, le den alivio, prominencia, vida.

Y esto se hace mediante errores, mediante herejías.

En los primeros siglos, los corazones parecían iluminar el rostro de la Inmaculada.

Los errores nacen, como sombras, en un marco lleno de luz. La refutación de estos errores llevó al descubrimiento de nuevas verdades, hizo comprender mejor las verdades ya conocidas y puso de relieve algunas de las verdades olvidadas.

Eso es lo que le pasó a la Santísima Virgen.

El protestantismo levantó su mano sacrílega contra la Virgen Inmaculada, negando su pureza virginal, su dignidad de Madre de Dios y de los hombres, su Mediación universal, su Asunción gloriosa, su poder cerca de su Hijo.

Los pobres desdichados querían arrancar la gloriosa diadema que Dios había puesto en la frente de su Madre, y he aquí, la catolicidad, y he aquí, la Iglesia, amorosa y celosa de la grandeza de la Madre de Dios y de su Madre, sube de peso, para repeler ataques, refutar herejías y hacer brillar más las prerrogativas de la Santísima Virgen.

De esta manera los protestantes desafortunados se convirtieron en los panegiristas involuntarios e indirectos del Culto de la Madre de Dios.

Querían degradar a la exaltada Reina del Cielo, pero sus súbditos explicaron la verdadera doctrina, abriendo nuevos tesoros a los ojos de todos, haciendo brillar nuevos títulos.

¡También los protestantes están obligados a proclamar bienaventurado lo que Dios ha proclamado bienaventurado entre todas las mujeres!

¡Qué terrible castigo para su bárbara impiedad!

Fue en este entorno y bajo este impulso que nació este libro.

Es una respuesta a la maldad e ignorancia protestantes.

En mis otros libros recogí sus objeciones contra el culto a la Madre de Dios y les di, a medida que se presentaban, la respuesta necesaria.

Tales respuestas recibieron contra-respuestas, mostrando cada vez más el odio acumulado y concentrado contra la Santísima Virgen.

Dios lo permitió, decidirme a darles una respuesta doctrinal completa, tomando el asunto de base y de frente, y refutando, una a una, todas las herejías que la ignorancia y el odio arrojaban contra el trono de la Inmaculada.

 

III. la base de la verdad

El lector habrá notado que le di un lugar destacado al gran dogma de la Inmaculada Concepción, probando plenamente esta gran y sublime verdad, bajo los diferentes aspectos que se presenta.

Después de haber demostrado, en el primer capítulo, que el Culto a Maria Sma. es un Culto completamente evangélico, practicado por los apóstoles, la Iglesia primitiva y los cristianos de los primeros siglos, centro la atención en la Inmaculada Concepción de María, ya que esta verdad es el fundamento de todos sus privilegios.

¿Puede haber todavía dudas en el espíritu del lector sincero?

Me parece imposible.

Esta verdad probada por la teología (capítulo II), por la Sagrada Escritura (capítulo III), por las palabras del Arcángel (capítulo IV), por la tradición (capítulo V) forma el pedestal granítico e inquebrantable del gran dogma católico, expuesto y discutido en el Capítulo VI).

Es imposible pasar por estas pruebas, leer estas hermosas y luminosas citas de los Santos Padres, sin sentir y como sintiendo la verdad siempre enseñada, defendida y solemnemente proclamada por la Iglesia Católica.

Esta es la base de toda la controversia sobre la Madre de Jesús.

Probado que María fue preservada del pecado original, en anticipación de su maternidad divina, probadas son su pureza perpetua y todas las demás prerrogativas que adornan su frente virginal.

De hecho, como puede verse en el Capítulo VII, incluso los protestantes inteligentes y sinceros se hacen defensores de esta verdad, condenando a sus propios hermanos de herejía y tratándolos como herejes y obsesionados.

Cito aquí una vez más este hermoso soneto doctrinal, escrito por el mismo diablo, por orden de dos santos religiosos.

Es un monumento único y sublime del dogma de la Inmaculada Concepción:

" Hijo,

Verdadera madre soy, de un Dios que es

y de Él soy, así como Su Madre;

Ab aeterno nació, pero es mi Hijo,

Bueno, nací en el tiempo, soy tu Madre.

 

Él es mi Creador, pero es mi Hijo,

Soy tu criatura y tu Madre;

El prodigio fue divino, ser mi Hijo,

Un Dios eterno y yo soy su Madre.

 

El ser es casi común, para Madre e Hijo;

Por el Hijo, la Madre tuvo que ser,

Y de la Madre también tenía que ser el Hijo.

 

Ahora bien, si el Hijo tuviera a la Madre;

¿O se dirá que el Hijo fue manchado,

O sin lápiz de labios, si tienes que decirle a mamá.

 

IV. errores y contradicciones

La impiedad protestante, con la miserable intención de degradar a la Santísima Virgen y contradecir a la Iglesia Católica, fue inventando a los hermanos de Jesús, apoyándose en la palabra hermano empleada en el Evangelio, y olvidando que esta palabra es un término genérico que engloba a todos y cada uno. parientes.

El capítulo VIII refuta definitivamente esta herejía, mostrando clara e irrefutablemente que Maria Sma. fue Virgen antes, durante y después del nacimiento de su único Hijo: Jesús.

Admitiendo la Inmaculada Concepción, esta verdad es, además, un corolario de esta prerrogativa.

Dios hubiera realizado un milagro sin precedentes a favor de su futura Madre, preservándola de toda mancha de pecado, para que, Virgen en cuerpo y alma, fuera digna Madre de su Hijo; ¿Y luego permitiría que este Santuario viviente de pureza fuera violado por un hombre, tomando su virginidad tan cuidadosamente preservada?

¡Esto sería una intolerable contradicción en la obra divina!

Pero los pobres protestantes, jugando con los textos de la Escritura, como se juega con una pelota, entretejen sus significados y comentarios absurdos, que incluso a sus propios ojos no tienen más mérito que contradecir la enseñanza católica.

Lo que quieren es hacerte creer que todo lo que enseña la Iglesia Católica está mal ...

En las otras sectas protestantes que se acercan a las 900 (en 1936), salvo algunos errores, aceptan una parte verdadera; sólo en la Iglesia católica no hay nada de qué aprovecharse: todo, absolutamente todo está mal.

Esa es la idea protestante. Como la Iglesia Católica dice: sí, lloran: no. Si la Iglesia dice: blanco, dirán: negro; y si, imposible, la Iglesia cambiara su enseñanza, lo cual no hace, ya que la verdad es inmutable, los protestantes inmediatamente cambiarían la suya y adoptarían una opinión contraria a la opinión católica,

Se ve enseguida que en todas estas objeciones no hay sinceridad: sólo hay odio ... y el odio siempre ha sido y siempre será un vicio, y yo nunca seré una virtud.

Lo que he desarrollado en los capítulos IX y XIII de este libro prueba admirablemente esta afirmación.

Los protestantes destacan palabras de la Sagrada Escritura, como "Hasta", "primogénito" y otras, dándoles un significado que deroga todas las leyes de gramática, lógica y hermenéutica, pero que tiene para ellos el mérito de enseñar lo contrario de la Iglesia Católica.

Al leer la refutación a estas interpretaciones, uno se sorprende al ver tanta ignorancia por un lado y tanta obsesión por el otro.

 

V. La Madre de Dios

Estamos aquí ante el colmo de la ignorancia y el absurdo.

El protestantismo admite que María es la Madre de Jesús, María de quien nació Jesús (Mt.1,16) y no admite que María sea la Madre de Dios.

¿Cómo explicar tales contradicciones?

Es la renovación del error de Nestorio, condenado en el siglo V por el Concilio de Éfeso, en el año 431.

Este heresiarca afirmó que en Jesucristo había dos personas: una divina y otra humana. El primero, siendo Hijo del Padre Eterno, el segundo, siendo Hijo de María.

En este caso, Maria Sma. ella sería Madre de una persona humana y no tendría nada con la Persona divina en Jesucristo.

Ahora bien, esto es un absurdo que refuto ampliamente en el capítulo X.

No puede haber dos personas en Jesucristo. Hay una Persona, aunque hay dos naturalezas unidas en esta única Persona divina.

Entre las criaturas se le llama persona: sustancia singular, completa, libre e inteligente.

En Dios la personalidad se entiende en el mismo sentido, pero de una manera más excelente, ya que, además, todo lo que atribuimos a Dios es más excelente que cuando se atribuye a las criaturas.

Ahora bien, admitiendo en Jesucristo dos personas, o dos sustancias singulares, completas, libres e inteligentes, se ve enseguida que sería un ser dividido y, por tanto, un ser incompleto, ya que todo ser dividido es necesariamente incompleto en su especie.

La persona divina haría una cosa y la persona humana lo contrario, ya que al ser independientes entre sí, no habría conexión entre las dos personalidades.

Esto es imposible. Es una contradicción ... Es la destrucción de la divinidad.

Hay, por tanto, una persona en Jesucristo, que une las dos naturalezas, la divina y la humana, y cada naturaleza conserva sus propias operaciones.

Así hay en Jesucristo una inteligencia divina y humana, un amor divino y humano; porque tales facultades pertenecen a la naturaleza y no a la persona; pero todo esto está unido en una sola persona, y esa persona en Jesucristo es divina .

Ahora bien, el padre de un hombre no es la madre de la naturaleza, sino la madre de la persona de su hijo.

El hombre está compuesto por un cuerpo y un alma.

Nuestra madre no es la madre de nuestra alma; sino de nuestra persona , compuesta de cuerpo y alma.

María Sma, de la misma manera, es la madre, no solo del cuerpo de Jesucristo, sino de su persona .

Ahora bien, esta persona es una persona divina.

Por tanto, María es Madre de la persona divina de Jesucristo; en otras palabras, es la Madre de Dios .

Es simple, es lógico, es correcto.

Pero el protestantismo pobre prefiere renovar viejos errores, rehabilitar herejías condenadas a los 16 siglos antes de adoptar la doctrina católica.

 

VIO. la madre de los hombres

Como corolario lógico de la maternidad divina de Maria Sma. El catolicismo deduce que Maria Sma. Ella también es la Madre de los Hombres.

El protestantismo, rechazando la primera verdad, también debe rechazar la segunda.

Al negar la maternidad divina, los pobres herejes niegan la maternidad espiritual de la Santísima Virgen.

De esta manera no retienen nada más de la Madre de Dios, ni en su fe ni en su culto. Es una ruina total ... Es un cristianismo truncado, falsificado, incompleto.

María es para ellos una criatura extraña, desconocida, incluso enemiga.

¡Pobre ceguera, pobre odio!

El capítulo XI es la exposición completa de esta verdad hermosa y consoladora, de la maternidad espiritual de María.

En tiempos de desánimo, los católicos releen esta exposición, llena de luz, encanto y dulzura, y encontrarán en esta verdad un aliento y consuelo en la práctica de la santa religión.

Lo de los padres es dar vida.

Dar vida es ser madre.

María nos dio la vida de su alma.

Por tanto, ella es nuestra Madre.

De hecho, hay dos vidas en nosotros: una vida material y una vida espiritual, porque el hombre es un compuesto de cuerpo y alma, y ​​ambos componentes tienen vida propia.

La vida del cuerpo es una vida natural que recibe del alma.

La vida del alma es una vida sobrenatural que recibes de Dios.

Se llama vida del cuerpo humano .

Se llama vida divina del alma .

Cada una de estas vidas tiene un origen diferente.

La vida humana proviene de la unión de cuerpo y alma ,

La vida divina proviene de la unión del alma con Dios .

Sabemos de dónde viene la vida del cuerpo: de nuestros padres.

La vida de nuestra alma viene de Dios; por lo tanto, Él es nuestro Padre, pero viene a nosotros por medio de Sma. Virgen Maria; por tanto, ella es nuestra Madre.

Dios es la fuente .

María es el canal .

Tanto Jesús como María cooperan en la vida de nuestra alma.

Entonces, si Dios es nuestro Padre, Maria Sma. es nuestra Madre!

Cinco razones principales confirman la doctrina de la Maternidad espiritual de María, razones explicadas y comentadas en el mismo capítulo XI que se pueden resumir en este razonamiento:

Cristo es nuestra vida, como dice San Pablo (Fil. 1,21).

Ahora María es la Madre de esta vida.

Por tanto, ella también es nuestra Madre.

Por eso el Evangelio dice que María dio a luz a su Hijo primogénito (Mt 1, 25).

Este primogénito es único en el orden natural; en el orden espiritual, Él es el primero entre muchos hermanos. Ut sit ipse primogenitus in multis fratribus, como dice el Apóstol. (Salón 8.29)

 

VII. las bodas de Caná

Es una de las escenas más encantadoras del Evangelio y destaca la mediación universal de la Santísima Virgen.

Es la razón por la que los protestantes falsificaron el texto que expresa claramente la misión de la Madre de Jesús.

Esto es lo que se expone en el Capítulo XIV. mostrando, por los textos paralelos, el verdadero significado de este paso.

Es una simple fiesta de bodas para un familiar de Maria Sma. o de San José.

María estaba presente.

También habían sido invitados Jesús y sus discípulos.

En mitad de la fiesta, falta de vino.

María, con mirada de madre y ama de casa, percibe la vergüenza de los sirvientes en la mesa y sin que ellos revelen su vergüenza, se vuelve hacia Jesús y le susurra al oído: no tienen más vino.

Nada más.

Jesús escuchó y comprendió; es suficiente.

Girando levemente la cabeza hacia el lado de su madre temblorosa, responde con una suave sonrisa:

Déjalo estar, Señora, yo me ocuparé, aunque aún no ha llegado mi hora.

María le devuelve la sonrisa a su Hijo y, dirigiéndose directamente a los sirvientes, les dice, transmitiendo visiblemente la recomendación de su Hijo: Hagan lo que él les diga.

Entonces Jesús se levanta, ordena que se llenen de agua las urnas de abluciones ... y, a petición de su Madre, transforma el agua en vino, haciendo de este mudo el primero de sus milagros.

Manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él (Jn.2.11)

Esta escena no es simplemente un hecho; es una ley .

La ley, promulgada por Jesús, de que todas sus gracias deben pasar por las manos de su Santísima Madre.

Él, el Cristo, es el principio y la fuente de todas las gracias; María es tu canal de transmisión.

Es la conclusión que saca San Agustín de este hecho.

Dios, habiéndonos dado a Jesucristo a través de María, dice, este orden ya no cambia, y María, habiendo colaborado para nuestra salvación en la Encarnación, que es el principio universal de la gracia, debe contribuir en todas las demás operaciones, que son dependientes de este primero.

Para probar esta deducción teológica , tenemos tres hechos evangélicos, sin respuesta.

Todas las gracias dadas a los hombres se refieren a esta triple manifestación de Dios: la Encarnación, la Visitación y el milagro de Caná.

Constantemente Jesucristo viene al mundo por María ;

María nos trae constantemente a su Jesús, a través de la Visitación ;

Dios constantemente da gracias por intercesión de María.

Es una ley general, confirmada por estos tres hechos evangélicos; o más bien, es la conclusión de estos tres hechos,

La escena de Caná no es una simple fiesta de bodas, es la imagen de la gran fiesta a la que Jesucristo nos invita, a la que él mismo preside, pero donde también nos encontramos con su Santísima Madre, para presentarnos a él y, si es necesario, pídale un milagro en nuestro nombre.

La escena de Caná es, por tanto, la manifestación de Jesús por María para que el mundo crea en Él, ya que por este hecho los discípulos creyeron en Jesús.

 

VIII. Muerte y Asunción de María

Es el tema del Capítulo XIII.

Es otro ataque del protestantismo.

Ciertamente no niegan la muerte de la Madre de Jesús, pero le atribuyen una muerte natural, como a cualquier otro ser vivo.

En cuanto a la Asunción al Cielo, en cuerpo y alma, la niegan por completo.

Se demostró en este capítulo, porque es como Maria Sma. murió.

Habiendo sido preservada del pecado original, no estaba sujeta a la ley general de la muerte, ya que esta ley era el castigo del pecado, sino que estaba sujeta a la muerte por su naturaleza humana que era mortal.

Por un privilegio especial, Dios eximió de la muerte a la Santísima Virgen, como en el paraíso terrenal, por un privilegio especial, había eximido de la muerte a nuestros primeros padres.

La rebelión de Adán y Eva les hizo perder este privilegio y fueron, como castigo por su desobediencia, condenados a muerte.

Dios restauró este privilegio a su Santísima Madre; ella, sin embargo, para parecerse más a su divino Hijo, no quiso gozar de este privilegio y prefirió pasar por la puerta de la muerte, para entrar en la gloria.

María murió, como todos debemos morir: en el amor de Dios.

Murió, como mueren los mártires, por amor .

Y murió como correspondía a que muriera la Madre de Dios: de amor .

Tal muerte requirió la Asunción .

El amor es eterno, es indestructible, como dice el apóstol.

Y Maria Sma. todo fue amor.

No podía ser sometida a la putrefacción de la tumba.

Seis hermosos argumentos prueban esta gran verdad.

Son demasiado hermosos para resumirlos; debe volver a leerlos todos en el capítulo XII de este libro.

María debería, en la medida de lo posible, parecerse a su hijo.

Jesús resucitó al tercer día para ascender al cielo y ocupar su trono junto al Padre Eterno.

Maria Sma. ella también tuvo que resucitar al tercer día, y ascender al cielo, para ocupar su lugar de honor, como Madre de Dios, corredentora de los hombres, Reina del Cielo y Madre de los hombres.

Jesús debía coronar de gloria lo que ya había coronado en la tierra, y debía mantenerla cerca de él en el cielo, como la había mantenido cerca de él aquí en la tierra.

La gloria de la Virgen Madre en el cielo debe corresponder a estas tres cosas inconmensurables:

A la dignidad de Madre de Dios;

A las gracias recibidas durante tu vida mortal;

A la excelencia de sus méritos .

Tres abismos insondables para nosotros ... que involucran la impenetrable grandeza de la Virgen Inmaculada y reclaman su resurrección y asunción al cielo.

 

IX. La Mediadora de las Gracias

Es el último capítulo expositivo de esta obra, destruyendo la gran objeción protestante contra la mediación universal de María en el reparto de las gracias, y asentando esta verdad sobre la base indestructible del Evangelio, la lógica y el sentido común.

Si hay un Mediador entre Dios y los hombres, dice San Pablo, y este mediador es Jesucristo (Tim. 2,5).

La Iglesia Católica enseña y defiende esta verdad, y nunca ha buscado colocar otro Mediador entre Dios y los hombres.

Debe notarse, por tanto, que así como hay un solo Redentor , aunque hay por este Redentor su Santísima Mano, unida a Él, sufriendo con Él y redimiendo al mundo con Él, también hay un solo Mediador , aunque está de Su lado, Su Santísima Madre, ayudándolo en este oficio de repartir gracias, como ella lo ayudó con su requisa.

Hay una doble forma de ser Mediador:

1. Como agente principal, obligatorio.

2. Como encargado de preparar los caminos.

El primer Mndiador es el principal .

El segundo es secundario .

El primero es necesario.

El segundo es útil.

Maria Sma. ella es la ayudante a cargo de este oficio de Jesucristo, quedando en un segundo plano y actuando en todo de acuerdo con su divino Hijo.

Su mediación es instrumental, ministerial y no prejuzga en modo alguno la mediación esencial de Jesucristo. de quién depende, como el responsable de un negocio depende en todo del dueño de este negocio.

Esta mediación secundaria de María es doble:

1. general , con Jesús, entre Dios y los hombres.

2. privado , entre Jesús y los hombres.

Jesucristo es el único Mediador, porque solo él, por su naturaleza divina y humana, está en el medio, entre Dios y los hombres, y puede así servir de vínculo de reconciliación y unión entre ellos.

María es una criatura sencilla , pero elevada a la dignidad de Madre de Dios; y, por su divina maternidad, se une a su Hijo , para la realización de la redención del mundo.

Es cierto que María participó activamente, junto a Jesús, en la obra redentora , por el hecho mismo, debe participar en la obra de nuestra salvación , y en todas las gracias que nos son dadas en vista del Redentor. , pues todo esto es una misma obra redentora.

Jesús y María estaban trabajando juntos; juntos deben estar en gloria.

Así que podemos, y debemos, sacar esta hermosa conclusión de Santa Bernardina de Sena, que lo resume todo:

Todas las gracias transmitidas a los hombres de este mundo, les llegan a través de un triple proceso: van del Padre a Cristo, de Cristo a la Santísima Virgen, de la Santísima Virgen a nosotros.

 

Conclusión

Al final de estas páginas defendiendo los privilegios de la Santísima Virgen, siento la necesidad de retirarme, de sofocar por un momento el arma de doble filo de la controversia, para dirigir a la Madre amorosa de Jesús y a nuestra Madre una ferviente oración por los protestantes pobres e infelices, que cierran su corazón al amor de su querida Madre celestial, para dejar que el odio de la serpiente antigua los penetre.

De esta manera, a pesar de sí mismos, cumplen una profecía más sobre la Virgen Inmaculada y sus defraudadores.

Dirigiéndose a la serpiente maldita que acababa de perder a nuestros primeros padres, Dios le dijo:

Pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu posteridad y la de ella (Génesis 3, 15).

La mujer en cuestión es visiblemente la Bendita .

La posteridad de esta mujer son quienes la honran e invocan, quienes la proclaman bienaventurada , según su propia profecía y al ejemplo de santa Isabel.

La serpiente es el diablo, el ángel de las tinieblas, el padre del error y la mentira.

La posteridad de esta serpiente son los que se rebelan contra esta Bendita mujer, continuando así a lo largo de los siglos la separación eterna entre Dios y el diablo, entre María y la serpiente.

Triste profecía, que vemos cumplida en el desprecio que los protestantes infelices votan por la Madre de Jesús.

¡Oh querida Madre! Madre de misericordia, ilumina a los pobres y miserables descarriados, y que tu mano maternal extienda también a ellos, para alcanzarles la gracia de la conversión.

En estas páginas lucho contra sus errores, únicamente con el objetivo de mostrarles la luz y el amor que ignoran, así como asegurar y extender el amor que los católicos te consagran.

Que estas páginas sean portadoras de luz por primera vez y de amor para todos.

Es la única aspiración del autor.

P. Julio María